LITURGIA DE LAS HORAS PROPIO DE LOS SANTOS DEL PERÚ 2017 Enero 10 Beata Ana de los Ángeles Monteagudo Abril 27 Santo Toribio de Mogrovejo Mayo 3 Veneración de la Santa Cruz 14 Nuestra Señora de la Evangelización 24 Virgen María, auxilio de los cristianos 26 Santa Mariana de Jesús Paredes Jueves después de Pentecostés Nuestro Señor Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote Julio 14 San Francisco Solano 28 Nuestra Señora de la Paz Agosto 30 Santa Rosa de Lima Setiembre 18 San Juan Macías Octubre 22 San Juan Pablo II (No se celebra este año por coincidir con Domingo) 28 El Señor de los Milagros Noviembre 3 San Martín de Porres Diciembre 12 Nuestra Señora de Guadalupe
10 de enero
Beata Ana de los Ángeles Monteagudo Virgen Memoria
Invitatorio Oficio de lectura Laudes Hora Intermedia: Tercia Sexta Nona Vísperas Completas Índice
27 de abril
Santo Toribio de Mogrovejo Obispo En Lima, Trujillo, Cajamarca, Chiclayo y Huaraz: Solemnidad En el resto del Perú: Fiesta
I Vísperas (donde es Solemnidad) Invitatorio Oficio de lectura Laudes Hora Intermedia Donde es Solemnidad: Tercia Sexta Nona Donde es Fiesta: Tercia Sexta Nona II Vísperas Completas Índice
3 de mayo
Veneración de la Santa Cruz Fiesta
Invitatorio Oficio de lectura Laudes Hora Intermedia: Tercia Sexta Nona Vísperas Completas Índice
14 de mayo
Nuestra Señora de la Evangelización En Lima: Solemnidad
I Vísperas Invitatorio Oficio de lectura Laudes Hora Intermedia: Tercia Sexta Nona II Vísperas Completas Índice
24 de mayo
Santa María, Auxilio de los Cristianos
Invitatorio Oficio de lectura Laudes Hora Intermedia: Tercia Sexta Nona Vísperas Completas Índice
26 de mayo
Santa Mariana de Jesús Paredes Virgen Fiesta
Invitatorio Oficio de lectura Laudes Hora Intermedia: Tercia Sexta Nona Vísperas Completas Índice
Jueves después de Pentecostés
Nuestro Señor Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote Fiesta
Invitatorio Oficio de lectura Laudes Hora Intermedia: Tercia Sexta Nona Vísperas Completas Índice
14 de julio
San Francisco Solano Presbítero Fiesta
Invitatorio Oficio de lectura Laudes Hora Intermedia: Tercia Sexta Nona Vísperas Completas Índice
28 de julio
Nuestra Señora de la Paz Fiesta
Invitatorio Oficio de lectura Laudes Hora Intermedia: Tercia Sexta Nona Vísperas Completas Índice
30 de agosto
Santa Rosa de Lima Virgen Patrona de Lima, del Perú y de América Latina Solemnidad
I Vísperas Invitatorio Oficio de lectura Laudes Hora Intermedia: Tercia Sexta Nona II Vísperas Completas Índice
18 de septiembre
San Juan Macías Religioso Fiesta
Invitatorio Oficio de lectura Laudes Hora Intermedia: Tercia Sexta Nona Vísperas Completas Índice
28 de octubre
El Señor de los Milagros En Lima y Huacho: Solemnidad En el resto del Perú: Fiesta
I Vísperas (donde es Solemnidad) Invitatorio Oficio de lectura Laudes Hora Intermedia Donde es Solemnidad: Tercia Sexta Nona Donde es Fiesta: Tercia Sexta Nona II Vísperas : Son las I Vísperas del Domingo XXX del Tiempo Ordinario. Completas Índice
3 de noviembre
San Martín de Porres Religioso Solemnidad
Las I Vísperas no se celebran por coincidir con las II Vísperas de la Conmemoración de los fieles difuntos, que tiene mayor rango en la precedencia de los días litúrgicos. Invitatorio Oficio de lectura Laudes Hora Intermedia: Tercia Sexta Nona II Vísperas Completas Índice
12 de diciembre
Nuestra Señora de Guadalupe Patrona de América Latina y de las Islas Filipinas Fiesta
Invitatorio Oficio de lectura Laudes Hora Intermedia: Tercia Sexta Nona Vísperas Completas Índice
10 de enero Beata Ana de los Ángeles Monteagudo Virgen Memoria Invitatorio V/. Señor, abre mis labios. R/. Y mi boca proclamará tu alabanza. Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de las vírgenes. Salmo 94 Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes. Suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a prueba, y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: “Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso”». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de las vírgenes. Continuar con Laudes Continuar con Oficio de lectura
10 de enero Beata Ana de los Ángeles Monteagudo Virgen Memoria Oficio de lectura V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Esta mujer no quiso tomar varón ni darle su ternura, selló su compromiso con otro amor que dura sobre el amor de toda criatura. Y tanto se apresura a zaga de la huella del Amado, que en él se transfigura, y el cuerpo anonadado ya está por el amor resucitado. Aquí la Iglesia canta la condición futura de la historia, y el cuerpo se adelanta en esta humilde gloria a la consumación de su victoria. Mirad los regocijos de la que por estéril sollozaba y se llenó de hijos, porque el Señor miraba la pequeñez humilde de su esclava. Amén. Salmodia Ant. 1. El Señor hará justicia a los pobres. Salmo 9 B I
¿Por qué te quedas lejos, Señor, y te escondes en el momento del aprieto? La soberbia del impío oprime al infeliz y lo enreda en las intrigas que ha tramado. El malvado se gloría de su ambición, el codicioso blasfema y desprecia al Señor. El malvado dice con insolencia: «No hay Dios que me pida cuentas». La intriga vicia siempre su conducta, aleja de su mente tus juicios y desafía a sus rivales. Piensa: «No vacilaré, nunca jamás seré desgraciado». Su boca está llena de maldiciones, de engaños y de fraudes; su lengua encubre maldad y opresión; en el zaguán se sienta al acecho para matar a escondidas al inocente. Sus ojos espían al pobre; acecha en su escondrijo como león en su guarida, acecha al desgraciado para robarle, arrastrándolo a sus redes; se agacha y se encoge y con violencia cae sobre el indefenso. Piensa: «Dios lo olvida, se tapa la cara para no enterarse». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. El Señor hará justicia a los pobres. Ant. 2. Tú, Señor, ves las penas y los trabajos. II Levántate, Señor, extiende tu mano, no te olvides de los humildes; ¿por qué ha de despreciar a Dios el malvado, pensando que no le pedirá cuentas?
Pero tú ves las penas y los trabajos, tú miras y los tomas en tus manos. A ti se encomienda el pobre, tú socorres al huérfano. Rómpele el brazo al malvado, pídele cuentas de su maldad, y que desaparezca. El Señor reinará eternamente y los gentiles desaparecerán de su tierra. Señor, tú escuchas los deseos de los humildes, les prestas oído y los animas; tú defiendes al huérfano y al desvalido: que el hombre hecho de tierra no vuelva a sembrar su terror. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Tú, Señor, ves las penas y los trabajos. Ant. 3. Las palabras del Señor son palabras sinceras, como plata refinada siete veces. Salmo 11 Sálvanos, Señor, que se acaban los buenos, que desaparece la lealtad entre los hombres: no hacen más que mentir a su prójimo, hablan con labios embusteros y con doblez de corazón. Extirpe el Señor los labios embusteros y la lengua orgullosa de los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza, nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?» El Señor responde: «Por la opresión del humilde, por el gemido del pobre, yo me levantaré, y pondré a salvo al que lo ansía». Las palabras del Señor son palabras sinceras, como plata limpia de escoria, refinada siete veces. Tú nos guardarás, Señor, nos librarás para siempre de esa gente:
de los malvados que merodean para chupar como sanguijuelas sangre humana. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. 3. Las palabras del Señor son palabras sinceras, como plata refinada siete veces. V/. El Señor hace caminar a los humildes con rectitud. R/. Enseña su camino a los humildes. Primera lectura Año I: De la carta a los Romanos 1, 18-32 La cólera de Dios contra la impiedad Hermanos: Desde el cielo viene revelándose la cólera de Dios sobre todo género de impiedad e injusticia de los hombres, que en su maldad tienen cautiva la verdad; ya que son manifiestas a ellos las verdades que se pueden conocer acerca de Dios. Bien claro se las manifestó él. Así, después de la creación del mundo, conocemos sus atributos invisibles, aprehendidos mediante las creaturas, tales como su eterna omnipotencia y divinidad. De manera que no tienen excusa. Y en verdad, no obstante el conocimiento que tenían de Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, sino que acabaron en necios y fútiles razonamientos, viniendo a entenebrecerse su insensato corazón. Alardeando de sabios, se hicieron necios; y trocaron la gloria del Dios incorruptible por ídolos o representaciones del hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por eso, los entregó Dios a la impureza, conforme a los depravados instintos de sus corazones; tanto que ellos mismos se afrentaron en sus propios cuerpos; por haber sustituido la verdad de Dios por la mentira de los ídolos, y por haber adorado y servido a la creatura en lugar del Creador. Sea él bendito por siempre. Amén. Por eso los entregó Dios a las pasiones vergonzosas. Sus mujeres cambiaron el uso natural por el uso contra naturaleza; e igualmente los varones, dejando el uso natural de la mujer, se abrasaron en mutua concupiscencia; cometieron torpezas hombres con hombres, y recibieron en sus propias personas el pago debido a su extravío. Y, como no se dignaron poseer el verdadero conocimiento de Dios, Dios los entregó a una mentalidad depravada, que los llevó a cometer torpezas; se llenaron de toda suerte de maldad, de perversidad, de avaricia, de malicia, henchidos de envidia, homicidios, contiendas, fraudes, malignidad; chismosos, malas lenguas, aborrecedores de Dios, ultrajadores, soberbios, fanfarrones, forjadores de maldad, rebeldes a los padres, insensatos, infieles, sin amor, sin piedad; y de tal índole, que, conociendo la sentencia divina que declara reos de muerte a quienes tales cosas hacen, no sólo las hacen, sino que hasta
aplauden a quienes las ponen por obra. Responsorio Rm 1, 20; Sb 13, 5. 1 R/. Después de la creación del mundo, conocemos los atributos invisibles de Dios, aprehendidos mediante las creaturas. * Pues, por la magnitud y belleza de las creaturas, se descubre por analogía al que les dio el ser. V/. Eran naturalmente vanos todos los hombres que ignoraban a Dios. R/. Pues, por la magnitud y belleza de las creaturas, se descubre por analogía al que les dio el ser. Segunda lectura De la Exhortación Apostólica Redemptionis Donum del Papa San Juan Pablo II (AAS 76 (1984) 513-546, n. 3) La vocación misterio de amor Jesús, poniendo en él los ojos, le amó y le dijo: Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes, dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos, y ven y sígueme. Aunque sabemos que estas palabras dichas al joven rico no fueron acogidas por él, sin embargo su contenido merece una atenta reflexión; pues nos presenta efectivamente la estructura interior de la vocación. Jesús, poniendo, en él los ojos, le amó. Éste es el amor del Redentor: un amor que brota de toda la profundidad divino-humana de la Redención. En él se refleja el eterno amor del Padre, que tanto amó al mundo, que le dio su Único Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna. El Hijo, lleno de ese amor, aceptó la misión del Padre en el Espíritu Santo, y se hizo Redentor del mundo. El amor del Padre se reveló en el Hijo como amor que salva. Precisamente, este amor constituye el verdadero precio de la Redención del hombre y del mundo. Los Apóstoles de Cristo hablan del precio de la Redención con una profunda emoción: ...habéis sido rescatados... no con plata y oro corruptibles..., sino con la sangre preciosa de Cristo, como cordero sin defecto ni mancha, escribe San Pedro. Habéis sido comprados a precio, afirma San Pablo. La llamada al camino de los consejos evangélicos nace del encuentro interior con el amor de Cristo, que es amor redentor. Cristo llama precisamente mediante este amor suyo. En la estructura de la vocación, el encuentro con este amor resulta algo específicamente personal. Cuando Cristo «después de haber puesto los ojos en vosotros, os amó», llamando a cada uno y cada una de vosotros, queridos Religiosos y Religiosas, aquel amor suyo redentor se dirigió a una determinada persona, tomando al mismo tiempo características esponsales: se hizo amor de elección. Tal amor abarca a toda la persona, espíritu y cuerpo, sea hombre o mujer, en su único e irrepetible «yo» personal. Aquel que, dándose eternamente al Padre, se «da» a sí mismo en el misterio de la Redención, ha llamado al hombre a fin de que éste, a su vez, se entregue enteramente a un particular servicio a la obra de la Redención mediante su pertenencia a una Comunidad fraterna, reconocida y aprobada por la Iglesia. Acaso sean eco de esta llamada las palabras de San Pablo: ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo... y que, por tanto, no os pertenecéis? Habéis sido comprados a precio. Sí, el amor de Cristo ha alcanzado a cada uno y a cada una de vosotros, queridos hermanos y hermanas, con aquel mismo «precio» de la Redención. Como consecuencia de esto, os habéis dado cuenta de que ya
no os pertenecéis a vosotros mismos, sino a él. Esta nueva conciencia ha sido el fruto de la «mirada amorosa», de Cristo en el secreto de vuestro corazón. Habéis respondido a esta mirada, escogiendo a Aquel que antes ha elegido a cada uno y cada una de vosotros, llamándoos con la inmensidad de su amor redentor. Llamando «nominalmente», su llamada se dirige siempre a la libertad del hombre. Cristo dice: «si quieres...». La respuesta a esta llamada es, pues, una opción libre. Habéis escogido a Jesús de Nazaret, el Redentor del mundo, escogiendo el camino que Él os ha indicado. Responsorio Mt 19, 21 R/. Si quieres llegar a la perfección, * ve, vende cuanto tienes y sígueme. V/. Tendrás un tesoro en el cielo. R/. Ve, vende cuanto tienes y sígueme. Oración Oh Dios, que en tu bondad otorgaste a la beata Ana de los Ángeles, virgen, los dones de la contemplación, el espíritu de penitencia y el continuo servicio de amor al prójimo, concédenos, por su intercesión que, imitándola, te adoremos con el sacrificio de alabanza, y, a través de los signos de nuestro tiempo, sepamos conocer con diligencia, tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 10 de Enero
10 de enero Beata Ana de los Ángeles Monteagudo Virgen Memoria Laudes V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Nos apremia el amor, vírgenes santas, vosotras, que seguisteis su camino, guiadnos por las sendas de las almas que hicieron de su amor amar divino. Esperasteis en vela a vuestro Esposo en la noche fugaz de vuestra vida, cuando llamó a la puerta, vuestro gozo fue contemplar su gloria sin medida. Vuestra fe y vuestro amor, un fuego ardiente que mantuvo la llama en la tardanza, vuestra antorcha encendida ansiosamente ha colmado de luz vuestra esperanza. Pues gozáis ya las nupcias que el Cordero con la Iglesia de Dios ha celebrado, no dejéis que se apague nuestro fuego en la pereza y el sueño del pecado. Demos gracias a Dios y, humildemente, pidamos al Señor que su llamada nos encuentre en vigilia permanente, despiertos en la fe y en veste blanca. Amén. Salmodia Ant. 1. El hombre de manos inocentes y puro corazón subirá al monte del Señor. Salmo 23
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos ni jura contra el prójimo en falso. Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. ¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria. ¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, héroe valeroso; el Señor, héroe de la guerra. ¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria. ¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos. Él es el Rey de la gloria. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. El hombre de manos inocentes y puro corazón subirá al monte del Señor. Ant. 2. Ensalzad con vuestras obras al rey de los siglos. Cántico Tb 13, 1-10a Bendito sea Dios, que vive eternamente, y cuyo reino dura por los siglos: él azota y se compadece, hunde hasta el abismo y saca de él,
y no hay quien escape de su mano. Dadle gracias, israelitas, ante los gentiles, Porque él nos dispersó entre ellos. Proclamad allí su grandeza, ensalzadlo ante todos los vivientes: que él es nuestro Dios y Señor, nuestro padre por todos los siglos. Él nos azota por nuestros delitos, pero se compadecerá de nuevo, y os congregará de entre las naciones por donde estáis dispersados. Si volvéis a él de todo corazón y con toda el alma, siendo sinceros con él, él volverá a vosotros y no os ocultará su rostro. Veréis lo que hará con vosotros, le daréis gracias a boca llena, bendeciréis al Señor de la justicia y ensalzaréis al rey de los siglos. Yo le doy gracias en mi cautiverio, anuncio su grandeza y su poder a un pueblo pecador. Convertíos, pecadores, obrad rectamente en su presencia: quizá os mostrará benevolencia y tendrá compasión. Ensalzaré a mi Dios, al rey del cielo, y me alegraré de su grandeza. Anuncien todos los pueblos sus maravillas y alábenle sus elegidos en Jerusalén. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Ensalzad con vuestras obras al rey de los siglos. Ant. 3. El Señor merece la alabanza de los buenos. Salmo 32
Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; cantadle un cántico nuevo, acompañando vuestra música con aclamaciones: que la palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. La palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos; encierra en un odre las aguas marinas, mete en un depósito el océano. Tema al Señor la tierra entera, tiemblen ante él los habitantes del orbe: porque él lo dijo, y existió; él lo mandó, y surgió. El Señor deshace los planes de las naciones, frustra los proyectos de los pueblos; pero el plan del Señor subsiste por siempre, los proyectos de su corazón, de edad en edad. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres; desde su morada observa a todos los habitantes de la tierra: él modeló cada corazón, y comprende todas sus acciones. No vence el rey por su gran ejército, no escapa el soldado por su mucha fuerza, nada valen sus caballos para la victoria, ni por su gran ejército se salva. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. Nosotros esperamos en el Señor: él es nuestro auxilio y escudo; con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos. Que tu misericordia; Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. El Señor merece la alabanza de los buenos. Lectura breve Ct 8, 7 Las aguas torrenciales no podrían apagar el amor, ni anegarlo los ríos. Si alguien quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su casa, se haría despreciable. Responsorio breve V/. Oigo en mi corazón: buscad mi rostro. R/. Oigo en mi corazón: buscad mi rostro. V/. Tu rostro buscaré, Señor. R/. Buscad mi rostro. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. Oigo en mi corazón: buscad mi rostro. Cántico evangélico Ant. Ya entra la princesa a las bodas eternas, adornada para su esposo Jesucristo. Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Ya entra la princesa a las bodas eternas, adornada para su esposo Jesucristo. Preces Glorifiquemos a Cristo, esposo y corona de las vírgenes, y supliquémosle diciendo: Jesús, corona de las vírgenes, escúchanos. Señor Jesucristo, a quien las vírgenes amaron como a su único esposo, concédenos que nada nos aparte de tu amor. Tú que coronaste a María como reina de las vírgenes, por su intercesión concédenos recibirte siempre con pureza de corazón. Por intercesión de las santas vírgenes que te sirvieron siempre con fidelidad, consagradas a ti en cuerpo y alma, ayúdanos, Señor, a que los bienes de este mundo que pasa no nos separen de tu amor eterno. Señor Jesús, esposo que has de venir y a quien las vírgenes prudentes esperaban, concédenos que aguardemos tu retorno glorioso con una esperanza activa, Por intercesión de la beata Ana de los Ángeles, que fue virgen sensata y una de las prudentes,
concédenos, Señor, la verdadera sabiduría y la pureza de costumbres. Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Con sencillez y humildad digamos la oración que Jesús nos enseñó: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Oh Dios, que en tu bondad otorgaste a la beata Ana de los Ángeles, virgen, los dones de la contemplación, el espíritu de penitencia y el continuo servicio de amor al prójimo, concédenos, por su intercesión que, imitándola, te adoremos con el sacrificio de alabanza, y, a través de los signos de nuestro tiempo, sepamos conocer con diligencia, tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 10 de Enero
10 de enero Beata Ana de los Ángeles Monteagudo Virgen Memoria Tercia V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno El trabajo, Señor, de cada día nos sea por tu amor santificado, convierte su dolor en alegría de amor, que para dar tú nos has dado. Paciente y larga es nuestra tarea en la noche oscura del amor que espera; dulce huésped del alma, al que flaquea dale tu luz, tu fuerza que aligera. En el alto gozoso del camino, demos gracias a Dios, que nos concede la esperanza sin fin del don divino; todo lo puede en él quien nada puede. Amén. Salmodia Ant. 1. Dichoso el que anda por los senderos del Señor. Salmo 118, 1-8 Dichoso el que, con vida intachable, camina en la voluntad del Señor; dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón; el que, sin cometer iniquidad, anda por sus senderos. Tú promulgas tus decretos para que se observen exactamente. Ojalá esté firme mi camino,
para cumplir tus consignas; entonces no sentiré vergüenza al mirar tus mandatos. Te alabaré con sincero corazón cuando aprenda tus justos mandamientos. Quiero guardar tus leyes exactamente, tú, no me abandones. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Dichoso el que anda por los senderos del Señor. Ant. 2. Se alegra mi corazón con tu auxilio. Salmo 12 ¿Hasta cuándo, Señor, seguirás olvidándome? ¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro? ¿Hasta cuándo he de estar preocupado, con el corazón apenado todo el día? ¿Hasta cuándo va a triunfar mi enemigo? Atiende y respóndeme, Señor, Dios mío, da luz a mis ojos para que no me duerma en la muerte, para que no diga mi enemigo: «Lo he vencido», ni se alegre mi adversario de mi fracaso. Porque yo confío en tu misericordia: alegra mi corazón con tu auxilio, y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Se alegra mi corazón con tu auxilio. Ant. 3. Dios lo incluyó todo bajo el dominio del pecado para poder compadecerse de todos. Salmo 13 Dice el necio para sí: «No hay Dios». Se han corrompido cometiendo abominaciones, no hay quien obre bien.
El Señor observa desde el cielo a los hijos de Adán para ver si hay alguno sensato que busque a Dios. Todos se extravían igualmente obstinados, no hay uno que obre bien, ni uno solo. Pero ¿no aprenderán los malhechores, que devoran a mi pueblo como pan y no invocan al Señor? Pues temblarán de espanto, porque Dios está con los justos. Podéis burlaros de los planes del desvalido, pero el Señor es su refugio. ¡Ojalá venga desde Sión la salvación de Israel! Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo, se alegrará Jacob y gozará Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Dios lo incluyó todo bajo el dominio del pecado para poder compadecerse de todos. Lectura breve Jr 17, 7-8 Bendito quien confía en el Señor, y pone en el Señor su confianza: será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto. V/. El Señor no niega sus bienes a los de conducta intachable. R/. Señor de los ejércitos, dichoso el hombre que confía en ti. Oración Dios todopoderoso y eterno, que a la hora de tercia enviaste tu Espíritu Paráclito a los apóstoles, derrama también sobre nosotros ese Espíritu de amor para que demos siempre fiel testimonio ante los hombres de aquel amor que es distintivo de los discípulos de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 10 de Enero
10 de enero Beata Ana de los Ángeles Monteagudo Virgen Memoria Sexta V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Este mundo del hombre, en que él se afana tras la felicidad que tanto ansía, tú lo vistes, Señor, de luz temprana y de radiante sol al mediodía. Así el poder de tu presencia encierra el secreto más hondo de esta vida; un nuevo cielo y una nueva tierra colmarán nuestro anhelo sin medida. Poderoso Señor de nuestra historia, no tardes en venir gloriosamente; tu luz resplandeciente y tu victoria inunden nuestra vida eternamente. Amén. Salmodia Ant. 1. Dichoso el que anda por los senderos del Señor. Salmo 118, 1-8 Dichoso el que, con vida intachable, camina en la voluntad del Señor; dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón; el que, sin cometer iniquidad, anda por sus senderos. Tú promulgas tus decretos para que se observen exactamente. Ojalá esté firme mi camino,
para cumplir tus consignas; entonces no sentiré vergüenza al mirar tus mandatos. Te alabaré con sincero corazón cuando aprenda tus justos mandamientos. Quiero guardar tus leyes exactamente, tú, no me abandones. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Dichoso el que anda por los senderos del Señor. Ant. 2. Se alegra mi corazón con tu auxilio. Salmo 12 ¿Hasta cuándo, Señor, seguirás olvidándome? ¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro? ¿Hasta cuándo he de estar preocupado, con el corazón apenado todo el día? ¿Hasta cuándo va a triunfar mi enemigo? Atiende y respóndeme, Señor, Dios mío, da luz a mis ojos para que no me duerma en la muerte, para que no diga mi enemigo: «Lo he vencido», ni se alegre mi adversario de mi fracaso. Porque yo confío en tu misericordia: alegra mi corazón con tu auxilio, y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Se alegra mi corazón con tu auxilio. Ant. 3. Dios lo incluyó todo bajo el dominio del pecado para poder compadecerse de todos. Salmo 13 Dice el necio para sí: «No hay Dios». Se han corrompido cometiendo abominaciones, no hay quien obre bien.
El Señor observa desde el cielo a los hijos de Adán para ver si hay alguno sensato que busque a Dios. Todos se extravían igualmente obstinados, no hay uno que obre bien, ni uno solo. Pero ¿no aprenderán los malhechores, que devoran a mi pueblo como pan y no invocan al Señor? Pues temblarán de espanto, porque Dios está con los justos. Podéis burlaros de los planes del desvalido, pero el Señor es su refugio. ¡Ojalá venga desde Sión la salvación de Israel! Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo, se alegrará Jacob y gozará Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Dios lo incluyó todo bajo el dominio del pecado para poder compadecerse de todos. Lectura breve Pr 3, 13-15 Dichoso el que encuentra sabiduría, el que alcanza inteligencia: adquirirla vale más que la plata y su renta más que el oro; es más valiosa que las perlas ni se le comparan las joyas. V/. Te gusta un corazón sincero. R/. En mi interior me inculcas sabiduría. Oración Dios nuestro, que revelaste a Pedro tu plan de salvar a todas las naciones, danos tu gracia para que todas nuestras acciones sean agradables a tus ojos y útiles a tu designio de amor y salvación universal. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 10 de Enero
10 de enero Beata Ana de los Ángeles Monteagudo Virgen Memoria Nona V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Fundamento de todo lo que existe, de tu pueblo elegido eterna roca, de los tiempos Señor, que prometiste dar tu vigor al que con fe te invoca. Mira al hombre que es fiel y no te olvida, tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte para amarte y servirte en esta vida y gozarte después de santa muerte. Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa en este atardecer que se avecina, serena claridad y dulce brisa será tu amor que todo lo domina. Amén. Salmodia Ant. 1. Dichoso el que anda por los senderos del Señor. Salmo 118, 1-8 Dichoso el que, con vida intachable, camina en la voluntad del Señor; dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón; el que, sin cometer iniquidad, anda por sus senderos. Tú promulgas tus decretos para que se observen exactamente. Ojalá esté firme mi camino,
para cumplir tus consignas; entonces no sentiré vergüenza al mirar tus mandatos. Te alabaré con sincero corazón cuando aprenda tus justos mandamientos. Quiero guardar tus leyes exactamente, tú, no me abandones. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Dichoso el que anda por los senderos del Señor. Ant. 2. Se alegra mi corazón con tu auxilio. Salmo 12 ¿Hasta cuándo, Señor, seguirás olvidándome? ¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro? ¿Hasta cuándo he de estar preocupado, con el corazón apenado todo el día? ¿Hasta cuándo va a triunfar mi enemigo? Atiende y respóndeme, Señor, Dios mío, da luz a mis ojos para que no me duerma en la muerte, para que no diga mi enemigo: «Lo he vencido», ni se alegre mi adversario de mi fracaso. Porque yo confío en tu misericordia: alegra mi corazón con tu auxilio, y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Se alegra mi corazón con tu auxilio. Ant. 3. Dios lo incluyó todo bajo el dominio del pecado para poder compadecerse de todos. Salmo 13 Dice el necio para sí: «No hay Dios». Se han corrompido cometiendo abominaciones, no hay quien obre bien.
El Señor observa desde el cielo a los hijos de Adán para ver si hay alguno sensato que busque a Dios. Todos se extravían igualmente obstinados, no hay uno que obre bien, ni uno solo. Pero ¿no aprenderán los malhechores, que devoran a mi pueblo como pan y no invocan al Señor? Pues temblarán de espanto, porque Dios está con los justos. Podéis burlaros de los planes del desvalido, pero el Señor es su refugio. ¡Ojalá venga desde Sión la salvación de Israel! Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo, se alegrará Jacob y gozará Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Dios lo incluyó todo bajo el dominio del pecado para poder compadecerse de todos. Lectura breve Jb 5, 17-18 Dichoso el hombre a quien corrige Dios: no rechaces el escarmiento del Todopoderoso, porque él hiere y venda la herida, golpea y cura con su mano. V/. Trata con misericordia a tu siervo. R/. Enséñame tus leyes. Oración Dios nuestro, que enviaste un ángel al centurión Cornelio para que le revelara el camino de la salvación, ayúdanos a trabajar cada día con mayor entrega en la salvación de los hombres, para que, junto con todos nuestros hermanos incorporados a la Iglesia de tu Hijo, podamos llegar a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 10 de Enero
10 de enero Beata Ana de los Ángeles Monteagudo Virgen Memoria Vísperas V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Dichosa tú, que, entre todas, fuiste por Dios sorprendida con tu lámpara encendida para el banquete de bodas. Con el abrazo inocente de un hondo pacto amoroso, vienes a unirte al Esposo por virgen y por prudente. Enséñanos a vivir, ayúdenos tu oración, danos en la tentación la gracia de resistir. Honor a la Trinidad por esta limpia victoria, y gloria por esta gloria que alegra a la humanidad. Amén. Salmodia Ant. 1. El Señor da la victoria a su Ungido. Salmo 19 Que te escuche el Señor el día del peligro, que te sostenga el nombre del Dios de Jacob; que te envíe auxilio desde el santuario, que te apoye desde el monte Sión;
que se acuerde de todas tus ofrendas, que le agraden tus sacrificios; que cumpla el deseo de tu corazón, que dé éxito a todos tus planes. Que podamos celebrar tu victoria y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes; que el Señor te conceda todo lo que pides. Ahora reconozco que el Señor da la victoria a su Ungido, que lo ha escuchado desde su santo cielo, con los prodigios de su mano victoriosa. Unos confían en sus carros, otros en su caballería; nosotros invocamos el nombre del Señor, Dios nuestro. Ellos cayeron derribados; nosotros nos mantenemos en pie. Señor, da la victoria al rey y escúchanos cuando te invocamos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. El Señor da la victoria a su Ungido. Ant. 2. Al son de instrumentos cantaremos tu poder. Salmo 20, 2-8. 14 Señor, el rey se alegra por tu fuerza, ¡y cuánto goza con tu victoria! Le has concedido el deseo de su corazón, no le has negado lo que pedían sus labios. Te adelantaste a bendecirlo con el éxito, y has puesto en su cabeza una corona de oro fino. Te pidió vida, y se la has concedido, años que se prolongan sin término. Tu victoria ha engrandecido su fama, lo has vestido de honor y majestad. Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia; porque el rey confía en el Señor y con la gracia del Altísimo no fracasará. Levántate, Señor, con tu fuerza, y al son de instrumentos cantaremos tu poder. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Al son de instrumentos cantaremos tu poder. Ant. 3. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios. Cántico Ap 4, 11; 5, 9-10. 12 Eres digno, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; porque por tu voluntad lo que no existía fue creado. Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y por tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes, y reinan sobre la tierra. Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios. Lectura breve 1 Co 7, 32. 34 El célibe se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma. Responsorio breve V/. Llevan ante el Rey al séquito de vírgenes, las traen entre alegría.
R/. Llevan ante el Rey al séquito de vírgenes, las traen entre alegría. V/. Van entrando en el palacio real. R/. Las traen entre alegría. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. Llevan ante el Rey al séquito de vírgenes, las traen entre alegría. Cántico evangélico Ant. Brilla, refulgente para siempre por su amor a Jesucristo. Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padresen favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Brilla, refulgente para siempre por su amor a Jesucristo. Preces Alabemos con gozo a Cristo, que elogió a los que permanecen vírgenes, a causa del reino de Dios, y supliquémosle diciendo: Jesús, rey de las vírgenes, escúchanos.
Señor Jesucristo, tú que como esposo amante colocaste junto a ti a la Iglesia sin mancha ni arruga, haz que sea siempre santa e inmaculada. Señor Jesucristo, a cuyo encuentro salieron las vírgenes santas con sus lámparas encendidas, no permitas que falte nunca el óleo de la fidelidad en las lámparas de las vírgenes que se han consagrado a ti. Señor Jesucristo, a quien la Iglesia virgen guardó siempre fidelidad intacta, concede a todos los cristianos la integridad y la pureza de la fe. Tú que concedes hoy a tu pueblo alegrarse por la fiesta de la beata Ana de los Ángeles, virgen, concédele también gozar siempre de su valiosa intercesión. Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Tú que recibiste en el banquete de tus bodas a las vírgenes santas, ite también a nuestros hermanos difuntos en el convite festivo de tu reino. Oremos con Jesús, diciendo a nuestro Padre: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Oh Dios, que en tu bondad otorgaste a la beata Ana de los Ángeles, virgen, los dones de la contemplación, el espíritu de penitencia y el continuo servicio de amor al prójimo, concédenos, por su intercesión que, imitándola, te adoremos con el sacrificio de alabanza, y, a través de los signos de nuestro tiempo, sepamos conocer con diligencia, tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 10 de Enero
27 de abril Santo Toribio de Mogrovejo Obispo En Lima, Trujillo, Cajamarca, Chiclayo y Huaraz: Solemnidad En el resto del Perú: Fiesta I Vísperas Sólo se celebran donde es solemnidad. V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno A santo Toribio, excelso Pastor, cantemos con júbilo un himno de amor. La Iglesia de Cristo sus glorias publica, y al orbe edifica su gran santidad, su grey le proclama consuelo del pobre, insigne modelo de la caridad. De Zaña en la Villa con plácida calma, feliz torna su alma a nuestro Señor. Oh Santo Arzobispo que gloria te espera, cual premio a tu entrega a Dios y a tu grey. Al Padre del cielo, al Hijo Divino al Santo Espíritu la gloria y honor. Por todos los siglos
cantando alabemos con todos los santos al Dios Redentor. Amén. Salmodia Ant. 1. Os daré pastores conforme a mi corazón, que os apacienten con ciencia y doctrina. Aleluya. Salmo 112 Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre: de la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos. ¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo; a la estéril le da un puesto en la casa, como madre feliz de hijos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Os daré pastores conforme a mi corazón, que os apacienten con ciencia y doctrina. Aleluya. Ant. 2. Yo mismo apacentaré mis ovejas; buscaré a las perdidas y haré volver a las descarriadas. Aleluya. Salmo 145 Alaba, alma mía, al Señor: alabaré al Señor mientras viva, tañeré para mi Dios mientras exista. No confiéis en los príncipes, seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo, ese día perecen sus planes. Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor, su Dios, que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él; que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos, el Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos, sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Yo mismo apacentaré mis ovejas; buscaré a las perdidas y haré volver a las descarriadas. Aleluya. Ant. 3. El buen pastor da su vida por las ovejas. Aleluya. Cántico Ef 1, 3-10 Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos consagrados e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad. Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, las del cielo y las de la tierra. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. El buen pastor da su vida por las ovejas. Aleluya. Lectura breve 1 Pe 5, 1-4 A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a descubrirse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios a vuestro cargo, gobernándolo, no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere, no por sórdida ganancia, sino con generosidad, no como dominadores sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y, cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita. Responsorio breve V/. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor. Aleluya, aleluya. R/. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor. Aleluya, aleluya. V/. Santos y humildes de corazón, alabad a Dios. R/. Aleluya, aleluya. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor. Aleluya, aleluya. Cántico evangélico Ant. ¡Oh, santo Arzobispo, tu vida fue límpida y pura. Tu grey te proclama padre de los pobres, protector de los indios e insigne modelo de la santidad! Aleluya.
Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padresen favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. ¡Oh, santo Arzobispo, tu vida fue límpida y pura. Tu grey te proclama padre de los pobres, protector de los indios e insigne modelo de la santidad! Aleluya. Preces Glorifiquemos a Cristo, Buen Pastor que dio la vida por sus ovejas y digámosle: Jesús, Buen Pastor, escúchanos. Tú que eres el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, continúa apacentando a tu Iglesia mediante pastores santos y eximios. Tú que dijiste a los apóstoles: “Id y haced discípulos de todos los pueblos”, asiste al papa N. y a todos los obispos de América Latina para que sean fieles a la misión encomendada. Tú que dijiste: “El Buen Pastor da la vida por sus ovejas”, haz que no falte nunca a las ovejas el amor y cuidado de sus pastores, ni a los pastores la obediencia y el afecto de su rebaño.
Tú que dijiste: “Tengo otras ovejas que no son de este redil”, por intercesión de Santo Toribio, infúndenos un gran celo apostólico que nos lleve a buscar a tus ovejas dispersas. Tú que por medio de los pastores de la Iglesia das la vida eterna a tus ovejas para que nadie las arrebate de tu mano, salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida. Siguiendo las enseñanzas de Jesús, nuestro Buen Pastor, digamos confiadamente la oración que nos enseñó para dirigirnos al Padre suyo y nuestro: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Señor, tú has querido fortalecer tu Iglesia en América mediante los trabajos apostólicos y el celo por la verdad de tu obispo santo Toribio; concede al pueblo a ti consagrado crecer constantemente en fe y dar auténticos frutos de santidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 27 de Abril
27 de abril Santo Toribio de Mogrovejo Obispo En Lima, Trujillo, Cajamarca, Chiclayo y Huaraz: Solemnidad En el resto del Perú: Fiesta Invitatorio V/. Señor, abre mis labios. R/. Y mi boca proclamará tu alabanza. Ant. Venid, adoremos a Cristo Pastor Supremo, en la fiesta de Santo Toribio, un pastor según su corazón. Aleluya. Salmo 94 Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes. Suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a prueba, y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: “Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso”».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Venid, adoremos a Cristo Pastor Supremo, en la fiesta de Santo Toribio, un pastor según su corazón. Aleluya. Continuar con Laudes Continuar con Oficio de lectura
27 de abril Santo Toribio de Mogrovejo Obispo En Lima, Trujillo, Cajamarca, Chiclayo y Huaraz: Solemnidad En el resto del Perú: Fiesta Oficio de lectura V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno A santo Toribio, excelso Pastor, cantemos con júbilo un himno de amor. Miraba a los indios cual Padre amoroso por ellos celoso su lengua aprendió, y en muchas visitas, grandes y penosas, subiendo a los Andes a miles salvó. De Trento el Concilio trae la enseñanza y la manifiesta a toda su grey, defiende los fueros de la Iglesia santa, y con valentía anuncia al Dios Fiel. Al Padre del cielo, al Hijo Divino al Santo Espíritu la gloria y honor. Por todos los siglos cantando alabemos con todos los santos
al Dios Redentor. Amén. Salmodia Ant. 1. Quien quiera ser el primero que sea el último de todos y el servidor de todos. Aleluya. Salmo 20, 2-8. 14 Señor, el rey se alegra por tu fuerza, ¡y cuánto goza con tu victoria! Le has concedido el deseo de su corazón, no le has negado lo que pedían sus labios. Te adelantaste a bendecirlo con el éxito, y has puesto en su cabeza una corona de oro fino. Te pidió vida, y se la has concedido, años que se prolongan sin término. Tu victoria ha engrandecido su fama, lo has vestido de honor y majestad. Le concedes bendiciones incesantes, lo colmas de gozo en tu presencia; porque el rey confía en el Señor, y con la gracia del Altísimo no fracasará. Levántate, Señor, con tu fuerza, y al son de instrumentos cantaremos tu poder. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Quien quiera ser el primero que sea el último de todos y el servidor de todos. Aleluya. Ant. 2. Cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita. Aleluya. Salmo 91 I Es bueno dar gracias al Señor y tocar para tu nombre, oh Altísimo, proclamar por la mañana tu misericordia y de noche tu fidelidad, con arpas de diez cuerdas y laúdes, sobre arpegios de cítaras. Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos. ¡Qué magníficas son tus obras, Señor, qué profundos tus designios! El ignorante no los entiende ni el necio se da cuenta. Aunque germinen como hierba los malvados y florezcan los malhechores, serán destruidos para siempre. Tú, en cambio, Señor, eres excelso por los siglos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita. Aleluya. Ant. 3. Siervo bueno y fiel, pasa al banquete de tu Señor. Aleluya. II Porque tus enemigos, Señor, perecerán, los malhechores serán dispersados; pero a mí me das la fuerza de un búfalo y me unges con aceite nuevo. Mis ojos despreciarán a mis enemigos, mis oídos escucharán su derrota. El justo crecerá como una palmera y se alzará como un cedro del Líbano: plantado en la casa del Señor, crecerá en los atrios de nuestro Dios; en la vejez seguirá dando fruto y estará lozano y frondoso, para proclamar que el Señor es justo, que en mi Roca no existe la maldad. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Siervo bueno y fiel, pasa al banquete de tu Señor. Aleluya. V/. Oirás de mi boca una palabra. Aleluya. R/. Y les advertirás de mi nombre. Aleluya.
Primera lectura De los Hechos de los apóstoles 20, 17-36 Exhortación de Pablo a los pastores de la Iglesia de Éfeso En aquellos días, desde Mileto, mandó Pablo llamar a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso. Cuando se presentaron les dijo: «Vosotros sabéis que todo el tiempo que he estado aquí, desde el día que por primera vez puse pie en Asia, he servido al Señor con toda humildad, en las penas y pruebas que me han procurado las maquinaciones de los judíos. Sabéis que no he ahorrado medio alguno, que he predicado y enseñado en público y en privado, insistiendo a los judíos y griegos a que se conviertieran y crean en nuestro Señor Jesús. Y ahora me dirijo a Jerusalén, forzado por el Espíritu. No sé lo que me espera allí, sólo sé que el Espíritu Santo, de ciudad en ciudad, me asegura que me aguardan cárceles y luchas. Pero a mí no me importa la vida; lo que me importa es completar mi carrera, y cumplir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo del Evangelio, que es la gracia de Dios. He pasado por aquí predicando el reino, y ahora sé que ninguno de vosotros me volverá a ver. Por eso declaro hoy que no soy responsable de la suerte de nadie: nunca me he reservado nada, os he anunciado enteramente el plan de Dios. Tened cuidado de vosotros y del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado guardar, como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la sangre de su Hijo. Ya sé que cuando os deje se meterán entre vosotros lobos feroces que no tendrán piedad del rebaño. Incluso algunos de vosotros deformarán la doctrina y arrastrarán a los discípulos. Por eso, estad alerta: acordaos que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular. Ahora os dejo en manos de Dios y de su palabra que es gracia, y tiene poder para construiros y daros parte en la herencia de los santos. A nadie le he pedido dinero, oro ni ropa. Bien sabéis que estas manos han ganado lo necesario para mí y mis compañeros. Siempre os he enseñado que es nuestro deber trabajar para socorrer a los necesitados, acordándonos de las palabras del Señor Jesús: “Más dichoso es el que da que el que recibe”». Cuando terminó de hablar, se pusieron todos de rodillas, y Pablo rezó. Responsorio Hch 20,28; 1 Co 4,2 R/. Tened cuidado del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado guardar, * como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la sangre de su Hijo. Aleluya. V/. En un lo que se busca es que sea fiel. R/. Como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la sangre de su Hijo. Aleluya. Segunda lectura
Del Proceso de beatificación de Toribio de Mogrovejo. (Archivo Secreto Vaticano, Riti-Proces., vol. 1581). Fue un prelado de grandísima caridad y amor de Dios En forma unánime, y bajo juramento, los testigos declararon que el dicho señor Arzobispo fue un prelado de grandísima caridad y amor de Dios, de una vida santa e inculpable, con mucho celo de la honra de Dios y culto divino, procurando él que Nuestro Señor fuese en todo servido y en nada se ofendiese. Distinguióse asimismo por el celo grande que tenía de la salvación de los naturales, a los que doctrinó, catequizó y confirmó; y entró en partes tan remotas de su arzobispado que jamás se había visto prelado ni sacerdote en ellas. Padeció innumerables trabajos con riesgo de la vida. Como era el primer Arzobispo que había visitado aquellas partes y distritos, se espantaban los indios de verle, y a los principios huían de él hasta que él mismo los llamaba y acariciaba. Caminaba de día y de noche, sin descansar, muchas veces a pie largo tiempo, por ciénagas, por pantanos y caminos tan peligrosos, que apenas a pie se podían pasar, careciendo de comida y de cama, en especial en las provincias de Chachapoyas y Moyobamba, Conchucos, Huaylas, Huánuco y llanos de Trujillo. Todos los sábados y vísperas de fiestas se recogía a estudiar el sermón que había de predicar en la puerta de la iglesia, así en la lengua de indios como de españoles, y les predicaba sentado en una silla con su báculo en la mano, con grandísimo fervor, procurando hacer fruto en las almas. Tuvo gran fortaleza y constancia de ánimo, y con ser humildísimo, representó gravemente la autoridad episcopal, defendiéndola sin complacer a las potestades seculares, con quiebra de su honor. Su ordinario lenguaje era: loado sea el Señor. Sentía mucho que a los negros esclavos los llamasen negros y esclavos, y no por sus propios nombres, porque era en otra manera hacerles agravio. Conocióse en él tanto celo de la salvación de las almas, que por una pusiera muchas veces la vida, y así murió en la demanda de ellas. Descansó en el Señor el jueves santo, día 23 de Marzo de 1606, en el pueblo de Saña, siendo de edad de sesenta y siete años. Divulgada la fama de su santidad, siempre ha ido a más sin alguna interrupción y muchos se acogen a su intercesión y es tenido en veneración su sepulcro en esta santa iglesia catedral, que está debajo del altar mayor. Responsorio 1 Ts 2, 8; Ga 4, 19 R/. Queríamos daros no sólo el Evangelio de Dios, sino incluso nuestro propio ser, * porque habíais llegado a sernos muy queridos. Aleluya. V/. Hijos míos, por quienes sufro de nuevo dolores de parto hasta ver a Cristo formado en vosotros. R/. Porque habíais llegado a sernos muy queridos. Aleluya. Himno Señor, Dios eterno. Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza, a ti, Padre del cielo, te aclama la creación. Postrados ante ti, los ángeles te adoran y cantan sin cesar:
Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo; llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. A ti Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles, la multitud de los profetas te enaltece, y el ejército glorioso de los mártires te aclama. A ti la Iglesia santa, por todos los confines extendida, con júbilo te adora y canta tu grandeza: Padre, infinitamente santo, Hijo eterno, unigénito de Dios, Santo Espíritu de amor y de consuelo. Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria, tú el Hijo y Palabra del Padre, tú el Rey de toda la creación. Tú, para salvar al hombre, tomaste la condición de esclavo en el seno de una virgen. Tú destruiste la muerte y abriste a los creyentes las puertas de la gloria. Tú vives ahora, inmortal y glorioso, en el reino del Padre. Tú vendrás algún día, como juez universal. Muéstrate, pues, amigo y defensor de los hombres que salvaste. Y recíbelos por siempre allá en tu reino, con tus santos y elegidos. La parte que sigue puede omitirse si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu heredad. Sé su pastor, y guíalos por siempre.
Día tras día te bendeciremos y alabaremos tu nombre por siempre jamás. Dígnate, Señor, guardarnos de pecado en este día. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. A ti, Señor, me acojo, no quede yo nunca defraudado. Oración Señor, tú has querido fortalecer tu Iglesia en América mediante los trabajos apostólicos y el celo por la verdad de tu obispo Santo Toribio; concede al pueblo a ti consagrado crecer constantemente en fe y dar auténticos fruto de santidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 27 de Abril
27 de abril Santo Toribio de Mogrovejo Obispo En Lima, Trujillo, Cajamarca, Chiclayo y Huaraz: Solemnidad En el resto del Perú: Fiesta Laudes V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno A Santo Toribio, excelso Pastor, cantemos con júbilo un himno de amor. Su vida fue toda por límpida y pura de blanca hermosura, reguero de luz. Las almas corrían en pos de sus huellas por senda de estrellas llevando la cruz. Copiemos nosotros también su enseñanza que gozos alcanza de gloria sin fin, sigamos sus huellas, y el mundo inundemos con el Evangelio de la salvación. Al Padre del cielo, al Hijo Divino al Santo Espíritu la gloria y honor. Por todos los siglos cantando alabemos con todos los santos
al Dios Redentor. Amén. Salmodia Ant. 1. Serviste a Dios con fe y gran caridad en medio de su pueblo. Aleluya. Salmo 62, 2-9 ¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada; sin agua. ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de manjares exquisitos, y mis labios te alabarán jubilosos. En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Serviste a Dios con fe y gran caridad en medio de su pueblo. Aleluya. Ant. 2. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; Siervos del Señor, bendecid al Señor. Aleluya. Cántico Dn. 3, 57-88. 56 Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor. Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor. Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor. Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor. Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor. Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor. Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos. Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor. Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor. Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Hijos de los hombres, bendecid al Señor; bendiga Israel al Señor. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor. Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo
ensalcémoslo con himnos por los siglos. Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos. Ant. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; Siervos del Señor, bendecid al Señor. Aleluya. Ant. 3. Festejemos la gloria del Señor con vítores en la boca porque en Toribio de Mogrovejo ha amado a su pueblo. Aleluya. Salmo 149 Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos: para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro. Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Festejemos la gloria del Señor con vítores en la boca porque en Toribio de Mogrovejo ha amado a su pueblo. Aleluya. Lectura breve Jer 3, 15 Porque así dice el Señor: Aquí estoy yo; yo mismo cuidaré de mi rebaño y velaré por él. Como un pastor vela por su rebaño cuando se encuentra en medio de sus ovejas dispersas, así velaré yo por mis ovejas. V/. Os pondré pastores según mi corazón. Aleluya, aleluya.
R/. Os pondré pastores según mi corazón. Aleluya, aleluya. V/. Que os den pasto de conocimiento y prudencia. R/. Aleluya, aleluya. V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. R/. Os pondré pastores según mi corazón. Aleluya, aleluya. Cántico evangélico Ant. Apóstol del Perú, Toribio de Mogrovejo, a ti gloria y honor por tu entrega al servicio de tu grey. Aleluya. Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Apóstol del Perú, Toribio de Mogrovejo, a ti gloria y honor por tu entrega al servicio de tu grey. Aleluya. Preces Bendigamos a Cristo, Pastor y Obispo de nuestras vidas y acudamos a él confiadamente: Tú que eres nuestro Buen Pastor, escúchanos. Te bendecimos, Señor, porque por medio de los pastores nos muestras tu amor y misericordia; y te pedimos que asistas al papa N., a nuestro obispo N. y a todos los pastores de la Iglesia para que seas siempre Tú quien nos guíes por medio de ellos. Te bendecimos, Señor, porque has bendecido a nuestro pueblo con la acción de Santo Toribio de Mogrovejo, y haz que fieles a su ejemplo y por su intercesión, nos esforcemos por crecer en la santidad. Te bendecimos, Señor, porque por medio de Santo Toribio nos mostraste una vez más tu amor por los pobres y pequeños, y danos un corazón solidario que nos haga salir al encuentro del necesitado. Te bendecimos, Señor, porque infundiste en Santo Toribio un gran celo apostólico, y haz que también nosotros nos esforcemos por conocerte y darte a conocer. Te bendecimos, Señor, porque quisiste perpetuar tu función pastoral en la Iglesia, haz que cuantos se forman para ser pastores en medio de tu pueblo se preparen adecuadamente, mediante una profunda unión contigo, al servicio de sus hermanos. Como de una misma familia, la Iglesia, digamos al Padre común: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Señor, tú has querido fortalecer tu Iglesia en América mediante los trabajos apostólicos y el celo por la verdad de tu obispo santo Toribio; concede al pueblo a ti consagrado crecer constantemente en fe y dar
auténticos frutos de santidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 27 de Abril
27 de abril Santo Toribio de Mogrovejo Obispo En Lima, Trujillo, Cajamarca, Chiclayo y Huaraz: Solemnidad En el resto del Perú: Fiesta Donde es Solemnidad: Tercia V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Espíritu de Dios, la tierra llenas, las mentes de los hombres las bañas en tu luz, tú que eres Luz de Dios, divino fuego, infunde en todo hombre la fuerza de la cruz. Sé luz resplandeciente en las tinieblas de quienes el pecado sumió en la obscuridad, reúne en la asamblea de los hijos los justos que te amaron, los muertos por la paz. Acaba en plenitud al Cristo vivo, confirma en el creyente la gracia y el perdón, reúnelos a todos en la Iglesia, testigos jubilosos de la resurrección. Amén. Salmodia Ant. Padre, como tú me enviaste al mundo, así también los envío yo al mundo. Aleluya. Salmo 119 En mi aflicción llamé al Señor, y él me respondió. Líbrame, Señor, de los labios mentirosos, de la lengua traidora. ¿Qué te va a dar o a mandar Dios, lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas con ascuas de retama. ¡Ay de mí, desterrado en Masac, acampado en Cadar! Demasiado llevo viviendo con los que odian la paz; cuando yo digo: «Paz», ellos dicen: «Guerra». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 120 Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel. El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha; de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu alma; el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 121 ¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios». Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo». Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Padre, como tú me enviaste al mundo, así también los envío yo al mundo. Aleluya. Lectura breve 1 Tm 4, 16 Vigílate a ti mismo y a tu enseñanza; sé constante en ello; obrando así, te salvarás a ti mismo y a los que te escuchan. V/. Escogió el Señor a su siervo. Aleluya. R/. Para pastorear a Jacob, su heredad. Aleluya. Oración Señor, tú has querido fortalecer tu Iglesia en América mediante los trabajos apostólicos y el celo por la verdad de tu obispo santo Toribio; concede al pueblo a ti consagrado crecer constantemente en fe y dar auténticos frutos de santidad. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 27 de Abril
27 de abril Santo Toribio de Mogrovejo Obispo En Lima, Trujillo, Cajamarca, Chiclayo y Huaraz: Solemnidad En el resto del Perú: Fiesta Donde es Fiesta: Tercia V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Espíritu de Dios, la tierra llenas, las mentes de los hombres las bañas en tu luz, tú que eres Luz de Dios, divino fuego, infunde en todo hombre la fuerza de la cruz. Sé luz resplandeciente en las tinieblas de quienes el pecado sumió en la obscuridad, reúne en la asamblea de los hijos los justos que te amaron, los muertos por la paz. Acaba en plenitud al Cristo vivo, confirma en el creyente la gracia y el perdón, reúnelos a todos en la Iglesia, testigos jubilosos de la resurrección. Amén. Salmodia Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Salmo 118, 65-72 Has dado bienes a tu siervo, Señor, conforme a tus palabras; enséñame a gustar y a comprender, porque me fío de tus mandatos; antes de sufrir, yo andaba extraviado, pero ahora me ajusto a tu promesa.
