ESTADO DE DERECHO La indiferencia es el apoyo silencioso a favor de la injusticia… El Estado de Derecho en México se guareció durante muchos años detrás de una Constitución verdaderamente democrática, pero en muchos aspectos sin una aplicación real, y es por eso que la Constitución debe ser siempre el pilar indiscutible de nuestra democracia. Actualmente entre los múltiples retos que el Estado de Derecho nos plantea, destacare dos que considero son constantes y fundamentales: objetivos y sujetos, en otras palabras Estado de Derecho ¿para qué? y Estado de Derecho ¿para quién? Para ser mas concreto, usare la frase “en nombre de...” para enumerar los para qués del Estado de Derecho, y uno más en el que termino sintetizando esos para que, en un solo para quien. En nombre de la libertad. La libertad es el pilar de nuestra sociedad. Es el motor del sistema de producción y del sistema político. Por tanto, sin libertad no hay Estado de Derecho. La libertad exige del derecho protección, no sólo a la libertad individual, sino a la libertad colectiva, reflejada en la libertad competencial. Un Estado que garantiza estas libertades es un estado promotor del pluralismo y la tolerancia; un Estado que minimiza estas libertades es un Estado represor y fascista; pero un Estado que no les pone límites, es un Estado que camina al fracaso. En nombre de la igualdad. Al encontrar en el derecho el camino de la regulación de las libertades, es uno de los mayores retos de nuestro Estado de Derecho, a fin de evitar la proliferación de poderes privados paralelos al Estado; y a fin de evitar, también, que la libertad se manifieste bajo formas abiertamente devaluadas e incluso mafiosas y para evitar que la frase de Madame Rolland: “libertad cuantos crímenes se cometen en tu nombre”, siga siendo la constante en algunos campos de nuestra realidad. Para ello, considero, hace falta ganar la batalla por la igualdad. En nombre de la legalidad. Ahora bien, una igualdad fundada en la ley y no ante la ley, requiere de una creciente capacidad del Estado por imponer la legalidad. La eficacia del sistema legal traspasa ahora las fronteras y deja detrás, aún inconcluso, el problema de la eficacia del derecho nacional.
En síntesis, el Estado de Derecho es, ante todo, convertir en principio de legalidad los valores éticos y políticos de nuestra sociedad; pero el paso inicial es identificarlos, y sobre todo consensuarlos. Sin esas premisas, cualquier intento de institucionalización de valores ajenos a la sociedad será vano y sin importancia. En nombre de la confianza institucional. En un mundo que demográfica, científica, tecnológica y culturalmente crece tan aceleradamente, las instituciones se tornan protagonistas esenciales en el establecimiento del Estado de Derecho. Pero sin la confianza de las personas, cualquier cambio institucional, cualquier transformación democrática, cualquier acción de gobierno, por más disfraz de legitimidad que tenga, llega a ser vano e ineficiente. En nombre de todos Y a manera de conclusión, quisiera dejar abierta una especie de respuesta, que más que respuesta suma preguntas a la inicial: Estado de Derecho ¿para quién? Los sujetos del Estado de Derecho, es decir, los responsables de hacer efectivo el concepto, de darle forma y respetarlo somos todos. Porque en nombre de la libertad, la igualdad, la legalidad y la confianza institucional, debemos hablar todos. A todos incumbe el Estado de Derecho, a todos nos es inherente. Porque el reto más importante que tenemos frente al futuro es no solamente concretar un verdadero Estado de Derecho; sino aspirar a uno Social y Democrático. El Estado debe ajustar sus normas y hechos a las exigencias éticas y políticas de la sociedad, con compromisos serios de justicia social, cohesión nacional y eficacia de los derechos. Sin todo ello, el Estado de Derecho seguirá siendo, como lo es hasta hoy, una aspiración permanente, que no podemos permitir sea cada vez más ajena, remota y quimérica. Ya que como el escritor Jesús Rodríguez Zepeda menciono: “si la historia muestra que el autoritarismo está ciertamente en el pasado, puede decirse con esperanza que la legalidad de un Estado de Derecho es el horizonte del futuro.”
NATHAN ESCAMILLA HERNANDEZ