Tú eres bueno y haces el bien; instrúyeme en tus leyes; los insolentes urden engaños contra mí, pero yo custodio tus leyes; tienen el corazón espeso como grasa, pero mi delicia es tu voluntad. Me estuvo bien el sufrir, así aprendí tus mandamientos; más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 55, 2-7b. 9-14 Misericordia, Dios mío, que me hostigan, me atacan y me acosan todo el día; todo el día me hostigan mis enemigos, me atacan en masa. Levántame en el día terrible, yo confío en ti. En Dios, cuya promesa alabo, en Dios confío y no temo: ¿qué podrá hacerme un mortal? Todos los días discuten y planean pensando sólo en mi daño; buscan un sitio para espiarme, acechan mis pasos y atentan contra mi vida. Anota en tu libro mi vida errante, recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío. Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco, y así sabré que eres mi Dios. En Dios, cuya promesa alabo, en el Señor, cuya promesa alabo, en Dios confío y no temo: ¿qué podrá hacerme un hombre? Te debo, Dios mío, los votos que hice,
los cumpliré con acción de gracias; porque libraste mi alma de la muerte, mis pies de la caída; para que camine en presencia de Dios a la luz de la vida. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 56 Misericordia, Dios mío, misericordia, que mi alma se refugia en ti; me refugio a la sombra de tus alas mientras pasa la calamidad. Invoco al Dios altísimo, al Dios que hace tanto por mí: desde el cielo me enviará la salvación, confundirá a los que ansían matarme, enviará su gracia y su lealtad. Estoy echado entre leones devoradores de hombres; sus dientes son lanzas y flechas, su lengua es una espada afilada. Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria. Han tendido una red a mis pasos para que sucumbiera; me han cavado delante una fosa, pero han caído en ella. Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme. Voy a cantar y a tocar: despierta, gloria mía; despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora. Te daré gracias ante los pueblos, Señor; tocaré para ti ante las naciones: por tu bondad, que es más grande que los cielos; por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Lectura breve 1 Tm 4, 16 Vigílate a ti mismo y a tu enseñanza; sé constante en ello; obrando así, te salvarás a ti mismo y a los que te escuchan. V/. Escogió el Señor a su siervo. Aleluya. R/. Para pastorear a Jacob, su heredad. Aleluya. Oración Señor, tú has querido fortalecer tu Iglesia en América mediante los trabajos apostólicos y el celo por la verdad de tu obispo santo Toribio; concede al pueblo a ti consagrado crecer constantemente en fe y dar auténticos frutos de santidad. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 27 de Abril
27 de abril Santo Toribio de Mogrovejo Obispo En Lima, Trujillo, Cajamarca, Chiclayo y Huaraz: Solemnidad En el resto del Perú: Fiesta Donde es Solemnidad: Sexta V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Verbo de Dios, el sol de mediodía, amable mensajero de tu rostro, fecunda nuestra tierra y la hermosea como fuente de luz, de vida y gozo. Más hermoso tu cuerpo, que es pleroma del infinito amor jamás gastado; y de ese mar sin fondo ni ribera la Iglesia es tu pleroma continuado. Verbo de Dios, que reinas sin fatiga, que emerges victorioso del trabajo, reina dichoso tú que nos esperas mientras nosotros vamos caminando. Amén. Salmodia Ant. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado. Aleluya. Salmo 122 A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo. Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores, como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia. Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios; nuestra alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos, del desprecio de los orgullosos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 123 Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte -que lo diga Israel-, si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres, nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros. Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes. Bendito el Señor, que no nos entregó en presa a sus dientes; hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador: la trampa se rompió, y escapamos. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 124 Los que confían en el Señor son como el monte Sión: no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas, y el Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre. No pesará el cetro de los malvados sobre el lote de los justos, no sea que los justos extiendan su mano a la maldad. Señor, concede bienes a los buenos, a los sinceros de corazón; y a los que se desvían por sendas tortuosas, que los rechace el Señor con los malhechores. ¡Paz a Israel! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado. Aleluya. Lectura breve 1 Tm 1, 12 Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio. V/. No me avergüenzo del Evangelio. Aleluya. R/. Que es una fuerza de Dios para la salvación. Aleluya. Oración Señor, tú has querido fortalecer tu Iglesia en América mediante los trabajos apostólicos y el celo por la verdad de tu obispo santo Toribio; concede al pueblo a ti consagrado crecer constantemente en fe y dar auténticos frutos de santidad. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 27 de Abril
27 de abril Santo Toribio de Mogrovejo Obispo En Lima, Trujillo, Cajamarca, Chiclayo y Huaraz: Solemnidad En el resto del Perú: Fiesta Donde es Fiesta: Sexta V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Verbo de Dios, el sol de mediodía, amable mensajero de tu rostro, fecunda nuestra tierra y la hermosea como fuente de luz, de vida y gozo. Más hermoso tu cuerpo, que es pleroma del infinito amor jamás gastado; y de ese mar sin fondo ni ribera la Iglesia es tu pleroma continuado. Verbo de Dios, que reinas sin fatiga, que emerges victorioso del trabajo, reina dichoso tú que nos esperas mientras nosotros vamos caminando. Amén. Salmodia Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Salmo 118, 65-72 Has dado bienes a tu siervo, Señor, conforme a tus palabras; enséñame a gustar y a comprender, porque me fío de tus mandatos; antes de sufrir, yo andaba extraviado, pero ahora me ajusto a tu promesa.
Tú eres bueno y haces el bien; instrúyeme en tus leyes; los insolentes urden engaños contra mí, pero yo custodio tus leyes; tienen el corazón espeso como grasa, pero mi delicia es tu voluntad. Me estuvo bien el sufrir, así aprendí tus mandamientos; más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 55, 2-7b. 9-14 Misericordia, Dios mío, que me hostigan, me atacan y me acosan todo el día; todo el día me hostigan mis enemigos, me atacan en masa. Levántame en el día terrible, yo confío en ti. En Dios, cuya promesa alabo, en Dios confío y no temo: ¿qué podrá hacerme un mortal? Todos los días discuten y planean pensando sólo en mi daño; buscan un sitio para espiarme, acechan mis pasos y atentan contra mi vida. Anota en tu libro mi vida errante, recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío. Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco, y así sabré que eres mi Dios. En Dios, cuya promesa alabo, en el Señor, cuya promesa alabo, en Dios confío y no temo: ¿qué podrá hacerme un hombre? Te debo, Dios mío, los votos que hice,
los cumpliré con acción de gracias; porque libraste mi alma de la muerte, mis pies de la caída; para que camine en presencia de Dios a la luz de la vida. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 56 Misericordia, Dios mío, misericordia, que mi alma se refugia en ti; me refugio a la sombra de tus alas mientras pasa la calamidad. Invoco al Dios altísimo, al Dios que hace tanto por mí: desde el cielo me enviará la salvación, confundirá a los que ansían matarme, enviará su gracia y su lealtad. Estoy echado entre leones devoradores de hombres; sus dientes son lanzas y flechas, su lengua es una espada afilada. Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria. Han tendido una red a mis pasos para que sucumbiera; me han cavado delante una fosa, pero han caído en ella. Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme. Voy a cantar y a tocar: despierta, gloria mía; despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora. Te daré gracias ante los pueblos, Señor; tocaré para ti ante las naciones: por tu bondad, que es más grande que los cielos; por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Lectura breve 1 Tm 1, 12 Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio. V/. No me avergüenzo del Evangelio. Aleluya. R/. Que es una fuerza de Dios para la salvación. Aleluya. Oración Señor, tú has querido fortalecer tu Iglesia en América mediante los trabajos apostólicos y el celo por la verdad de tu obispo santo Toribio; concede al pueblo a ti consagrado crecer constantemente en fe y dar auténticos frutos de santidad. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 27 de Abril
27 de abril Santo Toribio de Mogrovejo Obispo En Lima, Trujillo, Cajamarca, Chiclayo y Huaraz: Solemnidad En el resto del Perú: Fiesta Donde es Solemnidad: Nona V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Reina el Señor allí donde ninguno ciñe corona que haya dado el mundo; reina el Señor allí donde la vida, sin lágrimas, es río de delicias. Reina el Señor, el compasivo Siervo, que en sus hombros cargó nuestro madero; vive el muerto en la cruz, el sepultado y con hierro sellado y custodiado. Cruzó el oscuro valle de la muerte hasta bajar a tumba de rebeldes; fingía que ere suya nuestra pena, y en silencio escuchó nuestra sentencia. Pero reina el Señor, la tierra goza, y ya se escuchan los cánticos de boda. ¡Gloria al Señor Jesús Resucitado, nuestra esperanza y triunfo deseado! Amén. Salmodia Ant. Somos colaboradores de Dios, y vosotros campo de Dios, edificación de Dios. Aleluya. Salmo 125 Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos». El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelven cantando, trayendo sus gavillas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 126 Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas. Es inútil que madruguéis, que veléis hasta muy tarde, que comáis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen! La herencia que da el Señor son los hijos; una recompensa es el fruto de las entrañas: son saetas en mano de un guerrero los hijos de la juventud. Dichoso el hombre que llena con ellas su aljaba: no quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 127 ¡Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien; tu mujer, como una vid fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa: ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida; que veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz a Israel! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Somos colaboradores de Dios, y vosotros campo de Dios, edificación de Dios. Aleluya. Lectura breve 1 Tm 3, 13 Los que ejercen bien el diaconado alcanzan un puesto honroso y grande entereza en la fe de Cristo Jesús. V/. Si el Señor no construye la casa. Aleluya. R/. En vano se cansan los albañiles. Aleluya. Oración Señor, tú has querido fortalecer tu Iglesia en América mediante los trabajos apostólicos y el celo por la verdad de tu obispo santo Toribio; concede al pueblo a ti consagrado crecer constantemente en fe y dar auténticos frutos de santidad. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 27 de Abril
27 de abril Santo Toribio de Mogrovejo Obispo En Lima, Trujillo, Cajamarca, Chiclayo y Huaraz: Solemnidad En el resto del Perú: Fiesta Donde es Fiesta: Nona V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Reina el Señor allí donde ninguno ciñe corona que haya dado el mundo; reina el Señor allí donde la vida, sin lágrimas, es río de delicias. Reina el Señor, el compasivo Siervo, que en sus hombros cargó nuestro madero; vive el muerto en la cruz, el sepultado y con hierro sellado y custodiado. Cruzó el oscuro valle de la muerte hasta bajar a tumba de rebeldes; fingía que ere suya nuestra pena, y en silencio escuchó nuestra sentencia. Pero reina el Señor, la tierra goza, y ya se escuchan los cánticos de boda. ¡Gloria al Señor Jesús Resucitado, nuestra esperanza y triunfo deseado! Amén. Salmodia Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Salmo 118, 65-72 Has dado bienes a tu siervo, Señor, conforme a tus palabras;
enséñame a gustar y a comprender, porque me fío de tus mandatos; antes de sufrir, yo andaba extraviado, pero ahora me ajusto a tu promesa. Tú eres bueno y haces el bien; instrúyeme en tus leyes; los insolentes urden engaños contra mí, pero yo custodio tus leyes; tienen el corazón espeso como grasa, pero mi delicia es tu voluntad. Me estuvo bien el sufrir, así aprendí tus mandamientos; más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 55, 2-7b. 9-14 Misericordia, Dios mío, que me hostigan, me atacan y me acosan todo el día; todo el día me hostigan mis enemigos, me atacan en masa. Levántame en el día terrible, yo confío en ti. En Dios, cuya promesa alabo, en Dios confío y no temo: ¿qué podrá hacerme un mortal? Todos los días discuten y planean pensando sólo en mi daño; buscan un sitio para espiarme, acechan mis pasos y atentan contra mi vida. Anota en tu libro mi vida errante, recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío. Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco, y así sabré que eres mi Dios. En Dios, cuya promesa alabo,
en el Señor, cuya promesa alabo, en Dios confío y no temo: ¿qué podrá hacerme un hombre? Te debo, Dios mío, los votos que hice, los cumpliré con acción de gracias; porque libraste mi alma de la muerte, mis pies de la caída; para que camine en presencia de Dios a la luz de la vida. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 56 Misericordia, Dios mío, misericordia, que mi alma se refugia en ti; me refugio a la sombra de tus alas mientras pasa la calamidad. Invoco al Dios altísimo, al Dios que hace tanto por mí: desde el cielo me enviará la salvación, confundirá a los que ansían matarme, enviará su gracia y su lealtad. Estoy echado entre leones devoradores de hombres; sus dientes son lanzas y flechas, su lengua es una espada afilada. Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria. Han tendido una red a mis pasos para que sucumbiera; me han cavado delante una fosa, pero han caído en ella. Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme. Voy a cantar y a tocar: despierta, gloria mía; despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor; tocaré para ti ante las naciones: por tu bondad, que es más grande que los cielos; por tu fidelidad, que alcanza a las nubes. Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Lectura breve 1 Tm 3, 13 Los que ejercen bien el diaconado alcanzan un puesto honroso y grande entereza en la fe de Cristo Jesús. V/. Si el Señor no construye la casa. Aleluya. R/. En vano se cansan los albañiles. Aleluya. Oración Señor, tú has querido fortalecer tu Iglesia en América mediante los trabajos apostólicos y el celo por la verdad de tu obispo santo Toribio; concede al pueblo a ti consagrado crecer constantemente en fe y dar auténticos frutos de santidad. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 27 de Abril
27 de abril Santo Toribio de Mogrovejo Obispo En Lima, Trujillo, Cajamarca, Chiclayo y Huaraz: Solemnidad En el resto del Perú: Fiesta II Vísperas V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno A santo Toribio, excelso Pastor, cantemos con júbilo un himno de amor. La Iglesia de Cristo sus glorias publica, y al orbe edifica su gran santidad, su grey le proclama consuelo del pobre, insigne modelo de la caridad. De Zaña en la Villa con plácida calma, feliz torna su alma a nuestro Señor. Oh Santo Arzobispo que gloria te espera, cual premio a tu entrega a Dios y a tu grey. Al Padre del cielo, al Hijo Divino al Santo Espíritu la gloria y honor. Por todos los siglos cantando alabemos con todos los santos
al Dios Redentor. Amén. Salmodia Ant. 1. Dichoso eres, Toribio, tú habitas el monte santo de Dios porque fuiste leal y practicaste la caridad. Aleluya. Salmo 14 Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda y habitar en tu monte santo? El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua, el que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor, el que no retracta lo que juró aun en daño propio, el que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que así obra nunca fallará. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Dichoso eres, Toribio, tú habitas el monte santo de Dios porque fuiste leal y practicaste la caridad. Aleluya. Ant. 2. Reparte limosna a los pobres, su caridad es constante, sin falta. Aleluya. Salmo 111 Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta. En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo. Dichoso el que se apiada y presta, y istra rectamente sus asuntos. El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo. No temerá las malas noticias, su corazón está firme en el Señor. Su corazón está seguro, sin temor, hasta que vea derrotados a sus enemigos. Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad. El malvado, al verlo, se irritará, rechinará los dientes hasta consumirse. La ambición del malvado fracasará. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Reparte limosna a los pobres, su caridad es constante, sin falta. Aleluya. Ant. 3. Mis ovejas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor. Aleluya. Cántico Ap 15, 3-4 Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente, justos y verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de los siglos! ¿Quién no temerá, Señor, y glorificará tu nombre? Porque tú solo eres santo, porque vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, porque tus juicios se hicieron manifiestos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Mis ovejas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor. Aleluya.
Lectura breve Hch 20, 24 Pero yo no considero mi vida digna de estima, con tal que termine mi carrera y cumpla el ministerio que he recibido del Señor Jesús, de dar testimonio del Evangelio de la gracia de Dios. Responsorio breve V/. Éste es el que ama a sus hermanos. Aleluya, aleluya. R/. Éste es el que ama a sus hermanos. Aleluya, aleluya. V/. El que entregó su vida por sus hermanos. R/. Aleluya, aleluya. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. Éste es el que ama a sus hermanos. Aleluya, aleluya. Cántico evangélico Ant. Éste es el fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que le reparta la ración a sus horas. Aleluya. Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padresen favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Éste es el fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que le reparta la ración a sus horas. Aleluya. Preces A Cristo, nuestro Buen Pastor, que dijo “pedid y se os dará”, presentemos nuestra súplica confiada y digámosle: Buen Pastor, escúchanos. Tú, que en santo Toribio de Mogrovejo diste a nuestra Iglesia un pastor según tu corazón, llena de un gran amor a ti a nuestros pastores y a todos los hombres, salvados por tu sangre. Tú, que a través de la oración y el ministerio de los pastores perdonaste los pecados de tu pueblo, purifica y santifica a tus fieles. Tú, que llamaste a santo Toribio para ser un fiel pastor en medio de tu pueblo y encontraste en él a un hombre dispuesto a acoger tu llamado, sigue escogiendo hoy a hombres de nuestro pueblo que se entreguen a tu servicio. Tú, que en santo Toribio diste un padre a los pobres y un protector a los indios, haz que los cristianos nos preocupemos siempre de nuestros hermanos más necesitados. Tú, que viniste a darnos vida abundante, concede la vida eterna a cuantos han dejado este mundo. Con Jesús, nuestro Buen Pastor, acudamos a nuestro Padre diciendo: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Señor, tú has querido fortalecer tu Iglesia en América mediante los trabajos apostólicos y el celo por la verdad de tu obispo Santo Toribio; concede al pueblo a ti consagrado crecer constantemente en fe y dar auténticos fruto de santidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 27 de abril
3 de mayo Veneración de la Santa Cruz Fiesta Invitatorio V/. Señor, abre mis labios. R/. Y mi boca proclamará tu alabanza. Ant. A Cristo, Rey y Señor, que por nosotros fue exaltado en la cruz, venid, adorémosle. Aleluya. Salmo 94 Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes. Suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a prueba, y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: “Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso”». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Ant. A Cristo, Rey y Señor, que por nosotros fue exaltado en la cruz, venid, adorémosle. Aleluya. Continuar con Laudes Continuar con Oficio de lectura
3 de mayo Veneración de la Santa Cruz Fiesta Oficio de lectura V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Cruz de Cristo, cuyos brazos todo el mundo han acogido. Cruz de Cristo, cuya sangre todo el mundo ha redimido. Cruz de Cristo, luz que brilla en la noche del camino. Cruz de Cristo, cruz del hombre, su bastón de peregrino. Cruz de Cristo, árbol de vida, vida nuestra, don eximio. Cruz de Cristo, altar divino de Dios-Hombre en sacrificio. Amén. Salmodia Ant. 1. Mirad la cruz del Señor, que huyan los enemigos; ha vencido el león de la tribu de Judá, el vástago de David. Aleluya. Salmo 2 ¿Por qué se amotinan las naciones,
y los pueblos planean un fracaso? Se alían los reyes de la tierra, los príncipes conspiran contra el Señor y contra su Mesías: «Rompamos sus coyundas, sacudamos su yugo». El que habita en el cielo sonríe, el Señor se burla de ellos. Luego les habla con ira, los espanta con su cólera: «Yo mismo he establecido a mi Rey en Sión, mi monte santo». Voy a proclamar el decreto del Señor; él me ha dicho: «Tú eres mi hijo: yo te he engendrado hoy. Pídemelo: te daré en herencia las naciones, en posesión, los confines de la tierra: los gobernarás con cetro de hierro, los quebrarás como jarro de loza». Y ahora, reyes, sed sensatos; escarmentad, los que regís la tierra: servid al Señor con temor, rendidle homenaje temblando; no sea que se irrite, y vayáis a la ruina, porque se inflama de pronto su ira. ¡Dichosos los que se refugian en él! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Mirad la cruz del Señor, que huyan los enemigos; ha vencido el león de la tribu de Judá, el vástago de David. Aleluya. Ant. 2. En la cruz ha sido ensalzada la majestad del Señor; su nombre ha sido enaltecido sobre los cielos y la tierra. Aleluya. Salmo 8 Señor, dueño nuestro, ¡qué irable es tu nombre en toda la tierra! Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho has sacado una alabanza contra tus enemigos, para reprimir al adversario y al rebelde. Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él; el ser humano, para darle poder? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies: rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar. Señor, dueño nuestro, ¡qué irable es tu nombre en toda la tierra! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. En la cruz ha sido ensalzada la majestad del Señor; su nombre ha sido enaltecido sobre los cielos y la tierra. Aleluya. Ant. 3. Oh cruz santa, tú has sido la única digna de llevar al Rey y Señor de los cielos y de la tierra. Aleluya. Salmo 95 Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones; porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses. Pues los dioses de los gentiles son apariencia, mientras que el Señor ha hecho el cielo; honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo. Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor, entrad en sus atrios trayéndole ofrendas. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda; decid a los pueblos: «el Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente». Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque, delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Oh cruz santa, tú has sido la única digna de llevar al Rey y Señor de los cielos y de la tierra. Aleluya. V/. Así como Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto. Aleluya. R/. Así deberá ser levantado en alto el Hijo del hombre. Aleluya. Primera lectura De la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 2, 19-3, 7. 13-14; 6, 14-16 La gloria de la cruz Hermanos: Yo, Pablo, en virtud de la misma ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. Estoy crucificado con Cristo; vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí. Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí. No tengo por inútil esta gracia de Dios: Si la justificación nos viniera por la ley, entonces deberíamos concluir que Cristo murió inútilmente. ¡Oh, insensatos gálatas! ¿Quién os fascinó, después que ante vuestros ojos presentamos a Jesucristo muerto en la cruz? Sólo quiero que me digáis una cosa: ¿Cómo habéis recibido el Espíritu, en virtud de
las obras de la ley o por vuestra sumisión a la fe? ¿Tan insensatos sois, que, habiendo comenzado por espíritu, termináis ahora en carne? ¿Habrá sido en vano para vosotros el haber experimentado tan grandes dones? Pues ¡de veras que habría sido en vano! El que os da el Espíritu y obra prodigios entre vosotros ¿lo hace porque observáis la ley o por vuestra aceptación de la fe? Así se dice: «Abraham creyó a Dios y Dios estimó su fe como justificación». Entended, pues, que los hijos de Abraham son sólo aquellos que viven según la fe. Cristo nos redimió de la maldición de la ley, haciéndose maldición por nosotros. Así lo dice la Escritura: «Maldito sea aquel que cuelga del madero». De ese modo la bendición de Abraham alcanza a todas las naciones por Cristo Jesús, para que recibamos por la fe el Espíritu prometido por Dios. En cuanto a mí, líbreme Dios de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo; por él el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. Lo que vale no es estar o no estar circuncidado, sino la nueva criatura que surge. Paz y misericordia para todos los que se ajusten a esta norma, y también para el Israel de Dios. Responsorio Cf. Ga 6, 14; Hb 2, 9 R/. Líbrenos Dios de gloriarnos si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en quien está nuestra salvación, vida y resurrección; * por él hemos sido salvados y liberados. Aleluya. V/. Él fue coronado de gloria y de honor por haber padecido la muerte. R/. Por él hemos sido salvados y liberados. Aleluya. Segunda lectura De las Disertaciones de san Andrés de Creta, obispo (Disertación 10, Sobre la Exaltación de la santa cruz: PG 97, 1018-1019. 1022-1023) La cruz es la gloria y exaltación de Cristo Por la cruz, cuya fiesta celebramos, fueron expulsadas las tinieblas y devuelta la luz. Celebramos hoy la fiesta de la cruz, y junto con el Crucificado nos elevamos hacia lo alto, para, dejando abajo la tierra y el pecado, gozar de los bienes celestiales; tal y tan grande es la posesión de la cruz. Quien posee la cruz posee un tesoro. Y, al decir un tesoro, quiero significar con esta expresión a aquel que es, de nombre y de hecho, el más excelente de todos los bienes, en el cual, por el cual y para el cual culmina nuestra salvación y se nos restituye a nuestro estado de justicia original. Porque, sin la cruz, Cristo no hubiera sido crucificado. Sin la cruz, aquel que es la vida no hubiera sido clavado en el leño. Si no hubiese sido clavado, las fuentes de la inmortalidad no hubiesen manado de su costado la sangre y el agua que purifican el mundo, no hubiese sido rasgado el documento en que constaba la deuda contraída por nuestros pecados, no hubiéramos sido declarados libres, no disfrutaríamos del árbol de la vida, el paraíso continuaría cerrado. Sin la cruz, no hubiera sido derrotada la muerte, ni despojado el lugar de los muertos. Por esto, la cruz es cosa grande y preciosa. Grande, porque ella es el origen de innumerables bienes,
tanto más numerosos, cuanto que los milagros y sufrimientos de Cristo juegan un papel decisivo en su obra de salvación. Preciosa, porque la cruz significa a la vez el sufrimiento y el trofeo del mismo Dios: el sufrimiento, porque en ella sufrió una muerte voluntaria; el trofeo, porque en ella quedó herido de muerte el demonio y, con él, fue vencida la muerte. En la cruz fueron demolidas las puertas de la región de los muertos, y la cruz se convirtió en salvación universal para todo el mundo. La cruz es llamada también gloria y exaltación de Cristo. Ella es el cáliz rebosante de que nos habla el salmo, y la culminación de todos los tormentos que padeció Cristo por nosotros. El mismo Cristo nos enseña que la cruz es su gloria, cuando dice: Ya ha entrado el Hijo del hombre en su gloria, y Dios ha recibido su glorificación por él, y Dios a su vez lo revestirá de su misma gloria. Y también: Glorifícame tú, Padre, con la gloria que tenía junto a ti antes que el mundo existiese. Y asimismo dice: «Padre, glorifica tu nombre». Y, de improviso, se dejaron oír del cielo estas palabras: «Lo he glorificado y lo glorificaré de nuevo», palabras que se referían a la gloria que había de conseguir en la cruz. También nos enseña Cristo que la cruz es su exaltación, cuando dice: Yo, cuando sea levantado en alto, atraeré a mí a todos los hombres. Está claro, pues, que la cruz es la gloria y exaltación de Cristo. Responsorio R/. ¡Oh cruz irable, en cuyas ramas estuvo suspendido el tesoro y la redención de los cautivos! * Por ti el mundo fue redimido con la sangre de su Señor. Aleluya. V/. ¡Salve, oh cruz, que fuiste consagrada por el cuerpo de Cristo, y estuviste adornada con sus sagrados como con piedras preciosas! R/. Por ti el mundo fue redimido con la sangre de su Señor. Aleluya. Himno Señor, Dios eterno. Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza, a ti, Padre del cielo, te aclama la creación. Postrados ante ti, los ángeles te adoran y cantan sin cesar: Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo; llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. A ti Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles, la multitud de los profetas te enaltece, y el ejército glorioso de los mártires te aclama. A ti la Iglesia santa, por todos los confines extendida, con júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre, infinitamente santo, Hijo eterno, unigénito de Dios, Santo Espíritu de amor y de consuelo. Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria, tú el Hijo y Palabra del Padre, tú el Rey de toda la creación. Tú, para salvar al hombre, tomaste la condición de esclavo en el seno de una virgen. Tú destruiste la muerte y abriste a los creyentes las puertas de la gloria. Tú vives ahora, inmortal y glorioso, en el reino del Padre. Tú vendrás algún día, como juez universal. Muéstrate, pues, amigo y defensor de los hombres que salvaste. Y recíbelos por siempre allá en tu reino, con tus santos y elegidos. La parte que sigue puede omitirse si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu heredad. Sé su pastor, y guíalos por siempre. Día tras día te bendeciremos y alabaremos tu nombre por siempre jamás. Dígnate, Señor, guardarnos de pecado en este día. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
A ti, Señor, me acojo, no quede yo nunca defraudado. Oración Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu Hijo, muerto en la cruz, te pedimos, ya que nos has dado a conocer en la tierra la fuerza misteriosa de la cruz de Cristo, que podamos alcanzar en el cielo los frutos de la redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 3 de Mayo
3 de mayo Veneración de la Santa Cruz Fiesta Laudes V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Brille la cruz del Verbo, luminosa, brille como la carne sacratísima de aquel Jesús nacido de la Virgen que en la gloria del Padre vive y brilla. Gemía Adán, doliente y conturbado, lágrimas Eva junto a Adán vertía; brillen sus rostros por la cruz gloriosa, cruz que se enciende cuando el Verbo expira. ¡Salve, cruz de los montes y caminos, junto al enfermo suave medicina, regio trono de Cristo en las familias, cruz de nuestra fe, salve, cruz bendita! Reine el Señor crucificado, levantando la cruz donde moría; nuestros enfermos ojos buscan luz, nuestros labios, el río de la vida. Te adoramos, oh cruz que fabricamos, pecadores, con manos deicidas; te adoramos, ornato del Señor, sacramento de nuestra eterna dicha. Amén. Salmodia Ant. 1. Subió al árbol santo de la cruz, destruyó el poderío de la muerte, se revistió de poder, resucitó al tercer día. Aleluya. Salmo 62, 2-9
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada; sin agua. ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de manjares exquisitos, y mis labios te alabarán jubilosos. En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Subió al árbol santo de la cruz, destruyó el poderío de la muerte, se revistió de poder, resucitó al tercer día. Aleluya. Ant. 2. ¡Cómo brilla la cruz santa! De ella colgó el cuerpo del Señor y desde ella derramó Cristo aquella sangre que ha sanado nuestras heridas. Aleluya. Cántico Dn. 3, 57-88. 56 Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor. Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor. Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor. Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor. Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor. Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor. Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos. Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor. Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor. Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Hijos de los hombres, bendecid al Señor; bendiga Israel al Señor. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor. Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo ensalcémoslo con himnos por los siglos. Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos. Ant. ¡Cómo brilla la cruz santa! De ella colgó el cuerpo del Señor y desde ella derramó Cristo aquella
sangre que ha sanado nuestras heridas. Aleluya. Ant. 3. Resplandece la cruz santa: por ella el mundo ha obtenido la salvación; la cruz vence, la cruz reina, la cruz aleja todo pecado. Aleluya. Salmo 149 Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos: para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro. Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Resplandece la cruz santa: por ella el mundo ha obtenido la salvación; la cruz vence, la cruz reina, la cruz aleja todo pecado. Aleluya. Lectura breve Hb 2, 9b-10 Vemos a Jesús coronado de gloria y de honor por haber padecido la muerte. Así, por amorosa dignación de Dios, gustó la muerte en beneficio de todos. Pues como quisiese Dios, por quien y para quien son todas las cosas, llevar un gran número de hijos a la gloria, convenía ciertamente que perfeccionase por medio del sufrimiento al que iba a guiarlos a la salvación. Responsorio breve V/. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. Aleluya, aleluya. R/. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. Aleluya, aleluya.
V/. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. R/. Aleluya, aleluya. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. Aleluya, aleluya. Cántico evangélico Ant. Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos; por el madero ha venido la alegría al mundo entero. Aleluya. Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos; por el madero ha venido la alegría al mundo entero. Aleluya. Preces Oremos a nuestro Redentor, que por su cruz nos ha salvado, y digámosle confiados: Por tu cruz, sálvanos, Señor. Hijo de Dios, que por el símbolo de la serpiente de bronce sanaste al pueblo de Israel, protégenos hoy de las heridas del pecado. Hijo del hombre, que fuiste elevado en la cruz, como la serpiente fue elevada por Moisés en el desierto, elévanos hasta la gloria de tu reino. Hijo unigénito del Padre, que has sido enviado al mundo para que todo el que crea en ti no perezca, concede la vida eterna a los que buscan tu rostro. Hijo amado del Padre, que has sido enviado al mundo no para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvado por ti, concede el don de la fe a todos nuestros familiares y amigos, para que obtengan la salvación. Hijo eterno del Padre, que viniste a prender fuego a la tierra para que el mundo entero ardiera, haz que vivamos de acuerdo con la verdad y lleguemos a la luz. Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Pidamos ahora al Padre que venga al mundo su reino: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu Hijo, muerto en la cruz, te pedimos, ya que nos has dado a conocer en la tierra la fuerza misteriosa de la cruz de Cristo, que podamos alcanzar en el cielo los frutos de la redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 3 de Mayo
3 de mayo Veneración de la Santa Cruz Fiesta Tercia V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Espíritu de Dios, la tierra llenas, las mentes de los hombres las bañas en tu luz, tú que eres Luz de Dios, divino fuego, infunde en todo hombre la fuerza de la cruz. Sé luz resplandeciente en las tinieblas de quienes el pecado sumió en la obscuridad, reúne en la asamblea de los hijos los justos que te amaron, los muertos por la paz. Acaba en plenitud al Cristo vivo, confirma en el creyente la gracia y el perdón, reúnelos a todos en la Iglesia, testigos jubilosos de la resurrección. Amén. Salmodia Ant. Oh Cristo, Salvador nuestro, sálvanos por la fuerza de la cruz; tú que salvaste a Pedro en el mar, ten piedad de nosotros. Aleluya. Salmo 118, 105-112 Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero; lo juro y lo cumpliré: guardaré tus justos mandamientos; ¡estoy tan afligido! Señor, dame vida según tu promesa. Acepta, Señor, los votos que pronuncio, enséñame tus mandatos; mi vida está siempre en peligro,
pero no olvido tu voluntad; los malvados me tendieron un lazo, pero no me desvié de tus decretos. Tus preceptos son mi herencia perpetua, la alegría de mi corazón; inclino mi corazón a cumplir tus leyes, siempre y cabalmente. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 69 Dios mío, dígnate librarme; Señor, date prisa en socorrerme. Sufran una derrota ignominiosa los que me persiguen a muerte; vuelvan la espalda afrentados los que traman mi daño; que se retiren avergonzados los que se ríen de mí. Alégrense y gocen contigo todos los que te buscan; y digan siempre: «Dios es grande» los que desean tu salvación. Yo soy pobre y desgraciado: Dios mío, socórreme, que tú eres mi auxilio y mi liberación. ¡Señor, no tardes! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 74 Te damos gracias, ¡oh Dios!, te damos gracias, invocando tu nombre, pregonando tus maravillas. «Cuando elija la ocasión, yo juzgaré rectamente. Aunque tiemble la tierra con sus habitantes,
yo he afianzado sus columnas». Digo a los jactanciosos: no os jactéis; a los malvados: no alcéis la testuz, no alcéis la testuz contra el cielo, no digáis insolencias contra la Roca. La justicia no vendrá ni del oriente ni del occidente, ni del desierto ni de los montes, sólo Dios gobierna: a uno humilla, a otro ensalza. El Señor tiene una copa en la mano, un vaso lleno de vino drogado: lo da a beber hasta las heces a todos los malvados de la tierra. Y yo siempre proclamaré su grandeza, y tañeré para el Dios de Jacob: derribaré el poder de los malvados, y se alzará el poder del justo. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Oh Cristo, Salvador nuestro, sálvanos por la fuerza de la cruz; tú que salvaste a Pedro en el mar, ten piedad de nosotros. Aleluya. Lectura breve Hb 5, 7-9 Cristo, en los días de su vida mortal, habiendo elevado oraciones y súplicas con poderoso clamor y lágrimas hacia aquel que tenía poder para salvarlo de la muerte, fue escuchado en atención a su actitud reverente y filial; con todo, aunque era Hijo, aprendió por experiencia, en sus padecimientos, la obediencia, y, habiendo así llegado hasta la plena consumación, se convirtió en causa de salvación para todos los que lo obedecen. V/. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. Aleluya. R/. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Aleluya. Oración Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu Hijo, muerto en la cruz, te pedimos, ya que nos has dado a conocer en la tierra la fuerza misteriosa de la cruz de Cristo, que podamos alcanzar en el cielo los frutos de la redención. Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 3 de Mayo
3 de mayo Veneración de la Santa Cruz Fiesta Sexta V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Verbo de Dios, el sol de mediodía, amable mensajero de tu rostro, fecunda nuestra tierra y la hermosea como fuente de luz, de vida y gozo. Más hermoso tu cuerpo, que es pleroma del infinito amor jamás gastado; y de ese mar sin fondo ni ribera la Iglesia es tu pleroma continuado. Verbo de Dios, que reinas sin fatiga, que emerges victorioso del trabajo, reina dichoso tú que nos esperas mientras nosotros vamos caminando. Amén. Salmodia Ant. Salvador del mundo, sálvanos; tú que con tu cruz y tu sangre nos redimiste, socórrenos, Dios nuestro. Aleluya. Salmo 118, 105-112 Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero; lo juro y lo cumpliré: guardaré tus justos mandamientos; ¡estoy tan afligido! Señor, dame vida según tu promesa. Acepta, Señor, los votos que pronuncio, enséñame tus mandatos; mi vida está siempre en peligro,
pero no olvido tu voluntad; los malvados me tendieron un lazo, pero no me desvié de tus decretos. Tus preceptos son mi herencia perpetua, la alegría de mi corazón; inclino mi corazón a cumplir tus leyes, siempre y cabalmente. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 69 Dios mío, dígnate librarme; Señor, date prisa en socorrerme. Sufran una derrota ignominiosa los que me persiguen a muerte; vuelvan la espalda afrentados los que traman mi daño; que se retiren avergonzados los que se ríen de mí. Alégrense y gocen contigo todos los que te buscan; y digan siempre: «Dios es grande» los que desean tu salvación. Yo soy pobre y desgraciado: Dios mío, socórreme, que tú eres mi auxilio y mi liberación. ¡Señor, no tardes! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 74 Te damos gracias, ¡oh Dios!, te damos gracias, invocando tu nombre, pregonando tus maravillas. «Cuando elija la ocasión, yo juzgaré rectamente. Aunque tiemble la tierra con sus habitantes,
yo he afianzado sus columnas». Digo a los jactanciosos: no os jactéis; a los malvados: no alcéis la testuz, no alcéis la testuz contra el cielo, no digáis insolencias contra la Roca. La justicia no vendrá ni del oriente ni del occidente, ni del desierto ni de los montes, sólo Dios gobierna: a uno humilla, a otro ensalza. El Señor tiene una copa en la mano, un vaso lleno de vino drogado: lo da a beber hasta las heces a todos los malvados de la tierra. Y yo siempre proclamaré su grandeza, y tañeré para el Dios de Jacob: derribaré el poder de los malvados, y se alzará el poder del justo. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Salvador del mundo, sálvanos; tú que con tu cruz y tu sangre nos redimiste, socórrenos, Dios nuestro. Aleluya. Lectura breve Ef 1, 7-8 Por Cristo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros. V/. Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor. Aleluya. R/. Que toquen para tu nombre, Señor. Aleluya. Oración Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu Hijo, muerto en la cruz, te pedimos, ya que nos has dado a conocer en la tierra la fuerza misteriosa de la cruz de Cristo, que podamos alcanzar en el cielo los frutos de la redención. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor.
R/. Demos gracias a Dios. Volver al 3 de Mayo
3 de mayo Veneración de la Santa Cruz Fiesta Nona V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Reina el Señor allí donde ninguno ciñe corona que haya dado el mundo; reina el Señor allí donde la vida, sin lágrimas, es río de delicias. Reina el Señor, el compasivo Siervo, que en sus hombros cargó nuestro madero; vive el muerto en la cruz, el sepultado y con hierro sellado y custodiado. Cruzó el oscuro valle de la muerte hasta bajar a tumba de rebeldes; fingía que ere suya nuestra pena, y en silencio escuchó nuestra sentencia. Pero reina el Señor, la tierra goza, y ya se escuchan los cánticos de boda. ¡Gloria al Señor Jesús Resucitado, nuestra esperanza y triunfo deseado! Amén. Salmodia Ant. Por tu cruz, sálvanos, oh Cristo redentor, tú que muriendo destruiste nuestra muerte y resucitando restauraste la vida. Aleluya. Salmo 118, 105-112 Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero; lo juro y lo cumpliré: guardaré tus justos mandamientos; ¡estoy tan afligido!
Señor, dame vida según tu promesa. Acepta, Señor, los votos que pronuncio, enséñame tus mandatos; mi vida está siempre en peligro, pero no olvido tu voluntad; los malvados me tendieron un lazo, pero no me desvié de tus decretos. Tus preceptos son mi herencia perpetua, la alegría de mi corazón; inclino mi corazón a cumplir tus leyes, siempre y cabalmente. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 69 Dios mío, dígnate librarme; Señor, date prisa en socorrerme. Sufran una derrota ignominiosa los que me persiguen a muerte; vuelvan la espalda afrentados los que traman mi daño; que se retiren avergonzados los que se ríen de mí. Alégrense y gocen contigo todos los que te buscan; y digan siempre: «Dios es grande» los que desean tu salvación. Yo soy pobre y desgraciado: Dios mío, socórreme, que tú eres mi auxilio y mi liberación. ¡Señor, no tardes! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 74 Te damos gracias, ¡oh Dios!, te damos gracias,
invocando tu nombre, pregonando tus maravillas. «Cuando elija la ocasión, yo juzgaré rectamente. Aunque tiemble la tierra con sus habitantes, yo he afianzado sus columnas». Digo a los jactanciosos: no os jactéis; a los malvados: no alcéis la testuz, no alcéis la testuz contra el cielo, no digáis insolencias contra la Roca. La justicia no vendrá ni del oriente ni del occidente, ni del desierto ni de los montes, sólo Dios gobierna: a uno humilla, a otro ensalza. El Señor tiene una copa en la mano, un vaso lleno de vino drogado: lo da a beber hasta las heces a todos los malvados de la tierra. Y yo siempre proclamaré su grandeza, y tañeré para el Dios de Jacob: derribaré el poder de los malvados, y se alzará el poder del justo. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Por tu cruz, sálvanos, oh Cristo redentor, tú que muriendo destruiste nuestra muerte y resucitando restauraste la vida. Aleluya. Lectura breve 1 Pe 1, 18-19 Os rescataron de la vana conducta que habíais heredado de vuestros mayores: no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha. V/. Cuando venga el Señor para juzgar al mundo. Aleluya. R/. Aparecerá el signo de la cruz en el cielo. Aleluya. Oración Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu Hijo, muerto en la cruz, te pedimos, ya que nos has dado a conocer en la tierra la fuerza misteriosa de la cruz
de Cristo, que podamos alcanzar en el cielo los frutos de la redención. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 3 de Mayo
3 de mayo Veneración de la Santa Cruz Fiesta Vísperas V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Las banderas reales se adelantan y la cruz misteriosa en ellas brilla: la cruz en que la vida sufrió muerte y en que, sufriendo muerte, nos dio vida. Ella sostuvo el sacrosanto cuerpo que, al ser herido por la lanza dura, derramó sangre y agua en abundancia para lavar con ellas nuestras culpas. En ella se cumplió perfectamente lo que David profetizó en su verso, cuando dijo a los pueblos de la tierra: «Nuestro Dios reinará desde un madero». ¡Árbol lleno de luz, árbol hermoso, árbol ornado con la regia púrpura y destinado a que su tronco digno sintiera el roce de la carne pura! ¡Dichosa cruz que con tus brazos firmes, en que estuvo colgado nuestro precio, fuiste balanza para el cuerpo santo que arrebató su presa a los infiernos! A ti, que eres la única esperanza, te ensalzamos, oh cruz, y te rogamos que acrecientes la gracia de los justos y borres los delitos de los malos. Recibe, oh Trinidad, fuente salubre,
la alabanza de todos los espíritus, y tú que con tu cruz nos das el triunfo, añádenos el premio, oh Jesucristo. Amén. Salmodia Ant. 1. ¡Oh gran obra de amor! Cuando en el árbol murió la Vida, con su muerte destruyó la misma muerte. Aleluya. Salmo 109, 1-5. 7 Oráculo del Señor a mi Señor: «siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies». Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos. «Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora». El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec». El Señor a tu derecha, el día de su ira, quebrantará a los reyes. En su camino beberá del torrente, por eso, levantará la cabeza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. ¡Oh gran obra de amor! Cuando en el árbol murió la Vida, con su muerte destruyó la misma muerte. Aleluya. Ant. 2. Adoramos, Señor, tu cruz y recordamos tu gloriosa muerte; compadécete de nosotros, tú que por nosotros padeciste. Aleluya. Salmo 115 Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!» Yo decía en mi apuro: «Los hombres son unos mentirosos». ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo. Vale mucho a los ojos del Señor la vida de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo, en el atrio de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Adoramos, Señor, tu cruz y recordamos tu gloriosa muerte; compadécete de nosotros, tú que por nosotros padeciste. Aleluya. Ant. 3. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Aleluya. Cántico Ap 4, 11; 5, 9-10. 12 Eres digno, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; porque por tu voluntad lo que no existía fue creado. Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes, y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Aleluya. Lectura breve 1 Co 1, 23-24 Nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados a Cristo -judíos o griegos-: fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Responsorio breve V/. Oh cruz gloriosa, en ti triunfó el Rey de los ángeles. Aleluya, aleluya. R/. Oh cruz gloriosa, en ti triunfó el Rey de los ángeles. Aleluya, aleluya. V/. Con su sangre lavó nuestras heridas. R/. Aleluya, aleluya. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. Oh cruz gloriosa, en ti triunfó el Rey de los ángeles. Aleluya, aleluya. Cántico evangélico Ant. Oh cruz victoriosa, signo irable, ayúdanos a alcanzar el triunfo eterno. Aleluya. Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padresen favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Oh cruz victoriosa, signo irable, ayúdanos a alcanzar el triunfo eterno. Aleluya. Preces Oremos a nuestro Redentor, que por su cruz nos ha salvado, y digámosle confiados: Por tu cruz, Señor, llévanos a tu reino. Oh Cristo, que te anonadaste a ti mismo, tomando la condición de esclavo y pasando por uno de tantos, haz que la Iglesia imite siempre tu humildad. Cristo Señor, que te rebajaste hasta someterte incluso a la muerte y una muerte de cruz, haz que te sigamos por el camino de la obediencia y de la paciencia. Cristo Señor, que fuiste levantado por Dios y recibiste el «Nombre-sobre-todo-nombre», concede a todos tus fieles perseverar hasta el fin. Cristo Jesús, ante cuyo nombre se dobla toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el abismo, haz que todos los hombres te adoren y vivan en tu paz. Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Cristo Jesús, a quien toda lengua proclamará: Señor, para gloria de Dios Padre, recibe a nuestros hermanos difuntos en el reino de la eterna felicidad. Terminemos nuestra oración con las palabras que Cristo nos enseñó: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Oración Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu Hijo, muerto en la cruz, te pedimos, ya que nos has dado a conocer en la tierra la fuerza misteriosa de la cruz de Cristo, que podamos alcanzar en el cielo los frutos de la redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 3 de Mayo
14 de mayo Nuestra Señora de la Evangelización En Lima: Solemnidad I Vísperas V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Virgen María Madre de Dios Reina y Señora de la Evangelización. En la tarde de mi vida me dirijo a ti, Señora, suplicando la ternura que mi frágil fe añora. En las penas y en los gozos, en el llanto de mi alma, en las culpas de mi pueblo quiero ser la voz que clama. Como tú supiste, Madre, dar vida a la Palabra quisiera ser testigo del Dios que nos habla. En la cruz de aquel calvario atravesada tu alma supiste, junto a tu hijo, colmarnos de esperanza. Virgen María Madre de Dios Reina y Señora de la Evangelización. Y al final de mi camino, Madre del amor,
llévame contigo, contigo hacia Dios. Salmodia Ant. 1. Dichosa, eres, Virgen María, que llevaste en tu seno a Cristo, Buena Nueva para todos los pueblos. Aleluya. Salmo 112 Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre: de la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos. ¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo; a la estéril le da un puesto en la casa, como madre feliz de hijos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Dichosa, eres, Virgen María, que llevaste en tu seno a Cristo, Buena Nueva para todos los pueblos. Aleluya. Ant. 2. Por medio de la Virgen María, Dios ha enviado a la tierra al que es la Palabra para que anuncie su mensaje y bendiga a sus hijos con la paz. Aleluya. Salmo 147 Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas y ha bendecido a tus hijos dentro de ti; ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz; manda la nieve como lana, esparce la escarcha como ceniza; hace caer el hielo como migajas y con el frío congela las aguas; envía una orden, y se derriten; sopla su aliento, y corren. Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Por medio de la Virgen María, Dios ha enviado a la tierra al que es la Palabra para que anuncie su mensaje y bendiga a sus hijos con la paz. Aleluya. Ant. 3. Tú eres, Virgen María, la elegida desde antes de la creación del mundo para darnos a conocer el misterio divino de la salvación. Aleluya. Cántico Ef 1, 3-10 Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos consagrados e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad. Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, las del cielo y las de la tierra. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Tú eres, Virgen María, la elegida desde antes de la creación del mundo para darnos a conocer el misterio divino de la salvación. Aleluya. Lectura breve Ga 4, 4-5 Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Responsorio breve V/. Tú nos entregas a Jesús. Aleluya, aleluya. R/. Tú nos entregas a Jesús. Aleluya, aleluya. V/. En ti confiamos y esperamos. R/. Aleluya, aleluya. V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. R/. Tú nos entregas a Jesús. Aleluya, aleluya. Cántico evangélico Ant. Todas las naciones me llamarán Bienaventurada porque el poderoso ha hecho obras grandes, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Aleluya. Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padresen favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Todas las naciones me llamarán Bienaventurada porque el poderoso ha hecho obras grandes, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Aleluya. Preces Elevamos nuestras súplicas al Padre, que por medio de María nos dio a Cristo, autor de nuestra salvación, y digamos confiados: Que Santa María, Madre nuestra, interceda por nosotros. Tú, que enviaste el Espíritu Santo sobre los Apóstoles reunidos con María Virgen, protege al Papa N., a nuestro Obispo N., (a los obispos auxiliares) presbíteros y diáconos para que llenos de ese mismo Espíritu no se cansen de anunciar el Evangelio. Tú, que has hecho de María el modelo y figura de la Iglesia, haz que la Iglesia de Lima crezca en el amor a Cristo y en todas las virtudes cristianas para que sea signo de salvación. Tú, que por medio de María nos diste al Príncipe de la Paz, concede la paz y concordia a nuestra patria y a todos los pueblos. Tú, que enviaste a tu Hijo a anunciar el Evangelio a los pobres, a dar la vista a los ciegos y la liberación a los cautivos, concede, por intercesión de Santa María, consuelo a los que sufren, gozo a los tristes y libertad a los oprimidos. Tú, que escogiste a María para que cooperara en la obra salvadora,
haz que los jóvenes respondan con generosidad a tu llamada. Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Tú, que llevaste a María en cuerpo y alma al cielo, concede a nuestros hermanos difuntos gozar eternamente de tu compañía. Confiados en el amor que Dios nos tiene, digamos la oración que Jesús nos enseñó: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Señor, Dios nuestro, que colmaste a la Virgen María con los dones del Espíritu Santo mientras oraba con los Apóstoles; concédenos a cuantos la celebramos bajo el título de Nuestra Señora de la Evangelización que, movidos por ese mismo Espíritu, perseveremos unánimes en la oración y fervientes en la caridad y anunciemos a los hermanos la buena nueva de la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 14 de Mayo
14 de mayo Nuestra Señora de la Evangelización En Lima: Solemnidad Invitatorio V/. Señor, abre mis labios. R/. Y mi boca proclamará tu alabanza. Ant. Venid, adoremos a Jesucristo, Palabra eterna del Padre, nacido de Santa María Virgen. Aleluya. Salmo 94 Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes. Suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a prueba, y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: “Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso”». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Venid, adoremos a Jesucristo, Palabra eterna del Padre, nacido de Santa María Virgen. Aleluya. Continuar con Laudes Continuar con Oficio de lectura
14 de mayo Nuestra Señora de la Evangelización En Lima: Solemnidad Oficio de lectura V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Brotó de ti la gracia y nuestra vida, oh Virgen manantial de toda dicha, cuando igual que la madre primeriza fuiste madre con gritos de alegría. Mujer de aldea y madre de los hombres, mujer de grandes gozos y dolores, ¡cómo esperan de ti los corazones, porque eres la más pobre de las pobres! El Rey de paz te acoge, en ti se goza, y en tu virginidad sella su gloria; ¡cante el mundo y la Iglesia deseosa al Señor que de gracia te corona! Amén. Salmodia Ant. 1. María ha recibido la bendición del Señor y la misericordia de Dios, su salvador. Aleluya. Salmo 23 Del Señor es la tierra y cuanto lo llena, el orbe y todos sus habitantes: El la fundó sobre los mares, El la afianzó sobre los ríos. ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso. Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. ¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria. ¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, héroe valeroso; el Señor, héroe de la guerra. ¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria. ¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos. Él es el Rey de la gloria. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. María ha recibido la bendición del Señor y la misericordia de Dios, su salvador. Aleluya. Ant. 2. El Altísimo consagra su morada. Aleluya. Salmo 45 Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro. Por eso no tememos aunque tiemble la tierra, y los montes se desplomen en el mar. Que hiervan y brame sus olas, que sacudan a los montes con su furia: El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila; Dios lo socorre al despuntar la aurora. Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan; pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. Venid a ver las obras del Señor, las maravillas que hace en la tierra: Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe, rompe los arcos, quiebra las lanzas, prende fuego a los escudos. «Rendíos, reconoced que yo soy Dios: más alto que los pueblos, más alto que la tierra». El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. El Altísimo consagra su morada. Aleluya. Ant. 3. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, Virgen María! Aleluya. Salmo 86 Él la ha cimentado sobre el monte santo; y el Señor prefiere las puertas de Sión a todas las moradas de Jacob. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! «Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles; filisteos, tirios y etíopes han nacido allí». Se dirá de Sión: «uno por uno todos han nacido en ella; el Altísimo en persona la ha fundado». El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí». Y cantarán mientras danzan: «Todas mis fuerzas están en ti». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, Virgen María! Aleluya. V/. María conservaba todas estas cosas. Aleluya. R/. Meditándolas en su corazón. Aleluya. Primera lectura Del libro del Apocalipsis 11, 19-12, 17 La gran señal de la mujer en el cielo En aquellos días, se abrió en el cielo el santuario de Dios; en su santuario apareció el arca de su alianza; se produjeron relámpagos, estampidos, truenos, un terremoto y temporal de granizo. Después apareció una figura portentosa en el cielo: Una Mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas. Estaba encinta, y gritaba entre los espasmos del parto, y por el tormento de dar a luz. Apareció otra señal en el cielo: Un enorme dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas. Con la cola barrió del cielo un tercio de las estrellas, arrojándolas a la tierra. El dragón estaba en frente de la mujer que Iba a dar a luz, dispuesto a tragarse el niño en cuanto naciera. Dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de hierro a los pueblos. Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios. La mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios, para que allí la sustenten mil doscientos sesenta días. Se trabó una batalla en el cielo; Miguel y sus ángeles declararon la guerra al dragón. Lucharon el dragón y sus ángeles, pero no vencieron, y no quedó lugar para ellos en el cielo. Y al gran dragón, a la serpiente primordial que se llama diablo y Satanás, y extravía la tierra entera, lo precipitaron a la tierra, y a sus ángeles con él. Se oyó una gran voz en el cielo: «Ahora se estableció la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo; porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche. Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte. Por esto, estad alegres, cielos, y los que moráis en sus tiendas. ¡Ay de la tierra y del mar! El diablo bajó contra vosotros, rebosando furor, pues sabe que le queda poco tiempo».
Cuando vio el dragón que lo había arrojado a la tierra, se puso a perseguir a la mujer que había dado a luz el hijo varón. Le pusieron a la mujer dos alas de águila real para que volase a su lugar en el desierto, donde será sustentada un año y otro año y medio año, lejos de la serpiente. La serpiente, persiguiendo a la mujer, echó por la boca un río de agua, para que el río la arrastrase; pero la tierra salió en ayuda de la mujer, abrió su boca y se bebió el río salido de la boca de la serpiente. Despechado el dragón por causa de la mujer, se marchó a hacer la guerra al resto de su descendencia, a los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús. Responsorio 1 Co 15, 54. 57; Ap 12, 1 R/. Cuando esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita: “La muerte ha sido absorbida en la victoria”. * ¡Demos gracias a Dios; que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo! Aleluya. V/. Apareció una figura portentosa en el cielo: Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas. R/. ¡Demos gracias a Dios; que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo! Aleluya. Segunda lectura De los Sermones de San Bemardo (Sermón In Nativitate Beatæ Mariæ (275) nn. 3b. 6. 7a. En Obras Completas de San Bernardo, vol. IV, BAC, Madrid, 1986) Todo lo recibimos por María La vida eterna es la fuente inagotable que riega toda la superficie del paraíso. ¿Y quién es esta vida eterna, sino Cristo el Señor?, Nos lo dice la Escritura: Cuando se manifieste vuestra vida, con él os manifestaréis también vosotros gloriosos. La plenitud se ha vaciado, por así decirlo, para hacerse nuestra justicia, nuestra santificación, nuestro perdón; y solamente aparece como vida, gloria y bienaventuranza. Las aguas de esta fuente han sido canalizadas hasta nosotros, y llegan a nuestras plazas, aunque no la beben los extraños. Este hilo de agua celestial ha descendido a nosotros por un acueducto que nos reparte el agua de la fuente; no toda de una vez, sino que hace caer la gracia gota a gota sobre nuestros corazones resecos; a unos más a otros menos. El acueducto va siempre a rebosar, y todos pueden recibir de su abundancia sin agotarlo jamás. Considera, hombre, el designio de Dios; contempla el proyecto de su Sabiduría y de su amor. Antes de regar la era con el rocío del cielo, empapó el vellón. Antes de rescatar a la humanidad depositó todo el precio en manos de María. ¿Y con qué fin hizo, esto? Tal vez para que Eva pudiera rehabilitarse por medio de su Hija, y cesara ya la queja del hombre contra la mujer. Adán, no digas ya: La mujer que me diste me dio del árbol prohibido. Di más bien: “La mujer que me diste me ha alimentado con un fruto bendito”. ¡Qué designio tan santo! Pero todavía hay algo más, algo que no podemos comprender. Lo que hemos dicho es cierto, pero si no me engaño no satisface vuestros deseos. La leche contiene azúcar, pero si la desnatamos nos da también una exquisita mantequilla. Mirad, pues, más alto y ved con cuánta devoción quiso que honráramos a María, aquel que depositó en
ella la plenitud de todos los bienes. Toda nuestra esperanza, gracia y salvación proceden de ella, qué subió exhalando fragancias. Es un jardín lleno de encantos, a quien no sólo acarició el astro divino, sino que lo agitó impetuoso, para que sus aromas -los carismas de sus gracias- se difundan y propaguen por doquier. Suprime ese cuerpo solar que alumbra al mundo, ¿qué ocurre con el día? Suprime a María, estrella del mar, de este mar inmenso e infinito, ¿qué nos queda sino oscuridad impenetrables sombra de muerte y densas tinieblas? Con todas las fuerzas, pues, de nuestro corazón, con nuestros más vivos sentimientos y anhelos, veneremos a María, porque es voluntad del Señor que todo lo recibamos por María. Sí, es voluntad suya, pero en favor nuestro. Responsorio R/. Dichosa eres, santa Virgen María, y digna de toda alabanza. * De ti salió el sol de justicia, Cristo, nuestro Dios, por quien hemos sido salvados y redimidos. Aleluya. V/. Celebremos con gozo esta fiesta de santa María Virgen. R/. De ti salió el sol de justicia, Cristo, nuestro Dios, por quien hemos sido salvados y redimidos. Aleluya. Himno Señor, Dios eterno. Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza, a ti, Padre del cielo, te aclama la creación. Postrados ante ti, los ángeles te adoran y cantan sin cesar: Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo; llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. A ti Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles, la multitud de los profetas te enaltece, y el ejército glorioso de los mártires te aclama. A ti la Iglesia santa, por todos los confines extendida, con júbilo te adora y canta tu grandeza: Padre, infinitamente santo, Hijo eterno, unigénito de Dios, Santo Espíritu de amor y de consuelo. Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre, tú el Rey de toda la creación. Tú, para salvar al hombre, tomaste la condición de esclavo en el seno de una virgen. Tú destruiste la muerte y abriste a los creyentes las puertas de la gloria. Tú vives ahora, inmortal y glorioso, en el reino del Padre. Tú vendrás algún día, como juez universal. Muéstrate, pues, amigo y defensor de los hombres que salvaste. Y recíbelos por siempre allá en tu reino, con tus santos y elegidos. La parte que sigue puede omitirse si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu heredad. Sé su pastor, y guíalos por siempre. Día tras día te bendeciremos y alabaremos tu nombre por siempre jamás. Dígnate, Señor, guardarnos de pecado en este día. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. A ti, Señor, me acojo, no quede yo nunca defraudado. Oración
Señor, Dios nuestro, que colmaste a la Virgen María con los dones del Espíritu Santo mientras oraba con los Apóstoles; concédenos a cuantos la celebramos bajo el título de Nuestra Señora de la Evangelización que, movidos por ese mismo Espíritu, perseveremos unánimes en la oración y fervientes en la caridad y anunciemos a los hermanos la buena nueva de la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 14 de Mayo
14 de mayo Nuestra Señora de la Evangelización En Lima: Solemnidad Laudes V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Señora de la Evangelización, Madre amada y venerada, hoy tus hijos celebramos jubilosos el don de nuestra fe. Hoy tus hijos celebramos jubilosos el regalo de tu amor. Llena de gracia, de amor y ternura junto a Jesús viviste en Nazaret. Tú nos enseñas a caminar con Cristo y anunciar el Evangelio por doquier. Contigo vino la salvación del mundo, Tú nos sembraste la semilla de la fe, hoy florece gracias a tu presencia Madre nuestra y Madre del Redentor. Salmodia Ant. 1. Dichosa eres, Virgen María, tuviste sed de Dios y creíste en el Dios vivo. Aleluya. Salmo 62, 2-9 ¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada; sin agua. ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de manjares exquisitos, y mis labios te alabarán jubilosos. En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Dichosa eres, Virgen María, tuviste sed de Dios y creíste en el Dios vivo. Aleluya. Ant. 2. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Aleluya. Cántico Dn. 3, 57-88. 56 Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor. Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor. Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor. Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor. Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor. Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor. Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor. Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos. Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor. Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor. Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Hijos de los hombres, bendecid al Señor; bendiga Israel al Señor. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor. Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo ensalcémoslo con himnos por los siglos. Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos. Ant. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Aleluya. Ant. 3. Cantemos un cántico nuevo al Señor que ha amado y adornado con la victoria a su humilde sierva. Aleluya. Salmo 149 Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos: para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro. Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Cantemos un cántico nuevo al Señor que ha amado y adornado con la victoria a su humilde sierva. Aleluya. Lectura breve Is 60, 1-3 Levántate, brilla Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti. Mira: las tinieblas cubren la tierra, y la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti. Y caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora. Responsorio breve V/. El Señor, tu Dios, está en medio de ti. Aleluya, aleluya. R/. El Señor, tu Dios, está en medio de ti. Aleluya, aleluya. V/. Su gloria amanecerá sobre ti. R/. Aleluya, aleluya. V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. R/. El Señor, tu Dios, está en medio de ti. Aleluya, aleluya. Cántico evangélico Ant. Bendigamos a Dios, que con la cooperación de la Virgen María, ha visitado y redimido a su pueblo. Aleluya. Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Bendigamos a Dios, que con la cooperación de la Virgen María, ha visitado y redimido a su pueblo. Aleluya. Preces Llenos de confianza filial elevemos nuestras súplicas a Dios, nuestro Padre, en la fiesta de nuestra Patrona, Nuestra Señora de la Evangelización y digámosle: Que la llena de gracia interceda por nosotros. Te bendecimos, Señor, porque tanto amaste al mundo que nos enviaste a tu Hijo, el Salvador, nacido de Santa María Virgen,
y te pedimos que todos los hombres reconozcan y confiesen que tu Hijo Jesucristo es el Señor. Te bendecimos, Señor, porque has querido que tu Hijo nos redimiera en el misterio de la Cruz y de su resurrección, y te suplicamos que busquemos siempre los bienes de arriba y actuemos siempre según los principios del Evangelio. Te bendecimos, Señor, porque tu Hijo, en la cruz, nos dio como Madre a María, y concede a los que veneramos a la Virgen, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Evangelización, ser evangelizados por tu Palabra para ser evangelizadores en el mundo. Te bendecimos, Señor, porque has enviado al Espíritu Santo sobre la Virgen María y los Apóstoles, y envía este mismo Espíritu para que encienda nuestros corazones, nos renueve y nos impulse a ser fervientes evangelizadores como los apóstoles. Unidos fraternalmente bajo la protección de Nuestra Señora de la Evangelización, pidamos al Padre que venga a nosotros su reino: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Señor, Dios nuestro, que colmaste a la Virgen María con los dones del Espíritu Santo mientras oraba con los Apóstoles; concédenos a cuantos la celebramos bajo el título de Nuestra Señora de la Evangelización que, movidos por ese mismo Espíritu, perseveremos unánimes en la oración y fervientes en la caridad y anunciemos a los hermanos la buena nueva de la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 14 de Mayo
14 de mayo Nuestra Señora de la Evangelización En Lima: Solemnidad Tercia V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Espíritu de Dios, la tierra llenas, las mentes de los hombres las bañas en tu luz, tú que eres Luz de Dios, divino fuego, infunde en todo hombre la fuerza de la cruz. Sé luz resplandeciente en las tinieblas de quienes el pecado sumió en la obscuridad, reúne en la asamblea de los hijos los justos que te amaron, los muertos por la paz. Acaba en plenitud al Cristo vivo, confirma en el creyente la gracia y el perdón, reúnelos a todos en la Iglesia, testigos jubilosos de la resurrección. Amén. Salmodia Ant. Todos se dedicaban a la oración en común, con María la madre de Jesús. Aleluya. Salmo 117 I Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. En el peligro grité al Señor, y me escuchó, poniéndome a salvo. El Señor está conmigo: no temo; ¿qué podrá hacerme el hombre? El Señor está conmigo y me auxilia, veré la derrota de mis adversarios. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que confiar en los magnates. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. II Todos los pueblos me rodeaban, en el nombre del Señor los rechacé; me rodeaban cerrando el cerco, en el nombre del Señor los rechacé; me rodeaban como avispas, ardiendo como fuego en las zarzas, en el nombre del Señor los rechacé. Empujaban y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó; el Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi salvación. Escuchad: hay cantos de victoria en las tiendas de los justos: «La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa, la diestra del Señor es poderosa». No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me entregó a la muerte. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. III Abridme las puertas del triunfo, y entraré para dar gracias al Señor. Esta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella. Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios: él nos ilumina. Ordenad una procesión con ramos hasta los ángulos del altar. Tú eres mi Dios, te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Todos se dedicaban a la oración en común, con María la madre de Jesús. Aleluya. Lectura breve So 3, 14. 15b Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, hija de Jerusalén. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti.
V/. Dichosos los que escuchan la palabra de Dios. Aleluya. R/. Y la cumplen. Aleluya. Oración Señor, Dios nuestro, que colmaste a la Virgen María con los dones del Espíritu Santo mientras oraba con los Apóstoles; concédenos a cuantos la celebramos bajo el título de Nuestra Señora de la Evangelización que, movidos por ese mismo Espíritu, perseveremos unánimes en la oración y fervientes en la caridad y anunciemos a los hermanos la buena nueva de la salvación. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 14 de Mayo
14 de mayo Nuestra Señora de la Evangelización En Lima: Solemnidad Sexta V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Verbo de Dios, el sol de mediodía, amable mensajero de tu rostro, fecunda nuestra tierra y la hermosea como fuente de luz, de vida y gozo. Más hermoso tu cuerpo, que es pleroma del infinito amor jamás gastado; y de ese mar sin fondo ni ribera la Iglesia es tu pleroma continuado. Verbo de Dios, que reinas sin fatiga, que emerges victorioso del trabajo, reina dichoso tú que nos esperas mientras nosotros vamos caminando. Amén. Salmodia Ant. Dijo la madre de Jesús: «Haced lo que él diga». Aleluya. Salmo 117 I Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. En el peligro grité al Señor, y me escuchó, poniéndome a salvo. El Señor está conmigo: no temo; ¿qué podrá hacerme el hombre? El Señor está conmigo y me auxilia, veré la derrota de mis adversarios. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que confiar en los magnates. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. II Todos los pueblos me rodeaban, en el nombre del Señor los rechacé; me rodeaban cerrando el cerco, en el nombre del Señor los rechacé; me rodeaban como avispas, ardiendo como fuego en las zarzas, en el nombre del Señor los rechacé. Empujaban y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó; el Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi salvación. Escuchad: hay cantos de victoria en las tiendas de los justos: «La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa, la diestra del Señor es poderosa». No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me entregó a la muerte. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. III Abridme las puertas del triunfo, y entraré para dar gracias al Señor. Esta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella. Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios: él nos ilumina. Ordenad una procesión con ramos hasta los ángulos del altar. Tú eres mi Dios, te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Dijo la madre de Jesús: «Haced lo que él diga». Aleluya. Lectura breve Za 9, 9a Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén. Mira a tu Rey que viene a ti, justo y victorioso.
V/. Dichoso el seno de santa María Virgen. Aleluya. R/. Que llevó al Hijo del eterno Padre. Aleluya. Oración Señor, Dios nuestro, que colmaste a la Virgen María con los dones del Espíritu Santo mientras oraba con los Apóstoles; concédenos a cuantos la celebramos bajo el título de Nuestra Señora de la Evangelización que, movidos por ese mismo Espíritu, perseveremos unánimes en la oración y fervientes en la caridad y anunciemos a los hermanos la buena nueva de la salvación. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 14 de Mayo
14 de mayo Nuestra Señora de la Evangelización En Lima: Solemnidad Nona V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Reina el Señor allí donde ninguno ciñe corona que haya dado el mundo; reina el Señor allí donde la vida, sin lágrimas, es río de delicias. Reina el Señor, el compasivo Siervo, que en sus hombros cargó nuestro madero; vive el muerto en la cruz, el sepultado y con hierro sellado y custodiado. Cruzó el oscuro valle de la muerte hasta bajar a tumba de rebeldes; fingía que ere suya nuestra pena, y en silencio escuchó nuestra sentencia. Pero reina el Señor, la tierra goza, y ya se escuchan los cánticos de boda. ¡Gloria al Señor Jesús Resucitado, nuestra esperanza y triunfo deseado! Amén. Salmodia Ant. Dijo el Señor a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Aleluya. Salmo 117 I Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. En el peligro grité al Señor, y me escuchó, poniéndome a salvo. El Señor está conmigo: no temo; ¿qué podrá hacerme el hombre? El Señor está conmigo y me auxilia, veré la derrota de mis adversarios. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que confiar en los magnates. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. II Todos los pueblos me rodeaban, en el nombre del Señor los rechacé; me rodeaban cerrando el cerco, en el nombre del Señor los rechacé; me rodeaban como avispas, ardiendo como fuego en las zarzas, en el nombre del Señor los rechacé. Empujaban y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó; el Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi salvación. Escuchad: hay cantos de victoria en las tiendas de los justos: «La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa, la diestra del Señor es poderosa».
No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me entregó a la muerte. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. III Abridme las puertas del triunfo, y entraré para dar gracias al Señor. Esta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella. Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios: él nos ilumina. Ordenad una procesión con ramos hasta los ángulos del altar. Tú eres mi Dios, te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dijo el Señor a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Aleluya. Lectura breve Jdt 13, 31 Bendita seas en todas las tiendas de Judá y en todas las naciones. Cuantos oigan tu nombre quedarán asombrados. V/. Bendita tú entre las mujeres. Aleluya. R/. Y bendito el fruto de tu vientre. Aleluya. Oración Señor, Dios nuestro, que colmaste a la Virgen María con los dones del Espíritu Santo mientras oraba con los Apóstoles; concédenos a cuantos la celebramos bajo el título de Nuestra Señora de la Evangelización que, movidos por ese mismo Espíritu, perseveremos unánimes en la oración y fervientes en la caridad y anunciemos a los hermanos la buena nueva de la salvación. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 14 de Mayo
14 de mayo Nuestra Señora de la Evangelización En Lima: Solemnidad II Vísperas V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Dios te salve María estrella de los mares guíanos al puerto antes que se haga tarde. Dios te salve María, faro vigilante, luz que siempre brilla en nuestras tempestades. Dios te salve María, protectora y Madre: en las culpas y penas de mis ansiedades nunca me abandones, no quiero olvidarte. Dios te salve María, creyente incansable, disipa las tinieblas que impiden amarte. Madre del Evangelio queremos que nos hables como lo hiciste a tu Hijo cuando se hacía grande; porque entonces sabremos conversar con el Padre y a Dios predicaremos con tu don irable.
María Madre Nuestra Señora de la Evangelización ruega al Padre por nosotros y danos tu bendición. Amén. Salmodia Ant. 1. Alégrate, María, bendita de Dios y templo del Espíritu Santo. Aleluya. Salmo 121 ¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia en el palacio de David. Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios». Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo». Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien. Ant. Alégrate, María, bendita de Dios y templo del Espíritu Santo. Aleluya. Ant. 2. María escuchaba la palabra de Dios, y la conservaba, meditándola en su corazón. Aleluya. Salmo 126 Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas. Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde, que comáis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen! La herencia que da el Señor son los hijos; una recompensa es el fruto de las entrañas: son saetas en manos de un guerrero los hijos de la juventud. Dichoso el hombre que llena con ellas su aljaba: No quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza. Ant. María escuchaba la palabra de Dios, y la conservaba, meditándola en su corazón. Aleluya. Ant. 3. Bendita eres María, elegida por el Señor para dar al mundo a Cristo, el Salvador. Aleluya. Cántico Ef 1, 3-10 Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos consagrados e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad. Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, las del cielo y las de la tierra. Ant. Bendita eres María, elegida por el Señor para dar al mundo a Cristo, el Salvador. Aleluya. Lectura breve Ga 4, 4-5 Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Responsorio breve V/. Tú nos entregas a Jesús. Aleluya, aleluya. R/. Tú nos entregas a Jesús. Aleluya, aleluya. V/. En ti confiamos y esperamos. R/. Aleluya, aleluya. V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. R/. Tú nos entregas a Jesús. Aleluya, aleluya. Cántico evangélico Ant. Hoy celebramos la fiesta de nuestra Señora de la Evangelización. Hoy sus hijos alabamos al Señor porque Ella dio a luz a Jesucristo, que vino a anunciar la Buena Nueva a los pobres y a proclamar el año de gracia del Señor. Aleluya. Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padresen favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Hoy celebramos la fiesta de nuestra Señora de la Evangelización. Hoy sus hijos alabamos al Señor porque Ella dio a luz a Jesucristo, que vino a anunciar la Buena Nueva a los pobres y a proclamar el año de gracia del Señor. Aleluya. Preces Al celebrar la fiesta de nuestra Señora de la Evangelización, nuestra Patrona, invoquemos a Cristo que nació de Santa María para salvamos, y digámosle: Hijo de Dios y de María, escúchanos. Tú que dijiste que tu madre y tus hermanos son los que oyen la palabra de Dios y la cumplen, concede a todos los cristianos, por tu intercesión, conocer, amar y cumplir la voluntad divina. Tú que nos concedes la alegría de celebrar hoy la solemnidad de nuestra Señora de la Evangelización nuestra Patrona, concede a la Iglesia de Lima venerarla con amor, proclamarla bienaventurada e invocarla con fe. Tú que participaste en Caná de Galilea e hiciste el primer milagro, haz que los matrimonios, en el amor mutuo y en la fidelidad constante, sean en nuestra sociedad fermento de paz y unidad. Tú que dijiste: «Dichosos los que crean sin haber visto», concédenos por intercesión de María, la mujer creyente, crecer en la fe, la esperanza y en el amor. Tú que desde la Cruz nos diste a María por Madre, concede por su mediación salud a los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores. Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Tú que has glorificado a la Virgen María en el cielo y nos has prometido prepararnos una morada en la casa del Padre, concede a nuestros hermanos difuntos la felicidad de tu reino. Con el gozo y la alegría de los hijos de Dios, digamos con confianza: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Señor, Dios nuestro, que colmaste a la Virgen María con los dones del Espíritu Santo mientras oraba con los Apóstoles; concédenos a cuantos la celebramos bajo el título de Nuestra Señora de la Evangelización que, movidos por ese mismo Espíritu, perseveremos unánimes en la oración y fervientes en la caridad y anunciemos a los hermanos la buena nueva de la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 14 de Mayo
24 de mayo Santa María, Auxilio de los Cristianos Invitatorio V/. Señor, abre mis labios. R/. Y mi boca proclamará tu alabanza. Ant. Venid, adoremos a Cristo, Hijo de María Virgen. O bien: Ant. Aclamemos al Señor en esta fiesta de María Virgen. Salmo 94 Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes. Suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a prueba, y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: “Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso”».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Venid, adoremos a Cristo, Hijo de María Virgen. O bien: Ant. Aclamemos al Señor en esta fiesta de María Virgen. Continuar con Laudes Continuar con Oficio de lectura
24 de mayo Santa María, Auxilio de los Cristianos Oficio de lectura V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Lucero de la mañana, norte que muestra el camino, cuando turba de continuo nuestro mar la tramontana. Quien tanta grandeza explica sin alas puede volar, porque no podrá alabar a la que es más santa y rica. Sois pastora de tal suerte, que aseguráis los rebaños de mortandades y daños, dando al lobo cruda muerte. Dais vida a quien se os aplica, y en los cielos y en la tierra libráis las almas de guerra, como poderosa y rica. Si vuestro ejemplo tomasen las pastoras y pastores, yo fío que de dolores para siempre se librasen. Tanto Dios se os comunica, que sin fin os alabamos, y más cuando os contemplamos en el mundo la más rica. Amén. Salmodia Ant. 1. También nosotros gemimos en nuestro interior, aguardando la redención de nuestro cuerpo. Salmo 38
I Yo me dije: vigilaré mi proceder, para que no se me vaya la lengua; pondré una mordaza a mi boca mientras el impío esté presente. Guardé silencio resignado, no hablé con ligereza; pero mi herida empeoró, y el corazón me ardía por dentro; pensándolo me requemaba, hasta que solté la lengua. Señor, dame a conocer mi fin y cuál es la medida de mis años, para que comprenda lo caduco que soy. Me concediste un palmo de vida, mis días son nada ante ti; el hombre no dura más que un soplo, el hombre pasa como pura sombra, por un soplo se afana, atesora sin saber para quien. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. También nosotros gemimos en nuestro interior, aguardando la redención de nuestro cuerpo. Ant. 2. Escucha, Señor, mi oración: no seas sordo a mi llanto. II Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda? Tú eres mi confianza. Líbrame de mis iniquidades, no me hagas la burla de los necios. Enmudezco, no abro la boca, porque eres tú quien lo ha hecho. Aparta de mí tus golpes, que el ímpetu de tu mano me acaba. Escarmientas al hombre castigando su culpa; como una polilla roes sus tesoros;
el hombre no es más que un soplo. Escucha, Señor, mi oración, haz caso de mis gritos, no seas sordo a mi llanto; porque yo soy huésped tuyo, forastero como todos mis padres. Aplaca tu ira, dame respiro, antes de que pase y no exista. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Escucha, Señor, mi oración: no seas sordo a mi llanto. Ant. 3. Yo confío en la misericordia del Señor por siempre jamás. Aleluya. Salmo 51 ¿Por qué te glorías de la maldad y te envalentonas contra el piadoso? Estás todo el día maquinando injusticias, tu lengua es navaja afilada, autor de fraudes; prefieres el mal al bien, la mentira a la honradez; prefieres las palabras corrosivas, lengua embustera. Pues Dios te destruirá para siempre, te abatirá y te barrerá de tu tienda; arrancará tus raíces del suelo vital. Lo verán los justos, y temerán, y se reirán de él: «Mirad al valiente que no puso en Dios su apoyo, confió en sus muchas riquezas, se insolentó en sus crímenes». Pero yo, como verde olivo, en la casa de Dios, confío en su misericordia por siempre jamás.
Te daré siempre gracias porque has actuado; proclamaré delante de tus fieles: «Tu nombre es bueno». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. 3. Yo confío en la misericordia del Señor por siempre jamás. Aleluya. V/. Dios resucitó a Cristo de entre los muertos. Aleluya R/. Para que nuestra fe y esperanza se centren en Dios. Aleluya. Primera lectura Año II: De los Hechos de los apóstoles 21, 40-22, 21 Discurso de Pablo a los judíos de Jerusalén En aquellos días, el tribuno concedió a Pablo la palabra, y Pablo, de pie en lo alto de la escalinata, hizo señal con la mano en dirección al pueblo. Y, en medio de un gran silencio, les dirigió en arameo este discurso: «Hermanos y padres, escuchad esta mi defensa, que os dirijo ahora». Cuando oyeron que les hablaba en arameo, guardaron mayor silencio todavía. Y él prosiguió: «Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero crecido en esta ciudad y formado con toda escrupulosidad en la ley de nuestros padres, en la escuela de Gamaliel. Yo estaba lleno de celo por la gloria de Dios, como todos vosotros lo estáis ahora; y perseguí de muerte a los seguidores de esta doctrina, encadenando y encarcelando a hombres y a mujeres. Esto lo pueden testificar el mismo sumo sacerdote y el Consejo en pleno de los ancianos. De éstos recibí cartas de recomendación para nuestros hermanos de Damasco, y allá me dirigí con la intención de traer encadenados a Jerusalén a cuantos allí hubiera, para que recibiesen su castigo. Pero cuando ya en mi viaje me acercaba a Damasco, hacia eso del mediodía, de repente me envolvió una luz vivísima del cielo. Yo caí al suelo, y oí una voz, que me decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” Yo respondí: “¿Quién eres, Señor?” Y me dijo: “Yo soy Jesús, el Nazareno, a quien tú persigues”. Los que me acompañaban vieron efectivamente la luz, pero no entendieron la voz del que me hablaba. Y repuse: “¿Qué tengo que hacer, Señor?” Y el Señor me dijo: “Levántate y vete a Damasco. Allí te dirá Dios todo cuanto ha determinado que hagas”.
Como yo no podía ver por el resplandor de aquella luz, mis compañeros me tomaron de la mano, y así entré en Damasco. Un tal Ananías, hombre observante de la ley, y estimado por todos los judíos que vivían allí, vino a verme y, puesto en mi presencia, me dijo: “Saulo, hermano, recobra la vista”. Y en aquel mismo instante la recobré. Y continuó: “El Dios de nuestros padres te ha escogido para darte a conocer su voluntad, para que vieras al Justo y oyeras una palabra de su boca; porque asegurarás ante todos los hombres la verdad de todo cuanto has visto y oído. Y ahora, ¿a qué aguardas? Recibe en seguida el bautismo y purifícate de tus pecados, invocando su nombre”. Después, cuando ya volví a Jerusalén, estando en oración en el templo, tuve un éxtasis; y vi a Jesús que me decía: “Date prisa y sal de Jerusalén cuanto antes, porque no van a aceptar el testimonio que les vas a dar de mi persona”. Yo contesté: “Señor, ellos saben que yo hacía encarcelar y azotar en las sinagogas a los que creían en ti; y que, cuando derramaron la sangre de tu testigo Esteban, yo en persona estaba allí presente, dando mi aprobación y guardando los vestidos de quienes le daban muerte”. Y él me dijo: “Vete; que yo te voy a mandar lejos, a los gentiles”». Responsorio Cf. Hch 22, 14. 15; cf. Ga 1, 15. 16 R/. El Dios de nuestros padres me escogió para darme a conocer su voluntad. * Yo aseguro ante todos los hombres la verdad de cuanto he visto y oído. Aleluya. V/. Aquel que me eligió por su gracia quiso que yo anunciara a su Hijo a los gentiles. R/. Yo aseguro ante todos los hombres la verdad de cuanto he visto y oído. Aleluya. Segunda lectura De las Homilías de San Bernardo Abad. (Hom. II super Missus est, 17: PL 183, 7013-71A) Mira a María, Estrella del Mar María es llamada estrella del mar. Efectivamente, con sumo acierto se la compara a una estrella, porque así como el astro sin alterar su naturaleza difunde sus rayos, así, sin menoscabar su cuerpo, la Virgen dio a luz al Hijo de Dios. Y como el rayo no quita a la estrella su esplendor, el Hijo no mengua en la Virgen su integridad. Ella es, pues, la noble estrella de la Casa de Jacob: su luz ilumina todo el mundo, su fulgor resplandece en los cielos y penetra en los abismos; colma también la tierra y esclareciendo las almas más que los cuerpos, facilita la conquista de las virtudes y destruye los vicios. Ella, además, es la fulgente y sublime estrella que, necesariamente elevada sobre el vasto y espacioso mar de la vida, resplandece por sus méritos e ilumina con sus ejemplos. Tú, quienquiera que seas, si entre las olas del mar de este mundo te sientes arrastrado por violentas borrascas que te impiden alcanzar la orilla y quieres salvarte de la tempestad, no quites tus ojos del resplandor de esta estrella, Si te vieras envuelto por el huracán de las tentaciones y te sintieras golpeado entre los escollos de la tribulación, mira la estrella, invoca a María. Si fueras alcanzado por las ondas de la soberbia, de la ambición, de la calumnia, de la envidia, mira la estrella, invoca a María. Si la ira, la avaricia o la seducción de la carne golpean la navecilla de tu voluntad, mira la estrella, invoca a María. Si, conturbado por la gravedad de los pecados, confundido por la propia indignidad o sobrecogido por el temor del juicio, comenzaras a sumergirte en el abismo de la tristeza o desesperación, piensa en María, invoca a María. En los peligros, en las dificultades, en las dudas, piensa en María, invoca a María. Su
nombre esté siempre en tus labios, su amor colme tu corazón y, para asegurarte la eficacia de su plegaria, no olvides los ejemplos de su vida. Siguiéndola no te desviarás del recto sendero; invocándola no podrás desesperar; pensando en Ella no errarás. Si Ella te sostiene, no caerás; si te protege, nada podrás temer; si Ella te guía, no sentirás el cansancio del camino; si Ella te ampara, llegarás a la meta. Responsorio R/. Bendita tú, Madre de Cristo; has engendrado al que es tu Señor. Fulgente estrella del mar, guía y salva a tus fieles. * Tú, ensalzada por los coros de los ángeles. V/. Ruega por nosotros, dulce Virgen María. R/. Tú, ensalzada por los coros de los ángeles. Oración Oh Dios, que hiciste a la Virgen María madre y auxilio de los cristianos: fortalece a tu Iglesia con su intercesión, para que pueda soportar con paciencia y vencer con amor las opresiones interiores y externas, y así manifestar abiertamente a los hombres el misterio de Cristo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 24 de Mayo
24 de mayo Santa María, Auxilio de los Cristianos Laudes V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Eres tú la mujer llena de gloria, alzada por encima de los astros; con tu sagrado pecho das la leche al que en su providencia te ha creado. Lo que Eva nos perdió tan tristemente, tú lo devuelves por tu fruto santo; para que al cielo ingresen los que lloran, eres tú la ventana del costado. Tú eres la puerta altísima del Rey y la entrada fulgente de la luz; la vida que esta Virgen nos devuelve aplauda el pueblo que alcanzó salud. Sea la gloria a ti, Señor Jesús, que de María Virgen has nacido, gloria contigo al Padre y al Paráclito, por sempiternos y gozosos siglos. Amén. Salmodia Ant. 1. Te vio el mar, ¡oh Dios!, te vio el mar mientras guiabas a tu pueblo por las aguas caudalosas. Aleluya. Salmo 76 Alzo mi voz a Dios gritando, alzo mi voz a Dios para que me oiga. En mi angustia te busco, Señor mío; de noche extiendo las manos sin descanso, y mi alma rehúsa el consuelo.
Cuando me acuerdo de Dios, gimo, y meditando me siento desfallecer. Sujetas los párpados de mis ojos, y la agitación no me deja hablar. Repaso los días antiguos, recuerdo los años remotos; de noche lo pienso en mis adentros, y meditándolo me pregunto: ¿Es que el Señor nos rechaza para siempre y ya no volverá a favorecernos? ¿Se ha agotado ya su misericordia, se ha terminado para siempre su promesa? ¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad, o la cólera cierra sus entrañas? Y me digo: ¡Qué pena la mía! ¡Se ha cambiado la diestra del Altísimo! Recuerdo las proezas del Señor; sí, recuerdo tus antiguos portentos, medito todas tus obras y considero tus hazañas. Dios mío, tus caminos son santos: ¿qué dios es grande como nuestro Dios? Tú, ¡oh Dios!, haciendo maravillas, mostraste tu poder a los pueblos; con tu brazo rescataste a tu pueblo, a los hijos de Jacob y de José. Te vio el mar, ¡oh Dios!, te vio el mar y tembló, las olas se estremecieron. Las nubes descargaban sus aguas, retumbaban los nubarrones, tus saetas zigzagueaban. Rodaba el fragor de tu trueno, los relámpagos deslumbraban el orbe, la tierra retembló estremecida. Tú te abriste camino por las aguas, un vado por las aguas caudalosas, y no quedaba rastro de tus huellas:
mientras guiabas a tu pueblo, como a un rebaño, por la mano de Moisés y de Aarón. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Te vio el mar, ¡oh Dios!, te vio el mar mientras guiabas a tu pueblo por las aguas caudalosas. Aleluya. Ant. 2. El Señor da la muerte y la vida. Aleluya. Cántico 1 S 2, 1-10 Mi corazón se regocija por el Señor, mi poder se exalta por Dios; mi boca se ríe de mis enemigos, porque gozo con tu salvación. No hay santo como el Señor, no hay roca como nuestro Dios. No multipliquéis discursos altivos, no echéis por la boca arrogancias, porque el Señor es un Dios que sabe; él es quien pesa las acciones. Se rompen los arcos de los valientes, mientras los cobardes se ciñen de valor; los hartos se contratan por el pan, mientras los hambrientos no tienen ya que trabajar; la mujer estéril da a luz siete hijos, mientras la madre de muchos se marchita. El Señor da la muerte y la vida, hunde en el abismo y levanta; da la pobreza y la riqueza, humilla y enaltece. Él levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para hacer que se siente entre príncipes y que herede un trono de gloria; pues del Señor son los pilares de la tierra, y sobre ellos afianzó el orbe. Él guarda los pasos de sus amigos, mientras los malvados perecen en las tinieblas,
porque el hombre no triunfa por su fuerza. El Señor desbarata a sus contrarios, al Altísimo truena desde el cielo, el Señor juzga hasta el confín de la tierra. Él da fuerza a su Rey, exalta el poder de su Ungido. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. El Señor da la muerte y la vida. Aleluya. Ant. 3. Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Aleluya. Salmo 96 El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono Delante de él avanza fuego, abrasando en torno a los enemigos; sus relámpagos deslumbran el orbe, y, viéndolos, la tierra se estremece. Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra; los cielos pregonan su justicia y todos los pueblos contemplan su gloria. Los que adoran estatuas se sonrojan, los que ponen su orgullo en los ídolos; ante él se postran todos los dioses. Lo oye Sión, y se alegra, se regocijan las ciudades de Judá por tus sentencias, Señor; porque tú eres, Señor, altísimo sobre toda la tierra, encumbrado sobre todos los dioses. El Señor ama al que aborrece el mal, protege la vida de sus fieles y los libra de los malvados.
Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Aleluya. Lectura breve Is 61, 10 Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como a una novia que se adorna con sus joyas. Responsorio breve V/. El Señor la eligió y la predestinó. R/. El Señor la eligió y la predestinó. V/. La hizo morar en su templo santo. R/. Y la predestinó. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. El Señor la eligió y la predestinó. Cántico evangélico Ant. Alégrate, Virgen Madre: contigo el Señor nos ha librado de los enemigos y nos ha revelado su amor. Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Alégrate, Virgen Madre: contigo el Señor nos ha librado de los enemigos y nos ha revelado su amor. Preces Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle: Que tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros. Sol de justicia, a quien María Virgen precedía cual aurora luciente, haz que vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia. Palabra eterna del Padre, tú que elegiste a María como arca de tu morada, líbranos de toda ocasión de pecado. Salvador del mundo, que quisiste que tu Madre estuviera junto a tu cruz, por su intercesión concédenos compartir con alegría tus padecimientos. Señor Jesús, que colgado en la cruz entregaste María a Juan como madre, haz que nosotros vivamos también como hijos suyos. Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Según el mandato del Señor, digamos confiadamente: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Oh Dios, que hiciste a la Virgen María madre y auxilio de los cristianos: fortalece a tu Iglesia con su intercesión, para que pueda soportar con paciencia y vencer con amor las opresiones interiores y externas, y así manifestar abiertamente a los hombres el misterio de Cristo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 24 de Mayo
24 de mayo Santa María, Auxilio de los Cristianos Tercia V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Espíritu de Dios, la tierra llenas, las mentes de los hombres las bañas en tu luz, tú que eres Luz de Dios, divino fuego, infunde en todo hombre la fuerza de la cruz. Sé luz resplandeciente en las tinieblas de quienes el pecado sumió en la obscuridad, reúne en la asamblea de los hijos los justos que te amaron, los muertos por la paz. Acaba en plenitud al Cristo vivo, confirma en el creyente la gracia y el perdón, reúnelos a todos en la Iglesia, testigos jubilosos de la resurrección. Amén. Salmodia Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Salmo 118, 57-64 El Señor es mi herencia; he resuelto guardar tus palabras; de todo corazón busco tu favor: ten piedad de mí según tu promesa; he examinado mi camino, para enderezar mis pies a tus preceptos. Con diligencia, sin tardanza, observo tus mandatos; los lazos de los malvados me envuelven, pero no olvido tu voluntad; a media noche me levanto para darte gracias
por tus justos mandamientos. Me junto con tus fieles, que guardan tus decretos; Señor, de tu bondad está llena la tierra; enséñame tus leyes. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 54, 2-15. 17-24 I Dios mío, escucha mi oración, no te cierres a mi súplica; hazme caso y respóndeme, me agitan mis ansiedades. Me turba la voz del enemigo, los gritos del malvado: descargan sobre mí calamidades y me atacan con furia. Se estremece mi corazón, me sobrecoge un pavor mortal, me asalta el temor y el terror, me cubre el espanto, y pienso: «¡Quién me diera alas de paloma para volar y posarme! Emigraría lejos, habitaría en el desierto, me pondría en seguida a salvo de la tormenta, del huracán que devora, Señor; del torrente de sus lenguas». Violencia y discordia veo en la ciudad: día y noche hacen la ronda sobre las murallas; en su recinto, crimen e injusticia; dentro de ella, calamidades; no se apartan de su plaza la crueldad y el engaño.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. II Si mi enemigo me injuriase, lo aguantaría; si mi adversario se alzase contra mí, me escondería de él; pero eres tú, mi compañero, mi amigo y confidente, a quien me unía una dulce intimidad: juntos íbamos entre el bullicio por la casa de Dios. Pero yo invoco a Dios, y el Señor me salva: por la tarde, en la mañana, al mediodía, me quejo gimiendo. Dios escucha mi voz: su paz rescata mi alma de la guerra que me hacen, porque son muchos contra mí. Dios me escucha, los humilla el que reina desde siempre, porque no quieren enmendarse ni temen a Dios. Levantan la mano contra su aliado, violando los pactos; su boca es más blanda que la manteca, pero desean la guerra; sus palabras son más suaves que el aceite, pero son puñales. Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará; no permitirá jamás que el justo caiga. Tú, Dios mío, los harás bajar a ellos a la fosa profunda.
Los traidores y sanguinarios no cumplirán ni la mitad de sus años. Pero yo confío en ti. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Lectura breve Cf. Rm 4, 24-25 Creemos en aquel que resucitó de entre los muertos a Jesús, nuestro Señor, que fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitado para nuestra justificación. V/. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. R/. Y se ha aparecido a Simón. Aleluya. Oración Concédenos, Señor, que, así como ahora celebramos en la fe la gloriosa resurrección de tu Hijo Jesucristo, así también merezcamos regocijarnos con todos los santos, cuando vuelva él triunfalmente al fin de los tiempos. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 24 de mayo
24 de mayo Santa María, Auxilio de los Cristianos Sexta V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Verbo de Dios, el sol de mediodía, amable mensajero de tu rostro, fecunda nuestra tierra y la hermosea como fuente de luz, de vida y gozo. Más hermoso tu cuerpo, que es pleroma del infinito amor jamás gastado; y de ese mar sin fondo ni ribera la Iglesia es tu pleroma continuado. Verbo de Dios, que reinas sin fatiga, que emerges victorioso del trabajo, reina dichoso tú que nos esperas mientras nosotros vamos caminando. Amén. Salmodia Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Salmo 118, 57-64 El Señor es mi herencia; he resuelto guardar tus palabras; de todo corazón busco tu favor: ten piedad de mí según tu promesa; he examinado mi camino, para enderezar mis pies a tus preceptos. Con diligencia, sin tardanza, observo tus mandatos; los lazos de los malvados me envuelven, pero no olvido tu voluntad; a media noche me levanto para darte gracias
por tus justos mandamientos. Me junto con tus fieles, que guardan tus decretos; Señor, de tu bondad está llena la tierra; enséñame tus leyes. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 54, 2-15. 17-24 I Dios mío, escucha mi oración, no te cierres a mi súplica; hazme caso y respóndeme, me agitan mis ansiedades. Me turba la voz del enemigo, los gritos del malvado: descargan sobre mí calamidades y me atacan con furia. Se estremece mi corazón, me sobrecoge un pavor mortal, me asalta el temor y el terror, me cubre el espanto, y pienso: «¡Quién me diera alas de paloma para volar y posarme! Emigraría lejos, habitaría en el desierto, me pondría en seguida a salvo de la tormenta, del huracán que devora, Señor; del torrente de sus lenguas». Violencia y discordia veo en la ciudad: día y noche hacen la ronda sobre las murallas; en su recinto, crimen e injusticia; dentro de ella, calamidades; no se apartan de su plaza la crueldad y el engaño.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. II Si mi enemigo me injuriase, lo aguantaría; si mi adversario se alzase contra mí, me escondería de él; pero eres tú, mi compañero, mi amigo y confidente, a quien me unía una dulce intimidad: juntos íbamos entre el bullicio por la casa de Dios. Pero yo invoco a Dios, y el Señor me salva: por la tarde, en la mañana, al mediodía, me quejo gimiendo. Dios escucha mi voz: su paz rescata mi alma de la guerra que me hacen, porque son muchos contra mí. Dios me escucha, los humilla el que reina desde siempre, porque no quieren enmendarse ni temen a Dios. Levantan la mano contra su aliado, violando los pactos; su boca es más blanda que la manteca, pero desean la guerra; sus palabras son más suaves que el aceite, pero son puñales. Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará; no permitirá jamás que el justo caiga. Tú, Dios mío, los harás bajar a ellos a la fosa profunda.
Los traidores y sanguinarios no cumplirán ni la mitad de sus años. Pero yo confío en ti. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Lectura breve 1 Jn 5, 5-6a ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Él, Jesucristo, vino por el agua y por la sangre; no con el agua solamente, sino con el agua y con la sangre. V/. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya. R/. Al ver al Señor. Aleluya. Oración Concédenos, Señor, que, así como ahora celebramos en la fe la gloriosa resurrección de tu Hijo Jesucristo, así también merezcamos regocijarnos con todos los santos, cuando vuelva él triunfalmente al fin de los tiempos. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 24 de mayo
24 de mayo Santa María, Auxilio de los Cristianos Nona V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Reina el Señor allí donde ninguno ciñe corona que haya dado el mundo; reina el Señor allí donde la vida, sin lágrimas, es río de delicias. Reina el Señor, el compasivo Siervo, que en sus hombros cargó nuestro madero; vive el muerto en la cruz, el sepultado y con hierro sellado y custodiado. Cruzó el oscuro valle de la muerte hasta bajar a tumba de rebeldes; fingía que ere suya nuestra pena, y en silencio escuchó nuestra sentencia. Pero reina el Señor, la tierra goza, y ya se escuchan los cánticos de boda. ¡Gloria al Señor Jesús Resucitado, nuestra esperanza y triunfo deseado! Amén. Salmodia Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Salmo 118, 57-64 El Señor es mi herencia; he resuelto guardar tus palabras; de todo corazón busco tu favor: ten piedad de mí según tu promesa; he examinado mi camino, para enderezar mis pies a tus preceptos.
Con diligencia, sin tardanza, observo tus mandatos; los lazos de los malvados me envuelven, pero no olvido tu voluntad; a media noche me levanto para darte gracias por tus justos mandamientos. Me junto con tus fieles, que guardan tus decretos; Señor, de tu bondad está llena la tierra; enséñame tus leyes. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 54, 2-15. 17-24 I Dios mío, escucha mi oración, no te cierres a mi súplica; hazme caso y respóndeme, me agitan mis ansiedades. Me turba la voz del enemigo, los gritos del malvado: descargan sobre mí calamidades y me atacan con furia. Se estremece mi corazón, me sobrecoge un pavor mortal, me asalta el temor y el terror, me cubre el espanto, y pienso: «¡Quién me diera alas de paloma para volar y posarme! Emigraría lejos, habitaría en el desierto, me pondría en seguida a salvo de la tormenta, del huracán que devora, Señor; del torrente de sus lenguas». Violencia y discordia veo en la ciudad: día y noche hacen la ronda sobre las murallas;
en su recinto, crimen e injusticia; dentro de ella, calamidades; no se apartan de su plaza la crueldad y el engaño. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. II Si mi enemigo me injuriase, lo aguantaría; si mi adversario se alzase contra mí, me escondería de él; pero eres tú, mi compañero, mi amigo y confidente, a quien me unía una dulce intimidad: juntos íbamos entre el bullicio por la casa de Dios. Pero yo invoco a Dios, y el Señor me salva: por la tarde, en la mañana, al mediodía, me quejo gimiendo. Dios escucha mi voz: su paz rescata mi alma de la guerra que me hacen, porque son muchos contra mí. Dios me escucha, los humilla el que reina desde siempre, porque no quieren enmendarse ni temen a Dios. Levantan la mano contra su aliado, violando los pactos; su boca es más blanda que la manteca, pero desean la guerra; sus palabras son más suaves que el aceite, pero son puñales. Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará;
no permitirá jamás que el justo caiga. Tú, Dios mío, los harás bajar a ellos a la fosa profunda. Los traidores y sanguinarios no cumplirán ni la mitad de sus años. Pero yo confío en ti. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Lectura breve Cf. Ef 4, 23-24 Renovaos en la mente y en el espíritu y vestíos de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas. V/. Quédate con nosotros, Señor. Aleluya. R/. Porque ya es tarde. Aleluya. Oración Concédenos, Señor, que, así como ahora celebramos en la fe la gloriosa resurrección de tu Hijo Jesucristo, así también merezcamos regocijarnos con todos los santos, cuando vuelva él triunfalmente al fin de los tiempos. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 24 de mayo
24 de mayo Santa María, Auxilio de los Cristianos Vísperas V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Salve, del mar Estrella, salve, Madre sagrada de Dios y siempre virgen, puerta del cielo santa. Tomando de Gabriel el «Ave», Virgen alma, mudando el nombre de Eva, paces divinas trata. La vista restituye, las cadenas desata, todos los males quita, todos los bienes causa. Muéstrate madre, y llegue por ti nuestra esperanza a quien, por darnos vida, nació de tus entrañas. Entre todas piadosa, Virgen, en nuestras almas, libres de culpa, infunde virtud humilde y casta. Vida nos presta pura, camino firme allana, que quien a Jesús llega eterno gozo alcanza. Al Padre, al Hijo, al Santo Espíritu alabanzas; una a los tres le demos,
y siempre eternas gracias. Amén. Salmodia Ant. 1. No se turbe vuestro corazón; tan sólo creed en mí. Aleluya. Salmo 61 Sólo en Dios descansa mi alma, porque de él viene mi salvación; sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré. ¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre todos juntos, para derribarlo como a una pared que cede o a una tapia ruinosa? Sólo piensan en derribarme de mi altura, y se complacen en la mentira: con la boca bendicen, con el corazón maldicen. Descansa sólo en Dios, alma mía, porque él es mi esperanza; sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré. De Dios viene mi salvación y mi gloria, él es mi roca firme, Dios es mi refugio. Pueblo suyo, confiad en él, desahogad ante él vuestro corazón, que Dios es nuestro refugio. Los hombres no son más que un soplo, los nobles son apariencia: todos juntos en la balanza subirían más leves que un soplo. No confiéis en la opresión, no pongáis ilusiones en el robo; y aunque crezcan vuestras riquezas, no les deis el corazón. Dios ha dicho una cosa,
y dos cosas que he escuchado: «Que Dios tiene el poder y el Señor tiene la gracia; que tú pagas a cada uno según sus obras». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. No se turbe vuestro corazón; tan sólo creed en mí. Aleluya. Ant. 2. ¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que se alegren por tu salvación. Aleluya. Salmo 66 El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. ¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. ¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. La tierra ha dado su fruto, nos bendice el Señor, nuestro Dios. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. ¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que se alegren por tu salvación. Aleluya. Ant. 3. Su resplandor eclipsa el cielo, la tierra se llena de su alabanza. Aleluya. Cántico Col 1, 12-20 Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda creatura; pues por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas: haciendo la paz por la sangre de su cruz con todos los seres, así del cielo como de la tierra. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Su resplandor eclipsa el cielo, la tierra se llena de su alabanza. Aleluya. Lectura breve Ga 4, 4-5 Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Responsorio breve V/. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo. R/. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo. V/. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. R/. El Señor está contigo. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
Cántico evangélico Ant. A ti acudimos, Santa Madre de Dios; por ti nos ha llegado el auxilio del Señor. Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padresen favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. A ti acudimos, Santa Madre de Dios; por ti nos ha llegado el auxilio del Señor. Preces Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle diciendo: Que la llena de gracia interceda por nosotros. O bien: Mira a la llena de gracia y escúchanos. Señor, Dios nuestro, irable siempre en tus obras, que has querido que la inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo, haz que todos tus hijos deseen y caminen hacia esta misma gloria.
Tú que nos diste a María por madre, concede por su mediación salud a los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores y a todos abundancia de salud y de paz. Tú que hiciste de María la llena de gracia, concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres. Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor, y que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de Jesús. Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Tú que coronaste a María como reina del cielo, haz que los difuntos puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu reino. Confiando en el Señor, que hizo obras grandes en María, pidamos al Padre que colme también de bienes al mundo hambriento: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Oh Dios, que hiciste a la Virgen María madre y auxilio de los cristianos: fortalece a tu Iglesia con su intercesión, para que pueda soportar con paciencia y vencer con amor las opresiones interiores y externas, y así manifestar abiertamente a los hombres el misterio de Cristo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 24 de Mayo
26 de mayo Santa Mariana de Jesús Paredes Virgen Fiesta Invitatorio V/. Señor, abre mis labios. R/. Y mi boca proclamará tu alabanza. Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de las vírgenes. Aleluya. O bien: Ant. Venid, adoremos al Cordero, al Esposo acompañado por el cortejo de vírgenes. Aleluya. Salmo 94 Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes. Suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a prueba, y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: “Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso”». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de las vírgenes. O bien: Ant. Venid, adoremos al Cordero, al Esposo acompañado por el cortejo de vírgenes. Continuar con Laudes Continuar con Oficio de lectura
26 de mayo Santa Mariana de Jesús Paredes Virgen Fiesta Oficio de lectura V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Esta mujer no quiso tomar varón ni darle su ternura, selló su compromiso con otro amor que dura sobre el amor de toda criatura. Y tanto se apresura a zaga de la huella del Amado, que en él se transfigura, y el cuerpo anonadado ya está por el amor resucitado. Aquí la Iglesia canta la condición futura de la historia, y el cuerpo se adelanta en esta humilde gloria a la consumación de su victoria. Mirad los regocijos de la que por estéril sollozaba y se llenó de hijos, porque el Señor miraba la pequeñez humilde de su esclava. Amén Salmodia Ant. 1. Virgen ilustre, sensata, prudente en tu decisión, tienes como esposo del alma al Verbo inmaculado. Aleluya. Salmo 18 A
El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. Allí le ha puesto su tienda al sol: él sale como el esposo de su alcoba, contento como un héroe, a recorrer su camino. Asoma por un extremo del cielo, y su órbita llega al otro extremo: nada se libra de su calor. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Virgen ilustre, sensata, prudente en tu decisión, tienes como esposo del alma al Verbo inmaculado. Aleluya. Ant. 2. Por amor a mi Señor Jesucristo, tuve en nada los bienes de este mundo y del tiempo presente. Aleluya. Salmo 44 I Me brota del corazón un poema bello, recito mis versos a un rey; mi lengua es ágil pluma de escribano. Eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia, el Señor te bendice eternamente. Cíñete al flanco la espada, valiente: es tu gala y tu orgullo; cabalga victorioso por la verdad y la justicia, tu diestra te enseñe a realizar proezas. Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden, se acobardan los enemigos del rey. Tu trono, ¡oh Dios!, permanece para siempre,
cetro de rectitud es tu cetro real; has amado la justicia y odiado la impiedad: por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus compañeros. A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos, desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas. Hijas de reyes salen a tu encuentro, de pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Por amor a mi Señor Jesucristo, tuve en nada los bienes de este mundo y del tiempo presente. Aleluya. Ant. 3. Prendado está el rey de tu belleza, porque él es tu Señor y tu Dios. Aleluya. II Escucha, hija, mira: inclina el oído, olvida tu pueblo y la casa paterna: prendado está el rey de tu belleza, póstrate ante él, que él es tu señor. La ciudad de Tiro viene con regalos, los pueblos más ricos buscan tu favor. Ya entra la princesa, bellísima, vestida de perlas y brocado; la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes, la siguen sus compañeras: las traen entre alegría y algazara, van entrando en el palacio real. «A cambio de tus padres tendrás hijos, que nombrarás príncipes por toda la tierra». Quiero hacer memorable tu nombre por generaciones y generaciones, y los pueblos te alabarán, por los siglos de los siglos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Prendado está el rey de tu belleza, porque él es tu Señor y tu Dios. Aleluya. V/. Me enseñarás el sendero de la vida. Aleluya. R/. Me saciarás de gozo en tu presencia. Aleluya. Primera lectura De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 7, 25-40 La virginidad cristiana Hermanos: Respecto al celibato no tengo órdenes del Señor, sino que doy mi parecer como hombre de fiar que soy, por la misericordia del Señor. Estimo que es un bien, por la necesidad actual: quiero decir que es un bien vivir así. ¿Estás unido a una mujer? No busques la separación. ¿Estás libre? No busques mujer; aunque si te casas, no haces mal; y si una soltera se casa, tampoco hace mal. Pero estos tales sufrirán la tribulación de la carne. Yo respeto vuestras razones. Os digo esto, hermanos: el momento es apremiante. Queda como solución: que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la presentación de este mundo se termina. Quiero que os ahorréis preocupaciones: el célibe se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido. Lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su marido. Os digo todo esto para vuestro bien, no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones. Si, a pesar de todo, alguien cree faltar a la conveniencia respecto de su doncella, por estar en la flor de su edad, y conviene proceder así, haga lo que quiera, no hace mal; cásense. Mas el que permanece firme en su corazón, y sin presión alguna y en pleno uso de su libertad está resuelto en su interior a guardar a su doncella, hará bien. Así pues, el que casa a su doncella obra bien. Y el que no la casa obra mejor. La mujer está ligada a su marido mientras él viva; mas una vez muerto el marido, queda libre para casarse con quien quiera, pero en el Señor. Sin embargo, será más feliz si permanece así según mi consejo; que yo también creo tener el Espíritu de Dios. Responsorio R/. Prendado está el rey de tu belleza, obra de sus manos; él es tu Dios y tu rey. * Tu rey es al mismo tiempo tu esposo. Aleluya. V/. Has tomado por esposo al rey y Dios; él te ha dotado, él te ha engalanado, te ha redimido, te ha santificado. R/. Tu rey es al mismo tiempo tu esposo. Aleluya.
Segunda lectura De la homilía del Papa Pío XII en la canonización de santa Mariana de Jesús (9 de junio de 1950) No sólo buscaba su propia santificación, sino la salvación del prójimo Repasando la vida de esta virgen angelical, a quien hoy elevamos al honor de los altares, nos parece oportuno proponernos estos puntos de reflexión: su inmaculado candor, las ásperas penitencias a que sometió su cuerpo para ofrendarlo como víctima al Señor, su caridad infatigable hacia toda clase de miserias. Conservó la virginidad por inspiración de Dios y con la ayuda de su gracia; apenas contaba diez años, cuando, con el consentimiento de su director espiritual, emitió sus votos privados, consagrándose al divino Esposo. Más que una niña, parecía un ángel por su dedicación a los ejercicios de piedad, por su asidua oración, por su meditación y ejercicio de la penitencia. No todos entienden, en los tiempos que nos alcanzan, este rigor de vida; no todos lo aprecian en su justo valor. Muchos más bien lo desprecian. Pero hemos de recordar que, después de la culpa de Adán, cuya herencia todos llevamos, se torna indispensable para todos la penitencia. Ella tiene su dulzura propia, conforme lo experimentó Mariana de Jesús, siendo transportada en celestes arrobamientos cuando afligía su cuerpo con los rigores de la penitencia, pregustando con frecuencia las delicias celestiales. Con un tal género de vida y con la gracia del cielo, no sólo buscaba su propia santificación, sino, en cuanto le era posible, la salvación del prójimo. En efecto, habiendo intentado viajar a remotas tierras a evangelizar a los paganos, a cuantos encontraba exhortaba, con su palabra y ejemplo, a las virtudes cristianas y a entrar o perseverar en el recto camino. Socorría con generosidad las miserias de los indigentes; cuidaba a los enfermos con ternura. En tiempo de calamidades para sus conciudadanos, ofrendó su vida para implorar clemencia al Padre de las misericordias. Aquí tenéis, en breve síntesis, la imagen de esta santa virgen propuesta a vuestra consideración. Contempladla para que os asombréis y procuréis esforzaros, cada uno en vuestro propio estado, en su imitación. Hágalo en especial la juventud entusiasta, rodeada hoy de tantos y tan graves peligros. Aprenda de ella a luchar con ahínco y a resistir con fortaleza las seducciones del mal, antes que mancillar sus almas. Principalmente el amadísimo pueblo ecuatoriano emule las glorias de sus mayores y, con el auxilio y el patrocinio de santa Mariana de Jesús Paredes, ofrezca a la Iglesia nuevos ejemplos de santidad y de virtud. Responsorio Cf. Sal 40, 12-13; Rm 12, 1 R/. En esto conozco que me amas, Señor, en que * has conservado mi inocencia y no has permitido que mi enemigo triunfe sobre mí. V/. Presentad vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios. R/. Has conservado mi inocencia y no has permitido que mi enemigo triunfe de mí. Himno Señor, Dios eterno. Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza, a ti, Padre del cielo, te aclama la creación. Postrados ante ti, los ángeles te adoran y cantan sin cesar: Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo; llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. A ti Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles, la multitud de los profetas te enaltece, y el ejército glorioso de los mártires te aclama. A ti la Iglesia santa, por todos los confines extendida, con júbilo te adora y canta tu grandeza: Padre, infinitamente santo, Hijo eterno, unigénito de Dios, Santo Espíritu de amor y de consuelo. Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria, tú el Hijo y Palabra del Padre, tú el Rey de toda la creación. Tú, para salvar al hombre, tomaste la condición de esclavo en el seno de una virgen. Tú destruiste la muerte y abriste a los creyentes las puertas de la gloria. Tú vives ahora, inmortal y glorioso, en el reino del Padre. Tú vendrás algún día, como juez universal. Muéstrate, pues, amigo y defensor de los hombres que salvaste. Y recíbelos por siempre allá en tu reino, con tus santos y elegidos. La parte que sigue puede omitirse si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu heredad. Sé su pastor, y guíalos por siempre. Día tras día te bendeciremos y alabaremos tu nombre por siempre jamás. Dígnate, Señor, guardarnos de pecado en este día. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. A ti, Señor, me acojo, no quede yo nunca defraudado. Oración Padre de bondad, que hiciste florecer, también en tierra americana, la gloria de la santidad en la virgen santa Mariana de Jesús, concede a estos pueblos imitar su celo por el Evangelio y dar vivo testimonio de fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 26 de Mayo
26 de mayo Santa Mariana de Jesús Paredes Virgen Fiesta Laudes V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Nos apremia el amor, vírgenes santas, vosotras, que seguisteis su camino, guiadnos por las sendas de las almas que hicieron de su amor amar divino. Esperasteis en vela a vuestro Esposo en la noche fugaz de vuestra vida, cuando llamó a la puerta, vuestro gozo fue contemplar su gloria sin medida. Vuestra fe y vuestro amor, un fuego ardiente que mantuvo la llama en la tardanza, vuestra antorcha encendida ansiosamente ha colmado de luz vuestra esperanza. Pues gozáis ya las nupcias que el Cordero con la Iglesia de Dios ha celebrado, no dejéis que se apague nuestro fuego en la pereza y el sueño del pecado. Demos gracias a Dios y, humildemente, pidamos al Señor que su llamada nos encuentre en vigilia permanente, despiertos en la fe y en veste blanca. Amén. Salmodia Ant. 1. Libremente confieso a Cristo; de Cristo está sedienta mi alma; deseo estar por siempre con Cristo. Aleluya. Salmo 62, 2-9
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada; sin agua. ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de manjares exquisitos, y mis labios te alabarán jubilosos. En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Libremente confieso a Cristo; de Cristo está sedienta mi alma; deseo estar por siempre con Cristo. Aleluya. Ant. 2. Vírgenes del Señor, bendecid al Señor; el que sembró en vosotras el deseo de la virginidad ha coronado ya su obra. Aleluya. Cántico Dn. 3, 57-88. 56 Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor. Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor. Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor. Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor. Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor. Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor. Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor. Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos. Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor. Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor. Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Hijos de los hombres, bendecid al Señor; bendiga Israel al Señor. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor. Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo ensalcémoslo con himnos por los siglos. Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Ant. Vírgenes del Señor, bendecid al Señor; el que sembró en vosotras el deseo de la virginidad ha coronado ya su obra. Aleluya. Ant. 3. Que los santos se alegren en la gloria, pues han conseguido una brillante victoria sobre la carne y la sangre. Aleluya. Salmo 149 Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos: para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro. Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Que los santos se alegren en la gloria, pues han conseguido una brillante victoria sobre la carne y la sangre. Aleluya. Lectura breve Ct 8, 7 Las aguas torrenciales no podrían apagar el amor, ni anegarlo los ríos. Si alguien quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su casa, se haría despreciable. Responsorio breve V/. Oigo en mi corazón: buscad mi rostro. Aleluya, aleluya. R/. Oigo en mi corazón: buscad mi rostro. Aleluya, aleluya.
V/. Tu rostro buscaré, Señor. R/. Aleluya, aleluya. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. Oigo en mi corazón: buscad mi rostro. Aleluya, aleluya. Cántico evangélico Ant. Ésta es la virgen prudente que, unida a Cristo, resplandece como el sol en el reino celestial. Aleluya. Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ésta es la virgen prudente que, unida a Cristo, resplandece como el sol en el reino celestial. Aleluya. Preces Glorifiquemos a Cristo, esposo y corona de las vírgenes, y supliquémosle diciendo: Jesús, corona de las vírgenes, escúchanos. Señor Jesucristo, a quien las vírgenes amaron como a su único esposo, concédenos que nada nos aparte de tu amor. Tú que coronaste a María como reina de las vírgenes, por su intercesión concédenos recibirte siempre con pureza de corazón. Por intercesión de las santas vírgenes que te sirvieron siempre con fidelidad, consagradas a ti en cuerpo y alma, ayúdanos, Señor, a que los bienes de este mundo que pasa no nos separen de tu amor eterno. Señor Jesús, esposo que has de venir y a quien las vírgenes prudentes esperaban, concédenos que aguardemos tu retorno glorioso con una esperanza activa. Por intercesión de santa Mariana de Jesús, que fue virgen sensata y una de las prudentes, concédenos, Señor, la verdadera sabiduría y la pureza de costumbres. Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Con sencillez y humildad digamos la oración que Jesús nos enseñó: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Padre de bondad, que hiciste florecer, también en tierra americana, la gloria de la santidad en la virgen santa Mariana de Jesús, concede a estos pueblos imitar su celo por el Evangelio y dar vivo testimonio de fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén.
V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 26 de Mayo
26 de mayo Santa Mariana de Jesús Paredes Virgen Fiesta Tercia V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Espíritu de Dios, la tierra llenas, las mentes de los hombres las bañas en tu luz, tú que eres Luz de Dios, divino fuego, infunde en todo hombre la fuerza de la cruz. Sé luz resplandeciente en las tinieblas de quienes el pecado sumió en la obscuridad, reúne en la asamblea de los hijos los justos que te amaron, los muertos por la paz. Acaba en plenitud al Cristo vivo, confirma en el creyente la gracia y el perdón, reúnelos a todos en la Iglesia, testigos jubilosos de la resurrección. Amén. Salmodia Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Salmo 118, 73-80 Tus manos me hicieron y me formaron: instrúyeme para que aprenda tus mandatos; tus fieles verán con alegría que he esperado en tu palabra; reconozco, Señor, que tus mandamientos son justos, que con razón me hiciste sufrir. Que tu bondad me consuele, según la promesa hecha a tu siervo; cuando me alcance tu compasión, viviré,
y mis delicias serán tu voluntad; que se avergüencen los insolentes del daño que me hacen; yo meditaré tus decretos. Vuelvan a mí tus fieles que hacen caso de tus preceptos; sea mi corazón perfecto en tus leyes, así no quedaré avergonzado. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 58, 2-6a. 10-11. 17-18 Líbrame de mi enemigo, Dios mío; protégeme de mis agresores, líbrame de los malhechores, sálvame de los hombres sanguinarios. Mira que me están acechando, y me acosan los poderosos: sin que yo haya pecado ni faltado, Señor, sin culpa mía, avanzan para acometerme. Despierta, ven a mi encuentro, mira: tú, el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel. Estoy velando contigo, fuerza mía, porque tú, ¡oh Dios!, eres mi alcázar. Que tu favor se adelante, ¡oh Dios!, y me haga ver la derrota del enemigo. Pero yo cantaré tu fuerza, por la mañana aclamaré tu misericordia; porque has sido mi alcázar y mi refugio en el peligro. Y tocaré en tu honor, fuerza mía, porque tú, ¡oh Dios!, eres mi alcázar. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 59 ¡Oh Dios!, nos rechazaste y rompiste nuestras filas; estabas airado, pero restáuranos. Has sacudido y agrietado el país: repara sus grietas, que se desmorona. Hiciste sufrir un desastre a tu pueblo, dándole a beber un vino de vértigo; diste a tus fieles la señal de desbandada, haciéndolos huir de los arcos. Para que se salven tus predilectos, que tu mano salvadora nos responda. Dios habló en su santuario: «Triunfante ocuparé Siquén, parcelaré el valle de Sucot; mío es Galaad, mío Manasés, Efraím es yelmo de mi cabeza, Judá es mi cetro; Moab, una jofaina para lavarme; sobre Edom echo mi sandalia, sobre Filistea canto victoria». Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte, quién me conducirá a Edom, si tú, ¡oh Dios!, nos has rechazado y no sales ya con nuestras tropas? Auxílianos contra el enemigo, que la ayuda del hombre es inútil. Con Dios haremos proezas, él pisoteará a nuestros enemigos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Lectura breve Sb 8, 21 Comprendí que no podría poseer la sabiduría si Dios no me la daba, y ya era un fruto de la prudencia saber de quién procedía esta gracia.
V/. Ésta es la virgen sensata. Aleluya. R/. Que el Señor encontró velando. Aleluya. Oración Padre de bondad, que hiciste florecer, también en tierra americana, la gloria de la santidad en la virgen santa Mariana de Jesús, concede a estos pueblos imitar su celo por el Evangelio y dar vivo testimonio de fe. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 26 de Mayo
26 de mayo Santa Mariana de Jesús Paredes Virgen Fiesta Sexta V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Verbo de Dios, el sol de mediodía, amable mensajero de tu rostro, fecunda nuestra tierra y la hermosea como fuente de luz, de vida y gozo. Más hermoso tu cuerpo, que es pleroma del infinito amor jamás gastado; y de ese mar sin fondo ni ribera la Iglesia es tu pleroma continuado. Verbo de Dios, que reinas sin fatiga, que emerges victorioso del trabajo, reina dichoso tú que nos esperas mientras nosotros vamos caminando. Amén. Salmodia Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Salmo 118, 73-80 Tus manos me hicieron y me formaron: instrúyeme para que aprenda tus mandatos; tus fieles verán con alegría que he esperado en tu palabra; reconozco, Señor, que tus mandamientos son justos, que con razón me hiciste sufrir. Que tu bondad me consuele, según la promesa hecha a tu siervo; cuando me alcance tu compasión, viviré,
y mis delicias serán tu voluntad; que se avergüencen los insolentes del daño que me hacen; yo meditaré tus decretos. Vuelvan a mí tus fieles que hacen caso de tus preceptos; sea mi corazón perfecto en tus leyes, así no quedaré avergonzado. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 58, 2-6a. 10-11. 17-18 Líbrame de mi enemigo, Dios mío; protégeme de mis agresores, líbrame de los malhechores, sálvame de los hombres sanguinarios. Mira que me están acechando, y me acosan los poderosos: sin que yo haya pecado ni faltado, Señor, sin culpa mía, avanzan para acometerme. Despierta, ven a mi encuentro, mira: tú, el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel. Estoy velando contigo, fuerza mía, porque tú, ¡oh Dios!, eres mi alcázar. Que tu favor se adelante, ¡oh Dios!, y me haga ver la derrota del enemigo. Pero yo cantaré tu fuerza, por la mañana aclamaré tu misericordia; porque has sido mi alcázar y mi refugio en el peligro. Y tocaré en tu honor, fuerza mía, porque tú, ¡oh Dios!, eres mi alcázar. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 59 ¡Oh Dios!, nos rechazaste y rompiste nuestras filas; estabas airado, pero restáuranos. Has sacudido y agrietado el país: repara sus grietas, que se desmorona. Hiciste sufrir un desastre a tu pueblo, dándole a beber un vino de vértigo; diste a tus fieles la señal de desbandada, haciéndolos huir de los arcos. Para que se salven tus predilectos, que tu mano salvadora nos responda. Dios habló en su santuario: «Triunfante ocuparé Siquén, parcelaré el valle de Sucot; mío es Galaad, mío Manasés, Efraím es yelmo de mi cabeza, Judá es mi cetro; Moab, una jofaina para lavarme; sobre Edom echo mi sandalia, sobre Filistea canto victoria». Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte, quién me conducirá a Edom, si tú, ¡oh Dios!, nos has rechazado y no sales ya con nuestras tropas? Auxílianos contra el enemigo, que la ayuda del hombre es inútil. Con Dios haremos proezas, él pisoteará a nuestros enemigos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Lectura breve 1 Co 7, 25 Respecto al celibato no tengo órdenes del Señor, sino que doy mi parecer como hombre de fiar que soy, por la misericordia del Señor.
V/. Ésta es la virgen sensata. Aleluya. R/. Una del número de las prudentes. Aleluya. Oración Padre de bondad, que hiciste florecer, también en tierra americana, la gloria de la santidad en la virgen santa Mariana de Jesús, concede a estos pueblos imitar su celo por el Evangelio y dar vivo testimonio de fe. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 26 de Mayo
26 de mayo Santa Mariana de Jesús Paredes Virgen Fiesta Nona V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Reina el Señor allí donde ninguno ciñe corona que haya dado el mundo; reina el Señor allí donde la vida, sin lágrimas, es río de delicias. Reina el Señor, el compasivo Siervo, que en sus hombros cargó nuestro madero; vive el muerto en la cruz, el sepultado y con hierro sellado y custodiado. Cruzó el oscuro valle de la muerte hasta bajar a tumba de rebeldes; fingía que ere suya nuestra pena, y en silencio escuchó nuestra sentencia. Pero reina el Señor, la tierra goza, y ya se escuchan los cánticos de boda. ¡Gloria al Señor Jesús Resucitado, nuestra esperanza y triunfo deseado! Amén. Salmodia Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Salmo 118, 73-80 Tus manos me hicieron y me formaron: instrúyeme para que aprenda tus mandatos; tus fieles verán con alegría que he esperado en tu palabra; reconozco, Señor, que tus mandamientos son justos,
que con razón me hiciste sufrir. Que tu bondad me consuele, según la promesa hecha a tu siervo; cuando me alcance tu compasión, viviré, y mis delicias serán tu voluntad; que se avergüencen los insolentes del daño que me hacen; yo meditaré tus decretos. Vuelvan a mí tus fieles que hacen caso de tus preceptos; sea mi corazón perfecto en tus leyes, así no quedaré avergonzado. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 58, 2-6a. 10-11. 17-18 Líbrame de mi enemigo, Dios mío; protégeme de mis agresores, líbrame de los malhechores, sálvame de los hombres sanguinarios. Mira que me están acechando, y me acosan los poderosos: sin que yo haya pecado ni faltado, Señor, sin culpa mía, avanzan para acometerme. Despierta, ven a mi encuentro, mira: tú, el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel. Estoy velando contigo, fuerza mía, porque tú, ¡oh Dios!, eres mi alcázar. Que tu favor se adelante, ¡oh Dios!, y me haga ver la derrota del enemigo. Pero yo cantaré tu fuerza, por la mañana aclamaré tu misericordia; porque has sido mi alcázar y mi refugio en el peligro. Y tocaré en tu honor, fuerza mía, porque tú, ¡oh Dios!, eres mi alcázar.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 59 ¡Oh Dios!, nos rechazaste y rompiste nuestras filas; estabas airado, pero restáuranos. Has sacudido y agrietado el país: repara sus grietas, que se desmorona. Hiciste sufrir un desastre a tu pueblo, dándole a beber un vino de vértigo; diste a tus fieles la señal de desbandada, haciéndolos huir de los arcos. Para que se salven tus predilectos, que tu mano salvadora nos responda. Dios habló en su santuario: «Triunfante ocuparé Siquén, parcelaré el valle de Sucot; mío es Galaad, mío Manasés, Efraím es yelmo de mi cabeza, Judá es mi cetro; Moab, una jofaina para lavarme; sobre Edom echo mi sandalia, sobre Filistea canto victoria». Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte, quién me conducirá a Edom, si tú, ¡oh Dios!, nos has rechazado y no sales ya con nuestras tropas? Auxílianos contra el enemigo, que la ayuda del hombre es inútil. Con Dios haremos proezas, él pisoteará a nuestros enemigos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
Lectura breve Ap 19, 6. 7 Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo; alegrémonos y gocemos y démosle gracias, porque llegó la boda del Cordero, y su esposa se ha embellecido. V/. Encontré al amor de mi alma. Aleluya. R/. Lo abracé y ya no lo soltaré. Aleluya. Oración Padre de bondad, que hiciste florecer, también en tierra americana, la gloria de la santidad en la virgen santa Mariana de Jesús, concede a estos pueblos imitar su celo por el Evangelio y dar vivo testimonio de fe. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 26 de Mayo
26 de mayo Santa Mariana de Jesús Paredes Virgen Fiesta Vísperas V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Dichosa tú, que, entre todas, fuiste por Dios sorprendida con tu lámpara encendida para el banquete de bodas. Con el abrazo inocente de un hondo pacto amoroso, vienes a unirte al Esposo por virgen y por prudente. Enséñanos a vivir, ayúdenos tu oración, danos en la tentación la gracia de resistir. Honor a la Trinidad por esta limpia victoria, y gloria por esta gloria que alegra a la humanidad. Amén. Salmodia Ant. 1. Quiero ser solamente tuya, oh Cristo esposo, a ti vengo con mi lámpara encendida. Aleluya. Salmo 121 ¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia en el palacio de David. Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios». Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo». Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Quiero ser solamente tuya, oh Cristo esposo, a ti vengo con mi lámpara encendida. Aleluya. Ant. 2. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Aleluya. Salmo 126 Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas. Es inútil que madruguéis, que veléis hasta muy tarde, que comáis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen! La herencia que da el Señor son los hijos; una recompensa es el fruto de las entrañas: son saetas en manos de un guerrero los hijos de la juventud. Dichoso el hombre que llena con ellas su aljaba: No quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Aleluya. Ant. 3. Mi alma se siente firme, está cimentada en Cristo, el Señor. Aleluya. Cántico Ef 1, 3-10 Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos consagrados e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad. Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, las del cielo y las de la tierra. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Mi alma se siente firme, está cimentada en Cristo, el Señor. Aleluya.
Lectura breve 1 Co 7, 32. 34 El célibe se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma. Responsorio breve V/. Llevan ante el Rey al séquito de vírgenes, las traen entre alegría. Aleluya, aleluya. R/. Llevan ante el Rey al séquito de vírgenes, las traen entre alegría. Aleluya, aleluya. V/. Van entrando en el palacio real. R/. Aleluya, aleluya. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. Llevan ante el Rey al séquito de vírgenes, las traen entre alegría. Aleluya, aleluya. Cántico evangélico Ant. Ven, esposa de Cristo, recibe la corona eterna que el Señor te trae preparada. Aleluya. Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padresen favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Ven, esposa de Cristo, recibe la corona eterna que el Señor te trae preparada. Aleluya. Preces Alabemos con gozo a Cristo, que elogió a los que permanecen vírgenes, a causa del reino de Dios, y supliquémosle diciendo: Jesús, rey de las vírgenes, escúchanos. Señor Jesucristo, tú que como esposo amante colocaste junto a ti a la Iglesia sin mancha ni arruga, haz que sea siempre santa e inmaculada. Señor Jesucristo, a cuyo encuentro salieron las vírgenes santas con sus lámparas encendidas, no permitas que falte nunca el óleo de la fidelidad en las lámparas de las vírgenes que se han consagrado a ti. Señor Jesucristo, a quien la Iglesia virgen guardó siempre fidelidad intacta, concede a todos los cristianos la integridad y la pureza de la fe. Tú que concedes hoy a tu pueblo alegrarse por la fiesta de santa Mariana de Jesús, virgen, concédele también gozar siempre de su valiosa intercesión. Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Tú que recibiste en el banquete de tus bodas a las vírgenes santas, ite también a nuestros hermanos difuntos en el convite festivo de tu reino. Oremos con Jesús, diciendo a nuestro Padre: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Padre de bondad, que hiciste florecer, también en tierra americana, la gloria de la santidad en la virgen santa Mariana de Jesús, concede a estos pueblos imitar su celo por el Evangelio y dar vivo testimonio de fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 26 de Mayo
Jueves después de Pentecostés Nuestro Señor Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote Fiesta Invitatorio V/. Señor, abre mis labios. R/. Y mi boca proclamará tu alabanza. Ant. A Cristo, sacerdote eterno, démosle gloria. Salmo 94 Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes. Suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a prueba, y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: “Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso”». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Ant. A Cristo, sacerdote eterno, démosle gloria. Continuar con Laudes Continuar con Oficio de lectura
Jueves después de Pentecostés Nuestro Señor Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote Fiesta Oficio de lectura V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Único mediador, Jesús Pontífice, que por nosotros sin cesar suplicas, te aclama con razón la raza humana, plena de dicha. Por obra del Espíritu, en el vientre de una doncella estás, que al mundo guías; naces de excelsa adoración del Padre, sola hostia digna. Úngete el Padre eterno Sacerdote con el óleo de gracia y de alegría, porque su majestad obtenga siempre loa infinita. Al asumir, oh Dios, nuestra natura, tu sangre ofreces y el bautismo fijas, y la culpa letal de nuestro pecho benigno expías. Jesús, que levantado en un madero todo atraes a ti, de amores víctima, haz que a la santa Trinidad cantemos gloria infinita. Amén. Salmodia Ant. 1. Se lo pedí a mi Padre, y me dio en herencia las naciones. Salmo 2 ¿Por qué se amotinan las naciones,
y los pueblos planean un fracaso? Se alían los reyes de la tierra, los príncipes conspiran contra el Señor y contra su Mesías: «Rompamos sus coyundas, sacudamos su yugo». El que habita en el cielo sonríe, el Señor se burla de ellos. Luego les habla con ira, los espanta con su cólera: «Yo mismo he establecido a mi Rey en Sión, mi monte santo». Voy a proclamar el decreto del Señor; él me ha dicho: «Tú eres mi hijo: yo te he engendrado hoy. Pídemelo: te daré en herencia las naciones, en posesión, los confines de la tierra: los gobernarás con cetro de hierro, los quebrarás como jarro de loza». Y ahora, reyes, sed sensatos; escarmentad, los que regís la tierra: servid al Señor con temor, rendidle homenaje temblando; no sea que se irrite, y vayáis a la ruina, porque se inflama de pronto su ira. ¡Dichosos los que se refugian en él! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Se lo pedí a mi Padre, y me dio en herencia las naciones. Ant. 2. Presentad vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios. Salmo 39, 2-9 Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito; me levantó de la fosa fatal, de la charca fangosa; afianzó mis pies sobre roca, y aseguró mis pasos;
me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos y confiaron en el Señor. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor, y no acude a los idólatras, que se extravían con engaños. ¡Cuántas maravillas has hecho, Señor, Dios mío, cuántos planes en favor nuestro! Nadie se te puede comparar: intento proclamarlas, decirlas, pero superan todo número. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: «Aquí estoy -como está escrito en mi libropara hacer tu voluntad». Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en mis entrañas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Presentad vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios. Ant. 3. Cristo amó a su Iglesia y se entregó a la muerte por ella para santificarla. Salmo 84 Señor, has sido bueno con tu tierra, has restaurado la suerte de Jacob. has perdonado la culpa de tu pueblo, has sepultado todos sus pecados, has reprimido tu cólera, has frenado el incendio de tu ira. Restáuranos, Dios, salvador nuestro; cesa en tu rencor contra nosotros. ¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad? ¿No vas a devolvernos la vida, para que tu pueblo se alegre contigo? Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación. Voy a escuchar lo que dice el Señor: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos y a los que se convierten de corazón». La salvación está ya cerca de sus fieles, y la gloria habitará en nuestra tierra; la misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo; el Señor dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Cristo amó a su Iglesia y se entregó a la muerte por ella para santificarla. V/. Cristo, con una sola oblación. R/. Ha llevado para siempre a la perfección a los que ha santificado. Primera lectura De la carta a los Hebreos 4, 14–16, 5, 1-10 Jesucristo, Sumo Sacerdote Hermanos, teniendo un sumo sacerdote que penetró y está en los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, mantengamos firme la fe que profesamos. No tenemos un sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, al contrario, él mismo pasó por todas las pruebas a semejanza nuestra, fuera del pecado. Acerquémonos, pues, con seguridad y confianza a este trono de gracia. Aquí alcanzaremos misericordia y hallaremos gracia para ser socorridos en el momento oportuno. Todo sumo sacerdote, tomado de entre los hombres, es constituido en favor de los hombres en lo tocante
a las relaciones de éstos con Dios, a fin de que ofrezca dones y sacrificios por los pecados. Él puede sentir compasión hacia los ignorantes y extraviados, porque él mismo está rodeado de fragilidad. Y a causa de esta misma fragilidad debe ofrecer sacrificios de expiación por los propios pecados, tanto por los del pueblo como por los suyos propios. Nadie se arroga este honor. Sólo lo toma aquel que es llamado por Dios -como lo fue Aarón-. De igual modo, tampoco Cristo se dio a sí mismo la gloria del sumo sacerdocio, sino que la recibió de aquel que le dijo: «Hijo mío eres tú: yo te he engendrado hoy». Y como le dice también en otro pasaje: «Tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec». Cristo, en los días de su vida mortal, habiendo elevado oraciones y súplicas con poderoso clamor y lágrimas hacia aquel que tenía poder para salvarlo de la muerte, fue escuchado en atención a su actitud reverente y filial; con todo, aunque era Hijo, aprendió por experiencia, en sus padecimientos, la obediencia, y, habiendo así llegado hasta la plena consumación, se convirtió en causa de salvación para todos los que lo obedecen, proclamado por Dios sumo sacerdote «según el rito de Melquisedec». Responsorio Flp 2, 8; Is 53, 7 R/. Cristo se rebajó * hasta someterse incluso a la muerte. V/. Se ofreció porque Él lo quiso. R/. Hasta someterse incluso a la muerte. Segunda lectura De la encíclica Mediator Dei del papa Pío XII (AAS 39 [1947], 552-553) Cristo sacerdote y víctima Es muy cierto que Jesucristo es sacerdote, pero no para sí mismo, sino para nosotros, porque presenta al Padre eterno las plegarias y los anhelos religiosos de todo el género humano; Jesucristo es también víctima, pero en favor nuestro, ya que sustituye al hombre pecador. Por esto, aquellas palabras del Apóstol: «Tened entre vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús» exigen de todos los cristianos que reproduzcan en sí mismos, en cuanto lo permite la naturaleza humana, el mismo estado de ánimo que tenía nuestro Redentor cuando se ofrecía en sacrificio: la humilde sumisión del espíritu, la adoración, el honor, la alabanza y la acción de gracias a Dios. Aquellas palabras exigen, además, a los cristianos que reproduzcan en sí mismos las condiciones de víctima: la abnegación propia, según los preceptos del Evangelio, el voluntario y espontáneo ejercicio de la penitencia, el dolor y la expiación de los pecados. Exigen, en una palabra, nuestra muerte mística en la cruz con Cristo, para que podamos decir con san Pablo: «Estoy crucificado con Cristo».
Responsorio Cf. Ga 2, 20 R/. Mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, * que me amó hasta entregarse por mí. V/. Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí. R/. Que me amó hasta entregarse por mí. Himno Señor, Dios eterno. Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza, a ti, Padre del cielo, te aclama la creación. Postrados ante ti, los ángeles te adoran y cantan sin cesar: Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo; llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. A ti Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles, la multitud de los profetas te enaltece, y el ejército glorioso de los mártires te aclama. A ti la Iglesia santa, por todos los confines extendida, con júbilo te adora y canta tu grandeza: Padre, infinitamente santo, Hijo eterno, unigénito de Dios, Santo Espíritu de amor y de consuelo. Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria, tú el Hijo y Palabra del Padre, tú el Rey de toda la creación. Tú, para salvar al hombre, tomaste la condición de esclavo en el seno de una virgen. Tú destruiste la muerte y abriste a los creyentes las puertas de la gloria. Tú vives ahora, inmortal y glorioso, en el reino del Padre. Tú vendrás algún día, como juez universal.
Muéstrate, pues, amigo y defensor de los hombres que salvaste. Y recíbelos por siempre allá en tu reino, con tus santos y elegidos. La parte que sigue puede omitirse si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu heredad. Sé su pastor, y guíalos por siempre. Día tras día te bendeciremos y alabaremos tu nombre por siempre jamás. Dígnate, Señor, guardarnos de pecado en este día. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. A ti, Señor, me acojo, no quede yo nunca defraudado. Oración Oh Dios, que por la gloria de tu majestad y la salvación del género humano constituiste a tu Hijo Único Sumo y Eterno Sacerdote, concede a quienes Él eligió como ministros y dispensadores de sus misterios la gracia del Espíritu Santo para ser fieles en el cumplimiento del ministerio recibido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al Jueves después de Pentecostés
Jueves después de Pentecostés Nuestro Señor Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote Fiesta Laudes V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Cantan tu gloria, Cristo Sacerdote, los cielos y la tierra: a ti que por amor te hiciste hombre y al Padre como víctima te ofrendas. Tu sacrificio nos abrió las puertas, de par en par, del cielo; ante el trono de Dios, es elocuente tu holocausto en la cruz y tu silencio. Todos los sacrificios de los hombres quedaron abolidos: todos eran figuras que anunciaban al Sacerdote eterno, Jesucristo. No te basta el morir, que quieres darnos alimento de eterna vida: quedarte con nosotros y ofrecerte sobre el altar: hacerte eucaristía. Clavado en cruz nos miras, te miramos, crece el amor, la entrega. Al Padre, en el Espíritu, contigo, eleva nuestro canto y nuestra ofrenda. Amén. Salmodia Ant. 1. Por la sangre de la cruz de Cristo, Dios reconcilió consigo todos los seres, así del cielo como las de la tierra. Salmo 62, 2-9
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada; sin agua. ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de manjares exquisitos, y mis labios te alabarán jubilosos. En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Por la sangre de la cruz de Cristo, Dios reconcilió consigo todos los seres, así del cielo como las de la tierra. Ant. 2. Todo fue creado por Cristo y para Cristo. Cántico Dn. 3, 57-88. 56 Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor. Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor. Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor. Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor. Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor. Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor. Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos. Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor. Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor. Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Hijos de los hombres, bendecid al Señor; bendiga Israel al Señor. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor. Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo ensalcémoslo con himnos por los siglos. Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos. Ant. Todo fue creado por Cristo y para Cristo. Ant. 3. Dios constituyó a Cristo cabeza del cuerpo de la Iglesia y sometió todas las cosas bajo sus pies.
Salmo 149 Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos: para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro. Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Dios constituyó a Cristo cabeza del cuerpo de la Iglesia y sometió todas las cosas bajo sus pies. Lectura breve Hb 10, 5-10 Cristo, al entrar en este mundo, dice: «No quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no te complaciste en holocaustos ni en sacrificios por el pecado; entonces yo exclamé: Ya estoy aquí, oh Dios, para cumplir tu voluntad -pues así está escrito de mí en el rollo de la Ley-». Dice lo primero: «No quisiste sacrificios, ni ofrendas, ni holocaustos, ni sacrificios por el pecado, ni en ellos te complaciste», a pesar de que todos ellos son ofrecidos según la Ley. Pero en seguida dice: «Ya estoy aquí para cumplir tu voluntad». Con esto abroga lo primero y establece lo segundo. En virtud de esta voluntad, quedamos nosotros santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, ofrecida una vez para siempre. En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del Cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. Responsorio breve V/. Aquí estoy, Dios mío, para hacer tu voluntad.
R/. Aquí estoy, Dios mío, para hacer tu voluntad. V/. Llevo tu Ley en las entrañas. R/. Para hacer tu voluntad. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. Aquí estoy, Dios mío, para hacer tu voluntad. Cántico evangélico Ant. Padre, que todos sean uno, para que el mundo crea que tú me has enviado. Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Padre, que todos sean uno, para que el mundo crea que tú me has enviado. Preces Padre de misericordia y Dios de todo consuelo, que llenas de tus beneficios a todos los que se acercan a Ti: en este día que comienza, nosotros tus hijos, por Cristo y con Él te suplicamos: Escúchanos, Señor. Jesús, Hijo de Dios vivo, condúcenos a la luz de tu Verdad. Cristo, Palabra de Dios, que estás con el Padre desde siempre y hasta siempre, suscita en tus fieles la voluntad de anunciar el Evangelio. Jesús, ungido del Padre en el Espíritu Santo, consagra a tu Iglesia en santidad. Cristo, Sacerdote de la Nueva Alianza comunica a los sacerdotes tu santidad, para gloria del Padre. Cristo, sabiduría de Dios, paz y reconciliación nuestra, haz que nos mantengamos todos unánimes y concordes en tu Iglesia. Cristo, sacerdote eterno, glorificador del Padre, haz que sepamos ofrecernos contigo, para alabanza de tu gloria eterna. Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Unidos a Cristo, nuestro sumo Sacerdote, pidamos al Padre que su nombre sea siempre santificado: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Oh Dios, que por la gloria de tu majestad y la salvación del género humano constituiste a tu Hijo Único Sumo y Eterno Sacerdote, concede a quienes Él eligió como ministros y dispensadores de sus misterios
la gracia del Espíritu Santo para ser fieles en el cumplimiento del ministerio recibido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al Jueves después de Pentecostés
Jueves después de Pentecostés Nuestro Señor Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote Fiesta Tercia V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno El trabajo, Señor, de cada día nos sea por tu amor santificado, convierte su dolor en alegría de amor, que para dar tú nos has dado. Paciente y larga es nuestra tarea en la noche oscura del amor que espera; dulce huésped del alma, al que flaquea dale tu luz, tu fuerza que aligera. En el alto gozoso del camino, demos gracias a Dios, que nos concede la esperanza sin fin del don divino; todo lo puede en él quien nada puede. Amén. Salmodia Ant. Por Cristo, todos tenemos en un mismo Espíritu al Padre. Salmo 118, 17-24 Haz bien a tu siervo: viviré y cumpliré tus palabras; ábreme los ojos y contemplaré las maravillas de tu voluntad; soy un forastero en la tierra: no me ocultes tus promesas. Mi alma se consume, deseando continuamente tus mandamientos; reprendes a los soberbios, infelices los que se apartan de tus mandatos;
aleja de mí las afrentas y el desprecio, porque observo tus preceptos. Aunque los nobles se sientan a murmurar de mí, tu siervo medita tus leyes; tus preceptos son mi delicia, tus decretos son mis consejeros. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 24 I A ti, Señor, levanto mi alma; Dios mío, en ti confío, no quede yo defraudado, que no triunfen de mí mis enemigos; pues los que esperan en ti no quedan defraudados, mientras que el fracaso malogra a los traidores. Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador, y todo el día te estoy esperando. Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; no te acuerdes de los pecados ni de las maldades de mi juventud; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. Las sendas del Señor son misericordia y lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos. Por el honor de tu nombre, Señor, perdona mis culpas, que son muchas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. II ¿Hay alguien que tema al Señor? Él le enseñará el camino escogido: su alma vivirá feliz, su descendencia poseerá la tierra. El Señor se confía con sus fieles y les da a conocer su alianza. Tengo los ojos puestos en el Señor, porque él saca mis pies de la red. Mírame, ¡oh Dios!, y ten, piedad de mí, que estoy solo y afligido. Ensancha mi corazón oprimido y sácame de mis tribulaciones. Mira mis trabajos y mis penas y perdona todos mis pecados; mira cuántos son mis enemigos, que me detestan con odio cruel Guarda mi vida y líbrame, no quede yo defraudado de haber acudido a ti. La inocencia y la rectitud me protegerán, porque espero en ti. Salva, ¡oh Dios!, a Israel de todos sus peligros. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Por Cristo, todos tenemos en un mismo Espíritu al Padre. Lectura breve Hb 7, 26-27 Tal era precisamente el Sumo Sacerdote que nos convenía; santo, sin maldad, sin mancha, excluido del número de los pecadores y exaltado más alto que los cielos. No tiene necesidad, como los otros sumos sacerdotes, de ofrecer víctimas cada día, primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo. Esto lo hizo una vez por todas, ofreciéndose a Sí Mismo. V/. Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo. R/. Para que cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo.
Oración Oh Dios, que por la gloria de tu majestad y la salvación del género humano constituiste a tu Hijo Único Sumo y Eterno Sacerdote, concede a quienes Él eligió como ministros y dispensadores de sus misterios la gracia del Espíritu Santo para ser fieles en el cumplimiento del ministerio recibido. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al Jueves después de Pentecostés
Jueves después de Pentecostés Nuestro Señor Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote Fiesta Sexta V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Este mundo del hombre, en que él se afana tras la felicidad que tanto ansía, tú lo vistes, Señor, de luz temprana y de radiante sol al mediodía. Así el poder de tu presencia encierra el secreto más hondo de esta vida; un nuevo cielo y una nueva tierra colmarán nuestro anhelo sin medida. Poderoso Señor de nuestra historia, no tardes en venir gloriosamente; tu luz resplandeciente y tu victoria inunden nuestra vida eternamente. Amén. Salmodia Ant. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Salmo 118, 17-24 Haz bien a tu siervo: viviré y cumpliré tus palabras; ábreme los ojos y contemplaré las maravillas de tu voluntad; soy un forastero en la tierra: no me ocultes tus promesas. Mi alma se consume, deseando continuamente tus mandamientos; reprendes a los soberbios,
infelices los que se apartan de tus mandatos; aleja de mí las afrentas y el desprecio, porque observo tus preceptos. Aunque los nobles se sientan a murmurar de mí, tu siervo medita tus leyes; tus preceptos son mi delicia, tus decretos son mis consejeros. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 24 I A ti, Señor, levanto mi alma; Dios mío, en ti confío, no quede yo defraudado, que no triunfen de mí mis enemigos; pues los que esperan en ti no quedan defraudados, mientras que el fracaso malogra a los traidores. Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador, y todo el día te estoy esperando. Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; no te acuerdes de los pecados ni de las maldades de mi juventud; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. Las sendas del Señor son misericordia y lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos. Por el honor de tu nombre, Señor, perdona mis culpas, que son muchas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. II ¿Hay alguien que tema al Señor? Él le enseñará el camino escogido: su alma vivirá feliz, su descendencia poseerá la tierra. El Señor se confía con sus fieles y les da a conocer su alianza. Tengo los ojos puestos en el Señor, porque él saca mis pies de la red. Mírame, ¡oh Dios!, y ten, piedad de mí, que estoy solo y afligido. Ensancha mi corazón oprimido y sácame de mis tribulaciones. Mira mis trabajos y mis penas y perdona todos mis pecados; mira cuántos son mis enemigos, que me detestan con odio cruel Guarda mi vida y líbrame, no quede yo defraudado de haber acudido a ti. La inocencia y la rectitud me protegerán, porque espero en ti. Salva, ¡oh Dios!, a Israel de todos sus peligros. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Lectura breve 1 Pe 2, 4-5 Acercándoos al Señor, la piedra viva, rechazada por los hombres, pero escogida y apreciada por Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo espiritual, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo. V/. Vivid según Cristo Jesús, el Señor, tal como os lo he enseñado.
R/. Enraizados, y cimentados en Él, y confirmados en la fe. Oración Oh Dios, que por la gloria de tu majestad y la salvación del género humano constituiste a tu Hijo Único Sumo y Eterno Sacerdote, concede a quienes Él eligió como ministros y dispensadores de sus misterios la gracia del Espíritu Santo para ser fieles en el cumplimiento del ministerio recibido. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al Jueves después de Pentecostés
Jueves después de Pentecostés Nuestro Señor Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote Fiesta Nona V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Fundamento de todo lo que existe, de tu pueblo elegido eterna roca, de los tiempos Señor, que prometiste dar tu vigor al que con fe te invoca. Mira al hombre que es fiel y no te olvida, tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte para amarte y servirte en esta vida y gozarte después de santa muerte. Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa en este atardecer que se avecina, serena claridad y dulce brisa será tu amor que todo lo domina. Amén. Salmodia Ant. A cada uno de nosotros ha sido concedida la gracia a la medida del don de Cristo, para edificación de su Cuerpo, que es la Iglesia. Salmo 118, 17-24 Haz bien a tu siervo: viviré y cumpliré tus palabras; ábreme los ojos y contemplaré las maravillas de tu voluntad; soy un forastero en la tierra: no me ocultes tus promesas. Mi alma se consume, deseando continuamente tus mandamientos; reprendes a los soberbios,
infelices los que se apartan de tus mandatos; aleja de mí las afrentas y el desprecio, porque observo tus preceptos. Aunque los nobles se sientan a murmurar de mí, tu siervo medita tus leyes; tus preceptos son mi delicia, tus decretos son mis consejeros. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 24 I A ti, Señor, levanto mi alma; Dios mío, en ti confío, no quede yo defraudado, que no triunfen de mí mis enemigos; pues los que esperan en ti no quedan defraudados, mientras que el fracaso malogra a los traidores. Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador, y todo el día te estoy esperando. Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; no te acuerdes de los pecados ni de las maldades de mi juventud; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. Las sendas del Señor son misericordia y lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos. Por el honor de tu nombre, Señor, perdona mis culpas, que son muchas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. II ¿Hay alguien que tema al Señor? Él le enseñará el camino escogido: su alma vivirá feliz, su descendencia poseerá la tierra. El Señor se confía con sus fieles y les da a conocer su alianza. Tengo los ojos puestos en el Señor, porque él saca mis pies de la red. Mírame, ¡oh Dios!, y ten, piedad de mí, que estoy solo y afligido. Ensancha mi corazón oprimido y sácame de mis tribulaciones. Mira mis trabajos y mis penas y perdona todos mis pecados; mira cuántos son mis enemigos, que me detestan con odio cruel Guarda mi vida y líbrame, no quede yo defraudado de haber acudido a ti. La inocencia y la rectitud me protegerán, porque espero en ti. Salva, ¡oh Dios!, a Israel de todos sus peligros. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. A cada uno de nosotros ha sido concedida la gracia a la medida del don de Cristo, para edificación de su Cuerpo, que es la Iglesia. Lectura breve 1 Pe 2, 9-10 Vosotros sois linaje escogido, sacerdocio regio, nación santa, pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. Vosotros, que en otro tiempo no erais pueblo, sois ahora pueblo de Dios; vosotros, que estabais excluidos de la misericordia, sois ahora objeto de la misericordia de Dios.
V/. Que la paz de Cristo gobierne vuestros corazones. R/. A la que habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Oración Oh Dios, que por la gloria de tu majestad y la salvación del género humano constituiste a tu Hijo Único Sumo y Eterno Sacerdote, concede a quienes Él eligió como ministros y dispensadores de sus misterios la gracia del Espíritu Santo para ser fieles en el cumplimiento del ministerio recibido. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al Jueves después de Pentecostés
Jueves después de Pentecostés Nuestro Señor Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote Fiesta Vísperas V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno A ti, Cristo, Pontífice Eterno, Sacerdote de la Nueva Alianza, se ofrecen nuestros votos y cánticos de amor en acción de gracias. Del seno del Padre desciendes, por misericordia de nuestros pecados bajas al seno de la Virgen Madre, tanto pobre como obediente. Tú eres el Ungido, Jesucristo, el Sacerdote único; tiene su fin en Ti la ley antigua, por ti la luz de gracia viene al mundo. Al derramar tu Sangre por nosotros, tu Amor, complace al Padre; siendo la Hostia de tu Sacrificio, hijos de Dios y hermanos tú nos haces. Para alcanzar la salvación eterna, tu Sacrificio día a día se ofrece mientras, junto al Padre sin cesar intercedes, para que todos, en Ti, uno sean. A ti, Cristo, Sumo Sacerdote, y al Padre la gloria sea Tú que vives, te ofreces, y reinas Por edades sempiternas. Amén. Salmodia
Ant. 1. El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres Sacerdote Eterno». Salmo 109, 1-5. 7 Oráculo del Señor a mi Señor: «siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies». Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos. «Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora». El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec». El Señor a tu derecha, el día de su ira, quebrantará a los reyes. En su camino beberá del torrente, por eso, levantará la cabeza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres Sacerdote Eterno». Ant. 2. Dios, que es rico en misericordia, nos vivificó con Cristo. Salmo 110 Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea. Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman. Esplendor y belleza son su obra, su generosidad dura por siempre; ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente.
Él da alimento a sus fieles, recordando siempre su alianza; mostró a su pueblo la fuerza de su poder, dándoles la heredad de los gentiles. Justicia y verdad son las obras de sus manos, todos sus preceptos merecen confianza: son estables para siempre jamás, se han de cumplir con verdad y rectitud. Envió la redención a su pueblo, ratificó para siempre su alianza, su nombre es sagrado y temible. Primicia de la sabiduría es el temor del Señor, tienen buen juicio los que lo practican; la alabanza del Señor dura por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Dios, que es rico en misericordia, nos vivificó con Cristo. Ant. 3. Cristo es imagen de Dios invisible, primogénito de toda creatura. Cántico Col 1, 12-20 Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda creatura; pues por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud. Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas: haciendo la paz por la sangre de su cruz con todos los seres, así del cielo como de la tierra. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Cristo es imagen de Dios invisible, primogénito de toda creatura. Lectura breve Hb 10, 19-23 En virtud de la sangre de Cristo, tenemos plena seguridad y confianza para entrar en el santuario. Éste es el camino nuevo y lleno de vida, que ha inaugurado él para nosotros pasando por el velo, es decir, por su condición de sumisión a la muerte. Tenemos, pues, un gran sacerdote al frente de la casa de Dios. Acerquémonos, por lo tanto, con sinceridad de corazón, con plenitud de fe, purificados los corazones de toda mancha de que tengamos conciencia y lavado el cuerpo con agua pura. Mantengamos firmemente la profesión de nuestra esperanza (porque fiel es quien nos hizo la promesa). Responsorio breve V/. Estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. R/. Estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. V/. Y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de los hijos de Dios. R/. Por medio de nuestro Señor Jesucristo. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. Estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Cántico evangélico Ant. Padre, yo ruego por ellos, porque son tuyos, y yo por ellos me santifico; para que también ellos sean santificados en la verdad. Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padresen favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Padre, yo ruego por ellos, porque son tuyos, y yo por ellos me santifico; para que también ellos sean santificados en la verdad. Preces Por Cristo, elevemos nuestras peticiones a Dios Padre, para que su voluntad guíe y bendiga a todos los que confiamos en Él, y digamos: Escúchanos, con fe te lo pedimos. Cristo, Tú que eres Palabra del Padre, pon en nuestros labios lo que hemos de pedir. Cristo, Sacerdote, que eres Pan de Vida, que tus elegidos vivan el don de su sacerdocio consumando su oblación en Ti. Cristo glorioso, que intercedes siempre por nosotros ante el Padre, has que seamos fieles en la oración, para que no desfallezcan tus obreros en la cosecha. Cristo Señor, que eres enviado del Padre, concédenos que todos encuentren en Ti la vida y el camino del Reino. Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Cristo, Hijo de Dios vivo, que con tu muerte venciste a la muerte, que la oblación última de nuestros difuntos los lleve al gozo eterno de tu gloria. Terminemos nuestras preces con la oración que Cristo nos enseñó: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Oh Dios, que por la gloria de tu majestad y la salvación del género humano constituiste a tu Hijo Único Sumo y Eterno Sacerdote, concede a quienes Él eligió como ministros y dispensadores de sus misterios la gracia del Espíritu Santo para ser fieles en el cumplimiento del ministerio recibido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al Jueves después de Pentecostés
14 de julio San Francisco Solano Presbítero Fiesta Invitatorio V/. Señor, abre mis labios. R/. Y mi boca proclamará tu alabanza. Ant. Venid, adoremos a Cristo Pastor Supremo. Salmo 94 Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes. Suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a prueba, y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: “Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso”». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Venid, adoremos a Cristo Pastor Supremo. Continuar con Laudes Continuar con Oficio de lectura
14 de julio San Francisco Solano Presbítero Fiesta Oficio de lectura V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Puerta de Dios en el redil humano fue Cristo, el buen Pastor que al mundo vino, glorioso va delante del rebaño, guiando su marchar por buen camino. Madero de la cruz es su cayado, su voz es la verdad que a todos llama, su amor es el del Padre, que le ha dado Espíritu de Dios, que a todos ama. Pastores del Señor son sus ungidos, nuevos cristos de Dios, son enviados a los pueblos del mundo redimidos; del único Pastor siervos amados. La cruz de su Señor es su cayado, la voz de la verdad es su llamada, los pastos de su amor, fecundo prado, son vida del Señor que nos es dada. Amén. Salmodia Ant. 1. Quien quiera ser el primero que sea el último de todos y el servidor de todos. Salmo 20, 2-8. 14 Señor, el rey se alegra por tu fuerza, ¡y cuánto goza con tu victoria! Le has concedido el deseo de su corazón, no le has negado lo que pedían sus labios.
Te adelantaste a bendecirlo con el éxito, y has puesto en su cabeza una corona de oro fino. Te pidió vida, y se la has concedido, años que se prolongan sin término. Tu victoria ha engrandecido su fama, lo has vestido de honor y majestad. Le concedes bendiciones incesantes, lo colmas de gozo en tu presencia; porque el rey confía en el Señor, y con la gracia del Altísimo no fracasará. Levántate, Señor, con tu fuerza, y al son de instrumentos cantaremos tu poder. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Quien quiera ser el primero que sea el último de todos y el servidor de todos. Ant. 2. Cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita. Salmo 91 I Es bueno dar gracias al Señor y tocar para tu nombre, oh Altísimo, proclamar por la mañana tu misericordia y de noche tu fidelidad, con arpas de diez cuerdas y laúdes, sobre arpegios de cítaras. Tus acciones, Señor, son mi alegría, y mi júbilo, las obras de tus manos. ¡Qué magníficas son tus obras, Señor, qué profundos tus designios! El ignorante no los entiende ni el necio se da cuenta. Aunque germinen como hierba los malvados y florezcan los malhechores, serán destruidos para siempre. Tú, en cambio, Señor, eres excelso por los siglos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita. Ant. 3. Siervo bueno y fiel, pasa al banquete de tu Señor. II Porque tus enemigos, Señor, perecerán, los malhechores serán dispersados; pero a mí me das la fuerza de un búfalo y me unges con aceite nuevo. Mis ojos despreciarán a mis enemigos, mis oídos escucharán su derrota. El justo crecerá como una palmera y se alzará como un cedro del Líbano: plantado en la casa del Señor, crecerá en los atrios de nuestro Dios; en la vejez seguirá dando fruto y estará lozano y frondoso, para proclamar que el Señor es justo, que en mi Roca no existe la maldad. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Siervo bueno y fiel, pasa al banquete de tu Señor. V/. Oirás de mi boca una palabra. R/. Y les advertirás de mi nombre. Primera lectura De la primera carta del apóstol san Pedro 5, 1-11 Deberes de los presbíteros y de los fieles A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a descubrirse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios a vuestro cargo, gobernándolo, no a la fuerza sino de buena gana, como Dios quiere, no por sórdida ganancia, sino con generosidad, no como dominadores sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y, cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita. Asimismo vosotros, jóvenes, sed sumisos a los presbíteros, y sed humildes unos con otros, porque Dios
resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes. Inclinaos bajo la poderosa mano de Dios, para que a su tiempo os eleve. Descargad en él todas vuestras preocupaciones, porque él se interesa por vosotros. Sed sobrios, estad despiertos: vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidle, firmes en la fe. Y sabed que la misma clase de padecimientos están sufriendo vuestros hermanos dispersos por el mundo. Tras un breve padecer, el Dios de toda gracia que os ha llamado a su eterna gloria en Cristo Jesús, él mismo os restablecerá, os afianzará, os robustecerá. A él la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Amén. Responsorio 1 Co 4, 1-2; Pr 20, 6 R/. Que la gente sólo vea en nosotros servidores de Cristo y es de los misterios de Dios. * Ahora, en un lo que se busca es que sea fiel. V/. Muchos hombres se dicen piadosos, pero un hombre fiel, ¿quién lo encontrará? R/. Ahora, en un lo que se busca es que sea fiel. Segunda lectura De una biografía de san Francisco Solano (Acta Sanctorum julii V, París 1868, pp. 884-886) ¡Dios, vida mía, qué suave eres: seas siempre bendito! Aunque toda la existencia del varón de Dios, Francisco Solano, fue un martirio constante y un reflejo de la cruz de Cristo, los dos últimos meses de su vida se mereció las promesas de la eterna bienaventuranza, practicando de modo eminente la virtud de la paciencia, al llevar con santa resignación la penosa enfermedad que le mantuvo postrado en el lecho del dolor, sometido, además, a grandes padecimientos y fiebres abrasadoras. Esta larga enfermedad nunca fue obstáculo para entregarse de lleno a la oración, la que en sus últimos días fue total contemplación y éxtasis continuos; inflamado en amor divino, siendo su conversación más con los ángeles que con los hombres, olvidado de todo cuidado corporal, de prescripciones facultativas y de cualquier remedio humano, vivió milagrosamente. Con gran ternura repetía incansablemente variadas jaculatorias, en especial: «Bendito sea Dios». Recitaba algunos salmos, sobre todo aquéllos: «Alaba, alma mía, al Señor» y «Bendice, alma mía, a tu Dios»; invitando a los presentes a que se unieran a él, mientras su espíritu se derretía en santo fervor. Hizo que le leyeran del evangelio de san Juan el pasaje que empieza: «Antes de la fiesta de Pascua...», quedando ensimismado, en especial cuando se relataba la pasión de Jesús, dejando caer de sus labios frases de agradecimiento sincero a Cristo paciente, porque decía que le había amado a él, pecador, con gran bondad y misericordia. También se confortaba pronunciando himnos de alabanzas en honor de la bienaventurada Virgen María, con gran gozo y júbilo espirituales. A su confesor le declaró: «Ayude, padre, a alabar al Señor»; y luego añadió: «Dios mío, tú eres el Creador, el rey, mi padre, tú eres mis delicias, todas mis cosas». Y su alma quedó inflamada en amor
divino, sumida en éxtasis profundo, y su cuerpo permaneció rígido y frío como el mármol. Cinco días antes de su muerte, dijo al hermano enfermero, fray Juan Gómez: «¿Por ventura, hermano, no percibes la gran misericordia de Dios hacia mi persona, que me conforta para vencer con facilidad al enemigo?». Tres fechas antes de su tránsito, dirigiendo la vista a otro hermano que le atendía, exclamó entre suspiros y lágrimas: «¿De dónde a mí, mi Señor, Jesús, el que tú estés crucificado y yo me encuentre entre tus ministros y siervos; tú desnudo, yo cubierto; tú abofeteado, coronado de espinas, y yo confortado con tantas atenciones?». Al día siguiente, estando rodeado de muchos religiosos, dijo: «¡Oh Dios, mi vida, sé siempre glorificado! ¡Qué inmensa condescendencia hacia mi persona! ¡Soy feliz, mi Señor, por saber que eres Dios! ¡Oh, qué suave eres!» La última noche, cayó en profundo éxtasis, y los presentes creyeron que expiraba, pero se rehizo, y después recitó el salmo: «Qué alegría cuando me dijeron: ¡Vamos a la casa del Señor! Ya van pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén». Desde este momento hasta el instante supremo de la muerte, sufrió un cambio misterioso, apareciendo su rostro hermoso, radiante, transparente, risueño, y su espíritu transpiraba jubilosa paz, gozo y serenidad. Un hermano le dijo: «Como quiera que Dios te llama a su seno, te ruego, Padre, que te acuerdes de mí cuando estés en su reino». A lo que le contestó con cierto gracejo: «Así es, hermano, me voy al cielo, pero gracias a los méritos de la pasión y muerte de Cristo, porque yo soy un gran pecador. Mas, cuando llegue a la patria, seré allí un buen amigo tuyo». Responsorio Ef 3, 8. 6 R/. A mí, el más insignificante de todo el pueblo santo, se me ha dado esta gracia: anunciar a los gentiles la riqueza insondable que es Cristo * Por quien tenemos libre y confiado a Dios por la fe en él. V/. También los gentiles son coherederos, del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo. R/. Por quien tenemos libre y confiado a Dios por la fe en él. Himno Señor, Dios eterno. Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza, a ti, Padre del cielo, te aclama la creación. Postrados ante ti, los ángeles te adoran y cantan sin cesar: Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo; llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. A ti Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles, la multitud de los profetas te enaltece, y el ejército glorioso de los mártires te aclama. A ti la Iglesia santa, por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza: Padre, infinitamente santo, Hijo eterno, unigénito de Dios, Santo Espíritu de amor y de consuelo. Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria, tú el Hijo y Palabra del Padre, tú el Rey de toda la creación. Tú, para salvar al hombre, tomaste la condición de esclavo en el seno de una virgen. Tú destruiste la muerte y abriste a los creyentes las puertas de la gloria. Tú vives ahora, inmortal y glorioso, en el reino del Padre. Tú vendrás algún día, como juez universal. Muéstrate, pues, amigo y defensor de los hombres que salvaste. Y recíbelos por siempre allá en tu reino, con tus santos y elegidos. La parte que sigue puede omitirse si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu heredad. Sé su pastor, y guíalos por siempre. Día tras día te bendeciremos y alabaremos tu nombre por siempre jamás. Dígnate, Señor, guardarnos de pecado en este día. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. A ti, Señor, me acojo, no quede yo nunca defraudado. Oración Señor, que por medio de san Francisco Solano llevaste a muchos pueblos de América al seno de tu Iglesia: por sus méritos e intercesión, míranos con bondad y atrae hacia ti los pueblos que aún no te conocen. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 14 de Julio
14 de julio San Francisco Solano Presbítero Fiesta Laudes V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Desde Argentina a Lima tus pies abrieron sendas, llevando el Evangelio que al mundo da la luz. Con celo y fe de apóstol, un gran amor sembraste en tierra americana: el signo de la cruz. La voz de Cristo oíste llamando a vida santa, pidiendo penitencia a Lima virreynal. Y tú, con voz de fuego, llevaste su mensaje salvando a pecadores del juicio celestial. Juglar de Cristo fuiste cantando su alabanza, llevando su doctrina en sones de violín. Gloria al Dios de la alegría que en su Hijo nos la dio y al Espíritu de entrambos que por tu amor nos llegó. Amén. Salmodia
Ant. 1. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Salmo 62, 2-9 ¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada; sin agua. ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de manjares exquisitos, y mis labios te alabarán jubilosos. En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Ant. 2. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre. Cántico Dn. 3, 57-88. 56 Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor. Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor. Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor. Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor. Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor. Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor. Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor. Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos. Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor. Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor. Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Hijos de los hombres, bendecid al Señor; bendiga Israel al Señor. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor. Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos. Ant. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre Ant. 3. La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo. Salmo 149 Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos: para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro. Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo. Lectura breve Hb 13, 7-9a Acordaos de aquellos superiores vuestros que os expusieron la palabra de Dios: reflexionando sobre el desenlace de su vida, imitad su fe. Jesucristo es el mismo hoy que ayer, y para siempre. No os dejéis extraviar por doctrinas llamativas y extrañas. Responsorio breve V/. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
R/. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas. V/. Ni de día ni de noche dejarán de anunciar el nombre del Señor. R/. He colocado centinelas. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas. Cántico evangélico Ant. Los que son de Cristo Jesús han crucificado su carne con sus pasiones y sus deseos. Si vivimos por el Espíritu, marchemos tras el Espíritu. Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Los que son de Cristo Jesús han crucificado su carne con sus pasiones y sus deseos. Si vivimos por el Espíritu, marchemos tras el Espíritu. Preces Demos gracias a Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus ovejas, y supliquémosle diciendo: Apacienta a tu pueblo, Señor. Señor Jesucristo, tú que en los santos pastores has revelado tu misericordia y tu amor, haz que, por ellos, continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa. Señor Jesucristo, tú que a través de los santos pastores sigues siendo el único pastor de tu pueblo, no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos. Señor Jesucristo, tú que por medio de los santos pastores eres el médico de los cuerpos y de las almas, haz que nunca falten en tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas de una vida santa. Señor Jesucristo, tú que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el amor de los santos, haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad. Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Señor, que por medio de san Francisco Solano llevaste a muchos pueblos de América al seno de tu Iglesia: por sus méritos e intercesión, míranos con bondad y atrae hacia ti los pueblos que aún no te conocen. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén.
V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 14 de Julio
14 de julio San Francisco Solano Presbítero Fiesta Tercia V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno El trabajo, Señor, de cada día nos sea por tu amor santificado, convierte su dolor en alegría de amor, que para dar tú nos has dado. Paciente y larga es nuestra tarea en la noche oscura del amor que espera; dulce huésped del alma, al que flaquea dale tu luz, tu fuerza que aligera. En el alto gozoso del camino, demos gracias a Dios, que nos concede la esperanza sin fin del don divino; todo lo puede en él quien nada puede. Amén. Salmodia Ant. 1. Que tu bondad me consuele según tu promesa. Salmo 118, 73-80 Tus manos me hicieron y me formaron: instrúyeme para que aprenda tus mandatos; tus fieles verán con alegría que he esperado en tu palabra; reconozco, Señor, que tus mandamientos son justos, que con razón me hiciste sufrir. Que tu bondad me consuele, según la promesa hecha a tu siervo; cuando me alcance tu compasión, viviré,
y mis delicias serán tu voluntad; que se avergüencen los insolentes del daño que me hacen; yo meditaré tus decretos. Vuelvan a mí tus fieles que hacen caso de tus preceptos; sea mi corazón perfecto en tus leyes, así no quedaré avergonzado. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Que tu bondad me consuele según tu promesa. Ant. 2. Protégeme de mis enemigos, Dios mío. Salmo 58, 2-6a. 10-11. 17-18 Líbrame de mi enemigo, Dios mío; protégeme de mis agresores, líbrame de los malhechores, sálvame de los hombres sanguinarios. Mira que me están acechando, y me acosan los poderosos: sin que yo haya pecado ni faltado, Señor, sin culpa mía, avanzan para acometerme. Despierta, ven a mi encuentro, mira: tú, el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel. Estoy velando contigo, fuerza mía, porque tú, ¡oh Dios!, eres mi alcázar. Que tu favor se adelante, ¡oh Dios!, y me haga ver la derrota del enemigo. Pero yo cantaré tu fuerza, por la mañana aclamaré tu misericordia; porque has sido mi alcázar y mi refugio en el peligro. Y tocaré en tu honor, fuerza mía, porque tú, ¡oh Dios!, eres mi alcázar. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Protégeme de mis enemigos, Dios mío. Ant. 3. Dichoso el hombre a quien corrige Dios, porque él hiere y venda la herida. Salmo 59 ¡Oh Dios!, nos rechazaste y rompiste nuestras filas; estabas airado, pero restáuranos. Has sacudido y agrietado el país: repara sus grietas, que se desmorona. Hiciste sufrir un desastre a tu pueblo, dándole a beber un vino de vértigo; diste a tus fieles la señal de desbandada, haciéndolos huir de los arcos. Para que se salven tus predilectos, que tu mano salvadora nos responda. Dios habló en su santuario: «Triunfante ocuparé Siquén, parcelaré el valle de Sucot; mío es Galaad, mío Manasés, Efraím es yelmo de mi cabeza, Judá es mi cetro; Moab, una jofaina para lavarme; sobre Edom echo mi sandalia, sobre Filistea canto victoria». Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte, quién me conducirá a Edom, si tú, ¡oh Dios!, nos has rechazado y no sales ya con nuestras tropas? Auxílianos contra el enemigo, que la ayuda del hombre es inútil. Con Dios haremos proezas, él pisoteará a nuestros enemigos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el hombre a quien corrige Dios, porque él hiere y venda la herida. Lectura breve 1 Tm 4, 16 Vigílate a ti mismo y a tu enseñanza; sé constante en ello; obrando así, te salvarás a ti mismo y a los que te escuchan. V/. Escogió el Señor a su siervo. R/. Para pastorear a Jacob, su heredad. Oración Señor, que por medio de san Francisco Solano llevaste a muchos pueblos de América al seno de tu Iglesia: por sus méritos e intercesión, míranos con bondad y atrae hacia ti los pueblos que aún no te conocen. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 14 de Julio
14 de julio San Francisco Solano Presbítero Fiesta Sexta V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Este mundo del hombre, en que él se afana tras la felicidad que tanto ansía, tú lo vistes, Señor, de luz temprana y de radiante sol al mediodía. Así el poder de tu presencia encierra el secreto más hondo de esta vida; un nuevo cielo y una nueva tierra colmarán nuestro anhelo sin medida. Poderoso Señor de nuestra historia, no tardes en venir gloriosamente; tu luz resplandeciente y tu victoria inunden nuestra vida eternamente. Amén. Salmodia Ant. 1. Que tu bondad me consuele según tu promesa. Salmo 118, 73-80 Tus manos me hicieron y me formaron: instrúyeme para que aprenda tus mandatos; tus fieles verán con alegría que he esperado en tu palabra; reconozco, Señor, que tus mandamientos son justos, que con razón me hiciste sufrir. Que tu bondad me consuele, según la promesa hecha a tu siervo; cuando me alcance tu compasión, viviré,
y mis delicias serán tu voluntad; que se avergüencen los insolentes del daño que me hacen; yo meditaré tus decretos. Vuelvan a mí tus fieles que hacen caso de tus preceptos; sea mi corazón perfecto en tus leyes, así no quedaré avergonzado. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Que tu bondad me consuele según tu promesa. Ant. 2. Protégeme de mis enemigos, Dios mío. Salmo 58, 2-6a. 10-11. 17-18 Líbrame de mi enemigo, Dios mío; protégeme de mis agresores, líbrame de los malhechores, sálvame de los hombres sanguinarios. Mira que me están acechando, y me acosan los poderosos: sin que yo haya pecado ni faltado, Señor, sin culpa mía, avanzan para acometerme. Despierta, ven a mi encuentro, mira: tú, el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel. Estoy velando contigo, fuerza mía, porque tú, ¡oh Dios!, eres mi alcázar. Que tu favor se adelante, ¡oh Dios!, y me haga ver la derrota del enemigo. Pero yo cantaré tu fuerza, por la mañana aclamaré tu misericordia; porque has sido mi alcázar y mi refugio en el peligro. Y tocaré en tu honor, fuerza mía, porque tú, ¡oh Dios!, eres mi alcázar. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Protégeme de mis enemigos, Dios mío. Ant. 3. Dichoso el hombre a quien corrige Dios, porque él hiere y venda la herida. Salmo 59 ¡Oh Dios!, nos rechazaste y rompiste nuestras filas; estabas airado, pero restáuranos. Has sacudido y agrietado el país: repara sus grietas, que se desmorona. Hiciste sufrir un desastre a tu pueblo, dándole a beber un vino de vértigo; diste a tus fieles la señal de desbandada, haciéndolos huir de los arcos. Para que se salven tus predilectos, que tu mano salvadora nos responda. Dios habló en su santuario: «Triunfante ocuparé Siquén, parcelaré el valle de Sucot; mío es Galaad, mío Manasés, Efraím es yelmo de mi cabeza, Judá es mi cetro; Moab, una jofaina para lavarme; sobre Edom echo mi sandalia, sobre Filistea canto victoria». Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte, quién me conducirá a Edom, si tú, ¡oh Dios!, nos has rechazado y no sales ya con nuestras tropas? Auxílianos contra el enemigo, que la ayuda del hombre es inútil. Con Dios haremos proezas, él pisoteará a nuestros enemigos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el hombre a quien corrige Dios, porque él hiere y venda la herida. Lectura breve 1 Tm 1, 12 Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio. V/. No me avergüenzo del Evangelio. R/. Que es una fuerza de Dios para la salvación. Oración Señor, que por medio de san Francisco Solano llevaste a muchos pueblos de América al seno de tu Iglesia: por sus méritos e intercesión, míranos con bondad y atrae hacia ti los pueblos que aún no te conocen. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 14 de Julio
14 de julio San Francisco Solano Presbítero Fiesta Nona V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Fundamento de todo lo que existe, de tu pueblo elegido eterna roca, de los tiempos Señor, que prometiste dar tu vigor al que con fe te invoca. Mira al hombre que es fiel y no te olvida, tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte para amarte y servirte en esta vida y gozarte después de santa muerte. Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa en este atardecer que se avecina, serena claridad y dulce brisa será tu amor que todo lo domina. Amén. Salmodia Ant. 1. Que tu bondad me consuele según tu promesa. Salmo 118, 73-80 Tus manos me hicieron y me formaron: instrúyeme para que aprenda tus mandatos; tus fieles verán con alegría que he esperado en tu palabra; reconozco, Señor, que tus mandamientos son justos, que con razón me hiciste sufrir. Que tu bondad me consuele, según la promesa hecha a tu siervo; cuando me alcance tu compasión, viviré,
y mis delicias serán tu voluntad; que se avergüencen los insolentes del daño que me hacen; yo meditaré tus decretos. Vuelvan a mí tus fieles que hacen caso de tus preceptos; sea mi corazón perfecto en tus leyes, así no quedaré avergonzado. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Que tu bondad me consuele según tu promesa. Ant. 2. Protégeme de mis enemigos, Dios mío. Salmo 58, 2-6a. 10-11. 17-18 Líbrame de mi enemigo, Dios mío; protégeme de mis agresores, líbrame de los malhechores, sálvame de los hombres sanguinarios. Mira que me están acechando, y me acosan los poderosos: sin que yo haya pecado ni faltado, Señor, sin culpa mía, avanzan para acometerme. Despierta, ven a mi encuentro, mira: tú, el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel. Estoy velando contigo, fuerza mía, porque tú, ¡oh Dios!, eres mi alcázar. Que tu favor se adelante, ¡oh Dios!, y me haga ver la derrota del enemigo. Pero yo cantaré tu fuerza, por la mañana aclamaré tu misericordia; porque has sido mi alcázar y mi refugio en el peligro. Y tocaré en tu honor, fuerza mía, porque tú, ¡oh Dios!, eres mi alcázar. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Protégeme de mis enemigos, Dios mío. Ant. 3. Dichoso el hombre a quien corrige Dios, porque él hiere y venda la herida. Salmo 59 ¡Oh Dios!, nos rechazaste y rompiste nuestras filas; estabas airado, pero restáuranos. Has sacudido y agrietado el país: repara sus grietas, que se desmorona. Hiciste sufrir un desastre a tu pueblo, dándole a beber un vino de vértigo; diste a tus fieles la señal de desbandada, haciéndolos huir de los arcos. Para que se salven tus predilectos, que tu mano salvadora nos responda. Dios habló en su santuario: «Triunfante ocuparé Siquén, parcelaré el valle de Sucot; mío es Galaad, mío Manasés, Efraím es yelmo de mi cabeza, Judá es mi cetro; Moab, una jofaina para lavarme; sobre Edom echo mi sandalia, sobre Filistea canto victoria». Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte, quién me conducirá a Edom, si tú, ¡oh Dios!, nos has rechazado y no sales ya con nuestras tropas? Auxílianos contra el enemigo, que la ayuda del hombre es inútil. Con Dios haremos proezas, él pisoteará a nuestros enemigos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el hombre a quien corrige Dios, porque él hiere y venda la herida. Lectura breve 1 Tm 3, 13 Los que ejercen bien el diaconado alcanzan un puesto honroso y grande entereza en la fe de Cristo Jesús. V/. Si el Señor no construye la casa. R/. En vano se cansan los albañiles. Oración Señor, que por medio de san Francisco Solano llevaste a muchos pueblos de América al seno de tu Iglesia: por sus méritos e intercesión, míranos con bondad y atrae hacia ti los pueblos que aún no te conocen. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 14 de Julio
14 de julio San Francisco Solano Presbítero Fiesta Vísperas V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Cantemos al Señor con alegría, unidos a la voz del Pastor santo; demos gracias a Dios, que es luz y guía, solícito pastor de su rebaño. Es su voz y su amor el que nos llama en la voz del pastor que él ha elegido, es su amor infinito el que nos ama en la entrega y amor de este otro cristo. Conociendo en la fe su fiel presencia, hambrientos de verdad y luz divina, sigamos al pastor que es providencia de pastos abundantes que son vida. Apacienta, Señor, guarda a tus hijos, manda siempre a tu mies trabajadores; cada aurora, a la puerta del aprisco, nos aguarde el amor de tus pastores. Amén. Salmodia Ant. 1. Soy ministro del Evangelio por don de la gracia de Dios. Salmo 14 Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda y habitar en tu monte santo? El que procede honradamente y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua, el que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor, el que no retracta lo que juró aun en daño propio, el que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que así obra nunca fallará. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Soy ministro del Evangelio por don de la gracia de Dios. Ant. 2. fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre. Salmo 111 Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. Dichoso el que se apiada y presta, y istra rectamente sus asuntos. El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo. No temerá las malas noticias, su corazón está firme en el Señor. Su corazón está seguro, sin temor, hasta que vea derrotados a sus enemigos. Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad.
El malvado, al verlo, se irritará, rechinará los dientes hasta consumirse. La ambición del malvado fracasará. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre. Ant. 3. Mis ovejas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor. Cántico Ap 15, 3-4 Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente, justos y verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de los siglos! ¿Quién no temerá, Señor, y glorificará tu nombre? Porque tú solo eres santo, porque vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, porque tus juicios se hicieron manifiestos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Mis ovejas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor. Lectura breve 1 Pe 5, 1-4 A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a descubrirse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios a vuestro cargo, gobernándolo, no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere, no por sórdida ganancia, sino con generosidad, no como dominadores sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y, cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita. Responsorio breve V/. Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo. R/. Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo. V/. El que entregó su vida por sus hermanos. R/. El que ora mucho por su pueblo.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo. Cántico evangélico Ant. Caminó con el Señor con integridad y rectitud, y apartó a muchos de la culpa. Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padresen favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Caminó con el Señor con integridad y rectitud, y apartó a muchos de la culpa. Preces Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente diciendo: Salva a tu pueblo, Señor. Tú que por medio de pastores santos y eximios has glorificado a tu Iglesia, haz que todos los cristianos resplandezcan por su virtud.
Tú que por la oración de los santos pastores, que a semejanza de Moisés oraban por el pueblo, perdonaste los pecados de tus fieles, purifica y santifica también ahora a la santa Iglesia por la intercesión de los santos. Tú que de entre los fieles elegiste a los santos pastores y, por tu Espíritu, los consagraste como ministros en bien de sus hermanos, llena también de tu Espíritu a todos los pastores del pueblo de Dios. Tú que fuiste la heredad de los santos pastores, no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu sangre viva alejado de ti. Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Tú que por medio de los pastores de la Iglesia das la vida eterna a tus ovejas para que nadie las arrebate de tu mano, salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida. Digamos juntos la oración que Cristo nos enseñó como modelo de toda oración: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Señor, que por medio de san Francisco Solano llevaste a muchos pueblos de América al seno de tu Iglesia: por sus méritos e intercesión, míranos con bondad y atrae hacia ti los pueblos que aún no te conocen. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 14 de Julio
28 de julio Nuestra Señora de la Paz Fiesta Invitatorio V/. Señor, abre mis labios. R/. Y mi boca proclamará tu alabanza. Ant. Venid, adoremos a Cristo, nacido de María Virgen, Príncipe de la Paz. Salmo 94 Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes. Suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a prueba, y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: “Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso”». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Venid, adoremos a Cristo, nacido de María Virgen, Príncipe de la Paz. Continuar con Laudes Continuar con Oficio de lectura
28 de julio Nuestra Señora de la Paz Fiesta Oficio de lectura V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Lucero de la mañana, norte que muestra el camino, cuando turba de continuo nuestro mar la tramontana. Quien tanta grandeza explica sin alas puede volar, porque no podrá alabar a la que es más santa y rica. Sois pastora de tal suerte, que aseguráis los rebaños de mortandades y daños, dando al lobo cruda muerte. Dais vida a quien se os aplica, y en los cielos y en la tierra libráis las almas de guerra, como poderosa y rica. Si vuestro ejemplo tomasen las pastoras y pastores, yo fío que de dolores para siempre se librasen. Tanto Dios se os comunica, que sin fin os alabamos, y más cuando os contemplamos en el mundo la más rica. Amén. Salmodia Ant. 1. María ha recibido la bendición del Señor y la misericordia de Dios, su salvador. Salmo 23
Del Señor es la tierra y cuanto lo llena, el orbe y todos sus habitantes: El la fundó sobre los mares, El la afianzó sobre los ríos. ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos ni jura contra el prójimo en falso. Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. ¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria. ¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, héroe valeroso; el Señor, héroe de la guerra. ¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria. ¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos. Él es el Rey de la gloria. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. María ha recibido la bendición del Señor y la misericordia de Dios, su salvador. Ant. 2. El Altísimo consagra su morada. Salmo 45 Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra, y los montes se desplomen en el mar. Que hiervan y brame sus olas, que sacudan a los montes con su furia: El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada. Teniendo a Dios en medio, no vacila; Dios lo socorre al despuntar la aurora. Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan; pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. Venid a ver las obras del Señor, las maravillas que hace en la tierra: Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe, rompe los arcos, quiebra las lanzas, prende fuego a los escudos. «Rendíos, reconoced que yo soy Dios: más alto que los pueblos, más alto que la tierra». El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. El Altísimo consagra su morada. Ant. 3. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, Virgen María! Salmo 86 Él la ha cimentado sobre el monte santo; y el Señor prefiere las puertas de Sión a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! «Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles; filisteos, tirios y etíopes han nacido allí». Se dirá de Sión: «uno por uno todos han nacido en ella; el Altísimo en persona la ha fundado». El Señor escribirá en el registro de los pueblos: «Éste ha nacido allí». Y cantarán mientras danzan: «Todas mis fuerzas están en ti». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, Virgen María! V/. María conservaba todas estas cosas. R/. Meditándolas en su corazón. Primera lectura Del libro del profeta Isaías 7, 10-14; 8, 10; 11, 1-9 El Emmanuel, rey pacífico En aquellos días, habló el Señor a Ajaz, diciendo: «Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo». Respondió Ajaz: «No la pido, no quiero tentar al Señor». Entonces dijo Isaías: «Escucha, heredero de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará él mismo una señal. Mirad: la joven ha concebido y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, porque tenemos a Dios-con-nosotros. «Saldrá un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz brotará un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de
temor del Señor. «No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados. Herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el aliento de sus labios. La justicia será el ceñidor de su cintura, y la lealtad el cinturón de sus caderas. «Habitará el lobo con el cordero, y la pantera se echará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá. La vaca pastará con el oso, sus crías yacerán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará junto al agujero del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. Nadie hará daño ni estrago por todo mi Monte Santo: porque estará lleno el país de ciencia del Señor, como las aguas colman el mar». Responsorio Cf. Is 7, 14; cf. 9, 6-7 R/. Mirad: la joven ha concebido y dará a luz un hijo, * y tendrá por nombre «Consejero irable» y «Dios poderoso». V/. Se sentará sobre el trono de David y reinará para siempre. R/. Y tendrá por nombre «Consejero irable» y «Dios poderoso». Segunda lectura De la constitución pastoral Gaudium et Spes sobre la iglesia en el mundo actual, del Concilio Vaticano II. (n. 78) Naturaleza de la paz La paz no es la mera ausencia de la guerra, ni se reduce sólo al establecimiento de un equilibrio de las fuerzas adversarias, ni surge de una dominación despótica, sino que se llama con exactitud y propiedad la obra de la justicia (Is 32, 7). Es el fruto del orden asignado a la sociedad humana por su divino Fundador y que los hombres, siempre sedientos de una justicia más perfecta, han de llevar a cabo. El bien común del género humano se rige primariamente por la ley eterna, pero en cuanto a sus exigencias concretas está sometido, en el transcurso del tiempo, a continuos cambios. Por ello, la paz nunca se obtiene de modo definitivo, sino que debe edificarse continuamente. Como además, la voluntad humana es frágil y está herida por el pecado, la búsqueda de la paz exige de cada uno un constante dominio de las pasiones y una constante vigilancia por parte de la autoridad legítima. Sin embargo, esto no es suficiente. Esta paz sólo puede obtenerse en la tierra si se asegura el bien de las personas, y los hombres comparten entre sí, espontáneamente, con confianza, sus riquezas espirituales e intelectuales. La voluntad firme de respetar a los demás hombres y pueblos, y su dignidad, y el esforzado ejercicio de la fraternidad, son absolutamente necesarios para construir la paz. Así, la paz es también fruto del amor que va más allá de lo que la justicia puede aportar. La paz terrena, que nace del amor al prójimo, es figura y efecto de la paz de Cristo, que procede de Dios Padre. Pues el mismo Hijo encarnado, Príncipe de la paz, por su cruz reconcilió a todos los hombres con Dios y, restituyendo la unidad de todos en un solo pueblo y en un solo cuerpo, mató en su propia carne el odio y, exaltado por la resurrección, derramó el Espíritu de caridad en los corazones de los hombres.
Por consiguiente, todos los cristianos son llamados insistentemente, para que, haciendo la verdad en el amor (Ef 4, 15), se unan con todos los hombres verdaderamente pacíficos para implorar e instaurar la paz. Movidos por el mismo Espíritu, no podemos dejar de alabar a aquellos que, renunciando a la acción violenta para reivindicar sus derechos, recurren a los medios de defensa que están incluso al alcance de los más débiles, siempre que esto pueda hacerse sin lesión de los derechos y obligaciones de los demás y de la comunidad. En la medida en que los hombres son pecadores, les amenaza, y les amenazará hasta la venida de Cristo, el peligro de guerra; en la medida en que, unidos por la caridad, superan el pecado, se superan también las violencias hasta que se cumpla la palabra: De sus espadas forjarán arados y de sus lanzas podaderas. Ninguna nación levantará ya más la espada contra otra y no se adiestrarán más para el combate (Is 2, 4). Responsorio R/. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros. * Para que obtengamos la paz en nuestro pueblo. V/. Tú que eres la madre del Príncipe de la Paz. R/. Para que obtengamos la paz en nuestro pueblo. Himno Señor, Dios eterno. Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza, a ti, Padre del cielo, te aclama la creación. Postrados ante ti, los ángeles te adoran y cantan sin cesar: Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo; llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. A ti Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles, la multitud de los profetas te enaltece, y el ejército glorioso de los mártires te aclama. A ti la Iglesia santa, por todos los confines extendida, con júbilo te adora y canta tu grandeza: Padre, infinitamente santo, Hijo eterno, unigénito de Dios, Santo Espíritu de amor y de consuelo. Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre, tú el Rey de toda la creación. Tú, para salvar al hombre, tomaste la condición de esclavo en el seno de una virgen. Tú destruiste la muerte y abriste a los creyentes las puertas de la gloria. Tú vives ahora, inmortal y glorioso, en el reino del Padre. Tú vendrás algún día, como juez universal. Muéstrate, pues, amigo y defensor de los hombres que salvaste. Y recíbelos por siempre allá en tu reino, con tus santos y elegidos. La parte que sigue puede omitirse si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu heredad. Sé su pastor, y guíalos por siempre. Día tras día te bendeciremos y alabaremos tu nombre por siempre jamás. Dígnate, Señor, guardarnos de pecado en este día. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. A ti, Señor, me acojo, no quede yo nunca defraudado. Oración
Te suplicamos, Señor, mires propicio la devoción de tu pueblo, para que, por la intercesión de la Virgen María, alcancemos, como dones de tu gracia, la paz en la vida presente y tu compañía eterna en los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 28 de Julio
28 de julio Nuestra Señora de la Paz Fiesta Laudes V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Eres tú la mujer llena de gloria, alzada por encima de los astros; con tu sagrado pecho das la leche al que en su providencia te ha creado. Lo que Eva nos perdió tan tristemente, tú lo devuelves por tu fruto santo; para que al cielo ingresen los que lloran, eres tú la ventana del costado. Tú eres la puerta altísima del Rey y la entrada fulgente de la luz; la vida que esta Virgen nos devuelve aplauda el pueblo que alcanzó salud. Sea la gloria a ti, Señor Jesús, que de María Virgen has nacido, gloria contigo al Padre y al Paráclito, por sempiternos y gozosos siglos. Amén. Salmodia Ant. 1. Dichosa eres, María, porque tú nos diste al Príncipe de la paz. Tú que ahora vives en la gloria del señor, intercede por nosotros ante tu Hijo. Salmo 62, 2-9 ¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada; sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de manjares exquisitos, y mis labios te alabarán jubilosos. En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Dichosa eres, María, porque tú nos diste al Príncipe de la paz. Tú que ahora vives en la gloria del señor, intercede por nosotros ante tu Hijo. Ant. 2. Tú eres la gloria de Jerusalén; tú, la alegría de Israel; tú, el orgullo de nuestra raza. Cántico Dn. 3, 57-88. 56 Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor. Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor. Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor. Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor. Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor. Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor. Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos. Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor. Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor. Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Hijos de los hombres, bendecid al Señor; bendiga Israel al Señor. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor. Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo ensalcémoslo con himnos por los siglos. Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos. Ant. Tú eres la gloria de Jerusalén; tú, la alegría de Israel; tú, el orgullo de nuestra raza. Ant. 3. Tú que eres nuestra Madre, bendice a tus hijos con la paz. Salmo 149 Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos: para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro. Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Tú que eres nuestra Madre, bendice a tus hijos con la paz. Lectura breve Is 61, 9. 11 Su estirpe será célebre entre las naciones, y sus vástagos, entre los pueblos. Los que los vean reconocerán que son la estirpe que bendijo el Señor. Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos. Responsorio breve V/. El Señor, tu Dios, está en medio de ti. R/. El Señor, tu Dios, está en medio de ti. V/. Él se complace en ti. R/. Está en medio de ti. V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. R/. El Señor, tu Dios, está en medio de ti. Cántico evangélico Ant. Salve, Madre Santa, tú que has colaborado en nuestra reconciliación, obrada por tu Hijo, guíanos al
paraíso y haznos constructores de la paz. Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Salve, Madre Santa, tú que has colaborado en nuestra reconciliación, obrada por tu Hijo, guíanos al paraíso y haznos constructores de la paz. Preces Elevemos nuestras súplicas a Jesucristo, que es nuestra Paz y digámosle: Que tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros.
Sol de justicia, a quien María Virgen precedía como aurora luciente, haz que vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia. Príncipe de la Paz, tú que nos diste el mandato del amor, enséñanos a amarnos verdaderamente como hermanos. Tú que viniste al mundo y por tu venida conocimos que Dios quiere la paz para aquellos que ama, haz que de las espadas se forjen arados y de las lanzas podaderas. Tú que dijiste que son bienaventurados los que trabajan por la paz, haz que nos esforcemos por conseguirla para ser llamados hijos de Dios. Pidamos al Padre que venga a nosotros su reino de paz: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Te suplicamos, Señor, mires propicio la devoción de tu pueblo, para que, por la intercesión de la Virgen María, alcancemos, como dones de tu gracia, la paz en la vida presente y tu compañía eterna en los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 28 de Julio
28 de julio Nuestra Señora de la Paz Fiesta Tercia V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno El trabajo, Señor, de cada día nos sea por tu amor santificado, convierte su dolor en alegría de amor, que para dar tú nos has dado. Paciente y larga es nuestra tarea en la noche oscura del amor que espera; dulce huésped del alma, al que flaquea dale tu luz, tu fuerza que aligera. En el alto gozoso del camino, demos gracias a Dios, que nos concede la esperanza sin fin del don divino; todo lo puede en él quien nada puede. Amén. Salmodia Ant. Todos se dedicaban a la oración en común, con María la madre de Jesús. Salmo 118, 161-168 Los nobles me perseguían sin motivo, pero mi corazón respetaba tus palabras; yo me alegraba con tu promesa, como el que encuentra un rico botín; detesto y aborrezco la mentira, y amo tu voluntad. Siete veces al día te alabo por tus justos mandamientos; mucha paz tienen los que aman tus leyes, y nada los hace tropezar;
aguardo tu salvación, Señor, y cumplo tus mandatos. Mi alma guarda tus preceptos y los ama intensamente; guardo tus decretos, y tú tienes presente mis caminos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 132 Ved qué paz y qué alegría, convivir los hermanos unidos. Es ungüento precioso en la cabeza, que va bajando por la barba, que baja por la barba de Aarón, hasta la franja de su ornamento. Es rocío del Hermón, que va bajando sobre el monte Sión. Porque allí manda el Señor la bendición: la vida para siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 139, 2-9. 13-14 Líbrame, Señor, del malvado, guárdame del hombre violento, que planean maldades en su corazón y todo el día provocan contiendas; afilan sus lenguas como serpientes, con veneno de víboras en los labios. Defiéndeme, Señor, de la mano perversa, guárdame de los hombres violentos, que preparan zancadillas a mis pasos. Los soberbios me esconden trampas; los perversos me tienden una red y por el camino me colocan lazos.
Pero yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios»; Señor, atiende a mis gritos de socorro; Señor Dios, mi fuerte salvador, que cubres mi cabeza el día de la batalla. Señor, no le concedas sus deseos al malvado, no des éxito a sus proyectos. Yo sé que el Señor hace justicia al afligido y defiende el derecho del pobre. Los justos alabarán tu nombre, los honrados habitarán en tu presencia. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Todos se dedicaban a la oración en común, con María la madre de Jesús. Lectura breve So 3, 14. 15b Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, hija de Jerusalén. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti. V/. Dichosos los que escuchan la palabra de Dios. R/. Y la cumplen. Oración Te suplicamos, Señor, mires propicio la devoción de tu pueblo, para que, por la intercesión de la Virgen María, alcancemos, como dones de tu gracia, la paz en la vida presente y tu compañía eterna en los cielos. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 28 de Julio
28 de julio Nuestra Señora de la Paz Fiesta Sexta V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Este mundo del hombre, en que él se afana tras la felicidad que tanto ansía, tú lo vistes, Señor, de luz temprana y de radiante sol al mediodía. Así el poder de tu presencia encierra el secreto más hondo de esta vida; un nuevo cielo y una nueva tierra colmarán nuestro anhelo sin medida. Poderoso Señor de nuestra historia, no tardes en venir gloriosamente; tu luz resplandeciente y tu victoria inunden nuestra vida eternamente. Amén. Salmodia Ant. Dijo la madre de Jesús: «Haced lo que él diga». Salmo 118, 161-168 Los nobles me perseguían sin motivo, pero mi corazón respetaba tus palabras; yo me alegraba con tu promesa, como el que encuentra un rico botín; detesto y aborrezco la mentira, y amo tu voluntad. Siete veces al día te alabo por tus justos mandamientos; mucha paz tienen los que aman tus leyes, y nada los hace tropezar;
aguardo tu salvación, Señor, y cumplo tus mandatos. Mi alma guarda tus preceptos y los ama intensamente; guardo tus decretos, y tú tienes presente mis caminos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 132 Ved qué paz y qué alegría, convivir los hermanos unidos. Es ungüento precioso en la cabeza, que va bajando por la barba, que baja por la barba de Aarón, hasta la franja de su ornamento. Es rocío del Hermón, que va bajando sobre el monte Sión. Porque allí manda el Señor la bendición: la vida para siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 139, 2-9. 13-14 Líbrame, Señor, del malvado, guárdame del hombre violento, que planean maldades en su corazón y todo el día provocan contiendas; afilan sus lenguas como serpientes, con veneno de víboras en los labios. Defiéndeme, Señor, de la mano perversa, guárdame de los hombres violentos, que preparan zancadillas a mis pasos. Los soberbios me esconden trampas; los perversos me tienden una red y por el camino me colocan lazos.
Pero yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios»; Señor, atiende a mis gritos de socorro; Señor Dios, mi fuerte salvador, que cubres mi cabeza el día de la batalla. Señor, no le concedas sus deseos al malvado, no des éxito a sus proyectos. Yo sé que el Señor hace justicia al afligido y defiende el derecho del pobre. Los justos alabarán tu nombre, los honrados habitarán en tu presencia. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Dijo la madre de Jesús: «Haced lo que él diga». Lectura breve Za 9, 9a Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén. Mira a tu Rey que viene a ti, justo y victorioso. V/. Dichoso el seno de santa María Virgen. R/. Que llevó al Hijo del eterno Padre. Oración Te suplicamos, Señor, mires propicio la devoción de tu pueblo, para que, por la intercesión de la Virgen María, alcancemos, como dones de tu gracia, la paz en la vida presente y tu compañía eterna en los cielos. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 28 de Julio
28 de julio Nuestra Señora de la Paz Fiesta Nona V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Fundamento de todo lo que existe, de tu pueblo elegido eterna roca, de los tiempos Señor, que prometiste dar tu vigor al que con fe te invoca. Mira al hombre que es fiel y no te olvida, tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte para amarte y servirte en esta vida y gozarte después de santa muerte. Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa en este atardecer que se avecina, serena claridad y dulce brisa será tu amor que todo lo domina. Amén. Salmodia Salmo 118, 161-168 Los nobles me perseguían sin motivo, pero mi corazón respetaba tus palabras; yo me alegraba con tu promesa, como el que encuentra un rico botín; detesto y aborrezco la mentira, y amo tu voluntad. Siete veces al día te alabo por tus justos mandamientos; mucha paz tienen los que aman tus leyes, y nada los hace tropezar; aguardo tu salvación, Señor, y cumplo tus mandatos.
Mi alma guarda tus preceptos y los ama intensamente; guardo tus decretos, y tú tienes presente mis caminos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 132 Ved qué paz y qué alegría, convivir los hermanos unidos. Es ungüento precioso en la cabeza, que va bajando por la barba, que baja por la barba de Aarón, hasta la franja de su ornamento. Es rocío del Hermón, que va bajando sobre el monte Sión. Porque allí manda el Señor la bendición: la vida para siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 139, 2-9. 13-14 Líbrame, Señor, del malvado, guárdame del hombre violento, que planean maldades en su corazón y todo el día provocan contiendas; afilan sus lenguas como serpientes, con veneno de víboras en los labios. Defiéndeme, Señor, de la mano perversa, guárdame de los hombres violentos, que preparan zancadillas a mis pasos. Los soberbios me esconden trampas; los perversos me tienden una red y por el camino me colocan lazos. Pero yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios»; Señor, atiende a mis gritos de socorro;
Señor Dios, mi fuerte salvador, que cubres mi cabeza el día de la batalla. Señor, no le concedas sus deseos al malvado, no des éxito a sus proyectos. Yo sé que el Señor hace justicia al afligido y defiende el derecho del pobre. Los justos alabarán tu nombre, los honrados habitarán en tu presencia. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Dijo el Señor a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Lectura breve Jdt 13, 31 Bendita seas en todas las tiendas de Judá y en todas las naciones. Cuantos oigan tu nombre quedarán asombrados. V/. Bendita tú entre las mujeres. R/. Y bendito el fruto de tu vientre. Oración Te suplicamos, Señor, mires propicio la devoción de tu pueblo, para que, por la intercesión de la Virgen María, alcancemos, como dones de tu gracia, la paz en la vida presente y tu compañía eterna en los cielos. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 28 de Julio
28 de julio Nuestra Señora de la Paz Fiesta Vísperas V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Salve, del mar Estrella, salve, Madre sagrada de Dios y siempre virgen, puerta del cielo santa. Tomando de Gabriel el «Ave», Virgen alma, mudando el nombre de Eva, paces divinas trata. La vista restituye, las cadenas desata, todos los males quita, todos los bienes causa. Muéstrate madre, y llegue por ti nuestra esperanza a quien, por darnos vida, nació de tus entrañas. Entre todas piadosa, Virgen, en nuestras almas, libres de culpa, infunde virtud humilde y casta. Vida nos presta pura, camino firme allana, que quien a Jesús llega eterno gozo alcanza. Al Padre, al Hijo, al Santo Espíritu alabanzas;
una a los tres le demos, y siempre eternas gracias. Amén. Salmodia Ant. 1. Por mis hermanos y compañeros, voy a decir «la paz contigo». Salmo 121 ¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia en el palacio de David. Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios». Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo». Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Por mis hermanos y compañeros, voy a decir «la paz contigo». Ant. 2. Dichosa tú, porque creíste y viviste el evangelio del amor y la paz. Salmo 126 Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis, que veléis hasta muy tarde, que comáis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen! La herencia que da el Señor son los hijos; una recompensa es el fruto de las entrañas: son saetas en manos de un guerrero los hijos de la juventud. Dichoso el hombre que llena con ellas su aljaba: No quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Dichosa tú, porque creíste y viviste el evangelio del amor y la paz. Ant. 3. Bendita tú, María, elegida desde siempre para ser santa e irreprochable ante el Señor por el amor. Cántico Ef 1, 3-10 Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos consagrados e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad. Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, las del cielo y las de la tierra. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Bendita tú, María, elegida desde siempre para ser santa e irreprochable ante el Señor por el amor. Lectura breve Ga 4, 4-5 Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Responsorio breve V/. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo. R/. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo. V/. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. R/. El Señor está contigo. V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. R/. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo. Cántico evangélico Ant. Con María cantemos a Dios que hace proezas con su brazo, y se acuerda de su misericordia eternamente. Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padresen favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Con María cantemos a Dios que hace proezas con su brazo, y se acuerda de su misericordia eternamente. Preces Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle diciendo: Que la llena de gracia interceda por nosotros. Tú que quisiste que tu Iglesia fuera un signo permanente de la salvación asiste a nuestro Santo Padre el papa N. y a nuestros obispos, para que anunciando el Evangelio, proclamen tu Reino de Paz. Tú que encomendaste a María la misión de madre de familia en el hogar de Jesús y de José, haz que por su intercesión todas las madres fomenten en sus hogares el amor y la santidad. Tú que fortaleciste a María cuando estaba al pie de la cruz y la llenaste de gozo en la resurrección de su Hijo, levanta y robustece la esperanza de los decaídos. Tú que hiciste que María meditara tus palabras en su corazón y fuera tu esclava fiel, por su intercesión haz de nosotros siervos fieles y discípulos dóciles de tu Hijo. Tú que coronaste a María como reina del cielo, haz que los difuntos puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu reino. Según el mandato del Señor, digamos confiadamente: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Te suplicamos, Señor, mires propicio la devoción de tu pueblo, para que, por la intercesión de la Virgen María, alcancemos, como dones de tu gracia, la paz en la vida presente y tu compañía eterna en los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 28 de Julio
30 de agosto Santa Rosa de Lima Virgen Patrona de Lima, del Perú y de América Latina Solemnidad I Vísperas V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Gloria a ti, Rosa bendita del Perú radiante estrella. Flor de los cielos más bella que la flor de Jericó Hollando con fe robusta, los placeres de este suelo, desde joven, en el Cielo, tu corazón se fijó. Al suyo, con lazo fuerte lo juntó tu dulce Esposo, y de su amor generoso suavemente le inflamó. En vano, límpido espejo, Satanás quiso empañarte. Nunca pudo derribarte, pues en Dios tu alma confió. Al Padre omnipotente y a su Hijo Jesucristo y al Espíritu Divino por siempre gloria y honor. Amén. Salmodia Ant. 1. Alabemos jubilosos al Señor, que reviste de su gloria a los humildes. Salmo 112
Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre: de la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos. ¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo; a la estéril le da un puesto en la casa, como madre feliz de hijos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Alabemos jubilosos al Señor, que reviste de su gloria a los humildes. Ant. 2. Glorifica al Señor, Jerusalén, que ha bendecido a tus hijos dentro de ti. Salmo 147 Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas y ha bendecido a tus hijos dentro de ti; ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz; manda la nieve como lana, esparce la escarcha como ceniza; hace caer el hielo como migajas y con el frío congela las aguas; envía una orden, y se derriten; sopla su aliento, y corren.
Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Glorifica al Señor, Jerusalén, que ha bendecido a tus hijos dentro de ti. Ant. 3. Alégrate, Rosa de Santa María, porque el Señor te eligió para ser consagrada e irreprochable ante él, por el amor. Cántico Ef 1, 3-10 Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos consagrados e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad. Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Alégrate, Rosa de Santa María, porque el Señor te eligió para ser consagrada e irreprochable ante él, por el amor. Lectura breve 1 Co 7, 32. 34 El célibe se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma. Responsorio breve V/. Mi porción es el Señor, dice mi alma. R/. Mi porción es el Señor, dice mi alma. V/. Bueno es el Señor para el alma que lo busca. R/. Dice mi alma. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo R/. Mi porción es el Señor, dice mi alma. Cántico evangélico Ant. Celebremos a Santa Rosa, flor escogida de santidad en América Latina y alabemos al Señor que ha mirado su humildad. Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padresen favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Celebremos a Santa Rosa, flor escogida de santidad en América Latina y alabemos al Señor que ha mirado su humildad. Preces Alabemos con gozo a Cristo, que elogió a los que permanecen vírgenes, a causa del reino de Dios, y supliquémosle diciendo: Jesús, rey de las vírgenes, escúchanos. Señor Jesucristo, a quien la Iglesia virgen guardó siempre fidelidad intacta, concede a todos los cristianos la integridad y la pureza de la fe. Señor Jesucristo, tú que te entregaste por tu Iglesia, para que ante ti luciera sin mancha, ni arruga, ni nada semejante, haz que tu Iglesia en el Perú sea siempre santa e inmaculada. Señor Jesucristo, tú que eres Príncipe de la Paz, concede, por intercesión de Santa Rosa de Lima, la paz y la justicia a nuestra patria. Señor Jesucristo, tú dijiste que quien te ama guarda tu Palabra, concédenos que a ejemplo y por intercesión de Santa Rosa de Lima, te demostremos nuestro amor socorriendo al pobre, al enfermo, a todo necesitado. Señor Jesucristo, tú que encendiste, por acción de tu Espíritu, el corazón virginal de Santa Rosa en amor a ti, concédenos buscar y gustar tu amor, que excede todo deseo. Señor Jesucristo, tú que recibiste en el festín de las bodas eternas a las vírgenes santas, ite también a nuestros hermanos difuntos en el convite festivo de tu reino. Fieles a las enseñanzas de Jesús, y movidos por el Espíritu Santo que nos hace gritar “Abba”, digamos: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Señor, Dios nuestro, tú has querido que santa Rosa de Lima, encendida en tu amor, se consagrara a ti en la oración, la penitencia y la misericordia; concédenos, por su intercesión, que, siguiendo en la tierra el camino de la verdadera vida, lleguemos a gozar en el cielo de la abundancia de los goces eternos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 30 de Agosto
30 de agosto Santa Rosa de Lima Virgen Patrona de Lima, del Perú y de América Latina Solemnidad Invitatorio V/. Señor, abre mis labios. R/. Y mi boca proclamará tu alabanza. Ant. Venid, adoremos al Señor, Rey de las vírgenes, que ha glorificado a Santa Rosa de Lima. Salmo 94 Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes. Suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a prueba, y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: “Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso”».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Venid, adoremos al Señor, Rey de las vírgenes, que ha glorificado a Santa Rosa de Lima. Continuar con Laudes Continuar con Oficio de lectura
30 de agosto Santa Rosa de Lima Virgen Patrona de Lima, del Perú y de América Latina Solemnidad Oficio de lectura V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno La santidad de Rosa cantad, ángeles, y todas las milicias de los cielos, y en todas partes canten sus virtudes las turbas de mortales en el suelo. Es la primera víctima de amores que ofrece en sus altares nuestra América: un poderoso auxilio para el mundo y un refulgente ejemplo de inocencia. Les da a los ciegos el gozar la vista, desata las cadenas de las lenguas, levanta a los inválidos del lecho, y cura su oración toda dolencia. Oh Trinidad, perpetuas alabanzas te sean dadas hoy y en todo tiempo; con santa Rosa, lleva nuestras almas al gozo de las bodas del Cordero. Amén. Salmodia Ant. 1. Virgen ilustre, sensata, prudente en tu decisión, tienes como esposo del alma al Verbo inmaculado. Salmo 18 A El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra.
Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. Allí le ha puesto su tienda al sol: él sale como el esposo de su alcoba, contento como un héroe, a recorrer su camino. Asoma por un extremo del cielo, y su órbita llega al otro extremo: nada se libra de su calor. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Virgen ilustre, sensata, prudente en tu decisión, tienes como esposo del alma al Verbo inmaculado. Ant. 2. Por amor a mi Señor Jesucristo, tuve en nada los bienes de este mundo y del tiempo presente. Salmo 44 I Me brota del corazón un poema bello, recito mis versos a un rey; mi lengua es ágil pluma de escribano. Eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia, el Señor te bendice eternamente. Cíñete al flanco la espada, valiente: es tu gala y tu orgullo; cabalga victorioso por la verdad y la justicia, tu diestra te enseñe a realizar proezas. Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden, se acobardan los enemigos del rey. Tu trono, ¡oh Dios!, permanece para siempre, cetro de rectitud es tu cetro real; has amado la justicia y odiado la impiedad: por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus compañeros. A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas. Hijas de reyes salen a tu encuentro, de pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Por amor a mi Señor Jesucristo, tuve en nada los bienes de este mundo y del tiempo presente. Ant. 3. Prendado está el rey de tu belleza, porque él es tu Señor y tu Dios. II Escucha, hija, mira: inclina el oído, olvida tu pueblo y la casa paterna: prendado está el rey de tu belleza, póstrate ante él, que él es tu señor. La ciudad de Tiro viene con regalos, los pueblos más ricos buscan tu favor. Ya entra la princesa, bellísima, vestida de perlas y brocado; la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes, la siguen sus compañeras: las traen entre alegría y algazara, van entrando en el palacio real. «A cambio de tus padres tendrás hijos, que nombrarás príncipes por toda la tierra». Quiero hacer memorable tu nombre por generaciones y generaciones, y los pueblos te alabarán, por los siglos de los siglos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Prendado está el rey de tu belleza, porque él es tu Señor y tu Dios. V/. Me enseñarás el sendero de la vida. R/. Me saciarás de gozo en tu presencia. Primera lectura
De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 7, 25-40 La virginidad cristiana Hermanos: Respecto al celibato no tengo órdenes del Señor, sino que doy mi parecer como hombre de fiar que soy, por la misericordia del Señor. Estimo que es un bien, por la necesidad actual: quiero decir que es un bien vivir así. ¿Estás unido a una mujer? No busques la separación. ¿Estás libre? No busques mujer; aunque si te casas, no haces mal; y si una soltera se casa, tampoco hace mal. Pero estos tales sufrirán la tribulación de la carne. Yo respeto vuestras razones. Os digo esto, hermanos: el momento es apremiante. Queda como solución: que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la presentación de este mundo se termina. Quiero que os ahorréis preocupaciones: el célibe se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido. Lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su marido. Os digo todo esto para vuestro bien, no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones. Si, a pesar de todo, alguien cree faltar a la conveniencia respecto de su doncella, por estar en la flor de su edad, y conviene proceder así, haga lo que quiera, no hace mal; cásense. Mas el que permanece firme en su corazón, y sin presión alguna y en pleno uso de su libertad está resuelto en su interior a guardar a su doncella, hará bien. Así pues, el que casa a su doncella obra bien. Y el que no la casa obra mejor. La mujer está ligada a su marido mientras él viva; mas una vez muerto el marido, queda libre para casarse con quien quiera, pero en el Señor. Sin embargo, será más feliz si permanece así según mi consejo; que yo también creo tener el Espíritu de Dios. Responsorio R/. Prendado está el rey de tu belleza, obra de sus manos; él es tu Dios y tu rey. * Tu rey es al mismo tiempo tu esposo. V/. Has tomado por esposo al rey y Dios; él te ha dotado, él te ha engalanado, te ha redimido, te ha santificado. R/. Tu rey es al mismo tiempo tu esposo. Segunda lectura De los Escritos de santa Rosa de Lima, virgen (Al médico Castillo: edición L. Getino, La patrona de América, Madrid 1928, pp. 54-55) Conozcamos el amor de Cristo, que excede todo conocimiento
El Salvador levantó la voz y dijo, con incomparable majestad: «¡Conozcan todos que la gracia sigue a la tribulación. Sepan que sin el peso de las aflicciones no se llega al colmo de la gracia. Comprendan que, conforme al acrecentamiento de los trabajos, se aumenta juntamente la medida de los carismas. Que nadie se engañe: ésta es la única verdadera escala del paraíso, y fuera de la cruz no hay camino por donde se pueda subir al cielo!» Oídas estas palabras, me sobrevino un ímpetu poderoso de ponerme en medio de la plaza para gritar con grandes clamores, diciendo a todas las personas, de cualquier edad, sexo, estado y condición que fuesen: «Oíd, pueblo; oíd, todo género de gentes: de parte de Cristo y con palabras tomadas de su misma boca, yo os aviso: Que no se adquiere gracia sin padecer aflicciones; hay necesidad de trabajos y más trabajos, para conseguir la participación íntima de la divina naturaleza, la gloria de los hijos de Dios y la perfecta hermosura del alma». Este mismo estímulo me impulsaba impetuosamente a predicar la hermosura de la divina gracia, me angustiaba y me hacía sudar y anhelar. Me parecía que ya no podía el alma detenerse en la cárcel del cuerpo, sino que se había de romper la prisión y, libre y sola, con más agilidad, se había de ir por el mundo, dando voces: «¡Oh, si conociesen los mortales qué gran cosa es la gracia, qué hermosa, qué noble, qué preciosa, cuántas riquezas esconde en sí, cuántos tesoros, cuántos júbilos y delicias! Sin duda emplearían toda su diligencia, afanes y desvelos en buscar penas y aflicciones; andarían todos por el mundo en busca de molestias, enfermedades y tormentos, en vez de aventuras, por conseguir el tesoro inestimable de la gracia. Ésta es la mercancía y logro último de la constancia en el sufrimiento. Nadie se quejaría de la cruz ni de los trabajos que le caen en suerte, si conociera las balanzas donde se pesan para repartirlos entre los hombres». Responsorio 1 Co 1, 27. 28-29; Sal 137, 6 R/. Lo necio del mundo lo ha escogido Dios para confundir a los sabios; ha escogido lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta; * de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. V/. El Señor es sublime, se fija en el humilde, y de lejos conoce al soberbio. R/. De modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. Himno Señor, Dios eterno. Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza, a ti, Padre del cielo, te aclama la creación. Postrados ante ti, los ángeles te adoran y cantan sin cesar: Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. A ti Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles, la multitud de los profetas te enaltece, y el ejército glorioso de los mártires te aclama. A ti la Iglesia santa, por todos los confines extendida, con júbilo te adora y canta tu grandeza: Padre, infinitamente santo, Hijo eterno, unigénito de Dios, Santo Espíritu de amor y de consuelo. Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria, tú el Hijo y Palabra del Padre, tú el Rey de toda la creación. Tú, para salvar al hombre, tomaste la condición de esclavo en el seno de una virgen. Tú destruiste la muerte y abriste a los creyentes las puertas de la gloria. Tú vives ahora, inmortal y glorioso, en el reino del Padre. Tú vendrás algún día, como juez universal. Muéstrate, pues, amigo y defensor de los hombres que salvaste. Y recíbelos por siempre allá en tu reino, con tus santos y elegidos. La parte que sigue puede omitirse si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu heredad. Sé su pastor, y guíalos por siempre. Día tras día te bendeciremos y alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate, Señor, guardarnos de pecado en este día. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. A ti, Señor, me acojo, no quede yo nunca defraudado. Oración Señor, Dios nuestro, tú has querido que santa Rosa de Lima, encendida en tu amor, se consagrara a ti en la oración, la penitencia y la misericordia; concédenos, por su intercesión, que, siguiendo en la tierra el camino de la verdadera vida, lleguemos a gozar en el cielo de la abundancia de los goces eternos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 30 de Agosto
30 de agosto Santa Rosa de Lima Virgen Patrona de Lima, del Perú y de América Latina Solemnidad Laudes V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Cuando, Señor, en quieta lontananza se encienden los fulgores de este día, no dejes de avivar nuestra esperanza, atiende al corazón que en ti confía. Van a pasar por manos laboriosas los granos de un rosario de ilusiones, acógelas, Señor, que son hermosas, amor y don de nuestros corazones. Mujer llena de Dios, oh santa Rosa, vivir para el Señor, para el Amado, fue el ansia de tu amor, gracia divina, llevada de su fuerza y de su mano. No olvides los que vamos de camino siguiendo en el desierto tus pisadas, aboga ante el Señor favor divino seguir como seguiste sus llamadas. Proclamen nuestros labios la grandeza del Padre que en el Hijo nos dio gozo, y, siendo nuestra herencia la pobreza, nos colma de su amor el Fuego Santo. Amén. Salmodia Ant. 1. Mi alma está sedienta de ti, Dios mío, porque tu gracia vale más que la vida. Salmo 62, 2-9
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada; sin agua. ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de manjares exquisitos, y mis labios te alabarán jubilosos. En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Mi alma está sedienta de ti, Dios mío, porque tu gracia vale más que la vida. Ant. 2. Vírgenes del Señor, bendecid al Señor; el que sembró en vosotras el deseo de la virginidad ha coronado ya su obra. Cántico Dn. 3, 57-88. 56 Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor. Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor. Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor. Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor. Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor. Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor. Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos. Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor. Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor. Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Hijos de los hombres, bendecid al Señor; bendiga Israel al Señor. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor. Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo ensalcémoslo con himnos por los siglos. Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos. Ant. Vírgenes del Señor, bendecid al Señor; el que sembró en vosotras el deseo de la virginidad ha
coronado ya su obra. Ant. 3. El Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Salmo 149 Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos: para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro. Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. El Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Lectura breve Ct 8, 7 Las aguas torrenciales no podrían apagar el amor, ni anegarlo los ríos. Si alguien quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su casa, se haría despreciable. Responsorio breve V/. Llevan ante el Rey al séquito de vírgenes, las traen entre alegría. R/. Llevan ante el Rey al séquito de vírgenes, las traen entre alegría. V/. Van entrando en el palacio real. R/. Las traen entre alegría.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. Llevan ante el Rey al séquito de vírgenes, las traen entre alegría. Cántico evangélico Ant. Para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia; he de gloriarme en la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia; he de gloriarme en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.
Preces Glorifiquemos a Cristo, esposo y corona de las vírgenes, y supliquémosle diciendo: Te rogamos, óyenos. Te bendecimos, Señor, porque te entregaste por tu Iglesia para purificarla; consérvale en el Perú, en América y en todo el mundo, siempre fiel a ti. Te bendecimos, Señor, porque nos diste en Santa Rosa de Lima la primera flor de santidad del continente americano; haz que también hoy y siempre se extienda tu suave olor mediante la santidad de cuantos creemos en ti. Te bendecimos, Señor, a ti que te entregaste por nosotros en la cruz; concédenos que a ejemplo de Santa Rosa de Lima podamos descubrir que fuera de la cruz no hay camino por donde se pueda subir al cielo, y así, cuando llegue la tribulación, estemos firmes en la esperanza. Te bendecimos, Señor, porque en el bautismo nos comunicas tu Vida; ayúdanos a descubrir la grandeza de tu gracia y danos a conocer el misterio que esconde para nunca perderla. Te bendecimos, Señor, porque se extiende por todo el orbe tu mensaje; haz que, como Santa Rosa, encontremos el camino que nos conduce al Padre y lo enseñemos a nuestros hermanos. Alegres por nuestra condición de hijos de Dios, dirijámonos a nuestro Padre con la oración que Jesús nos enseñó: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Señor, Dios nuestro, tú has querido que santa Rosa de Lima, encendida en tu amor, se consagrara a ti en la oración, la penitencia y la misericordia; concédenos, por su intercesión, que, siguiendo en la tierra el camino de la verdadera vida, lleguemos a gozar en el cielo de la abundancia de los goces eternos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 30 de Agosto
30 de agosto Santa Rosa de Lima Virgen Patrona de Lima, del Perú y de América Latina Solemnidad Tercia V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno El trabajo, Señor, de cada día nos sea por tu amor santificado, convierte su dolor en alegría de amor, que para dar tú nos has dado. Paciente y larga es nuestra tarea en la noche oscura del amor que espera; dulce huésped del alma, al que flaquea dale tu luz, tu fuerza que aligera. En el alto gozoso del camino, demos gracias a Dios, que nos concede la esperanza sin fin del don divino; todo lo puede en él quien nada puede. Amén. Salmodia Ant. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, y hacer del Señor mi refugio. Salmo 119 En mi aflicción llamé al Señor, y él me respondió. Líbrame, Señor, de los labios mentirosos, de la lengua traidora. ¿Qué te va a dar o a mandar Dios, lengua traidora? Flechas de arquero, afiladas con ascuas de retama.
¡Ay de mí, desterrado en Masac, acampado en Cadar! Demasiado llevo viviendo con los que odian la paz; cuando yo digo: «Paz», ellos dicen: «Guerra». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 120 Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel. El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha; de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu alma; el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 128 ¡Cuánta guerra me han hecho desde mi juventud -que lo diga Israel-, cuánta guerra me han hecho desde mi juventud, pero no pudieron conmigo! Sobre mis espaldas metieron el arado y alargaron los surcos.
Pero el Señor, que es justo, rompió las coyundas de los malvados. Retrocedan avergonzados, los que odian a Sión; sean como la hierba del tejado, que se seca y nadie la siega; que no llena la mano del segador ni la brazada del que agavilla; ni le dicen los que pasan: «Que el Señor te bendiga». Os bendecimos en el nombre del Señor. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, y hacer del Señor mi refugio. Lectura breve Sb 8, 21 Comprendí que no podría poseer la sabiduría si Dios no me la daba, y ya era un fruto de la prudencia saber de quién procedía esta gracia. V/. Ésta es la virgen sensata. R/. Que el Señor encontró velando. Oración Señor, Dios nuestro, tú has querido que santa Rosa de Lima, encendida en tu amor, se consagrara a ti en la oración, la penitencia y la misericordia; concédenos, por su intercesión, que, siguiendo en la tierra el camino de la verdadera vida, lleguemos a gozar en el cielo de la abundancia de los goces eternos. Por Jesucristo nuestro señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 30 de Agosto
30 de agosto Santa Rosa de Lima Virgen Patrona de Lima, del Perú y de América Latina Solemnidad Sexta V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Este mundo del hombre, en que él se afana tras la felicidad que tanto ansía, tú lo vistes, Señor, de luz temprana y de radiante sol al mediodía. Así el poder de tu presencia encierra el secreto más hondo de esta vida; un nuevo cielo y una nueva tierra colmarán nuestro anhelo sin medida. Poderoso Señor de nuestra historia, no tardes en venir gloriosamente; tu luz resplandeciente y tu victoria inunden nuestra vida eternamente. Amén. Salmodia Ant. Sosténme, Señor, con tu promesa y viviré, que no quede frustrada mi esperanza. Salmo 122 A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo. Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores, como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia. Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios; nuestra alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos, del desprecio de los orgullosos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 123 Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte -que lo diga Israel-, si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres, nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros. Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes. Bendito el Señor, que no nos entregó en presa a sus dientes; hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador: la trampa se rompió, y escapamos. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 124 Los que confían en el Señor son como el monte Sión: no tiembla, está asentado para siempre. Jerusalén está rodeada de montañas, y el Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados sobre el lote de los justos, no sea que los justos extiendan su mano a la maldad. Señor, concede bienes a los buenos, a los sinceros de corazón; y a los que se desvían por sendas tortuosas, que los rechace el Señor con los malhechores. ¡Paz a Israel! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Sosténme, Señor, con tu promesa y viviré, que no quede frustrada mi esperanza. Lectura breve 1 Co 7, 25 Respecto al celibato no tengo órdenes del Señor, sino que doy mi parecer como hombre de fiar que soy, por la misericordia del Señor. V/. Ésta es la virgen sensata. R/. Una del número de las prudentes. Oración Señor, Dios nuestro, tú has querido que santa Rosa de Lima, encendida en tu amor, se consagrara a ti en la oración, la penitencia y la misericordia; concédenos, por su intercesión, que, siguiendo en la tierra el camino de la verdadera vida, lleguemos a gozar en el cielo de la abundancia de los goces eternos. Por Jesucristo nuestro señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 30 de Agosto
30 de agosto Santa Rosa de Lima Virgen Patrona de Lima, del Perú y de América Latina Solemnidad Nona V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Fundamento de todo lo que existe, de tu pueblo elegido eterna roca, de los tiempos Señor, que prometiste dar tu vigor al que con fe te invoca. Mira al hombre que es fiel y no te olvida, tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte para amarte y servirte en esta vida y gozarte después de santa muerte. Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa en este atardecer que se avecina, serena claridad y dulce brisa será tu amor que todo lo domina. Amén. Salmodia Ant. Qué hermosa y resplandeciente es la generación casta. Salmo 125 Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos». El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelven cantando, trayendo sus gavillas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 130 Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad; sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre. Espere Israel en el Señor ahora y por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 127 ¡Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien; tu mujer, como una vid fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa: ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida; que veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz a Israel! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Qué hermosa y resplandeciente es la generación casta. Lectura breve Ap 19, 6. 7 Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo; alegrémonos y gocemos y démosle gracias, porque llegó la boda del Cordero, y su esposa se ha embellecido. V/. Encontré al amor de mi alma. R/. Lo abracé y ya no lo soltaré. Oración Señor, Dios nuestro, tú has querido que santa Rosa de Lima, encendida en tu amor, se consagrara a ti en la oración, la penitencia y la misericordia; concédenos, por su intercesión, que, siguiendo en la tierra el camino de la verdadera vida, lleguemos a gozar en el cielo de la abundancia de los goces eternos. Por Jesucristo nuestro señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 30 de Agosto
30 de agosto Santa Rosa de Lima Virgen Patrona de Lima, del Perú y de América Latina Solemnidad II Vísperas V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Aplaudan a esta Rosa las rosas de la tierra; resuene su alabanza del sol a las estrellas. Una Rosa de gracia en un rosal de penas; por las culpas del mundo hirió su carne tierna, Roja Rosa del cielo, virgen Rosa limeña: un puñado de gozo y un haz de penitencias. Danos, Padre, el perfume de esta Rosa pequeña; que su rocío fecunde estas tierras de América. Amén. Salmodia Ant. 1. Ésta es la verdadera escala del paraíso, y fuera de la cruz no hay camino para subir al cielo. Salmo 121 ¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia en el palacio de David. Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios». Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo». Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Ésta es la verdadera escala del paraíso, y fuera de la cruz no hay camino para subir al cielo. Ant. 2. Qué gran cosa es la gracia que el Señor da en herencia a sus hijos. Salmo 126 Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas. Es inútil que madruguéis, que veléis hasta muy tarde, que comáis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen! La herencia que da el Señor son los hijos; una recompensa es el fruto de las entrañas: son saetas en manos de un guerrero los hijos de la juventud. Dichoso el hombre que llena con ellas su aljaba:
No quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Qué gran cosa es la gracia que el Señor da en herencia a sus hijos. Ant. 3. Mucho hay que luchar para participar de la divina naturaleza, por la gloria de los hijos de Dios. Cántico Ef 1, 3-10 Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos consagrados e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad. Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, las del cielo y las de la tierra. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mucho hay que luchar para participar de la divina naturaleza, por la gloria de los hijos de Dios. Lectura breve Col 3, 1-4 Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis juntamente con él en la gloria. Responsorio breve V/. Buscad los bienes de arriba. R/. Buscad los bienes de arriba. V/. Donde está Cristo, a la derecha de Dios. R/. Buscad los bienes de arriba. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. Buscad los bienes de arriba. Cántico evangélico Ant. Mi Señor Jesucristo se desposó conmigo con su anillo, y como verdadera esposa me adornó con una corona. Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Mi Señor Jesucristo se desposó conmigo con su anillo, y como verdadera esposa me adornó con una corona. Preces Al Señor Jesús, Esposo de las vírgenes, elevemos nuestra plegaria por la Iglesia y por el mundo diciendo: Escucha, Señor, y ten piedad. Señor Jesús, Esposo de la Iglesia, Pastor fiel y solícito de tu rebaño; asiste a nuestro Santo Padre el papa N. y a nuestro obispo N. en el gobierno de tu Iglesia. Señor Jesús, que pusiste en el corazón de Santa Rosa un gran amor hacia los hermanos; enséñanos, ayudados por tu gracia, a construir la paz, amando a todos nuestros hermanos. Señor Jesús, que llevaste a Santa Rosa por caminos de penitencia; concédenos saber ofrecer todo lo que nos cueste en la vida, como una ofrenda que se une a la ofrenda eucarística. Señor Jesús, que desde la juventud atrajiste hacia ti el corazón de Rosa de Santa María; haz que los niños y jóvenes te amen y te sigan. Señor Jesús, tú que nos invitas a buscar el Reino y su justicia; haz que nosotros, como Santa Rosa, sepamos descubrir el valor de los bienes eternos y los busquemos sin cesar. Señor Jesús, que nos invitas al banquete de las bodas eternas; acoge en tu reino a nuestros hermanos que han dejado este mundo, esperando entrar en tu festín. Movidos por el Espíritu recibido el día de nuestro bautismo digamos: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Oración Señor, Dios nuestro, tú has querido que santa Rosa de Lima, encendida en tu amor, se consagrara a ti en la oración, la penitencia y la misericordia; concédenos, por su intercesión, que, siguiendo en la tierra el camino de la verdadera vida, lleguemos a gozar en el cielo de la abundancia de los goces eternos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 30 de Agosto
18 de septiembre San Juan Macías Religioso Fiesta Invitatorio V/. Señor, abre mis labios. R/. Y mi boca proclamará tu alabanza. Ant. Aclamemos al Señor en esta fiesta de San Juan Macías. Salmo 94 Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes. Suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a prueba, y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: “Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso”». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Aclamemos al Señor en esta fiesta de San Juan Macías. Continuar con Laudes Continuar con Oficio de lectura
18 de septiembre San Juan Macías Religioso Fiesta Oficio de lectura V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno La gloria de Dios cantemos, cuando a san Juan alabamos, que por ser su humilde siervo, su corona ha recibido. Holló los triunfos del mundo, sobrellevó adversidades, permaneció siempre rico de caridad y de gracia. Despreciando las riquezas, pasajeras y vacías, de aquí abajo nada ansiaba. Su mirada iba a lo alto. Te pedimos santo hermano, que escuches nuestras plegarias, danos el consuelo del bien que es el anuncio del cielo. Poder, gloria y honor sean, a la Santa Trinidad; que la ayuda de los santos, nos conduzca a contemplarla. Amén. Salmodia Ant. 1. Señor, te ofrezco de buena gana y con alegría, todo lo que tengo: mantenme en mi propósito. Salmo 20, 2-8. 14
Señor, el rey se alegra por tu fuerza, ¡y cuánto goza con tu victoria! Le has concedido el deseo de su corazón, no le has negado lo que pedían sus labios. Te adelantaste a bendecirlo con el éxito, y has puesto en su cabeza una corona de oro fino. Te pidió vida, y se la has concedido, años que se prolongan sin término. Tu victoria ha engrandecido su fama, lo has vestido de honor y majestad. Le concedes bendiciones incesantes, lo colmas de gozo en tu presencia; porque el rey confía en el Señor y con la gracia del Altísimo no fracasará. Levántate, Señor, con tu fuerza, y al son de instrumentos cantaremos tu poder. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Señor, te ofrezco de buena gana y con alegría, todo lo que tengo: mantenme en mi propósito. Ant. 2. El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano. Salmo 91 I Es bueno dar gracias al Señor y tocar para tu nombre, oh Altísimo, proclamar por la mañana tu misericordia y de noche tu fidelidad, con arpas de diez cuerdas y laúdes, sobre arpegios de cítaras. Tus acciones, Señor, son mi alegría, y mi júbilo, las obras de tus manos. ¡Qué magníficas son tus obras, Señor, qué profundos tus designios! El ignorante no los entiende ni el necio se da cuenta. Aunque germinen como hierba los malvados y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre. Tú, en cambio, Señor, eres excelso por los siglos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano. Ant. 3. Vosotros, que habéis dejado todo y me habéis seguido, recibiréis cien veces más y heredaréis la vida eterna. II Porque tus enemigos, Señor, perecerán, los malhechores serán dispersados; pero a mí me das la fuerza de un búfalo y me unges con aceite nuevo. Mis ojos despreciarán a mis enemigos, mis oídos escucharán su derrota. El justo crecerá como una palmera, se alzará como un cedro del Líbano: plantado en la casa del Señor, crecerá en los atrios de nuestro Dios; en la vejez seguirá dando fruto y estará lozano y frondoso, para proclamar que el Señor es justo, que en mi Roca no existe la maldad. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Vosotros, que habéis dejado todo y me habéis seguido, recibiréis cien veces más y heredaréis la vida eterna. V/. El Señor condujo al justo por sendas llanas. R/. Le mostró el reino de Dios. Primera lectura De la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 12, 1-21 La vida cristiana es un culto espiritual
Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto. Por la gracia que Dios me ha dado, os pido a todos y a cada uno: No tengáis de vosotros mismos un concepto superior a lo que es justo. Abrigad sentimientos de justa moderación, cada uno en la medida de la fe que Dios le ha dado. A la manera que en un solo cuerpo tenemos muchos y todos los desempeñan distinta función, lo mismo nosotros: siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, e individualmente somos unos de otros. Y teniendo carismas diferentes, según la gracia que Dios nos ha dado, quien tenga carisma de hablar por inspiración de Dios, haga uso de él según le mueva la fe; quien tenga el carisma de ministerio, que se ocupe en su oficio; quien tenga el don de enseñar, que enseñe; quien el de exhortar, que exhorte y consuele; quien reparta sus bienes, que lo haga con sencillez; quien presida, obre con solicitud; quien practique la misericordia, que lo haga con jovialidad. Que vuestra caridad sea sincera. Aborreced el mal y aplicaos al bien. En cuanto a caridad fraterna, amaos entrañablemente unos a otros. En cuanto a la mutua estima, tened por más dignos a los demás. Nada de pereza en vuestro celo, sirviendo con fervor de espíritu al Señor. Que la esperanza os tenga alegres; estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración. Socorred las necesidades de los fieles, dedicaos activamente a la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen, no maldigáis. Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran. Tened un mismo sentir entre vosotros, sin apetecer grandezas; atraídos más bien por lo humilde. No os tengáis por sabios. No devolváis a nadie mal por mal y procurad hacer lo que es bueno no sólo ante Dios, sino también ante todos los hombres. A ser posible, y en cuanto de vosotros depende, vivid en paz con todos. No os toméis, carísimos hermanos, la justicia por vuestra mano, sino dejadla al juicio de Dios. Dice la Escritura: «Es mía la venganza; mía la recompensa; palabra del Señor». Pero también dice: «Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Si haces esto, se sentirá avergonzado de su odio y lo depondrá». No te dejes vencer por el mal, sino vence el mal con el bien. Responsorio Rm 12, 2; cf. Ef 4, 23-24a R/. Transformaos por la renovación de la mente, * para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto. V/. Renovaos en la mente y en el espíritu y vestíos de la nueva condición humana. R/. Para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto. Segunda lectura De la Homilía de Pablo VI en la canonización (AAS 67 [1975], pp. 573-578) Testigo irable y elocuente de pobreza evangélica
Juan Macías, que fue pobre y vivió para los pobres, es un testimonio irable y elocuente de pobreza evangélica: el joven huérfano que con su escasa soldada de pastor ayuda a los pobres «sus hermanos», mientras les comunica su fe; el emigrante que, guiado por su protector san Juan evangelista, no va en busca de riquezas como tantos otros, sino para que se cumpla en él la voluntad de Dios; el mozo de posada y el mayoral de pastores que prodiga secretamente su caridad en favor de los necesitados, a la vez que les enseña a orar; el religioso que hace de sus votos una forma eminente de amor a Dios y al prójimo; que «no quiere para sí más que a Dios»; que desde su portería combina una intensísima vida de oración y penitencia con la asistencia directa y la distribución de alimentos a una verdadera muchedumbre de pobres, que se priva de buena parte de su propio alimento para darlo al hambriento, en quien su fe descubre, la presencia palpitante de Jesucristo; en una palabra, la vida toda de este «padre de los pobres, de los huérfanos y necesitados», ¿no es una demostración palpable de la fecundidad de la pobreza evangélica, vivida en plenitud? Cuando decimos que Juan Macías fue pobre, no nos referimos ciertamente a una pobreza -que nunca podría ser querida ni bendecida por Dios- equivalente a culpable miseria, o inoperante inercia en la consecución del justo bienestar, sino a esa pobreza llena de dignidad, que debe buscar el humilde pan terreno, como fruto de la propia actividad. ¡Con cuánta exactitud y eficacia se dedicó a su deber, antes y después de ser religioso! Sus patronos y sus superiores dan claro testimonio de ello. Fueron siempre sus manos las que supieron ganar el propio pan, el pan para su hermana, el pan para la multiplicada caridad. Ese pan, fruto de un esfuerzo socialmente creador y ejemplar, que personaliza, redime y configura a Cristo, mientras deja en lo íntimo del alma la filial confianza de que el Padre que alimenta a las aves del cielo y viste a los lirios del campo, no dejará de dar lo necesario a sus hijos: Buscad primero el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura (Mt 6, 25-34). Por otra parte, la ardua tarea de Juan Macías no distraía su alma del Pan celestial. Él, que desde su niñez había sido introducido en el mundo íntimo de la presencia de Dios, fue, en medio de su actividad, un alma contemplativa. El campo, el agua, las estrellas, los pájaros le hablaban de Dios y le hacían sentir su cercanía: «Oh Señor, qué mercedes y regalos me hizo Dios en aquellos campos», mientras guardaba el rebaño así exclamaba, cuando ya era anciano. Y recordando su vida en el convento y aquel jardín donde con frecuencia se retiraba a orar de noche, dirá: «Muchas veces orando a deshora de la noche, llegaban los pajarillos a cantar, y yo apostaba con ellos a quién alababa más a Dios». ¡Frases de encantadora poesía, que dejan entrever las largas horas dedicadas a la oración, a la devoción a la Eucaristía, al rezo del rosario! Esta vida interior nunca representó para Juan Macías una evasión frente a los problemas de sus hermanos; antes bien, partiendo de la vida religiosa llegaba a la vida social. Su o con Dios, no sólo no le hacía retraerse de los hombres, sino que lo llevaba a ellos, a sus necesidades, con renovado empeño y fuerza para remediarlos y conducirlos a una vida cada vez más digna, más elevada, más humana y más cristiana. No hacía con ello sino seguir las enseñanzas y deseos de la Iglesia, la cual con su preferencia por los pobres y su amor a la pobreza evangélica jamás quiso dejarlos en su estado, sino ayudarlos y levantarlos a formas de vida cada vez mejores y más conformes con su dignidad de hombres y de hijos de Dios. A través de estos trazos parciales, aparece ante nuestros ojos la figura maravillosa y atractiva de nuestro santo. Una figura actual; un ejemplo preclaro para nosotros, para nuestra sociedad.
Juan Macías supo en su vida honrar la pobreza con una doble ejemplaridad: con la búsqueda confiada del pan cotidiano para los pobres y con la búsqueda constante del Pan de los pobres, Cristo, que a todos conforta y conduce hacia la meta trascendente. ¡Estupendo mensaje para nosotros, para nuestro mundo materializado, tarado con frecuencia por un consumismo desenfrenado y por egoísmos sociales! Ejemplo elocuente de esa unidad interior que el cristiano debe realizar en su tarea terrena, imbuyéndola de fe y caridad (Mater et Magistra, n. 51). Responsorio 1 P 5, 5; Mt 11, 29 R/. Tened sentimientos de humildad unos con otros, * porque Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes. V/. Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón y encontraréis vuestro descanso. R/. Porque Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes. Himno Señor, Dios eterno. Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza, a ti, Padre del cielo, te aclama la creación. Postrados ante ti, los ángeles te adoran y cantan sin cesar: Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo; llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. A ti Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles, la multitud de los profetas te enaltece, y el ejército glorioso de los mártires te aclama. A ti la Iglesia santa, por todos los confines extendida, con júbilo te adora y canta tu grandeza: Padre, infinitamente santo, Hijo eterno, unigénito de Dios, Santo Espíritu de amor y de consuelo. Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria, tú el Hijo y Palabra del Padre, tú el Rey de toda la creación. Tú, para salvar al hombre, tomaste la condición de esclavo en el seno de una virgen.
Tú destruiste la muerte y abriste a los creyentes las puertas de la gloria. Tú vives ahora, inmortal y glorioso, en el reino del Padre. Tú vendrás algún día, como juez universal. Muéstrate, pues, amigo y defensor de los hombres que salvaste. Y recíbelos por siempre allá en tu reino, con tus santos y elegidos. La parte que sigue puede omitirse si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu heredad. Sé su pastor, y guíalos por siempre. Día tras día te bendeciremos y alabaremos tu nombre por siempre jamás. Dígnate, Señor, guardarnos de pecado en este día. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. A ti, Señor, me acojo, no quede yo nunca defraudado. Oración Oh Dios, que amas y salvas a los hombres, concédenos participar constantemente del misterio de tu amor y dedicar, con toda alegría, nuestra vida y nuestros bienes al servicio de los hermanos, siguiendo el ejemplo de Juan Macías, quien por tu amor se hizo todo para todos con el fin de salvarlos a todos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 18 de Septiembre
18 de septiembre San Juan Macías Religioso Fiesta Laudes V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Vosotros sois luz del mundo y ardiente sal de la tierra, ciudad esbelta en el monte, fermento en la masa nueva. Vosotros sois los sarmientos, y yo la Vid verdadera; si el Padre poda las ramas, más fruto llevan las cepas. Vosotros sois la abundancia del reino que ya está cerca, los doce mil señalados que no caerán en la siega. Dichosos, porque sois limpios y ricos en la pobreza, y es vuestro el reino que sólo se gana con la violencia. Amén. Salmodia Ant. 1. Se adhirió fuertemente al seguimiento de Cristo con la gracia, y Juan demostró con obras, y no sólo de nombre, lo que era por profesión. Salmo 62, 2-9 ¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada; sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de manjares exquisitos, y mis labios te alabarán jubilosos. En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Se adhirió fuertemente al seguimiento de Cristo con la gracia, y Juan demostró con obras, y no sólo de nombre, lo que era por profesión. Ant. 2. Bebiendo en la contemplación de las fuentes del Salvador, contó a los pueblos las maravillas del Señor. Cántico Dn. 3, 57-88. 56 Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor. Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor. Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor. Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor. Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor. Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor. Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos. Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor. Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor. Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Hijos de los hombres, bendecid al Señor; bendiga Israel al Señor. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor. Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo ensalcémoslo con himnos por los siglos. Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos. Ant. Bebiendo en la contemplación de las fuentes del Salvador, contó a los pueblos las maravillas del Señor. Ant. 3. Le acompañó sin cesar la generosidad del Padre de los cielos para ayudar a los pobres, aun viviendo bajo la regla de los pobres.
Salmo 149 Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos: para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro. Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Le acompañó sin cesar la generosidad del Padre de los cielos para ayudar a los pobres, aun viviendo bajo la regla de los pobres. Lectura breve Tb. 4,14b-15a. 16. 18b. 19a Si sirves a Dios serás recompensado. Pon cuidado, hijo, en todas tus acciones y muéstrate educado en tu conducta. No hagas a otro lo que a ti no te agrada. Da tu pan al hambriento y tu ropa al desnudo. Haz limosna de todo cuanto te sobra y que tu ojo no mire altanero cuando haces limosna. Pide consejo al sensato y no desprecies un consejo útil. Bendice al Señor Dios en todo momento y pídele que allane tus caminos y que te dé éxito en tus empresas y proyectos. Responsorio breve V/. La señal por la que conocerán que sois discípulos míos. R/. La señal por la que conocerán que sois discípulos míos. V/. Será que os améis unos a otros. R/. Que sois discípulos míos.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. La señal por la que conocerán que sois discípulos míos. Cántico evangélico Ant. El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado. Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado.
Preces Adoremos, hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos enseñe a servirle con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días, aclamémosle diciendo: Tú solo eres santo, Señor. Señor Jesús, probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado, compadécete de nuestras debilidades. Señor Jesús, que a todos nos llamas a la perfección del amor, danos el progresar por caminos de santidad. Señor Jesús, que nos quieres sal de la tierra y luz del mundo, ilumina nuestras vidas con tu propia luz. Señor Jesús, que viniste al mundo no para que te sirvieran, sino para servir, haz que sepamos servir con humildad a ti y a nuestros hermanos. Señor Jesús, reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser, haz que un día podamos contemplar la claridad de tu gloria. Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Oremos ahora al Padre, como nos enseñó el mismo Jesús: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Oh Dios, que amas y salvas a los hombres, concédenos participar constantemente del misterio de tu amor y dedicar, con toda alegría, nuestra vida y nuestros bienes al servicio de los hermanos, siguiendo el ejemplo de Juan Macías, quien por tu amor se hizo todo para todos con el fin de salvarlos a todos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén. Volver al 18 de Septiembre
18 de septiembre San Juan Macías Religioso Fiesta Tercia V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno El trabajo, Señor, de cada día nos sea por tu amor santificado, convierte su dolor en alegría de amor, que para dar tú nos has dado. Paciente y larga es nuestra tarea en la noche oscura del amor que espera; dulce huésped del alma, al que flaquea dale tu luz, tu fuerza que aligera. En el alto gozoso del camino, demos gracias a Dios, que nos concede la esperanza sin fin del don divino; todo lo puede en él quien nada puede. Amén. Salmodia Ant. 1. Asegura, Señor, mis pasos con tu promesa. Salmo 118, 129-136 Tus preceptos son irables, por eso los guarda mi alma; la explicación de tus palabras ilumina, da inteligencia a los ignorantes; abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos. Vuélvete a mí y ten misericordia, como es tu norma con los que aman tu nombre; asegura mis pasos con tu promesa,
que ninguna maldad me domine; líbrame de la opresión de los hombres, y guardaré tus decretos. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, enséñame tus leyes; arroyos de lágrimas bajan de mis ojos por los que no cumplen tu voluntad. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Asegura, Señor, mis pasos con tu promesa. Ant. 2. Uno solo es legislador y juez; ¿quién eres tú para juzgar al prójimo? Salmo 81 Dios se levanta en la asamblea divina, rodeado de ángeles, juzga: «¿Hasta cuándo daréis sentencia injusta, poniéndoos de parte del culpable? Proteged al desvalido y al huérfano, haced justicia al humilde y al necesitado, defended al pobre y al indigente, sacándolos de las manos del culpable». Ellos, ignorantes e insensatos, caminan a oscuras, mientras vacilan los cimientos del orbe. Yo declaro: «Aunque seáis dioses, e hijos del Altísimo todos, moriréis como cualquier hombre, caeréis, príncipes, como uno de tantos». Levántate, ¡oh Dios!, y juzga la tierra, porque tú eres el dueño de todos los pueblos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Uno solo es legislador y juez; ¿quién eres tú para juzgar al prójimo? Ant. 3. Llamé al Señor, y él me respondió. Salmo 119
En mi aflicción llamé al Señor, y él me respondió. Líbrame, Señor, de los labios mentirosos, de la lengua traidora. ¿Qué te va a dar o a mandar Dios, lengua traidora? Flechas de arquero, afiladas con ascuas de retama. ¡Ay de mí, desterrado en Masac, acampado en Cadar! Demasiado llevo viviendo con los que odian la paz; cuando yo digo: «Paz», ellos dicen: «Guerra». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Llamé al Señor, y él me respondió. Lectura breve Ga 6, 8 Lo que uno siembre, eso cosechará. El que siembre en su carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna. V/. El Señor enseña su camino a los humildes. R/. Hace caminar a los humildes con rectitud. Oración Oh Dios, que amas y salvas a los hombres, concédenos participar constantemente del misterio de tu amor y dedicar, con toda alegría, nuestra vida y nuestros bienes al servicio de los hermanos, siguiendo el ejemplo de Juan Macías, quien por tu amor se hizo todo para todos con el fin de salvarlos a todos. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 18 de Septiembre
18 de septiembre San Juan Macías Religioso Fiesta Sexta V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Este mundo del hombre, en que él se afana tras la felicidad que tanto ansía, tú lo vistes, Señor, de luz temprana y de radiante sol al mediodía. Así el poder de tu presencia encierra el secreto más hondo de esta vida; un nuevo cielo y una nueva tierra colmarán nuestro anhelo sin medida. Poderoso Señor de nuestra historia, no tardes en venir gloriosamente; tu luz resplandeciente y tu victoria inunden nuestra vida eternamente. Amén. Salmodia Ant. 1. Asegura, Señor, mis pasos con tu promesa. Salmo 118, 129-136 Tus preceptos son irables, por eso los guarda mi alma; la explicación de tus palabras ilumina, da inteligencia a los ignorantes; abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos. Vuélvete a mí y ten misericordia, como es tu norma con los que aman tu nombre; asegura mis pasos con tu promesa,
que ninguna maldad me domine; líbrame de la opresión de los hombres, y guardaré tus decretos. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, enséñame tus leyes; arroyos de lágrimas bajan de mis ojos por los que no cumplen tu voluntad. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Asegura, Señor, mis pasos con tu promesa. Ant. 2. Uno solo es legislador y juez; ¿quién eres tú para juzgar al prójimo? Salmo 81 Dios se levanta en la asamblea divina, rodeado de ángeles, juzga: «¿Hasta cuándo daréis sentencia injusta, poniéndoos de parte del culpable? Proteged al desvalido y al huérfano, haced justicia al humilde y al necesitado, defended al pobre y al indigente, sacándolos de las manos del culpable». Ellos, ignorantes e insensatos, caminan a oscuras, mientras vacilan los cimientos del orbe. Yo declaro: «Aunque seáis dioses, e hijos del Altísimo todos, moriréis como cualquier hombre, caeréis, príncipes, como uno de tantos». Levántate, ¡oh Dios!, y juzga la tierra, porque tú eres el dueño de todos los pueblos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Uno solo es legislador y juez; ¿quién eres tú para juzgar al prójimo? Ant. 3. Llamé al Señor, y él me respondió. Salmo 119
En mi aflicción llamé al Señor, y él me respondió. Líbrame, Señor, de los labios mentirosos, de la lengua traidora. ¿Qué te va a dar o a mandar Dios, lengua traidora? Flechas de arquero, afiladas con ascuas de retama. ¡Ay de mí, desterrado en Masac, acampado en Cadar! Demasiado llevo viviendo con los que odian la paz; cuando yo digo: «Paz», ellos dicen: «Guerra». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Llamé al Señor, y él me respondió. Lectura breve 1 Co 9, 26. 27a Yo corro, no como a la ventura; y ejerzo el pugilato, no como dando golpes en el vacío, sino que golpeo mi cuerpo y lo esclavizo. V/. Dichoso el hombre a quien tú educas, Señor. R/. Al que enseñas tu ley. Oración Oh Dios, que amas y salvas a los hombres, concédenos participar constantemente del misterio de tu amor y dedicar, con toda alegría, nuestra vida y nuestros bienes al servicio de los hermanos, siguiendo el ejemplo de Juan Macías, quien por tu amor se hizo todo para todos con el fin de salvarlos a todos. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 18 de Septiembre
18 de septiembre San Juan Macías Religioso Fiesta Nona V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Fundamento de todo lo que existe, de tu pueblo elegido eterna roca, de los tiempos Señor, que prometiste dar tu vigor al que con fe te invoca. Mira al hombre que es fiel y no te olvida, tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte para amarte y servirte en esta vida y gozarte después de santa muerte. Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa en este atardecer que se avecina, serena claridad y dulce brisa será tu amor que todo lo domina. Amén. Salmodia Ant. 1. Asegura, Señor, mis pasos con tu promesa. Salmo 118, 129-136 Tus preceptos son irables, por eso los guarda mi alma; la explicación de tus palabras ilumina, da inteligencia a los ignorantes; abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos. Vuélvete a mí y ten misericordia, como es tu norma con los que aman tu nombre; asegura mis pasos con tu promesa,
que ninguna maldad me domine; líbrame de la opresión de los hombres, y guardaré tus decretos. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, enséñame tus leyes; arroyos de lágrimas bajan de mis ojos por los que no cumplen tu voluntad. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Asegura, Señor, mis pasos con tu promesa. Ant. 2. Uno solo es legislador y juez; ¿quién eres tú para juzgar al prójimo? Salmo 81 Dios se levanta en la asamblea divina, rodeado de ángeles, juzga: «¿Hasta cuándo daréis sentencia injusta, poniéndoos de parte del culpable? Proteged al desvalido y al huérfano, haced justicia al humilde y al necesitado, defended al pobre y al indigente, sacándolos de las manos del culpable». Ellos, ignorantes e insensatos, caminan a oscuras, mientras vacilan los cimientos del orbe. Yo declaro: «Aunque seáis dioses, e hijos del Altísimo todos, moriréis como cualquier hombre, caeréis, príncipes, como uno de tantos». Levántate, ¡oh Dios!, y juzga la tierra, porque tú eres el dueño de todos los pueblos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Uno solo es legislador y juez; ¿quién eres tú para juzgar al prójimo? Ant. 3. Llamé al Señor, y él me respondió. Salmo 119
En mi aflicción llamé al Señor, y él me respondió. Líbrame, Señor, de los labios mentirosos, de la lengua traidora. ¿Qué te va a dar o a mandar Dios, lengua traidora? Flechas de arquero, afiladas con ascuas de retama. ¡Ay de mí, desterrado en Masac, acampado en Cadar! Demasiado llevo viviendo con los que odian la paz; cuando yo digo: «Paz», ellos dicen: «Guerra». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Llamé al Señor, y él me respondió. Lectura breve Flp 4, 8, 9b Todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta, hermanos. Y el Dios de la paz estará con vosotros. V/. Que se alegren los que se acogen a ti. R/. Que se llenen de gozo los que aman tu nombre. Oración Oh Dios, que amas y salvas a los hombres, concédenos participar constantemente del misterio de tu amor y dedicar, con toda alegría, nuestra vida y nuestros bienes al servicio de los hermanos, siguiendo el ejemplo de Juan Macías, quien por tu amor se hizo todo para todos con el fin de salvarlos a todos. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 18 de Septiembre
18 de septiembre San Juan Macías Religioso Fiesta Vísperas V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Alegres a Juan honramos, que con perfección te amaba; agradecidos cantamos, estas vísperas de amor. Fiel compañero de Cristo, abandonó de buen grado las delicias y riquezas, de este mundo de engaño. Se dio en obediencia a ti con su corazón sencillo; imitó a Cristo en pureza, en bondad y sacrificio. Sólo a ti buscó agradarte, a ti sólo estuvo unido, como al pastor su rebaño como al canto el pajarito. Para ti vivió en la tierra, por tu amor voló a los cielos con su alma en ti enlazada, libre, sobre los luceros. Haz que, siguiendo su ejemplo, caminemos fervorosos, para cantarte en lo eterno con el Espíritu y Cristo. Amén. Salmodia
Ant. 1. Cuando hagas limosna, que no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha. Salmo 14 Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda y habitar en tu monte santo? El que procede honradamente y práctica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua, el que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor, el que no retracta lo que juró aún en daño propio, el que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que así obra nunca fallará. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Cuando hagas limosna, que no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha. Ant. 2. Venid, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Salmo 111 Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. Dichoso el que se apiada y presta, y istra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo. No temerá las malas noticias, su corazón está firme en el Señor. Su corazón está seguro, sin temor, hasta que vea derrotados a sus enemigos. Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad. El malvado, al verlo, se irritará, rechinará los dientes hasta consumirse. La ambición del malvado fracasará. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Venid, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Ant. 3. Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. Cántico Ap 15, 3-4 Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente, justos y verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de los siglos! ¿Quién no temerá, Señor, y glorificará tu nombre? Porque tú solo eres santo, porque vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, porque tus juicios se hicieron manifiestos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. Lectura breve 1 Jn 3, 16-18
En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestras vidas por los hermanos. Si uno tiene de qué vivir y viendo a su hermano en necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos con palabras y solamente de boca, sino con obras y de verdad. Responsorio breve V/. El que ama a su hermano, permanece en la luz y no tropieza. R/. El que ama a su hermano, permanece en la luz y no tropieza. V/. El que camina en el amor, guarda los mandamientos. R/. Permanece en la luz y no tropieza. V/. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. R/. El que ama a su hermano, permanece en la luz y no tropieza. Cántico evangélico Ant. Vosotros, los que lo habéis dejado todo y me habéis seguido, recibiréis cien veces más y heredaréis la vida eterna. O bien: Ant. En donde se reúnen los hermanos para glorificar a Dios, allí el Señor bendecirá a su pueblo. Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Vosotros, los que lo habéis dejado todo y me habéis seguido, recibiréis cien veces más y heredaréis la vida eterna. O bien: Ant. En donde se reúnen los hermanos para glorificar a Dios, allí el Señor bendecirá a su pueblo. Preces Pidamos a Dios Padre, fuente de toda santidad, que con la intercesión y el ejemplo de los santos nos ayude, y digamos: Haz que seamos santos, porque tú, Señor, eres santo. Padre santo, que has querido que nos llamemos y seamos hijos tuyos, haz que la Iglesia santa, extendida por los confines de la tierra, cante tus grandezas. Padre santo, que deseas que vivamos de una manera digna, buscando siempre tu beneplácito, ayúdanos a dar fruto de buenas obras. Padre santo, que nos reconciliaste contigo por medio de Cristo, guárdanos en tu nombre para que todos seamos uno. Padre santo, que nos convocas al banquete de tu reino, haz que comiendo el pan que ha bajado del cielo alcancemos la perfección del amor. Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Padre santo, perdona a los pecadores sus delitos y ite a los difuntos en tu reino para que puedan contemplar tu rostro. Porque nos llamamos y somos hijos de Dios, nos atrevemos a decir: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Oración Oh Dios, que amas y salvas a los hombres, concédenos participar constantemente del misterio de tu amor y dedicar, con toda alegría, nuestra vida y nuestros bienes al servicio de los hermanos, siguiendo el ejemplo de Juan Macías, quien por tu amor se hizo todo para todos con el fin de salvarlos a todos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 18 de Septiembre
28 de octubre El Señor de los Milagros En Lima y Huacho: Solemnidad En el resto del Perú: Fiesta I Vísperas Sólo se celebran donde es solemnidad. V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Brazos rígidos y yertos, por dos garfios traspasados, que aquí estáis, por mis pecados, para recibirme abiertos, para esperarme clavados. Cuerpo llagado de amores, yo te adoro y yo te sigo; yo, Señor de los señores, quiero partir tus dolores subiendo a la cruz contigo. Quiero en la vida seguirte y por sus caminos irte alabando y bendiciendo, y bendecirte sufriendo y muriendo bendecirte. Que no ame la poquedad de cosas que van y vienen; que adore la austeridad de estos sentires que tienen sabores de eternidad; que sienta una dulce herida de ansia de amor desmedida; que ame tu ciencia y tu luz; que vaya, en fin, por la vida como tú estás en la cruz:
de sangre los pies cubiertos, llagadas de amor las manos, los ojos al mundo muertos y los dos brazos abiertos para todos mis hermanos. Amén. Salmodia Ant. 1. El que fue crucificado resucitó de entre los muertos y nos redimió. Aleluya. Salmo 146 Alabad al Señor, que la música es buena; nuestro Dios merece una alabanza armoniosa. El Señor reconstruye Jerusalén, reúne a los deportados de Israel; él sana los corazones destrozados, venda sus heridas. Cuenta el número de las estrellas, a cada una la llama por su nombre. Nuestro Señor es grande y poderoso, su sabiduría no tiene medida. El Señor sostiene a los humildes, humilla hasta el polvo a los malvados. Entonad la acción de gracias al Señor, tocad la cítara para nuestro Dios, que cubre el cielo de nubes, preparando la lluvia para la tierra; que hace brotar hierba en los montes, para los que sirven al hombre; que da su alimento al ganado, y a las crías de cuervo que graznan. No aprecia el vigor de los caballos, no estima los músculos del hombre: el Señor aprecia a sus fieles, que confían en su misericordia. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El que fue crucificado resucitó de entre los muertos y nos redimió. Aleluya. Ant. 2. En medio de la ciudad santa de Jerusalén está el árbol de la vida, cuyas hojas sirven de medicina para las naciones. Aleluya. Salmo 147 Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas y ha bendecido a tus hijos dentro de ti; ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz; manda la nieve como lana, esparce la escarcha como ceniza; hace caer el hielo como migajas y con el frío congela las aguas; envía una orden, y se derriten; sopla su aliento, y corren. Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. En medio de la ciudad santa de Jerusalén está el árbol de la vida, cuyas hojas sirven de medicina para las naciones. Aleluya. Ant. 3. Líbrenos Dios de gloriarnos si no es en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo. Cántico Flp 2, 6-11 Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios, al contrario, se anonadó a sí mismo, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Líbrenos Dios de gloriarnos si no es en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo. Lectura breve 1 Co 1, 23-24 Nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados a Cristo -judíos o griegos-: fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Responsorio breve V/. Cuando venga el Señor, aparecerá el signo de la cruz en el cielo. R/. Cuando venga el Señor, aparecerá el signo de la cruz en el cielo. V/. Cobrad ánimo y levantad vuestras cabezas: está ya cerca vuestra redención. R/. Aparecerá el signo de la cruz en el cielo. V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. R/. Cuando venga el Señor, aparecerá el signo de la cruz en el cielo. Cántico evangélico Ant. El Mesías tenía que padecer y resucitar de entre muertos, para así entrar en su gloria. Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padresen favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. El Mesías tenía que padecer y resucitar de entre muertos, para así entrar en su gloria. Preces Oremos a nuestro Redentor, que por su cruz nos ha salvado, y digámosle confiados: Por tu cruz, Señor, llévanos a tu reino. Oh Cristo, que te anonadaste a ti mismo, tomando la condición de esclavo y pasando por uno de tantos, haz que la Iglesia imite siempre tu humildad. Cristo Señor, que te rebajaste hasta someterte incluso a la muerte y una muerte de cruz, haz que te sigamos por el camino de la obediencia y de la paciencia. Cristo Señor, que fuiste levantado por Dios y recibiste el «Nombre-sobre-todo-nombre», concede a todos tus fieles perseverar hasta el fin. Cristo Jesús, ante cuyo nombre se dobla toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el abismo, haz que todos los hombres te adoren y vivan en tu paz. Se puede añadir algunas intenciones libres.
Cristo Jesús, a quien toda lengua proclamará: Señor, para gloria de Dios Padre, recibe a nuestros hermanos difuntos en el reino de la eterna felicidad, Terminemos nuestra oración con las palabras que Cristo nos enseñó: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Oh Dios y Padre nuestro, en tu Hijo Unigénito, que es para nosotros el Señor de los Milagros, nos ofreces una ayuda y protección singular; perdona y acoge a tus hijos suplicantes, para que quienes nos sentimos agobiados por los sufrimientos, experimentemos constantemente tu clemencia y la paz de tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 28 de Octubre
28 de octubre El Señor de los Milagros En Lima y Huacho: Solemnidad En el resto del Perú: Fiesta Invitatorio V/. Señor, abre mis labios. R/. Y mi boca proclamará tu alabanza. Ant. A Cristo, que nos redimió por su muerte en la cruz, venid, adorémosle. Salmo 94 Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes. Suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a prueba, y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: “Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso”». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. A Cristo, que nos redimió por su muerte en la cruz, venid, adorémosle. Continuar con Laudes Continuar con Oficio de lectura
28 de octubre El Señor de los Milagros En Lima y Huacho: Solemnidad En el resto del Perú: Fiesta Oficio de lectura V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Cruz de Cristo, cuyos brazos todo el mundo han acogido. Cruz de Cristo, cuya sangre todo el mundo ha redimido. Cruz de Cristo, luz que brilla en la noche del camino. Cruz de Cristo, cruz del hombre, su bastón de peregrino. Cruz de Cristo, árbol de vida, vida nuestra, don eximio. Cruz de Cristo, altar divino de Dios-Hombre en sacrificio. Amén. Salmodia Ant. 1. Te daré en herencia las naciones, en posesión los confines de la tierra. Salmo 2 ¿Por qué se amotinan las naciones,
y los pueblos planean un fracaso? Se alían los reyes de la tierra, los príncipes conspiran contra el Señor y contra su Mesías: «Rompamos sus coyundas, sacudamos su yugo». El que habita en el cielo sonríe, el Señor se burla de ellos. Luego les habla con ira, los espanta con su cólera: «Yo mismo he establecido a mi Rey en Sión, mi monte santo». Voy a proclamar el decreto del Señor; él me ha dicho: «Tú eres mi hijo: yo te he engendrado hoy. Pídemelo: te daré en herencia las naciones, en posesión, los confines de la tierra: los gobernarás con cetro de hierro, los quebrarás como jarro de loza». Y ahora, reyes, sed sensatos; escarmentad, los que regís la tierra: servid al Señor con temor, rendidle homenaje temblando; no sea que se irrite, y vayáis a la ruina, porque se inflama de pronto su ira. ¡Dichosos los que se refugian en él! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Te daré en herencia las naciones, en posesión los confines de la tierra. Ant. 2. Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Salmo 21, 2-23 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?; a pesar de mis gritos, mi oración no te alcanza. Dios mío, de día te grito, y no respondes, de noche, y no me haces caso; aunque tú habitas en el santuario, esperanza de Israel.
En ti confiaban nuestros padres; confiaban, y los ponías a salvo; a ti gritaban, y quedaban libres, en ti confiaban, y no los defraudaste. Pero yo soy un gusano, no un hombre, vergüenza de la gente, desprecio del pueblo; al verme se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: «Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre si tanto lo quiere». Tú eres quien me sacó del vientre, me tenías confiado en los pechos de mi madre; desde el seno pasé a tus manos, desde el vientre materno tú eres mi Dios. No te quedes lejos, que el peligro está cerca y nadie me socorre. Me acorrala un tropel de novillos, me cercan toros de Basán; abren contra mí las fauces leones que descuartizan y rugen. Estoy como agua derramada, tengo los huesos descoyuntados; mi corazón, como cera, se derrite en mis entrañas; mi garganta está seca como una teja, la lengua se me pega al paladar; me aprietas contra el polvo de la muerte. Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores; me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos. Ellos me miran triunfantes, se reparten mi ropa, echan a suerte mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. Líbrame a mí de la espada, y a mi única vida, de la garra del mastín;
sálvame de las fauces del león; a este pobre, de los cuernos del búfalo. Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Ant. 3. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. Salmo 95 Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones; porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses. Pues los dioses de los gentiles son apariencia, mientras que el Señor ha hecho el cielo; honor y majestad lo preceden, fuerza y esplendor están en su templo. Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor, entrad en sus atrios trayéndole ofrendas. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda; decid a los pueblos: «el Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente». Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque, delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. V/. Así como Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto. R/. Así deberá ser levantado en alto el Hijo del hombre. Primera lectura De la carta a los Hebreos 10, 11-25 Perseverancia en la fe Hermanos: Todo sacerdote asiste de pie cada día, oficiando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que de ningún modo pueden borrar los pecados. Cristo, en cambio, habiendo ofrecido un solo sacrificio en expiación de los pecados, está sentado para siempre a la diestra de Dios, y espera el tiempo que falta «hasta que sus enemigos sean hechos estrado de sus pies». Así, con una sola oblación, ha llevado para siempre a la perfección en la gloria a los que ha santificado. Nos lo atestigua también el Espíritu Santo. Después de haber dicho: «Así será la alianza que haré con ellos después de aquellos días: Imprimiré mi ley en sus corazones, la escribiré en sus mentes», termina así: «De sus crímenes y pecados ya no me acordaré más». Así que, allí donde se da remisión de los pecados, ya no hay más sacrificio por el pecado. En virtud de la sangre de Cristo, tenemos, pues, hermanos, plena seguridad y confianza para entrar en el santuario. Éste es el camino nuevo y lleno de vida, que ha inaugurado él para nosotros pasando por el velo, es decir, por su condición de sumisión a la muerte. Tenemos, pues, un gran sacerdote al frente de la casa de Dios. Acerquémonos, por lo tanto, con sinceridad de corazón, con plenitud de fe, purificados los corazones de toda mancha de que tengamos conciencia y lavado el cuerpo con agua pura. Mantengamos firmemente la profesión de nuestra esperanza (porque fiel es Dios que nos hizo las promesas); y miremos los unos por los otros, para estimularnos a la caridad y a las buenas obras. No desertemos de nuestra propia asamblea, como acostumbran algunos, sino alentémonos unos a otros; tanto más cuanto que veis acercarse el Día del Señor. Responsorio Cf. Hb 9, 5; 10, 20.19; cf. Mi 2, 13 R/. Cristo, mediador de la nueva alianza, * ha inaugurado para nosotros, pasando por el velo, es decir, por su condición de sumisión a la muerte, un camino nuevo y lleno de vida para entrar en el santuario. V/. Delante marcha el rey, el Señor a la cabeza. R/. Ha inaugurado para nosotros, pasando por el velo, es decir, por su condición de sumisión a la muerte, un camino nuevo y lleno de vida para entrar en el santuario. Segunda lectura
De los Sermones de san Agustín, obispo (Sermón Guelferbitano 3: PL 2, 545-546) Gloriémonos también nosotros en la Cruz del Señor La pasión de nuestro Señor y Salvador Jesucristo es origen de nuestra esperanza en la gloria y nos enseña a sufrir. En efecto, ¿qué hay que no puedan esperar de la bondad divina los corazones de los fieles, si por ellos el Hijo único de Dios, eterno como el Padre, tuvo en poco el hacerse hombre, naciendo del linaje humano, y quiso además morir de manos de los hombres que él había creado? Mucho es lo que Dios nos promete; pero es mucho más lo que recordamos que ha hecho ya por nosotros. ¿Dónde estábamos o qué éramos, cuando Cristo murió por nosotros, pecadores? ¿Quién dudará que el Señor ha de dar la vida a sus santos, siendo así que les dio su misma muerte? ¿Por qué vacila la fragilidad humana en creer que los hombres vivirán con Dios en el futuro? Mucho más increíble es lo que ha sido ya realizado: que Dios ha muerto por los hombres. ¿Quién es, en efecto, Cristo, sino aquella Palabra que existía al comienzo de las cosas, que estaba con Dios y que era Dios? Esta Palabra de Dios se hizo carne y puso su morada entre nosotros. Es que si no hubiese tomado de nosotros carne mortal, no hubiera podido morir por nosotros. De este modo, él que era inmortal, pudo morir, de este modo quiso darnos la vida a nosotros, los mortales; y ello para hacernos partícipes de su ser, después de haberse hecho él, partícipe del nuestro. Pues, del mismo modo que no había en nosotros principio de vida, así no había en él, principio de muerte. irable intercambio, pues, el que realizó con esta recíproca participación: de nosotros asumió la mortalidad, de él recibimos la vida. Por tanto, no sólo no debemos avergonzarnos de la muerte del Señor, nuestro Dios, sino, al contrario, debemos poner en ella toda nuestra confianza y toda nuestra gloria, ya que al tomar de nosotros la mortalidad, cual la encontró en nosotros, nos ofreció la máxima garantía de que nos daría la vida, que no podemos tener por nosotros mismos. Pues quien tanto nos amó, hasta el grado de sufrir el castigo que merecían nuestros pecados, siendo él mismo inocente, ¿cómo va ahora a negarnos, él, que nos ha justificado, lo que con esa justificación nos ha merecido? ¿Cómo no va a dar él, que es veraz en sus promesas, el premio a sus santos, él, que sin culpa alguna, soportó el castigo de los pecadores? Así pues, hermanos, reconozcamos animosamente, mejor aún, proclamemos que Cristo fue crucificado por nosotros; digámoslo no con temor, sino con gozo, no con vergüenza, sino con orgullo. El apóstol Pablo se dio cuenta de este título de gloria y lo hizo prevalecer. Él, que podía mencionar muchas cosas grandes y divinas de Cristo, no dijo que se gloriaba en estas grandezas de Cristo -por ejemplo, en que es Dios junto con el Padre, en que creó el mundo, en que, incluso, siendo hombre como nosotros, manifestó su dominio sobre el mundo-, sino: En cuanto a mí, -dice-, líbreme Dios de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Responsorio R/. Señor, adoramos tu cruz y veneramos tu pasión gloriosa. * Ten misericordia de nosotros, tú que por nosotros padeciste.
V/. Muéstrate, pues, amigo y defensor de los hombres que salvaste con tu sangre. R/. Ten misericordia de nosotros, tú que por nosotros padeciste. Himno Señor, Dios eterno. Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza, a ti, Padre del cielo, te aclama la creación. Postrados ante ti, los ángeles te adoran y cantan sin cesar: Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo; llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. A ti Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles, la multitud de los profetas te enaltece, y el ejército glorioso de los mártires te aclama. A ti la Iglesia santa, por todos los confines extendida, con júbilo te adora y canta tu grandeza: Padre, infinitamente santo, Hijo eterno, unigénito de Dios, Santo Espíritu de amor y de consuelo. Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria, tú el Hijo y Palabra del Padre, tú el Rey de toda la creación. Tú, para salvar al hombre, tomaste la condición de esclavo en el seno de una virgen. Tú destruiste la muerte y abriste a los creyentes las puertas de la gloria. Tú vives ahora, inmortal y glorioso, en el reino del Padre. Tú vendrás algún día, como juez universal. Muéstrate, pues, amigo y defensor de los hombres que salvaste.
Y recíbelos por siempre allá en tu reino, con tus santos y elegidos. La parte que sigue puede omitirse si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu heredad. Sé su pastor, y guíalos por siempre. Día tras día te bendeciremos y alabaremos tu nombre por siempre jamás. Dígnate, Señor, guardarnos de pecado en este día. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. A ti, Señor, me acojo, no quede yo nunca defraudado. Oración Oh Dios y Padre nuestro, en tu Hijo Unigénito, que es para nosotros el Señor de los Milagros, nos ofreces una ayuda y protección singular; perdona y acoge a tus hijos suplicantes, para que quienes nos sentimos agobiados por los sufrimientos, experimentemos constantemente tu clemencia y la paz de tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 28 de Octubre
28 de octubre El Señor de los Milagros En Lima y Huacho: Solemnidad En el resto del Perú: Fiesta Laudes V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Señor, de los Milagros, a ti venimos, en procesión. Tus fieles devotos, a implorar tu protección. Faro que guías a nuestras almas la fe, esperanza, la caridad. Tu amor divino nos ilumine, nos haga dignos de tu bondad. Con paso firme de buen cristiano, hagamos grande nuestro Perú. Unidos todos, como una fuerza, te imploramos, nos des tu Luz. Amén. Salmodia Ant. 1. Dios no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros. Salmo 62, 2-9 ¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada; sin agua. ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de manjares exquisitos, y mis labios te alabarán jubilosos. En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Dios no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros. Ant. 2. El Señor soberano es mi fuerza, él sale a salvar a su pueblo. Cántico Dn. 3, 57-88. 56 Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor. Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor. Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor. Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor. Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor. Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor. Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos. Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor. Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor. Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Hijos de los hombres, bendecid al Señor; bendiga Israel al Señor. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor. Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo ensalcémoslo con himnos por los siglos. Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos. Ant. El Señor soberano es mi fuerza, él sale a salvar a su pueblo. Ant. 3. Que todo el pueblo se alegre por su Rey, Amo y Señor. Salmo 149 Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos: para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro. Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Que todo el pueblo se alegre por su Rey, Amo y Señor. Lectura breve Hb 9, 13-14 Pues si la sangre de machos cabríos y de toros y la ceniza de vaca santifica con su aspersión a los contaminados, en orden a la purificación de la carne, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, purificará de las obras muertas nuestra conciencia para rendir culto al Dios vivo! Responsorio breve V/. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R/. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. V/. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. R/. Y te bendecimos. V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. R/. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. Cántico evangélico Ant. Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos; por el madero ha venido la alegría al mundo entero. Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos; por el madero ha venido la alegría al mundo entero. Preces Adoremos a nuestro Redentor, que dio su vida por salvar a todos los hombres, y supliquémosle, diciendo: Señor, ten piedad. Señor y Salvador nuestro, de cuyo costado, cuando estabas dormido en la cruz, nació el sacramento irable de la Iglesia, haz que permanezca fiel a la misión que le confiaste.
Señor y Maestro nuestro, que por nosotros te sometiste incluso a la muerte, enséñanos a someternos a la voluntad del Padre. Señor y Redentor de tu pueblo, que derramaste tu sangre para el perdón de los pecados, concédenos la verdadera conversión. Hijo amado del Padre, que has sido enviado al mundo no para condenarlo sino para salvarlo, concede el don de la fe a todos nuestros familiares y amigos para que obtengan la salvación. Maestro de Nazaret, a quien las multitudes seguían para oír tu enseñanza, haz que quienes salimos a tu encuentro no sólo busquemos tus milagros sino que te amemos cumpliendo tu voluntad. Por la muerte y resurrección de Cristo hemos sido hechos hijos de Dios, por eso digamos con confianza: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Oh Dios y Padre nuestro, en tu Hijo Unigénito, que es para nosotros el Señor de los Milagros, nos ofreces una ayuda y protección singular; perdona y acoge a tus hijos suplicantes, para que quienes nos sentimos agobiados por los sufrimientos, experimentemos constantemente tu clemencia y la paz de tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 28 de Octubre
28 de octubre El Señor de los Milagros En Lima y Huacho: Solemnidad En el resto del Perú: Fiesta Donde es Solemnidad: Tercia V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno El trabajo, Señor, de cada día nos sea por tu amor santificado, convierte su dolor en alegría de amor, que para dar tú nos has dado. Paciente y larga es nuestra tarea en la noche oscura del amor que espera; dulce huésped del alma, al que flaquea dale tu luz, tu fuerza que aligera. En el alto gozoso del camino, demos gracias a Dios, que nos concede la esperanza sin fin del don divino; todo lo puede en él quien nada puede. Amén. Salmodia Ant. Oh Cristo, Salvador nuestro, sálvanos por la fuerza de la cruz; tú que salvaste a Pedro en el mar, ten piedad de nosotros. Salmo 119 En mi aflicción llamé al Señor, y él me respondió. Líbrame, Señor, de los labios mentirosos, de la lengua traidora. ¿Qué te va a dar o a mandar Dios, lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas con ascuas de retama. ¡Ay de mí, desterrado en Masac, acampado en Cadar! Demasiado llevo viviendo con los que odian la paz; cuando yo digo: «Paz», ellos dicen: «Guerra». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 120 Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel. El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha; de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu alma; el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 121 ¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios». Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo». Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Oh Cristo, Salvador nuestro, sálvanos por la fuerza de la cruz; tú que salvaste a Pedro en el mar, ten piedad de nosotros. Lectura breve Hb 5, 7-9 Cristo, en los días de su vida mortal, habiendo elevado oraciones y súplicas con poderoso clamor y lágrimas hacia aquel que tenía poder para salvarlo de la muerte, fue escuchado en atención a su actitud reverente y filial; con todo, aunque era Hijo, aprendió por experiencia, en sus padecimientos, la obediencia, y, habiendo así llegado hasta la plena consumación, se convirtió en causa de salvación para todos los que lo obedecen. V/. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R/. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Oración Oh Dios y Padre nuestro, en tu Hijo Unigénito, que es para nosotros el Señor de los Milagros, nos ofreces una ayuda y protección singular; perdona y acoge a tus hijos suplicantes, para que quienes nos sentimos agobiados por los sufrimientos, experimentemos constantemente tu clemencia y la paz de tu perdón. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén.
V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 28 de Octubre
28 de octubre El Señor de los Milagros En Lima y Huacho: Solemnidad En el resto del Perú: Fiesta Donde es Fiesta: Tercia V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno El trabajo, Señor, de cada día nos sea por tu amor santificado, convierte su dolor en alegría de amor, que para dar tú nos has dado. Paciente y larga es nuestra tarea en la noche oscura del amor que espera; dulce huésped del alma, al que flaquea dale tu luz, tu fuerza que aligera. En el alto gozoso del camino, demos gracias a Dios, que nos concede la esperanza sin fin del don divino; todo lo puede en él quien nada puede. Amén. Salmodia Ant. Oh Cristo, Salvador nuestro, sálvanos por la fuerza de la cruz; tú que salvaste a Pedro en el mar, ten piedad de nosotros. Salmo 118, 33-40 Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes, y lo seguiré puntualmente; enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón; guíame por la senda de tus mandatos, porque ella es mi gozo.
Inclina mi corazón a tus preceptos, y no al interés; aparta mis ojos de las vanidades, dame vida con tu palabra; cumple a tu siervo la promesa que hiciste a tus fieles. Aparta de mí la afrenta que temo, porque tus mandamientos son amables; mira cómo ansío tus decretos: dame vida con tu justicia. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 33 I Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. Todos sus santos, temed al Señor, porque nada les falta a los que lo temen; los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. II Venid, hijos, escuche: os instruiré en el temor del Señor; ¿hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad? Guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella. Los ojos del Señor miran a los justos, sus oídos escuchan sus gritos; pero el Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias; el Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo libra el Señor; él cuida de todos sus huesos, y ni uno solo se quebrará. La maldad da muerte al malvado, y los que odian al justo serán castigados. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a él. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Oh Cristo, Salvador nuestro, sálvanos por la fuerza de la cruz; tú que salvaste a Pedro en el mar, ten piedad de nosotros. Lectura breve Hb 5, 7-9 Cristo, en los días de su vida mortal, habiendo elevado oraciones y súplicas con poderoso clamor y lágrimas hacia aquel que tenía poder para salvarlo de la muerte, fue escuchado en atención a su actitud reverente y filial; con todo, aunque era Hijo, aprendió por experiencia, en sus padecimientos, la obediencia, y, habiendo así llegado hasta la plena consumación, se convirtió en causa de salvación para
todos los que lo obedecen. V/. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R/. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Oración Oh Dios y Padre nuestro, en tu Hijo Unigénito, que es para nosotros el Señor de los Milagros, nos ofreces una ayuda y protección singular; perdona y acoge a tus hijos suplicantes, para que quienes nos sentimos agobiados por los sufrimientos, experimentemos constantemente tu clemencia y la paz de tu perdón. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 28 de Octubre
28 de octubre El Señor de los Milagros En Lima y Huacho: Solemnidad En el resto del Perú: Fiesta Donde es Solemnidad: Sexta V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Este mundo del hombre, en que él se afana tras la felicidad que tanto ansía, tú lo vistes, Señor, de luz temprana y de radiante sol al mediodía. Así el poder de tu presencia encierra el secreto más hondo de esta vida; un nuevo cielo y una nueva tierra colmarán nuestro anhelo sin medida. Poderoso Señor de nuestra historia, no tardes en venir gloriosamente; tu luz resplandeciente y tu victoria inunden nuestra vida eternamente. Amén. Salmodia Ant. Salvador del mundo, sálvanos; tú que con tu cruz y tu sangre nos redimiste, socórrenos, Dios nuestro. Salmo 122 A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo. Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores, como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia. Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios; nuestra alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos, del desprecio de los orgullosos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 123 Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte -que lo diga Israel-, si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres, nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros. Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes. Bendito el Señor, que no nos entregó en presa a sus dientes; hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador: la trampa se rompió, y escapamos. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 124 Los que confían en el Señor son como el monte Sión: no tiembla, está asentado para siempre. Jerusalén está rodeada de montañas, y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre. No pesará el cetro de los malvados sobre el lote de los justos, no sea que los justos extiendan su mano a la maldad. Señor, concede bienes a los buenos, a los sinceros de corazón; y a los que se desvían por sendas tortuosas, que los rechace el Señor con los malhechores. ¡Paz a Israel! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Salvador del mundo, sálvanos; tú que con tu cruz y tu sangre nos redimiste, socórrenos, Dios nuestro. Lectura breve Ef 1, 7-8 Por Cristo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros. V/. Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor. R/. Que toquen para tu nombre, Señor. Oración Oh Dios y Padre nuestro, en tu Hijo Unigénito, que es para nosotros el Señor de los Milagros, nos ofreces una ayuda y protección singular; perdona y acoge a tus hijos suplicantes, para que quienes nos sentimos agobiados por los sufrimientos, experimentemos constantemente tu clemencia y la paz de tu perdón. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 28 de Octubre
28 de octubre El Señor de los Milagros En Lima y Huacho: Solemnidad En el resto del Perú: Fiesta Donde es Fiesta: Sexta V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Este mundo del hombre, en que él se afana tras la felicidad que tanto ansía, tú lo vistes, Señor, de luz temprana y de radiante sol al mediodía. Así el poder de tu presencia encierra el secreto más hondo de esta vida; un nuevo cielo y una nueva tierra colmarán nuestro anhelo sin medida. Poderoso Señor de nuestra historia, no tardes en venir gloriosamente; tu luz resplandeciente y tu victoria inunden nuestra vida eternamente. Amén. Salmodia Ant. Salvador del mundo, sálvanos; tú que con tu cruz y tu sangre nos redimiste, socórrenos, Dios nuestro. Salmo 118, 33-40 Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes, y lo seguiré puntualmente; enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón; guíame por la senda de tus mandatos, porque ella es mi gozo. Inclina mi corazón a tus preceptos,
y no al interés; aparta mis ojos de las vanidades, dame vida con tu palabra; cumple a tu siervo la promesa que hiciste a tus fieles. Aparta de mí la afrenta que temo, porque tus mandamientos son amables; mira cómo ansío tus decretos: dame vida con tu justicia. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 33 I Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. Todos sus santos, temed al Señor, porque nada les falta a los que lo temen; los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
II Venid, hijos, escuche: os instruiré en el temor del Señor; ¿hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad? Guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella. Los ojos del Señor miran a los justos, sus oídos escuchan sus gritos; pero el Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias; el Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo libra el Señor; él cuida de todos sus huesos, y ni uno solo se quebrará. La maldad da muerte al malvado, y los que odian al justo serán castigados. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a él. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Salvador del mundo, sálvanos; tú que con tu cruz y tu sangre nos redimiste, socórrenos, Dios nuestro. Lectura breve Ef 1, 7-8 Por Cristo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros. V/. Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor. R/. Que toquen para tu nombre, Señor.
Oración Oh Dios y Padre nuestro, en tu Hijo Unigénito, que es para nosotros el Señor de los Milagros, nos ofreces una ayuda y protección singular; perdona y acoge a tus hijos suplicantes, para que quienes nos sentimos agobiados por los sufrimientos, experimentemos constantemente tu clemencia y la paz de tu perdón. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 28 de Octubre
28 de octubre El Señor de los Milagros En Lima y Huacho: Solemnidad En el resto del Perú: Fiesta Donde es Solemnidad: Nona V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Fundamento de todo lo que existe, de tu pueblo elegido eterna roca, de los tiempos Señor, que prometiste dar tu vigor al que con fe te invoca. Mira al hombre que es fiel y no te olvida, tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte para amarte y servirte en esta vida y gozarte después de santa muerte. Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa en este atardecer que se avecina, serena claridad y dulce brisa será tu amor que todo lo domina. Amén. Salmodia Ant. Por tu cruz, sálvanos, oh Cristo redentor, tú que muriendo destruiste nuestra muerte y resucitando restauraste la vida. Salmo 125 Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelven cantando, trayendo sus gavillas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 126 Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas. Es inútil que madruguéis, que veléis hasta muy tarde, que comáis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen! La herencia que da el Señor son los hijos; una recompensa es el fruto de las entrañas: son saetas en mano de un guerrero los hijos de la juventud. Dichoso el hombre que llena con ellas su aljaba: no quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 127 ¡Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien; tu mujer, como una vid fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa: ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida; que veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz a Israel! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Por tu cruz, sálvanos, oh Cristo redentor, tú que muriendo destruiste nuestra muerte y resucitando restauraste la vida. Lectura breve 1 Pe 1, 18-19 Os rescataron de la vana conducta que habíais heredado de vuestros mayores: no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha. V/. Cuando venga el Señor para juzgar al mundo. R/. Aparecerá el signo de la cruz en el cielo. Oración Oh Dios y Padre nuestro, en tu Hijo Unigénito, que es para nosotros el Señor de los Milagros, nos ofreces una ayuda y protección singular; perdona y acoge a tus hijos suplicantes, para que quienes nos sentimos agobiados por los sufrimientos, experimentemos constantemente tu clemencia y la paz de tu perdón. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 28 de Octubre
28 de octubre El Señor de los Milagros En Lima y Huacho: Solemnidad En el resto del Perú: Fiesta Donde es Fiesta: Nona V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Fundamento de todo lo que existe, de tu pueblo elegido eterna roca, de los tiempos Señor, que prometiste dar tu vigor al que con fe te invoca. Mira al hombre que es fiel y no te olvida, tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte para amarte y servirte en esta vida y gozarte después de santa muerte. Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa en este atardecer que se avecina, serena claridad y dulce brisa será tu amor que todo lo domina. Amén. Salmodia Ant. Por tu cruz, sálvanos, oh Cristo redentor, tú que muriendo destruiste nuestra muerte y resucitando restauraste la vida. Salmo 118, 33-40 Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes, y lo seguiré puntualmente; enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón; guíame por la senda de tus mandatos, porque ella es mi gozo.
Inclina mi corazón a tus preceptos, y no al interés; aparta mis ojos de las vanidades, dame vida con tu palabra; cumple a tu siervo la promesa que hiciste a tus fieles. Aparta de mí la afrenta que temo, porque tus mandamientos son amables; mira cómo ansío tus decretos: dame vida con tu justicia. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 33 I Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. Todos sus santos, temed al Señor, porque nada les falta a los que lo temen; los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. II Venid, hijos, escuche: os instruiré en el temor del Señor; ¿hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad? Guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella. Los ojos del Señor miran a los justos, sus oídos escuchan sus gritos; pero el Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias; el Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo libra el Señor; él cuida de todos sus huesos, y ni uno solo se quebrará. La maldad da muerte al malvado, y los que odian al justo serán castigados. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a él. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Por tu cruz, sálvanos, oh Cristo redentor, tú que muriendo destruiste nuestra muerte y resucitando restauraste la vida. Lectura breve 1 Pe 1, 18-19 Os rescataron de la vana conducta que habíais heredado de vuestros mayores: no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha. V/. Cuando venga el Señor para juzgar al mundo.
R/. Aparecerá el signo de la cruz en el cielo. Oración Oh Dios y Padre nuestro, en tu Hijo Unigénito, que es para nosotros el Señor de los Milagros, nos ofreces una ayuda y protección singular; perdona y acoge a tus hijos suplicantes, para que quienes nos sentimos agobiados por los sufrimientos, experimentemos constantemente tu clemencia y la paz de tu perdón. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 28 de Octubre
3 de noviembre San Martín de Porres Religioso Solemnidad Invitatorio V/. Señor, abre mis labios. R/. Y mi boca proclamará tu alabanza. Ant. Venid, adoremos al Señor nuestro Dios, que se manifiesta en los sencillos. Salmo 94 Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes. Suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a prueba, y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: “Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso”». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Venid, adoremos al Señor nuestro Dios, que se manifiesta en los sencillos. Continuar con Laudes Continuar con Oficio de lectura
3 de noviembre San Martín de Porres Religioso Solemnidad Oficio de lectura V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno El Nuevo Mundo apenas descubierto ofrece en ti, al Señor, hermoso árbol, cuyos frutos se elevan hacia el cielo. Naciste como Rosa en esta tierra, y compartes con ella refulgente una blanca corona de pureza. Tú, fervoroso amaste a Jesucristo, veneraste tanto a nuestra Madre, y halló en ti el Espíritu morada. La tierra hoy cantando te celebra, tú, inmenso honor de los peruanos, sé nuestra luz y amparo en el camino. La santa Trinidad reciba gloria, que al honor de los cielos te ha llevado; y a tus rezos, gozar de Dios podamos. Amén. Salmodia Ant. 1. Cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha. Salmo 20, 2-8. 14 Señor, el rey se alegra por tu fuerza, ¡y cuánto goza con tu victoria! Le has concedido el deseo de su corazón, no le has negado lo que pedían sus labios.
Te adelantaste a bendecirlo con el éxito, y has puesto en su cabeza una corona de oro fino. Te pidió vida, y se la has concedido, años que se prolongan sin término. Tu victoria ha engrandecido su fama, lo has vestido de honor y majestad. Le concedes bendiciones incesantes, lo colmas de gozo en tu presencia; porque el rey confía en el Señor y con la gracia del Altísimo no fracasará. Levántate, Señor, con tu fuerza, y al son de instrumentos cantaremos tu poder. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha. Ant. 2. Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Salmo 91 I Es bueno dar gracias al Señor y tocar para tu nombre, oh Altísimo, proclamar por la mañana tu misericordia y de noche tu fidelidad, con arpas de diez cuerdas y laúdes, sobre arpegios de cítaras. Tus acciones, Señor, son mi alegría, y mi júbilo, las obras de tus manos. ¡Qué magníficas son tus obras, Señor, qué profundos tus designios! El ignorante no los entiende ni el necio se da cuenta. Aunque germinen como hierba los malvados y florezcan los malhechores, serán destruidos para siempre. Tú, en cambio, Señor, eres excelso por los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Ant. 3. Lo que hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. II Porque tus enemigos, Señor, perecerán, los malhechores serán dispersados; pero a mí me das la fuerza de un búfalo y me unges con aceite nuevo. Mis ojos despreciarán a mis enemigos, mis oídos escucharán su derrota. El justo crecerá como una palmera, se alzará como un cedro del Líbano: plantado en la casa del Señor, crecerá en los atrios de nuestro Dios; en la vejez seguirá dando fruto y estará lozano y frondoso, para proclamar que el Señor es justo, que en mi Roca no existe la maldad. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Lo que hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. V/. El Señor condujo al justo por sendas llanas. R/. Le mostró el reino de Dios. Primera lectura De la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 7-4, 1. 4-9 Estad siempre alegres en el Señor Hermanos: Todo lo que para mí era ganancia lo he estimado pérdida comparado con Cristo. Más aún, todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y encontrarme unido a él, no por una justificación propia mía, la que viene de la ley, sino por la justificación que se obtiene por la fe en Cristo, la cual procede de Dios y se basa en la fe; a fin de tener una íntima experiencia de Cristo, del
poder de su resurrección y de la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para alcanzar también la resurrección de entre los muertos. No quiero decir con esto que tenga ya conseguido el premio o que sea ya perfecto, sino que continúo mi carrera con la pretensión de darle alcance, habiendo yo mismo sido alcanzado por Cristo Jesús. Yo, hermanos, no considero haber ganado todavía el premio. Sólo una cosa busco: olvidando lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que veo por delante, voy corriendo hacia la meta para conseguir el premio de la asamblea celestial, asamblea de Dios en Cristo Jesús. Así pues, todos los que estamos ya bien formados en Cristo debemos tener estas aspiraciones, y si en algún punto pensáis de otra manera, que Dios os lo aclare también. Sea cual sea el punto adonde hayamos llegado, sigamos adelante por el mismo camino. Seguid todos mi ejemplo, hermanos, y fijaos en los que caminan según el modelo que tenéis en nosotros. Porque hay muchos de quienes os decía con frecuencia, y ahora hasta con lágrimas lo digo, que se portan como enemigos de la cruz de Cristo. Su paradero es la perdición, su dios es el vientre y su gloria está en su vergüenza. Sólo en las cosas de la tierra ponen su corazón. En cambio, para nosotros, nuestros derechos de ciudadanía radican en los cielos, de donde esperamos que venga como salvador Cristo Jesús, el Señor. Él transfigurará nuestro cuerpo de humilde condición en un cuerpo glorioso, semejante al suyo, en virtud del poder que tiene para someter a su imperio todas las cosas. Así pues, hermanos a quienes tanto amo y a quienes tanto deseo ver, vosotros sois mi gozo y mi corona. Perseverad firmes en el Señor. Estad siempre alegres en el Señor. Otra vez os lo digo: Estad alegres. Que vuestra bondad sea conocida de todos. El Señor está cerca. No os inquietéis por cosa alguna. Pero en toda necesidad presentad a Dios vuestras peticiones mediante la oración y la súplica, acompañadas con la acción de gracias. Y la paz de Dios, que está por encima de todo conocimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Finalmente, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta, hermanos. Seguid practicando lo que habéis aprendido y recibido, lo que habéis oído y visto en mí, y el Dios de la paz estará con vosotros. Responsorio Lc 12, 35-36a; Mt 24, 42 R/. Estén ceñidos vuestros lomos y encendidas vuestras lámparas; * así seréis como los siervos que están esperando a su amo de regreso de las bodas. V/. Velad, porque no sabéis cuándo vendrá vuestro Señor. R/. Así seréis como los siervos que están esperando a su amo de regreso de las bodas. Segunda lectura De la Homilía del papa san Juan XXIII, en la canonización de san Martín de Porres (Día 6 de mayo de 1962: AAS 54 [1962], 306-309) Martín de la caridad
Martín nos demuestra con el ejemplo de su vida que podemos llegar a la salvación y a la santidad por el camino que nos enseñó Cristo Jesús: a saber, si, en primer lugar, amamos a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente; y si, en segundo lugar, amamos al prójimo como a nosotros mismos. Él sabía que Cristo Jesús padeció por nosotros y, cargado con nuestros pecados, subió al leño, y por esto tuvo un amor especial a Jesús crucificado, de tal modo que, al contemplar sus atroces sufrimientos, no podía evitar el derramar abundantes lágrimas. Tuvo también una singular devoción al santísimo sacramento de la eucaristía, al que dedicaba con frecuencia largas horas de oculta adoración ante el sagrario, deseando nutrirse de él con la máxima frecuencia que le era posible. Además, san Martín, obedeciendo el mandato del divino Maestro, se ejercitaba intensamente en la caridad para con sus hermanos, caridad que era fruto de su fe íntegra y de su humildad. Amaba a sus prójimos porque los consideraba verdaderos hijos de Dios y hermanos suyos; y los amaba aún más que a sí mismo, ya que, por su humildad, los tenía a todos por más justos y perfectos que él. Disculpaba los errores de los demás: perdonaba las más graves injurias, pues estaba convencido de que era mucho más lo que merecía por sus pecados; ponía todo su empeño en retornar al buen camino a los pecadores; socorría con amor a los enfermos; procuraba comida, vestido y medicinas a los pobres; en la medida que le era posible, ayudaba a los agricultores y a los negros y mulatos, que, por aquel tiempo, eran tratados como esclavos de la más baja condición, lo que le valió, por parte del pueblo, el apelativo de «Martín de la caridad». Este santo varón, que con sus palabras, ejemplos y virtudes impulsó a sus prójimos a una vida de piedad, también ahora goza de un poder irable para elevar nuestras mentes a las cosas celestiales. No todos, por desgracia, son capaces de comprender estos bienes sobrenaturales, no todos los aprecian como es debido, al contrario, son muchos los que, enredados en sus vicios, los menosprecian, los desdeñan o los olvidan completamente. Ojalá que el ejemplo de Martín enseñe a muchos la dulzura y felicidad que se encuentra en el seguimiento de Jesucristo y en la sumisión a sus divinos mandatos. Responsorio Sir 31, 8. 11. 9 R/. Dichoso el hombre que se conserva íntegro y no se pervierte por la riqueza. * Su dicha será consolidada por el Señor. V/. ¿Quién es éste, y lo felicitaremos? Pues ha hecho algo irable en su pueblo. R/. Su dicha será consolidada por el Señor. Himno Señor, Dios eterno. Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza, a ti, Padre del cielo, te aclama la creación. Postrados ante ti, los ángeles te adoran y cantan sin cesar: Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo; llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. A ti Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles, la multitud de los profetas te enaltece, y el ejército glorioso de los mártires te aclama. A ti la Iglesia santa, por todos los confines extendida, con júbilo te adora y canta tu grandeza: Padre, infinitamente santo, Hijo eterno, unigénito de Dios, Santo Espíritu de amor y de consuelo. Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria, tú el Hijo y Palabra del Padre, tú el Rey de toda la creación. Tú, para salvar al hombre, tomaste la condición de esclavo en el seno de una virgen. Tú destruiste la muerte y abriste a los creyentes las puertas de la gloria. Tú vives ahora, inmortal y glorioso, en el reino del Padre. Tú vendrás algún día, como juez universal. Muéstrate, pues, amigo y defensor de los hombres que salvaste. Y recíbelos por siempre allá en tu reino, con tus santos y elegidos. La parte que sigue puede omitirse si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu heredad. Sé su pastor, y guíalos por siempre. Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás. Dígnate, Señor, guardarnos de pecado en este día. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. A ti, Señor, me acojo, no quede yo nunca defraudado. Oración Señor, Dios nuestro, que has querido conducir a san Martín de Porres por el camino del servicio y la humildad a la gloria del cielo, concédenos la gracia de seguir sus ejemplos, para que merezcamos ser coronados con él en la gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 3 de Noviembre
3 de noviembre San Martín de Porres Religioso Solemnidad Laudes V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Oh Martín, amable, con gozo inmenso la piedad de los fieles te recuerda; tu humildad en un mar de luz Dios premia, claro cielo que es su amor eterno. Despreciaste cuanto valora el mundo: honor, soberbia, placer y alabanzas y buscando lo humilde, que Dios ama, en dulce abrazo a él te uniste. Para ser de Cristo fiel imagen, sabiamente quisiste ser pequeño; sirviendo con amor a los hermanos, buscaste aquí en la tierra todo el cielo. Para gloria eterna de la Trinidad, ruégale tú, humilde, pobre y bueno, que nos conceda andar por tu sendero, gozosos hacia el seguro cielo. Amén. Salmodia Ant. 1. Mi alma está unida a ti, Dios mío. Salmo 62, 2-9 ¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada; sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de manjares exquisitos, y mis labios te alabarán jubilosos. En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Mi alma está unida a ti, Dios mío. Ant. 2. Dad gracias al Señor que manifestó su misericordia en el humilde Martín con tantos dones celestiales. Cántico Dn. 3, 57-88. 56 Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor. Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor. Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor. Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor. Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor. Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor. Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos. Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor. Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor. Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Hijos de los hombres, bendecid al Señor; bendiga Israel al Señor. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor. Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo ensalcémoslo con himnos por los siglos. Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos. Ant. Dad gracias al Señor que manifestó su misericordia en el humilde Martín con tantos dones celestiales. Ant. 3. Santos y humildes de corazón, bendecid al Señor; ensalzadle con himnos por los siglos. Salmo 149 Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos: para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro. Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Santos y humildes de corazón, bendecid al Señor; ensalzadle con himnos por los siglos. Lectura breve Rm 12, 1-2 Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto. Responsorio breve V/. Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas y cumplid así la ley de Cristo. R/. Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas y cumplid así la ley de Cristo. V/. Amaos unos a otros, ya que el amor es de Dios. R/. Y cumplid así la ley de Cristo. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas y cumplid así la ley de Cristo. Cántico evangélico
Ant. Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta. Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta. Preces Adoremos a Dios, nuestro Padre, y, pidámosle que nos enseñe a servirle con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días, e invoquémosle diciendo: Señor, danos tu Espíritu Santo.
Concede Padre a tus fieles, tu sabiduría, escondida a los sabios y entendidos, para que con el bienaventurado Martín den gracias a tu santo nombre con sencillez, y sea gloria suya, tu alabanza. Tú que hiciste a san Martín dócil a tu Palabra, concédenos guardar con fidelidad tus mandamientos para que con la fuerza del Espíritu Santo, permanezcamos en Ti y Tú en nosotros. Tú que nos mandaste trabajar, y por él quieres que cooperemos con tu obra en el mundo, concédenos que por tu gracia, aumente el número de quienes hacen vida el Evangelio de la paz. Tú que con la caridad de san Martín aliviaste las necesidades de los pobres, enséñanos a socorrer con nuestros bienes a los necesitados, y a descubrirte, en los que sufren. Tú que enviaste a Jesús, a dar la vista a los ciegos, la liberación a los cautivos y a proclamar el año de gracia, concédenos por intercesión de San Martín de Porres, trabajar por la justicia, con la fuerza del Evangelio de tu Hijo. Buscando el Reino de Dios, con el corazón humilde, oremos como Cristo nos enseñó: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Señor, Dios nuestro, que has querido conducir a san Martín de Porres por el camino del servicio y la humildad a la gloria del cielo, concédenos la gracia de seguir sus ejemplos, para que merezcamos ser coronados con él en la gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 3 de Noviembre
3 de noviembre San Martín de Porres Religioso Solemnidad Tercia V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno El trabajo, Señor, de cada día nos sea por tu amor santificado, convierte su dolor en alegría de amor, que para dar tú nos has dado. Paciente y larga es nuestra tarea en la noche oscura del amor que espera; dulce huésped del alma, al que flaquea dale tu luz, tu fuerza que aligera. En el alto gozoso del camino, demos gracias a Dios, que nos concede la esperanza sin fin del don divino; todo lo puede en él quien nada puede. Amén. Salmodia Ant. Quien guarda la palabra de Cristo ha llegado ciertamente a la plenitud del amor. Salmo 119 En mi aflicción llamé al Señor, y él me respondió. Líbrame, Señor, de los labios mentirosos, de la lengua traidora. ¿Qué te va a dar o a mandar Dios, lengua traidora? Flechas de arquero, afiladas con ascuas de retama.
¡Ay de mí, desterrado en Masac, acampado en Cadar! Demasiado llevo viviendo con los que odian la paz; cuando yo digo: «Paz», ellos dicen: «Guerra». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 120 Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel. El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha; de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu alma; el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 121 ¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus,
las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios». Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo». Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Quien guarda la palabra de Cristo ha llegado ciertamente a la plenitud del amor. Lectura breve Ga 6, 8 Lo que uno siembre, eso cosechará. El que siembre en su carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna. V/. El Señor enseña su camino a los humildes. R/. Hace caminar a los humildes con rectitud. Oración Señor, Dios nuestro, que has querido conducir a san Martín de Porres por el camino del servicio y la humildad a la gloria del cielo, concédenos la gracia de seguir sus ejemplos, para que merezcamos ser coronados con él en la gloria. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 3 de Noviembre
3 de noviembre San Martín de Porres Religioso Solemnidad Sexta V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Este mundo del hombre, en que él se afana tras la felicidad que tanto ansía, tú lo vistes, Señor, de luz temprana y de radiante sol al mediodía. Así el poder de tu presencia encierra el secreto más hondo de esta vida; un nuevo cielo y una nueva tierra colmarán nuestro anhelo sin medida. Poderoso Señor de nuestra historia, no tardes en venir gloriosamente; tu luz resplandeciente y tu victoria inunden nuestra vida eternamente. Amén. Salmodia Ant. El que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo, éste entrará en el reino de los cielos. Salmo 122 A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo. Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores, como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios; nuestra alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos, del desprecio de los orgullosos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 123 Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte -que lo diga Israel-, si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres, nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros. Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes. Bendito el Señor, que no nos entregó en presa a sus dientes; hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador: la trampa se rompió, y escapamos. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 124 Los que confían en el Señor son como el monte Sión: no tiembla, está asentado para siempre. Jerusalén está rodeada de montañas, y el Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados sobre el lote de los justos, no sea que los justos extiendan su mano a la maldad. Señor, concede bienes a los buenos, a los sinceros de corazón; y a los que se desvían por sendas tortuosas, que los rechace el Señor con los malhechores. ¡Paz a Israel! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. El que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo, éste entrará en el reino de los cielos. Lectura breve 1 Co 9, 26. 27a Yo corro, no como a la ventura; y ejerzo el pugilato, no como dando golpes en el vacío, sino que golpeo mi cuerpo y lo esclavizo. V/. Dichoso el hombre a quien tú educas, Señor. R/. Al que enseñas tu ley. Oración Señor, Dios nuestro, que has querido conducir a san Martín de Porres por el camino del servicio y la humildad a la gloria del cielo, concédenos la gracia de seguir sus ejemplos, para que merezcamos ser coronados con él en la gloria. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 3 de Noviembre
3 de noviembre San Martín de Porres Religioso Solemnidad Nona V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Fundamento de todo lo que existe, de tu pueblo elegido eterna roca, de los tiempos Señor, que prometiste dar tu vigor al que con fe te invoca. Mira al hombre que es fiel y no te olvida, tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte para amarte y servirte en esta vida y gozarte después de santa muerte. Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa en este atardecer que se avecina, serena claridad y dulce brisa será tu amor que todo lo domina. Amén. Salmodia Ant. Nadie vio, Señor, fuera de ti, lo que has preparado para los que te aman. Salmo 125 Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos». El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelven cantando, trayendo sus gavillas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 126 Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas. Es inútil que madruguéis, que veléis hasta muy tarde, que comáis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen! La herencia que da el Señor son los hijos; una recompensa es el fruto de las entrañas: son saetas en mano de un guerrero los hijos de la juventud. Dichoso el hombre que llena con ellas su aljaba: no quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 127 ¡Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa: ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida; que veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz a Israel! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Nadie vio, Señor, fuera de ti, lo que has preparado para los que te aman. Lectura breve Flp 4, 8, 9b Todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta, hermanos. Y el Dios de la paz estará con vosotros. V/. Que se alegren los que se acogen a ti. R/. Que se llenen de gozo los que aman tu nombre. Oración Señor, Dios nuestro, que has querido conducir a san Martín de Porres por el camino del servicio y la humildad a la gloria del cielo, concédenos la gracia de seguir sus ejemplos, para que merezcamos ser coronados con él en la gloria. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 3 de Noviembre
3 de noviembre San Martín de Porres Religioso Solemnidad II Vísperas V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Oh Martín que ya la gloria, tus ojos buenos contemplan, asístenos con tu ayuda, de tu amor danos las pruebas. Tú recibiste del cielo caridad en abundancia, encarnación viva fuiste del amor suave de Cristo. Horno ardiente era tu pecho lleno de Espíritu Santo; padre bueno, te llamaron, pobres, huérfanos y enfermos. Pide para nuestras almas que en ellas arda ese fuego, que a Dios siempre más nos una y crezca en amor fraterno. Que reine el amor en todos, borrando marginaciones, que la paz de Cristo reine en quien redimió su sangre. Alabanza sea al Padre al Hijo y al Espíritu, que nos donen por tu mano, con abundancia la gracia. Amén. Salmodia
Ant. 1. Caminó con rectitud y sencillez de corazón y halló gracia a los ojos del Señor. Salmo 14 Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda y habitar en tu monte santo? El que procede honradamente y práctica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua, el que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor, el que no retracta lo que juró aún en daño propio, el que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que así obra nunca fallará. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Caminó con rectitud y sencillez de corazón y halló gracia a los ojos del Señor. Ant. 2. Fue honrado en la presencia del Señor, y el Señor fue su fuerza. Salmo 111 Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. Dichoso el que se apiada y presta, y istra rectamente sus asuntos. El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo. No temerá las malas noticias, su corazón está firme en el Señor. Su corazón está seguro, sin temor, hasta que vea derrotados a sus enemigos. Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad. El malvado, al verlo, se irritará, rechinará los dientes hasta consumirse. La ambición del malvado fracasará. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Fue honrado en la presencia del Señor, y el Señor fue su fuerza. Ant. 3. Los santos cantaban un cántico nuevo ante el trono de Dios y del Cordero, y sus voces llenaban toda la tierra. Cántico Ap 15, 3-4 Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente, justos y verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de los siglos! ¿Quién no temerá, Señor, y glorificará tu nombre? Porque tú solo eres santo, porque vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, porque tus juicios se hicieron manifiestos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Los santos cantaban un cántico nuevo ante el trono de Dios y del Cordero, y sus voces llenaban toda la tierra. Lectura breve Rm 8, 28-30 Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su
designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó. Responsorio breve V/. El Señor es justo y ama la justicia. R/. El Señor es justo y ama la justicia. V/. Los buenos verán su rostro. R/. El Señor es justo y ama la justicia. V/. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. R/. El Señor es justo y ama la justicia. Cántico evangélico Ant. Alabemos al Señor, que ha glorificado a su humilde siervo Martín con dones celestiales. Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padresen favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabemos al Señor, que ha glorificado a su humilde siervo Martín con dones celestiales. Preces Supliquemos a Dios Padre, que en san Martín otorga a la Iglesia un ejemplo insigne de humildad evangélica, y acudamos a él con confianza, diciendo: Señor, danos la sencillez de corazón. Asiste, Señor, a tu Iglesia, que iluminaste con la vida irable de san Martín, por su intercesión inspírala para que cuide sinceramente de la salvación de los pobres. Señor Dios nuestro, que renuevas y enriqueces a tu Iglesia con la gracia de tu bendición, por intercesión de este hijo de Lima, haz que siempre recordemos los beneficios de tu amor de modo que podamos corresponderte con generosidad. Ayuda, Señor, a los pobres, huérfanos, viudas y a todos los abandonados, alivia las dificultades de los trabajadores que sufren y haz que todos reconozcamos la dignidad de los menospreciados. Señor Dios nuestro, tu Hijo nos enseñó que cuanto hacemos con uno de tus pequeños, con él lo hacemos; enséñanos a servirte y descubrir a Cristo en los más pobres y necesitados, en los menos útiles a los ojos del mundo. Perdona, Señor, los pecados de los que han muerto, y ítelos en tu Reino, para que con los santos, puedan contemplar tu rostro. Porque nos llamamos y somos hijos de Dios, nos atrevemos a decir: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Señor, Dios nuestro, que has querido conducir a san Martín de Porres por el camino del servicio y la humildad a la gloria del cielo, concédenos la gracia de seguir sus ejemplos, para que merezcamos ser coronados con él en la gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén.
V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 3 de Noviembre
12 de diciembre Nuestra Señora de Guadalupe Patrona de América Latina y de las Islas Filipinas Fiesta Invitatorio V/. Señor, abre mis labios. R/. Y mi boca proclamará tu alabanza. Ant. Venid, adoremos a Cristo, hijo de la siempre Virgen María. Salmo 94 Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes. Suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a prueba, y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: “Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso”». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Venid, adoremos a Cristo, hijo de la siempre Virgen María. Continuar con Laudes Continuar con Oficio de lectura
12 de diciembre Nuestra Señora de Guadalupe Patrona de América Latina y de las Islas Filipinas Fiesta Oficio de lectura V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Eres mujer de casa y, además, peregrina, dedicada a lo tuyo como madre y esposa, pero sigues la huella por donde Dios camina y estás de corazón en cada cosa. Estás en la montaña antes del alba, -que el amor te apresura-, y en cualquier otro Belén por esperar que nazca de nuevo Dios, y preparar su cuna. Te haces de nuestra raza, pronuncias nuestra lengua con dulzura y nos pides te hagamos una Casa, para en ella mostrarnos tu sin igual ternura. Bajas, subes, que para eso eres ave, ayer por el Calvario y por el cielo, hoy por la patria suave, y en pos de ti volamos en tu vuelo. Gloria demos al Padre que no tuvo principio, gloria perenne a Cristo, que es el Hijo del Padre, y al Espíritu Santo, Consolador divino. ¡Que todo el universo los aclame! Amén. Salmodia Ant. 1. Tu sol ya no se pondrá, ni menguará tu luna. Salmo 23
Del Señor es la tierra y cuanto lo llena, el orbe y todos sus habitantes: El la fundó sobre los mares, El la afianzó sobre los ríos. ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos ni jura contra el prójimo en falso. Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. ¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria. ¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, héroe valeroso; el Señor, héroe de la guerra. ¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria. ¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos. Él es el Rey de la gloria. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Tu sol ya no se pondrá, ni menguará tu luna. Ant. 2. Mirad que ya viene mi hijo el más pequeño, saltando sobre los montes, brincando por las colinas, como un ágil cervatillo. Salmo 45 Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra, y los montes se desplomen en el mar. Que hiervan y brame sus olas, que sacudan a los montes con su furia: El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada. Teniendo a Dios en medio, no vacila; Dios lo socorre al despuntar la aurora. Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan; pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. Venid a ver las obras del Señor, las maravillas que hace en la tierra: Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe, rompe los arcos, quiebra las lanzas, prende fuego a los escudos. «Rendíos, reconoced que yo soy Dios: más alto que los pueblos, más alto que la tierra». El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Mirad que ya viene mi hijo el más pequeño, saltando sobre los montes, brincando por las colinas, como un ágil cervatillo. Ant. 3. Salgamos al campo, madruguemos para ver las viñas, para ver si las vides ya florecen y echan flores los granados: ahí te mostraré mi amor. Salmo 86 Él la ha cimentado sobre el monte santo; y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! «Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles; filisteos, tirios y etíopes han nacido allí». Se dirá de Sión: «uno por uno todos han nacido en ella; el Altísimo en persona la ha fundado». El Señor escribirá en el registro de los pueblos: «Éste ha nacido allí». Y cantarán mientras danzan: «Todas mis fuerzas están en ti». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Salgamos al campo, madruguemos para ver las viñas, para ver si las vides ya florecen y echan flores los granados: ahí te mostraré mi amor. V/. Señora de los jardines, mis compañeros te escuchan. R/. Déjanos oír tu voz. Primera lectura Del libro del profeta Isaías 52, 7. 9-10; 54, 10a. 11b-14a. 15; 55, 3b. 12b-13 Sobre los montes se anuncia la paz ¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la dicha, que anuncia la salvación, que dice a Sión: «Ya reina tu Dios»! Prorrumpid a una en gritos de júbilo, soledades de Jerusalén, porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén. Ha descubierto el Señor su santo brazo a la vista de todas las naciones y han contemplado los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios. «Podrán correrse los montes -dice el Señor-, podrán moverse las colinas, pero mi amor nunca se apartará de ti. Yo asentaré tus piedras sobre jaspe y tus cimientos sobre zafiro. Te pondré almenas de rubíes y puertas de esmeralda, y haré tus murallas con piedras preciosas. Todos tus hijos serán discípulos del Señor y su dicha será inmensa. Serás consolidada en la justicia. Si alguien te ataca, no será de parte mía; cualquiera que te ataque, contra ti se estrellará. Pues voy a firmar con vosotros una alianza eterna».
Los montes y colinas romperán a cantar ante vosotros con gritos de alegría, y aplaudirán los árboles del campo. En lugar del espino crecerá el ciprés, en lugar de la ortiga crecerán los mirtos. Será esto para gloria del Señor, para señal eterna que jamás se borrará. Responsorio Sal 22, 4; 108, 22; Is 66, 13; Sal 120, 6 R/. No se turbe tu corazón ni te inquiete cosa alguna: aunque camines por cañadas oscuras, aunque te sientas pobre y desdichado y lleves traspasado el corazón. * Como una madre acaricia a su hijo, así yo os consolaré. V/. De día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. R/. Como una madre acaricia a su hijo, así yo os consolaré. Segunda lectura Del Nicán Mopohua, relato del escritor indígena del siglo dieciséis don Antonio Valeriano («Nicán Mupohua», 12.a edición, Buena Prensa, México, D. F., 1971, pp. 3-19. 21) La voz de la tórtola se ha escuchado en nuestra tierra Un sábado de mil quinientos treinta y uno, a pocos días del mes de diciembre, un indio de nombre Juan Diego iba muy de madrugada del pueblo en que residía a Tlatelolco, a tomar parte en el culto divino y a escuchar los mandatos de Dios. Al llegar junto al cerrillo llamado Tepeyac, amanecía, y escuchó que le llamaban de arriba del cerrillo: «Juanito, Juan Dieguito». Él subió a la cumbre y vio a una señora de sobrehumana grandeza, cuyo vestido era radiante como el sol, la cual, con palabra muy blanda y cortés, le dijo: «Juanito, el más pequeño de mis hijos, sabe y ten entendido que yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios por quien se vive. Deseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en mí confíen. Ve al Obispo de México a manifestarle lo que mucho deseo. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo». Cuando llegó Juan Diego a presencia del Obispo don fray Juan de Zumárraga, religioso de san Francisco, éste pareció no darle crédito y le respondió: «Otra vez vendrás y te oiré más despacio». Juan Diego volvió a la cumbre del cerrillo, donde la Señora del Cielo le estaba esperando, y le dijo: «Señora, la más pequeña de mis hijas, niña mía, expuse tu mensaje al Obispo, pero pareció que no lo tuvo por cierto. Por lo cual te ruego que le encargues a alguno de los principales que lleve tu mensaje para que le crean, porque yo soy sólo un hombrecillo».
Ella le respondió: «Mucho te ruego, hijo mío el más pequeño, que otra vez vayas mañana a ver al Obispo y le digas que yo en persona, la siempre Virgen santa María, Madre de Dios, soy quien te envío». Pero al día siguiente, domingo, el Obispo tampoco le dio crédito y le dijo que era muy necesaria alguna señal para que se le pudiera creer que le enviaba la misma Señora del Cielo. Y le despidió. El lunes, Juan Diego ya no volvió. Su tío Juan Bernardino se puso muy grave y, por la noche, le rogó que fuera a Tlatelolco muy de madrugada a llamar un sacerdote que fuera a confesarle. Salió Juan Diego el martes, pero dio vuelta al cerrillo y pasó al otro lado, hacia el oriente, para llegar pronto a México y que no lo detuviera la Señora del Cielo. Mas ella le salió al encuentro a un lado del cerro y le dijo: «Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige. No se turbe tu corazón ni te inquiete cosa alguna. ¿No estoy yo aquí que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No estás, por ventura, en mi regazo? No te aflija la enfermedad de tu tío. Está seguro de que ya sanó. Sube ahora, hijo mío, a la cumbre del cerrillo, donde hallarás diferentes flores; córtalas y tráelas a mi presencia». Cuando Juan Diego llegó a la cumbre, se asombró muchísimo de que hubiesen brotado tantas exquisitas rosas de Castilla, porque a la sazón encrudecía el hielo, y las llevó en los pliegues de su tilma a la Señora del Cielo. Ella le dijo: «Hijo mío, ésta es la prueba y señal que llevarás al Obispo para que vea en ella mi voluntad. Tú eres mi embajador muy digno de confianza». Juan Diego se puso en camino, ya contento y seguro de salir bien. Al llegar a la presencia del Obispo, le dijo: «Señor, hice lo que me ordenaste. La Señora del Cielo condescendió a tu recado y lo cumplió. Me despachó a la cumbre del cerrillo a que fuese a cortar varias rosas de Castilla, y me dijo que te las trajera y que a ti en persona te las diera. Y así lo hago, para que en ellas veas la señal que pides y cumplas su voluntad. Helas aquí recíbelas». Desenvolvió luego su blanca manta, y, así que se esparcieron por el suelo todas las diferentes rosas de Castilla, se dibujó en ella y apareció de repente la preciosa imagen de la siempre Virgen santa María, Madre de Dios, de la manera que está y se guarda hoy en su templo del Tepeyac. La ciudad entera se conmovió, y venía a ver y a irar su devota imagen y a hacerle oración, y, siguiendo el mandato que la misma Señora del Cielo diera a Juan Bernardino cuando le devolvió la salud, se le nombró como bien había de nombrarse: «la siempre Virgen santa María de Guadalupe». Responsorio Ct 2, 14; Ap 12, 1 R/. Paloma mía, que anidas en los huecos de la peña, en las grietas del barranco, déjame ver tu figura. *
Déjame escuchar tu voz, permíteme ver tu rostro, porque es muy dulce tu hablar y gracioso tu semblante. V/. Y una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. R/. Déjame escuchar tu voz, permíteme ver tu rostro, porque es muy dulce tu hablar y gracioso tu semblante. Himno Señor, Dios eterno. Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza, a ti, Padre del cielo, te aclama la creación. Postrados ante ti, los ángeles te adoran y cantan sin cesar: Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo; llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. A ti Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles, la multitud de los profetas te enaltece, y el ejército glorioso de los mártires te aclama. A ti la Iglesia santa, por todos los confines extendida, con júbilo te adora y canta tu grandeza: Padre, infinitamente santo, Hijo eterno, unigénito de Dios, Santo Espíritu de amor y de consuelo. Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria, tú el Hijo y Palabra del Padre, tú el Rey de toda la creación. Tú, para salvar al hombre, tomaste la condición de esclavo en el seno de una virgen. Tú destruiste la muerte y abriste a los creyentes las puertas de la gloria. Tú vives ahora, inmortal y glorioso, en el reino del Padre. Tú vendrás algún día, como juez universal.
Muéstrate, pues, amigo y defensor de los hombres que salvaste. Y recíbelos por siempre allá en tu reino, con tus santos y elegidos. La parte que sigue puede omitirse si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu heredad. Sé su pastor, y guíalos por siempre. Día tras día te bendeciremos y alabaremos tu nombre por siempre jamás. Dígnate, Señor, guardarnos de pecado en este día. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. A ti, Señor, me acojo, no quede yo nunca defraudado. Oración Señor, Dios nuestro, que has concedido a tu pueblo la protección maternal de la siempre Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, por su intercesión, permanecer siempre firmes en la fe y servir con sincero amor a nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 12 de Diciembre
12 de diciembre Nuestra Señora de Guadalupe Patrona de América Latina y de las Islas Filipinas Fiesta Laudes V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Ayer, Alba en el alba, subiste presurosa por servir a tu prima, cual sierva ante los siervos. Hoy a México bajas, cual Rosa misteriosa, para anunciar al indio que en sus ratos acervos jamás estará solo; porque jamás, oh Madre, has sido en nuestra historia cobarde subterfugio; porque tú eres la escala ante el Hijo del Padre: ¡tú el regazo y el puente; tú, defensa y refugio! Eres cifra y compendio de nuestra patria suave; eres signo y substancia de nuestra nueva raza; eres lámpara y cuna, eres báculo y ave, eres vínculo y nudo, eres tilma, eres casa. Por tus manos en hueco, patena de ternura, consagramos al Padre de todos los consuelos, por el Hijo, en la Llama quemaste la amargura del sudor hecho lágrimas y el júbilo hecho anhelos. Amén. Salmodia Ant. 1. ¿Quién es esa que surge como el alba, hermosa como la luna y límpida como el sol, imponente como escuadrón a banderas desplegadas? Salmo 62, 2-9 ¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada; sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de manjares exquisitos, y mis labios te alabarán jubilosos. En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. ¿Quién es esa que surge como el alba, hermosa como la luna y límpida como el sol, imponente como escuadrón a banderas desplegadas? Ant. 2. Yo soy la siempre Virgen santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive. Cántico Dn. 3, 57-88. 56 Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor. Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor. Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor. Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor. Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor. Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor. Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos. Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor. Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor. Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Hijos de los hombres, bendecid al Señor; bendiga Israel al Señor. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor. Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo ensalcémoslo con himnos por los siglos. Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos. Ant. Yo soy la siempre Virgen santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive. Ant. 3. Como el águila incita a volar a sus polluelos y revolotea sobre el nido, así extendió ella sus alas y los llevó sobre su plumaje. Salmo 149 Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos: para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro. Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Como el águila incita a volar a sus polluelos y revolotea sobre el nido, así extendió ella sus alas y los llevó sobre su plumaje. Lectura breve Cf. Sir 50, 5-10 ¡Qué majestuosa cuando salía detrás del velo! Como estrella matutina en medio de las nubes, como la luna en los días de plenilunio, como el sol cuando brilla sobre el templo del Altísimo, como el arco iris que ilumina las nubes de gloria, como flor de rosal en primavera, como lirio junto a un manantial, como vaso de oro macizo adornado con piedras preciosas. Responsorio breve V/. Levanto mis ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el auxilio? R/. Levanto mis ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el auxilio? V/. Señor, por ti madrugo, dame una señal propicia. R/. ¿De dónde me vendrá el auxilio? V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. R/. Levanto mis ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el auxilio?
Cántico evangélico Ant. Sube a un alto monte, alegre mensajero de Jerusalén, di a las ciudades de Judá: «¡Aquí está vuestro Dios! Como un pastor pastorea a su pueblo». Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Sube a un alto monte, alegre mensajero de Jerusalén, di a las ciudades de Judá: «¡Aquí está vuestro Dios! Como un pastor pastorea a su pueblo». Preces
Alabemos a Dios Padre todopoderoso, el Creador por quien se vive, y digámosle: Señor, por quien vivimos, escucha nuestras plegarias. Bendito seas, Señor del universo, que en tu inmensa piedad nos enviaste a la Madre de tu Hijo, para llamarnos a la fe y hacernos ingresar a tu pueblo santo. Te bendecimos, Señor, porque ocultaste tu mensaje a los sabios y prudentes según el mundo y lo revelaste a los pequeños, a los que son tenidos por insignificantes y despreciables. Concédenos ser, como Juan Diego, embajadores tuyos muy dignos de confianza, que llevemos a todos los hombres y a todas las naciones tu mensaje de amor y de paz. Tú que, con la presencia de María, haces brillar los riscos como perlas y las espinas como el oro, haz que el amor de la Santísima Virgen María nos transforme en otros Cristos. Haz que, como Juan Diego, seamos siempre fieles al culto divino y a tus mandatos, para que merezcamos, también nosotros, que la Virgen María nos salga al paso en el camino de nuestra vida. Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Con la confianza que nos da la predilección mostrada por la santa Madre de Dios hacia nosotros, digámosle al Padre de los Cielos, con profundo amor filial: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración Señor, Dios nuestro, que has concedido a tu pueblo la protección maternal de la siempre Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, por su intercesión, permanecer siempre firmes en la fe y servir con sincero amor a nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén.
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12 de diciembre Nuestra Señora de Guadalupe Patrona de América Latina y de las Islas Filipinas Fiesta Tercia V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno El trabajo, Señor, de cada día nos sea por tu amor santificado, convierte su dolor en alegría de amor, que para dar tú nos has dado. Paciente y larga es nuestra tarea en la noche oscura del amor que espera; dulce huésped del alma, al que flaquea dale tu luz, tu fuerza que aligera. En el alto gozoso del camino, demos gracias a Dios, que nos concede la esperanza sin fin del don divino; todo lo puede en él quien nada puede. Amén. Salmodia Ant. Brotan flores en los campos, y el arrullo de la tórtola se ha escuchado en nuestra tierra. Salmo 118, 49-56 Recuerda la palabra que diste a tu siervo, de la que hiciste mi esperanza; éste es mi consuelo en la aflicción: que tu promesa me da vida; los insolentes me insultan sin parar, pero yo no me aparto de tus mandatos. Recordando tus antiguos mandamientos, Señor, quedé consolado; sentí indignación ante los malvados,
que abandonan tu voluntad; tus leyes eran mi canción en tierra extranjera. De noche pronuncio tu nombre, Señor, y velando, tus preceptos; esto es lo que a mí me toca: guardar tus decretos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 52 Dice el necio para sí: «No hay Dios». Se han corrompido cometiendo abominaciones, no hay quien obre bien. Dios observa desde el cielo a los hijos de Adán, para ver si hay alguno sensato que busque a Dios. Todos se extravían igualmente obstinados, no hay uno que obre bien, ni uno solo. Pero ¿no aprenderán los malhechores que devoran a mi pueblo como pan y no invocan al Señor? Pues temblarán de espanto, porque Dios esparce los huesos del agresor, y serán derrotados, porque Dios los rechaza. ¡Ojalá venga desde Sión la salvación de Israel! Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo, se alegrará Jacob y gozará Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 53, 3-6. 8-9 ¡Oh Dios!, sálvame por tu nombre, sal por mí con tu poder. ¡Oh Dios!, escucha mi súplica, atiende a mis palabras: porque unos insolentes se alzan contra mí, y hombres violentos me persiguen a muerte sin tener presente a Dios. Pero Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida. Te ofreceré un sacrificio voluntario, dando gracias a tu nombre, que es bueno; porque me libraste del peligro y he visto la derrota de mis enemigos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Brotan flores en los campos, y el arrullo de la tórtola se ha escuchado en nuestra tierra. Lectura breve Os 11, 4b Era yo para ellos como quien levanta a un niño contra su mejilla, me inclinaba hacia ellos para darles de comer. V/. No ha hecho cosa semejante con ninguna otra nación. R/. Nos ha robado el corazón con una sola de sus miradas. Oración Señor, Dios nuestro, que has concedido a tu pueblo la protección maternal de la siempre Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, por su intercesión, permanecer siempre firmes en la fe y servir con sincero amor a nuestros hermanos. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 12 de Diciembre
12 de diciembre Nuestra Señora de Guadalupe Patrona de América Latina y de las Islas Filipinas Fiesta Sexta V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Este mundo del hombre, en que él se afana tras la felicidad que tanto ansía, tú lo vistes, Señor, de luz temprana y de radiante sol al mediodía. Así el poder de tu presencia encierra el secreto más hondo de esta vida; un nuevo cielo y una nueva tierra colmarán nuestro anhelo sin medida. Poderoso Señor de nuestra historia, no tardes en venir gloriosamente; tu luz resplandeciente y tu victoria inunden nuestra vida eternamente. Amén. Salmodia Ant. Ella es más bella que el sol, supera a todas las constelaciones; comparada con la luz, sale ella vencedora. Salmo 118, 49-56 Recuerda la palabra que diste a tu siervo, de la que hiciste mi esperanza; éste es mi consuelo en la aflicción: que tu promesa me da vida; los insolentes me insultan sin parar, pero yo no me aparto de tus mandatos. Recordando tus antiguos mandamientos, Señor, quedé consolado;
sentí indignación ante los malvados, que abandonan tu voluntad; tus leyes eran mi canción en tierra extranjera. De noche pronuncio tu nombre, Señor, y velando, tus preceptos; esto es lo que a mí me toca: guardar tus decretos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 52 Dice el necio para sí: «No hay Dios». Se han corrompido cometiendo abominaciones, no hay quien obre bien. Dios observa desde el cielo a los hijos de Adán, para ver si hay alguno sensato que busque a Dios. Todos se extravían igualmente obstinados, no hay uno que obre bien, ni uno solo. Pero ¿no aprenderán los malhechores que devoran a mi pueblo como pan y no invocan al Señor? Pues temblarán de espanto, porque Dios esparce los huesos del agresor, y serán derrotados, porque Dios los rechaza. ¡Ojalá venga desde Sión la salvación de Israel! Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo, se alegrará Jacob y gozará Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 53, 3-6. 8-9 ¡Oh Dios!, sálvame por tu nombre, sal por mí con tu poder. ¡Oh Dios!, escucha mi súplica, atiende a mis palabras: porque unos insolentes se alzan contra mí, y hombres violentos me persiguen a muerte sin tener presente a Dios. Pero Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida. Te ofreceré un sacrificio voluntario, dando gracias a tu nombre, que es bueno; porque me libraste del peligro y he visto la derrota de mis enemigos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Ella es más bella que el sol, supera a todas las constelaciones; comparada con la luz, sale ella vencedora. Lectura breve Sir 24, 18. 23 He surgido como una palmera de Engadí, como rosal de Jericó, como gallardo olivo en la llanura: mis flores y mis frutos son bellos y abundantes. V/. Un panal que destila son tus labios. R/. Tu nombre es como un bálsamo fragante. Oración Señor, Dios nuestro, que has concedido a tu pueblo la protección maternal de la siempre Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, por su intercesión, permanecer siempre firmes en la fe y servir con sincero amor a nuestros hermanos. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios.
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12 de diciembre Nuestra Señora de Guadalupe Patrona de América Latina y de las Islas Filipinas Fiesta Nona V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Fundamento de todo lo que existe, de tu pueblo elegido eterna roca, de los tiempos Señor, que prometiste dar tu vigor al que con fe te invoca. Mira al hombre que es fiel y no te olvida, tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte para amarte y servirte en esta vida y gozarte después de santa muerte. Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa en este atardecer que se avecina, serena claridad y dulce brisa será tu amor que todo lo domina. Amén. Salmodia Ant. Pondré entre ellos mi morada, y enjugaré toda lágrima de sus ojos. Salmo 118, 49-56 Recuerda la palabra que diste a tu siervo, de la que hiciste mi esperanza; éste es mi consuelo en la aflicción: que tu promesa me da vida; los insolentes me insultan sin parar, pero yo no me aparto de tus mandatos. Recordando tus antiguos mandamientos, Señor, quedé consolado; sentí indignación ante los malvados,
que abandonan tu voluntad; tus leyes eran mi canción en tierra extranjera. De noche pronuncio tu nombre, Señor, y velando, tus preceptos; esto es lo que a mí me toca: guardar tus decretos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salmo 52 Dice el necio para sí: «No hay Dios». Se han corrompido cometiendo abominaciones, no hay quien obre bien. Dios observa desde el cielo a los hijos de Adán, para ver si hay alguno sensato que busque a Dios. Todos se extravían igualmente obstinados, no hay uno que obre bien, ni uno solo. Pero ¿no aprenderán los malhechores que devoran a mi pueblo como pan y no invocan al Señor? Pues temblarán de espanto, porque Dios esparce los huesos del agresor, y serán derrotados, porque Dios los rechaza. ¡Ojalá venga desde Sión la salvación de Israel! Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo, se alegrará Jacob y gozará Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 53, 3-6. 8-9 ¡Oh Dios!, sálvame por tu nombre, sal por mí con tu poder. ¡Oh Dios!, escucha mi súplica, atiende a mis palabras: porque unos insolentes se alzan contra mí, y hombres violentos me persiguen a muerte sin tener presente a Dios. Pero Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida. Te ofreceré un sacrificio voluntario, dando gracias a tu nombre, que es bueno; porque me libraste del peligro y he visto la derrota de mis enemigos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Pondré entre ellos mi morada, y enjugaré toda lágrima de sus ojos. Lectura breve Is 9, 2 Acrecentaste su gozo, hiciste inmensa su alegría: se han regocijado al verte como se alegran en la siega, corno se gozan los que reparten el botín. V/. El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz. R/. Sobre los que vivían en tierra de sombras brilló un intenso resplandor. Oración Señor, Dios nuestro, que has concedido a tu pueblo la protección maternal de la siempre Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, por su intercesión, permanecer siempre firmes en la fe y servir con sincero amor a nuestros hermanos. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. V/. Bendigamos al Señor. R/. Demos gracias a Dios. Volver al 12 de Diciembre
12 de diciembre Nuestra Señora de Guadalupe Patrona de América Latina y de las Islas Filipinas Fiesta Vísperas V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno Morenez de morena hermosura, no nevado candor de jazmín; sí amalgama, crisol que madura nuestra sed del Amor, mar sin fin. Ella es reina, nosotros vasallos; ella es río, nosotros la sed; ella estrella, nosotros los rayos; ella nave, nosotros la red. Sobre el surco del llanto, sus ojos, sobre el hambre de Madre, su amor; sus dos manos, un viento de rezos, en la noche de América, sol. Cuando el valle se viste de sombras y el silencio es la voz del hogar, te loamos, Señor, que te nombras el Amor no agotado de amar. Amén. Salmodia Ant. 1. He elegido y santificado este lugar, para que en él permanezca mi nombre para siempre y estén fijos en él mis ojos y mi corazón. Salmo 121 ¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia en el palacio de David. Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios». Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo». Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. He elegido y santificado este lugar, para que en él permanezca mi nombre para siempre y estén fijos en él mis ojos y mi corazón. Ant. 2. Reconozcan, Señor, que aquí está tu mano, que eres tú quien lo ha hecho. Salmo 126 Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas. Es inútil que madruguéis, que veléis hasta muy tarde, que comáis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen! La herencia que da el Señor son los hijos; una recompensa es el fruto de las entrañas: son saetas en manos de un guerrero los hijos de la juventud. Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba: No quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Reconozcan, Señor, que aquí está tu mano, que eres tú quien lo ha hecho. Ant. 3. El gorrión ha encontrado una casa, y la tórtola ha hallado un nido para colocar a sus polluelos. Cántico Ef 1, 3-10 Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos consagrados e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad. Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, las del cielo y las de la tierra. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El gorrión ha encontrado una casa, y la tórtola ha hallado un nido para colocar a sus polluelos. Lectura breve Ap 21, 2-3 Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono: «Ésta es la morada de Dios con los hombres, y acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo y Dios estará con ellos». Responsorio breve V/. Se levantaron sus hijos, y la proclamaron bienaventurada. R/. Se levantaron sus hijos, y la proclamaron bienaventurada. V/. Ella abrió sus labios con sabiduría y su lengua pronunció palabras de amor. R/. Y la proclamaron bienaventurada. V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. R/. Se levantaron sus hijos, y la proclamaron bienaventurada. Cántico evangélico Ant. Las aguas torrenciales no han podido apagar el amor, ni los ríos extinguirlo. Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padresen favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Las aguas torrenciales no han podido apagar el amor, ni los ríos extinguirlo. Preces Elevemos nuestras súplicas a Dios, que quiso, enviarnos a la Santísima Virgen María para darnos consuelo en nuestras penas y llevarnos hacia él; pidámosle confiadamente: Concédenos su amor, auxilio y defensa. Tú que has hecho surgir a la Santísima Virgen María como el sol sobre los montes para iluminar a tu Iglesia, haz que, bajo el influjo de su belleza y de su amor, reine la justicia y la paz en todo el mundo. Señor, Dios nuestro, que quisiste que la Madre de tu Hijo imprimiera su figura en el ayate del indio Juan Diego y tomara nuestros rasgos, haz que copiemos en nosotros sus virtudes y su amor hacia los pobres y desamparados. Tú que, por medio de María, convertiste la aridez del Tepeyac en jardín florido y perfumado, transforma a nuestro pueblo, por medio de ella, en un plantío fecundo de verdaderos cristianos. Haz que aprendamos de Juan Diego la sencillez y la humildad, la constancia en el sufrimiento y la fidelidad a tu santísima Madre. Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Tú que has constituido a la Virgen María como protectora de todos los que la invoquen y en ella confíen, haz llegar la luz de su consuelo hasta los de tu pueblo santo que ya han salido de este mundo. Unidos fraternalmente bajo la protección maternal de María, digamos a Dios con profunda confianza filial: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Oración Señor, Dios nuestro, que has concedido a tu pueblo la protección maternal de la siempre Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, por su intercesión, permanecer siempre firmes en la fe y servir con sincero amor a nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R/. Amén. V/. El Señor, nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén. Volver al 12 de diciembre
COMPLETAS Adviento, Navidad y Tiempo Ordinario Cuaresma y Pascua Índice
Adviento, Navidad y Tiempo Ordinario Domingo y Solemnidades. Después de las I Vísperas Domingo y Solemnidades. Después de las II Vísperas Lunes Martes Miércoles Jueves Viernes Índice de Completas Índice General
DOMINGO Y SOLEMNIDADES DESPUÉS DE LAS I VÍSPERAS V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. (Examen de conciencia) Himno Cuando la luz del sol es ya poniente, gracias, Señor, es nuestra melodía; recibe, como ofrenda, amablemente, nuestro dolor, trabajo y alegría. Si poco fue el amor en nuestro empeño de darle vida al día que fenece, convierta en realidad lo que fue un sueño tu gran amor que todo lo engrandece. Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte de pecadora en justa, e ilumina la senda de la vida y de la muerte del hombre que en la fe lucha y camina. Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza la noche oscura sobre nuestro día, concédenos la paz y la esperanza de esperar cada noche tu gran día. Amén. Salmodia Ant. 1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración. Salmo 4 Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío; tú que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de mí y escucha mi oración. Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor, amaréis la falsedad y buscaréis el engaño? Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor, y el Señor me escuchará cuando lo invoque.
Temblad y no pequéis, reflexionad en el silencio de vuestro lecho; ofreced sacrificios legítimos y confiad en el Señor. Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?» Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría que si abundara en trigo y en vino. En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración. Ant. 2. Durante la noche, bendecid al Señor. Salmo 133 Y ahora bendecid al Señor, los siervos del Señor, los que pasáis la noche en la casa del Señor: Levantad las manos hacia el santuario, y bendecid al Señor. El Señor te bendiga desde Sión: el que hizo cielo y tierra. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Durante la noche, bendecid al Señor. Lectura breve Dt 6, 4-7 Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado. Responsorio breve
V/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V/. Tú, el Dios leal, nos librarás. R/. Encomiendo mi espíritu. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Cántico evangélico Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Cántico de Simeón Lc 2, 29-32 Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Oración Después de las I Vísperas del domingo: Guárdanos, Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la celebración del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Después de las I Vísperas de las solemnidades que no coinciden en domingo: Visita, Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias del enemigo; que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz y que tu bendición permanezca siempre con nosotros. Por Jesucristo nuestro Señor. Bendición
V/. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R/. Amén. I Madre del Redentor, virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar. Ante la iración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador, y permaneces siempre virgen. Recibe el saludo del ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros, pecadores. II Salve, Reina de los cielos y señora de los ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz. Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros. III Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María! IV Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Índice de Completas Índice General
DOMINGO Y SOLEMNIDADES DESPUÉS DE LAS II VÍSPERAS V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. (Examen de conciencia) Himno Cuando la luz del sol es ya poniente, gracias, Señor, es nuestra melodía; recibe, como ofrenda, amablemente, nuestro dolor, trabajo y alegría. Si poco fue el amor en nuestro empeño de darle vida al día que fenece, convierta en realidad lo que fue un sueño tu gran amor que todo lo engrandece. Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte de pecadora en justa, e ilumina la senda de la vida y de la muerte del hombre que en la fe lucha y camina. Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza la noche oscura sobre nuestro día, concédenos la paz y la esperanza de esperar cada noche tu gran día. Amén. Salmodia Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno. Salmo 90 Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío. Dios mío, confío en ti». Él te librará de la red del cazador, de la peste funesta. Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura. No temerás el espanto nocturno, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que se desliza en las tinieblas, ni la epidemia que devasta a mediodía. Caerán a tu izquierda mil, diez mil a tu derecha; a ti no te alcanzará. Tan sólo abre tus ojos y verás la paga de los malvados, porque hiciste del Señor tu refugio, tomaste al Altísimo por defensa. No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos; te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones. «Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré; lo saciaré de largos días, y le haré ver mi salvación». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno. Lectura breve Ap 22,4-5 Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos. Responsorio breve
V/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V/. Tú, el Dios leal, nos librarás. R/. Encomiendo mi espíritu. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Cántico evangélico Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Cántico de Simeón Lc 2, 29-32 Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Oración Después de las II Vísperas del domingo: Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Jesucristo nuestro Señor. Después de las II Vísperas de las solemnidades que no coinciden en domingo: Visita, Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias del enemigo; que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz y que tu bendición permanezca siempre con nosotros. Por Jesucristo nuestro Señor. Bendición
V/. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R/. Amén. I Madre del Redentor, virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar. Ante la iración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador, y permaneces siempre virgen. Recibe el saludo del ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros, pecadores. II Salve, Reina de los cielos y señora de los ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz. Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros. III Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María! IV Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Índice de Completas Índice General
LUNES V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. (Examen de conciencia) Himno Cuando la luz del sol es ya poniente, gracias, Señor, es nuestra melodía; recibe, como ofrenda, amablemente, nuestro dolor, trabajo y alegría. Si poco fue el amor en nuestro empeño de darle vida al día que fenece, convierta en realidad lo que fue un sueño tu gran amor que todo lo engrandece. Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte de pecadora en justa, e ilumina la senda de la vida y de la muerte del hombre que en la fe lucha y camina. Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza la noche oscura sobre nuestro día, concédenos la paz y la esperanza de esperar cada noche tu gran día. Amén. Salmodia Ant. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia. Salmo 85 Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy un pobre desamparado; protege mi vida, que soy un fiel tuyo; salva a tu siervo, que confía en ti. Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día; alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti;
porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica. En el día del peligro te llamo, y tú me escuchas. No tienes igual entre los dioses, Señor, ni hay obras como las tuyas. Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor; bendecirán tu nombre: «Grande eres tú, y haces maravillas; tú eres el único Dios». Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad; mantén mi corazón entero en el temor de tu nombre. Te alabaré de todo corazón, Dios mío; daré gloria a tu nombre por siempre, por tu grande piedad para conmigo, porque me salvaste del abismo profundo. Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí, una banda de insolentes atenta contra mi vida, sin tenerte en cuenta a ti. Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad y leal, mírame, ten compasión de mí. Da fuerza a tu siervo, salva al hijo de tu esclava; dame una señal propicia, que la vean mis adversarios y se avergüencen, porque tú, Señor, me ayudas y consuelas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.
Lectura breve 1 Ts 5, 9-10 Dios nos ha puesto para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él. Responsorio breve V/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V/. Tú, el Dios leal, nos librarás. R/. Encomiendo mi espíritu. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Cántico evangélico Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Cántico de Simeón Lc 2, 29-32 Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Oración Concede, Señor, a nuestros cuerpos fatigados el descanso necesario, y haz que la simiente del reino que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy, crezca y germine para la cosecha de la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Bendición
V/. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R/. Amén. I Madre del Redentor, virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar. Ante la iración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador, y permaneces siempre virgen. Recibe el saludo del ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros, pecadores. II Salve, Reina de los cielos y señora de los ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz. Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros. III Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María! IV Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Índice de Completas Índice General
Martes V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. (Examen de conciencia) Himno Cuando la luz del sol es ya poniente, gracias, Señor, es nuestra melodía; recibe, como ofrenda, amablemente, nuestro dolor, trabajo y alegría. Si poco fue el amor en nuestro empeño de darle vida al día que fenece, convierta en realidad lo que fue un sueño tu gran amor que todo lo engrandece. Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte de pecadora en justa, e ilumina la senda de la vida y de la muerte del hombre que en la fe lucha y camina. Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza la noche oscura sobre nuestro día, concédenos la paz y la esperanza de esperar cada noche tu gran día. Amén. Salmodia Ant. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti. Salmo 142,1-11 Señor, escucha mi oración; tú que eres fiel, atiende a mi súplica; tú que eres justo, escúchame. No llames a juicio a tu siervo, pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti. El enemigo me persigue a muerte, empuja mi vida al sepulcro, me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados. Mi aliento desfallece, mi corazón dentro de mí está yerto. Recuerdo los tiempos antiguos, medito todas tus acciones, considero las obras de tus manos y extiendo mis brazos hacia ti: tengo sed de ti como tierra reseca. Escúchame en seguida, Señor, que me falta el aliento. No me escondas tu rostro, igual que a los que bajan a la fosa. En la mañana hazme escuchar tu gracia, ya que confío en ti; indícame el camino que he de seguir, pues levanto mi alma a ti. Líbrame del enemigo, Señor, que me refugio en ti. Enséñame a cumplir tu voluntad, ya que tú eres mi Dios. Tu espíritu, que es bueno, me guíe por tierra llana. Por tu nombre, Señor, consérvame vivo; por tu clemencia, sácame de la angustia. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti. Lectura breve 1 Pe 5, 8-9 Sed sobrios, estad despiertos: vuestro enemigo el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidle, firmes en la fe. Responsorio breve V/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V/. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R/. Encomiendo mi espíritu. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Cántico evangélico Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Cántico de Simeón Lc 2, 29-32 Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Oración Ilumina, Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del nuevo día. Por Jesucristo nuestro Señor. Bendición V/. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R/. Amén. I Madre del Redentor, virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar.
Ante la iración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador, y permaneces siempre virgen. Recibe el saludo del ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros, pecadores. II Salve, Reina de los cielos y señora de los ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz. Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros. III Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! IV Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Índice de Completas
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Miércoles V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. (Examen de conciencia) Himno Cuando la luz del sol es ya poniente, gracias, Señor, es nuestra melodía; recibe, como ofrenda, amablemente, nuestro dolor, trabajo y alegría. Si poco fue el amor en nuestro empeño de darle vida al día que fenece, convierta en realidad lo que fue un sueño tu gran amor que todo lo engrandece. Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte de pecadora en justa, e ilumina la senda de la vida y de la muerte del hombre que en la fe lucha y camina. Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza la noche oscura sobre nuestro día, concédenos la paz y la esperanza de esperar cada noche tu gran día. Amén. Salmodia Ant. 1. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve. Salmo 30, 2-6 A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado: tú, que eres justo, ponme a salvo, inclina tu oído hacia mí; ven aprisa a librarme, sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame: sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo. En tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve. Ant. 2. Desde lo hondo, a ti grito, Señor. † Salmo 129 Desde lo hondo a ti grito, Señor; † Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto. Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora. Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora; porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; y él redimirá a Israel de todos sus delitos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Desde lo hondo, a ti grito, Señor. Lectura breve Ef 4, 26-27
No lleguéis a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo. No dejéis lugar al diablo. Responsorio breve V/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V/. Tú, el Dios leal, nos librarás. R/. Encomiendo mi espíritu. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Cántico evangélico Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Cántico de Simeón Lc 2, 29-32 Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Oración Señor Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón ofreces a los que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera; dígnate, pues, aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado: que podamos descansar durante la noche para que así, renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos constantes en tu servicio. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Bendición V/. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R/. Amén.
I Madre del Redentor, virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar. Ante la iración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador, y permaneces siempre virgen. Recibe el saludo del ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros, pecadores. II Salve, Reina de los cielos y señora de los ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz. Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros. III Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
IV Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Índice de Completas Índice General
Jueves V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. (Examen de conciencia) Himno Cuando la luz del sol es ya poniente, gracias, Señor, es nuestra melodía; recibe, como ofrenda, amablemente, nuestro dolor, trabajo y alegría. Si poco fue el amor en nuestro empeño de darle vida al día que fenece, convierta en realidad lo que fue un sueño tu gran amor que todo lo engrandece. Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte de pecadora en justa, e ilumina la senda de la vida y de la muerte del hombre que en la fe lucha y camina. Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza la noche oscura sobre nuestro día, concédenos la paz y la esperanza de esperar cada noche tu gran día. Amén. Salmodia Ant. Mi carne descansa serena. Salmo 15 Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien». Los dioses y señores de la tierra no me satisfacen. Multiplican las estatuas de dioses extraños; no derramaré sus libaciones con mis manos, ni tomaré sus nombres en mis labios.
El Señor es mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano: me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad. Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Mi carne descansa serena. Lectura breve 1 Ts 5, 23 Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo. Responsorio breve V/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V/. Tú, el Dios leal, nos librarás. R/. Encomiendo mi espíritu. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Cántico evangélico Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Cántico de Simeón Lc 2, 29-32 Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Oración Señor, Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas, desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Jesucristo nuestro Señor. Bendición V/. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R/. Amén. I Madre del Redentor, virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar. Ante la iración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador, y permaneces siempre virgen. Recibe el saludo del ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros, pecadores. II
Salve, Reina de los cielos y señora de los ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz. Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros. III Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! IV Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Índice de Completas Índice General
Viernes V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. (Examen de conciencia) Himno Cuando la luz del sol es ya poniente, gracias, Señor, es nuestra melodía; recibe, como ofrenda, amablemente, nuestro dolor, trabajo y alegría. Si poco fue el amor en nuestro empeño de darle vida al día que fenece, convierta en realidad lo que fue un sueño tu gran amor que todo lo engrandece. Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte de pecadora en justa, e ilumina la senda de la vida y de la muerte del hombre que en la fe lucha y camina. Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza la noche oscura sobre nuestro día, concédenos la paz y la esperanza de esperar cada noche tu gran día. Amén. Salmodia Ant. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia. † Salmo 87 Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia; † llegue hasta ti mi súplica, inclina tu oído a mi clamor. Porque mi alma está colmada de desdichas, y mi vida está al borde del abismo; ya me cuentan con los que bajan a la fosa, soy como un inválido.
Tengo mi cama entre los muertos, como los caídos que yacen en el sepulcro, de los cuales ya no guardas memoria, porque fueron arrancados de tu mano. Me has colocado en lo hondo de la fosa, en las tinieblas del fondo; tu cólera pesa sobre mí, me echas encima todas tus olas. Has alejado de mí a mis conocidos, me has hecho repugnante para ellos: encerrado no puedo salir, y los ojos se me nublan de pesar. Todo el día te estoy invocando, tendiendo las manos hacia ti. ¿Harás tú maravillas por los muertos? ¿Se alzarán las sombras para darte gracias? ¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia, o tu fidelidad en el reino de la muerte? ¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla o tu justicia en el país del olvido? Pero yo te pido auxilio, por la mañana irá a tu encuentro mi súplica. ¿Por qué, Señor, me rechazas y me escondes tu rostro? Desde niño fui desgraciado y enfermo, me doblo bajo el peso de tus terrores, pasó sobre mí tu incendio, tus espantos me han consumido: me rodean como las aguas todo el día, me envuelven todos a una; alejaste de mí amigos y compañeros: mi compañía son las tinieblas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.
Lectura breve Jr 14, 9 Tú estás en medio de nosotros, Señor, tu nombre ha sido invocado sobre nosotros: no nos abandones, Señor Dios nuestro. Responsorio breve V/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V/. Tú, el Dios leal, nos librarás. R/. Encomiendo mi espíritu. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Cántico evangélico Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Cántico de Simeón Lc 2, 29-32 Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Oración Señor, Dios todopoderoso: ya que con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo que reposó en el sepulcro, te pedimos que, al levantarnos mañana, lo imitemos también resucitando a una vida nueva. Por Jesucristo nuestro Señor. Bendición
V/. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R/. Amén. I Madre del Redentor, virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar. Ante la iración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador, y permaneces siempre virgen. Recibe el saludo del ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros, pecadores. II Salve, Reina de los cielos y señora de los ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz. Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros. III Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María! IV Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Índice de Completas Índice General
Cuaresma y Pascua Domingo y Solemnidades. Después de las I Vísperas Domingo y Solemnidades. Después de las II Vísperas Lunes Martes Miércoles Jueves Viernes Índice de Completas Índice General
DOMINGO Y SOLEMNIDADES DESPUÉS DE LAS I VÍSPERAS V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. (Examen de conciencia) Himno Tiempo de Cuaresma: Cuando llegó el instante de tu muerte inclinaste la frente hacia la tierra, como todos los mortales; mas no eras tú el hombre derribado, sino el Hijo que muerto nos contempla. Cuando me llegue el tránsito esperado y siga sin retorno por mi senda , como todos los mortales, el sueño de rostro será lumbre y tu gloria mi gloria venidera. El silencio sagrado de la noche tu paz y tu venida nos recuerdan, Cristo, luz de los mortales; acepta nuestro sueño necesario como secreto amor que a ti se llega. Amén. Tiempo Pascual: El corazón se dilata sin noche en tu santo cuerpo, oh morada iluminada, mansión de todo consuelo. Por tu muerte sin pecado, por tu descanso y tu premio, en ti, Jesús, confiamos, y te miramos sin miedo. Como vigilia de amor te ofrecemos nuestro sueño; tú que eres el paraíso,
danos un puesto en tu reino. Amén. Salmodia Tiempo de Cuaresma: Ant. 1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración. Tiempo Pascual: Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Salmo 4 Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío; tú que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de mí y escucha mi oración. Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor, amaréis la falsedad y buscaréis el engaño? Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor, y el Señor me escuchará cuando lo invoque. Temblad y no pequéis, reflexionad en el silencio de vuestro lecho; ofreced sacrificios legítimos y confiad en el Señor. Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?» Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría que si abundara en trigo y en vino. En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Tiempo de Cuaresma: Ant. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración. Ant. 2. Durante la noche, bendecid al Señor. Salmo 133 Y ahora bendecid al Señor, los siervos del Señor, los que pasáis la noche en la casa del Señor:
Levantad las manos hacia el santuario, y bendecid al Señor. El Señor te bendiga desde Sión: el que hizo cielo y tierra. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Tiempo de Cuaresma: Ant. Durante la noche, bendecid al Señor. Tiempo Pascual: Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Lectura breve Dt 6, 4-7 Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado. Responsorio breve Tiempo de Cuaresma: V/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V/. Tú, el Dios leal, nos librarás. R/. Encomiendo mi espíritu. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Tiempo Pascual: V/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. V/. Tú, el Dios leal, nos librarás. R/. Aleluya, aleluya. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. Cántico evangélico Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T. P. Aleluya.)
Cántico de Simeón Lc 2, 29-32 Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T. P. Aleluya.) Oración Después de las I Vísperas del domingo: Guárdanos, Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la celebración del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Después de las I Vísperas de las solemnidades que no coinciden en domingo: Visita, Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias del enemigo; que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz y que tu bendición permanezca siempre con nosotros. Por Jesucristo nuestro Señor. Bendición V/. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R/. Amén. Tiempo de Cuaresma: I Madre del Redentor, virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar.
Ante la iración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador, y permaneces siempre virgen. Recibe el saludo del ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros, pecadores. II Salve, Reina de los cielos y señora de los ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz. Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros. III Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! IV Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Tiempo Pascual:
Reina del cielo, alégrate, aleluya porque Cristo, a quien llevaste en tu seno, aleluya ha resucitado, según su palabra, aleluya. Ruega al Señor por nosotros, aleluya. Índice de Completas Índice General
DOMINGO Y SOLEMNIDADES DESPUÉS DE LAS II VÍSPERAS V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. (Examen de conciencia) Himno Tiempo de Cuaresma: Cuando llegó el instante de tu muerte inclinaste la frente hacia la tierra, como todos los mortales; mas no eras tú el hombre derribado, sino el Hijo que muerto nos contempla. Cuando me llegue el tránsito esperado y siga sin retorno por mi senda , como todos los mortales, el sueño de rostro será lumbre y tu gloria mi gloria venidera. El silencio sagrado de la noche tu paz y tu venida nos recuerdan, Cristo, luz de los mortales; acepta nuestro sueño necesario como secreto amor que a ti se llega. Amén. Tiempo Pascual: El corazón se dilata sin noche en tu santo cuerpo, oh morada iluminada, mansión de todo consuelo. Por tu muerte sin pecado, por tu descanso y tu premio, en ti, Jesús, confiamos, y te miramos sin miedo. Como vigilia de amor te ofrecemos nuestro sueño; tú que eres el paraíso,
danos un puesto en tu reino. Amén. Salmodia Tiempo de Cuaresma: Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno. Tiempo Pascual: Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Salmo 90 Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío. Dios mío, confío en ti». Él te librará de la red del cazador, de la peste funesta. Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás: su brazo es escudo y armadura. No temerás el espanto nocturno, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que se desliza en las tinieblas, ni la epidemia que devasta a mediodía. Caerán a tu izquierda mil, diez mil a tu derecha; a ti no te alcanzará. Tan sólo abre tus ojos y verás la paga de los malvados, porque hiciste del Señor tu refugio, tomaste al Altísimo por defensa. No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos; te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones. «Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré; lo saciaré de largos días, y le haré ver mi salvación». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Tiempo de Cuaresma: Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno. Tiempo Pascual: Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Lectura breve Ap 22,4-5 Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos. Responsorio breve Tiempo de Cuaresma: V/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V/. Tú, el Dios leal, nos librarás. R/. Encomiendo mi espíritu. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Tiempo Pascual: V/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. V/. Tú, el Dios leal, nos librarás. R/. Aleluya, aleluya. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. Cántico evangélico Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T. P. Aleluya.)
Cántico de Simeón Lc 2, 29-32 Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T. P. Aleluya.) Oración Después de las II Vísperas del domingo: Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Jesucristo nuestro Señor. Después de las II Vísperas de las solemnidades que no coinciden en domingo: Visita, Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias del enemigo; que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz y que tu bendición permanezca siempre con nosotros. Por Jesucristo nuestro Señor. Bendición V/. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R/. Amén. Tiempo de Cuaresma: I Madre del Redentor, virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar. Ante la iración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador, y permaneces siempre virgen. Recibe el saludo del ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros, pecadores. II Salve, Reina de los cielos y señora de los ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz. Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros. III Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! IV Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Tiempo Pascual:
Reina del cielo, alégrate, aleluya porque Cristo, a quien llevaste en tu seno, aleluya ha resucitado, según su palabra, aleluya. Ruega al Señor por nosotros, aleluya. Índice de Completas Índice General
LUNES V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. (Examen de conciencia) Himno Tiempo de Cuaresma: Cuando llegó el instante de tu muerte inclinaste la frente hacia la tierra, como todos los mortales; mas no eras tú el hombre derribado, sino el Hijo que muerto nos contempla. Cuando me llegue el tránsito esperado y siga sin retorno por mi senda , como todos los mortales, el sueño de rostro será lumbre y tu gloria mi gloria venidera. El silencio sagrado de la noche tu paz y tu venida nos recuerdan, Cristo, luz de los mortales; acepta nuestro sueño necesario como secreto amor que a ti se llega. Amén. Tiempo Pascual: El corazón se dilata sin noche en tu santo cuerpo, oh morada iluminada, mansión de todo consuelo. Por tu muerte sin pecado, por tu descanso y tu premio, en ti, Jesús, confiamos, y te miramos sin miedo. Como vigilia de amor te ofrecemos nuestro sueño; tú que eres el paraíso,
danos un puesto en tu reino. Amén. Salmodia Tiempo de Cuaresma: Ant. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia. Tiempo Pascual: Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Salmo 85 Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy un pobre desamparado; protege mi vida, que soy un fiel tuyo; salva a tu siervo, que confía en ti. Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día; alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti; porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica. En el día del peligro te llamo, y tú me escuchas. No tienes igual entre los dioses, Señor, ni hay obras como las tuyas. Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor; bendecirán tu nombre: «Grande eres tú, y haces maravillas; tú eres el único Dios». Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad; mantén mi corazón entero en el temor de tu nombre. Te alabaré de todo corazón, Dios mío; daré gloria a tu nombre por siempre, por tu grande piedad para conmigo, porque me salvaste del abismo profundo. Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí, una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti. Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad y leal, mírame, ten compasión de mí. Da fuerza a tu siervo, salva al hijo de tu esclava; dame una señal propicia, que la vean mis adversarios y se avergüencen, porque tú, Señor, me ayudas y consuelas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Tiempo de Cuaresma: Ant. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia. Tiempo Pascual: Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Lectura breve 1 Ts 5, 9-10 Dios nos ha puesto para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él. Responsorio breve Tiempo de Cuaresma: V/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V/. Tú, el Dios leal, nos librarás. R/. Encomiendo mi espíritu. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Tiempo Pascual: V/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. V/. Tú, el Dios leal, nos librarás. R/. Aleluya, aleluya. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
Cántico evangélico Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T. P. Aleluya.) Cántico de Simeón Lc 2, 29-32 Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T. P. Aleluya.) Oración Concede, Señor, a nuestros cuerpos fatigados el descanso necesario, y haz que la simiente del reino que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy, crezca y germine para la cosecha de la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Bendición V/. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R/. Amén. Tiempo de Cuaresma: I Madre del Redentor, virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar. Ante la iración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador, y permaneces siempre virgen. Recibe el saludo del ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros, pecadores. II Salve, Reina de los cielos y señora de los ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz. Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros. III Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! IV Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Tiempo Pascual:
Reina del cielo, alégrate, aleluya porque Cristo, a quien llevaste en tu seno, aleluya ha resucitado, según su palabra, aleluya. Ruega al Señor por nosotros, aleluya. Índice de Completas Índice General
Martes V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. (Examen de conciencia) Himno Tiempo de Cuaresma: Cuando llegó el instante de tu muerte inclinaste la frente hacia la tierra, como todos los mortales; mas no eras tú el hombre derribado, sino el Hijo que muerto nos contempla. Cuando me llegue el tránsito esperado y siga sin retorno por mi senda , como todos los mortales, el sueño de rostro será lumbre y tu gloria mi gloria venidera. El silencio sagrado de la noche tu paz y tu venida nos recuerdan, Cristo, luz de los mortales; acepta nuestro sueño necesario como secreto amor que a ti se llega. Amén. Tiempo Pascual: El corazón se dilata sin noche en tu santo cuerpo, oh morada iluminada, mansión de todo consuelo. Por tu muerte sin pecado, por tu descanso y tu premio, en ti, Jesús, confiamos, y te miramos sin miedo. Como vigilia de amor te ofrecemos nuestro sueño; tú que eres el paraíso,
danos un puesto en tu reino. Amén. Salmodia Tiempo de Cuaresma: Ant. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti. Tiempo Pascual: Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Salmo 142,1-11 Señor, escucha mi oración; tú que eres fiel, atiende a mi súplica; tú que eres justo, escúchame. No llames a juicio a tu siervo, pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti. El enemigo me persigue a muerte, empuja mi vida al sepulcro, me confina a las tinieblas como a los muertos ya olvidados. Mi aliento desfallece, mi corazón dentro de mí está yerto. Recuerdo los tiempos antiguos, medito todas tus acciones, considero las obras de tus manos y extiendo mis brazos hacia ti: tengo sed de ti como tierra reseca. Escúchame en seguida, Señor, que me falta el aliento. No me escondas tu rostro, igual que a los que bajan a la fosa. En la mañana hazme escuchar tu gracia, ya que confío en ti; indícame el camino que he de seguir, pues levanto mi alma a ti. Líbrame del enemigo, Señor, que me refugio en ti. Enséñame a cumplir tu voluntad, ya que tú eres mi Dios. Tu espíritu, que es bueno, me guíe por tierra llana. Por tu nombre, Señor, consérvame vivo; por tu clemencia, sácame de la angustia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Tiempo de Cuaresma: Ant. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti. Tiempo Pascual: Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Lectura breve 1 Pe 5, 8-9 Sed sobrios, estad despiertos: vuestro enemigo el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidle, firmes en la fe. Responsorio breve Tiempo de Cuaresma: V/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V/. Tú, el Dios leal, nos librarás. R/. Encomiendo mi espíritu. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Tiempo Pascual: V/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. V/. Tú, el Dios leal, nos librarás. R/. Aleluya, aleluya. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. Cántico evangélico Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T. P. Aleluya.) Cántico de Simeón Lc 2, 29-32 Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T. P. Aleluya.) Oración Ilumina, Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del nuevo día. Por Jesucristo nuestro Señor. Bendición V/. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R/. Amén. Tiempo de Cuaresma: I Madre del Redentor, virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar. Ante la iración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador, y permaneces siempre virgen. Recibe el saludo del ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros, pecadores. II Salve, Reina de los cielos y señora de los ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz.
Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros. III Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! IV Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Tiempo Pascual: Reina del cielo, alégrate, aleluya porque Cristo, a quien llevaste en tu seno, aleluya ha resucitado, según su palabra, aleluya. Ruega al Señor por nosotros, aleluya. Índice de Completas Índice General
Miércoles V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. (Examen de conciencia) Himno Tiempo de Cuaresma: Cuando llegó el instante de tu muerte inclinaste la frente hacia la tierra, como todos los mortales; mas no eras tú el hombre derribado, sino el Hijo que muerto nos contempla. Cuando me llegue el tránsito esperado y siga sin retorno por mi senda , como todos los mortales, el sueño de rostro será lumbre y tu gloria mi gloria venidera. El silencio sagrado de la noche tu paz y tu venida nos recuerdan, Cristo, luz de los mortales; acepta nuestro sueño necesario como secreto amor que a ti se llega. Amén. Tiempo Pascual: El corazón se dilata sin noche en tu santo cuerpo, oh morada iluminada, mansión de todo consuelo. Por tu muerte sin pecado, por tu descanso y tu premio, en ti, Jesús, confiamos, y te miramos sin miedo. Como vigilia de amor te ofrecemos nuestro sueño; tú que eres el paraíso,
danos un puesto en tu reino. Amén. Salmodia Tiempo de Cuaresma: Ant. 1. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve. Tiempo Pascual: Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Salmo 30, 2-6 A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado: tú, que eres justo, ponme a salvo, inclina tu oído hacia mí; ven aprisa a librarme, sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame: sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo. En tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Tiempo de Cuaresma: Ant. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve. Ant. 2. Desde lo hondo, a ti grito, Señor. † Salmo 129 Desde lo hondo a ti grito, Señor; † Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto. Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora. Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora; porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; y él redimirá a Israel de todos sus delitos. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Tiempo de Cuaresma: Ant. Desde lo hondo, a ti grito, Señor. Tiempo Pascual: Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Lectura breve Ef 4, 26-27 No lleguéis a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo. No dejéis lugar al diablo. Responsorio breve Tiempo de Cuaresma: V/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V/. Tú, el Dios leal, nos librarás. R/. Encomiendo mi espíritu. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Tiempo Pascual: V/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. V/. Tú, el Dios leal, nos librarás. R/. Aleluya, aleluya. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. Cántico evangélico
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T. P. Aleluya.) Cántico de Simeón Lc 2, 29-32 Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T. P. Aleluya.) Oración Señor Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón ofreces a los que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera; dígnate, pues, aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado: que podamos descansar durante la noche para que así, renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos constantes en tu servicio. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Bendición V/. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R/. Amén. Tiempo de Cuaresma: I Madre del Redentor, virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar. Ante la iración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen. Recibe el saludo del ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros, pecadores. II Salve, Reina de los cielos y señora de los ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz. Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros. III Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! IV Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Tiempo Pascual: Reina del cielo, alégrate, aleluya
porque Cristo, a quien llevaste en tu seno, aleluya ha resucitado, según su palabra, aleluya. Ruega al Señor por nosotros, aleluya. Índice de Completas Índice General
Jueves V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. (Examen de conciencia) Himno Tiempo de Cuaresma: Cuando llegó el instante de tu muerte inclinaste la frente hacia la tierra, como todos los mortales; mas no eras tú el hombre derribado, sino el Hijo que muerto nos contempla. Cuando me llegue el tránsito esperado y siga sin retorno por mi senda , como todos los mortales, el sueño de rostro será lumbre y tu gloria mi gloria venidera. El silencio sagrado de la noche tu paz y tu venida nos recuerdan, Cristo, luz de los mortales; acepta nuestro sueño necesario como secreto amor que a ti se llega. Amén. Tiempo Pascual: El corazón se dilata sin noche en tu santo cuerpo, oh morada iluminada, mansión de todo consuelo. Por tu muerte sin pecado, por tu descanso y tu premio, en ti, Jesús, confiamos, y te miramos sin miedo. Como vigilia de amor te ofrecemos nuestro sueño; tú que eres el paraíso,
danos un puesto en tu reino. Amén. Salmodia Tiempo de Cuaresma: Ant. Mi carne descansa serena. Tiempo Pascual: Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Salmo 15 Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien». Los dioses y señores de la tierra no me satisfacen. Multiplican las estatuas de dioses extraños; no derramaré sus libaciones con mis manos, ni tomaré sus nombres en mis labios. El Señor es mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano: me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad. Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Tiempo de Cuaresma: Ant. Mi carne descansa serena. Tiempo Pascual: Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Lectura breve 1 Ts 5, 23
Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo. Responsorio breve Tiempo de Cuaresma: V/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V/. Tú, el Dios leal, nos librarás. R/. Encomiendo mi espíritu. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Tiempo Pascual: V/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. V/. Tú, el Dios leal, nos librarás. R/. Aleluya, aleluya. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. Cántico evangélico Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T. P. Aleluya.) Cántico de Simeón Lc 2, 29-32 Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T. P. Aleluya.) Oración Señor, Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas, desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Jesucristo nuestro Señor. Bendición V/. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R/. Amén. Tiempo de Cuaresma: I Madre del Redentor, virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar. Ante la iración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador, y permaneces siempre virgen. Recibe el saludo del ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros, pecadores. II Salve, Reina de los cielos y señora de los ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz. Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros. III
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! IV Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Tiempo Pascual: Reina del cielo, alégrate, aleluya porque Cristo, a quien llevaste en tu seno, aleluya ha resucitado, según su palabra, aleluya. Ruega al Señor por nosotros, aleluya. Índice de Completas Índice General
Viernes V/. Dios mío, ven en mi auxilio. R/. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. (Examen de conciencia) Himno Tiempo de Cuaresma: Cuando llegó el instante de tu muerte inclinaste la frente hacia la tierra, como todos los mortales; mas no eras tú el hombre derribado, sino el Hijo que muerto nos contempla. Cuando me llegue el tránsito esperado y siga sin retorno por mi senda , como todos los mortales, el sueño de rostro será lumbre y tu gloria mi gloria venidera. El silencio sagrado de la noche tu paz y tu venida nos recuerdan, Cristo, luz de los mortales; acepta nuestro sueño necesario como secreto amor que a ti se llega. Amén. Tiempo Pascual: El corazón se dilata sin noche en tu santo cuerpo, oh morada iluminada, mansión de todo consuelo. Por tu muerte sin pecado, por tu descanso y tu premio, en ti, Jesús, confiamos, y te miramos sin miedo. Como vigilia de amor te ofrecemos nuestro sueño; tú que eres el paraíso,
danos un puesto en tu reino. Amén. Salmodia Tiempo de Cuaresma: Ant. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia. † Tiempo Pascual: Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Salmo 87 Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia; † llegue hasta ti mi súplica, inclina tu oído a mi clamor. Porque mi alma está colmada de desdichas, y mi vida está al borde del abismo; ya me cuentan con los que bajan a la fosa, soy como un inválido. Tengo mi cama entre los muertos, como los caídos que yacen en el sepulcro, de los cuales ya no guardas memoria, porque fueron arrancados de tu mano. Me has colocado en lo hondo de la fosa, en las tinieblas del fondo; tu cólera pesa sobre mí, me echas encima todas tus olas. Has alejado de mí a mis conocidos, me has hecho repugnante para ellos: encerrado no puedo salir, y los ojos se me nublan de pesar. Todo el día te estoy invocando, tendiendo las manos hacia ti. ¿Harás tú maravillas por los muertos? ¿Se alzarán las sombras para darte gracias? ¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia, o tu fidelidad en el reino de la muerte? ¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla o tu justicia en el país del olvido? Pero yo te pido auxilio, por la mañana irá a tu encuentro mi súplica. ¿Por qué, Señor, me rechazas
y me escondes tu rostro? Desde niño fui desgraciado y enfermo, me doblo bajo el peso de tus terrores, pasó sobre mí tu incendio, tus espantos me han consumido: me rodean como las aguas todo el día, me envuelven todos a una; alejaste de mí amigos y compañeros: mi compañía son las tinieblas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Tiempo de Cuaresma: Ant. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia. Tiempo Pascual: Ant. Aleluya, aleluya, aleluya. Lectura breve Jr 14, 9 Tú estás en medio de nosotros, Señor, tu nombre ha sido invocado sobre nosotros: no nos abandones, Señor Dios nuestro. Responsorio breve Tiempo de Cuaresma: V/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V/. Tú, el Dios leal, nos librarás. R/. Encomiendo mi espíritu. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Tiempo Pascual: V/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya. V/. Tú, el Dios leal, nos librarás. R/. Aleluya, aleluya. V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R/. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
Cántico evangélico Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T. P. Aleluya.) Cántico de Simeón Lc 2, 29-32 Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. (T. P. Aleluya.) Oración Señor, Dios todopoderoso: ya que con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo que reposó en el sepulcro, te pedimos que, al levantarnos mañana, lo imitemos también resucitando a una vida nueva. Por Jesucristo nuestro Señor. Bendición V/. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R/. Amén. Tiempo de Cuaresma: I Madre del Redentor, virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar. Ante la iración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador, y permaneces siempre virgen. Recibe el saludo del ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros, pecadores. II Salve, Reina de los cielos y señora de los ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz. Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros. III Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! IV Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Tiempo Pascual:
Reina del cielo, alégrate, aleluya porque Cristo, a quien llevaste en tu seno, aleluya ha resucitado, según su palabra, aleluya. Ruega al Señor por nosotros, aleluya. Índice de Completas Índice General